En este foro me han tachado varias veces de incitar la pirateria, una vez más pongo un articulo sobre la realidad de la MÚSICA, los efectos de la red y la verdad sobre las discograficas.
Para más información: La tarta del CD
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El intercambio de ficheros entre iguales (P2P) no daña a la industria de la música, analiza la revista de la prestigiosa escuela de Económicas de Harvard. Puede arañar beneficios a algunos de los peces gordos de la industria fonográfica, pero los músicos independientes está descubriendo que la Red les ayuda y facilita la tarea de hacer más música (y vivir de ella). A la vez los gigantes de la industria fonográfica (incapaces de encajar Internet) se consolidan y fusionan reduciendo las alternativas disponibles e intentando regir el mercado con puño de hierro. La Tierra ha visto antes este patrón: dinosaurios que se hacían cada vez más grandes hasta extinguirse y ser sustituidos... por pequeños y ágiles mamíferos. La evolución se repite: que crezcan los gigantes.
Las autoridades de defensa de la competencia de la Unión Europea están sembradas últimamente. No sólo le han plantado cara a Microsoft, sino que al parecer se disponen a autorizar sin condiciones una megafusión entre megadiscográficas. Sony Music y BMG se fusionarán así sin pega alguna y el número de empresas que controlan el 80% del mercado europeo se reducirá de 5 a 4. Imagínese: ¿dónde, fuera de sectores antes monopolio estatal o regulados está el 80% de un mercado en manos de 4 empresas (casi el 50% en dos: SonyBMG y Universal)?
Pero las gentes de Monti tienen razón: esa megafusión es irrelevante en el contexto del mercado, porque el mercado del disco compacto es cada vez más irrelevante en el negocio de la música. Mientras la industria fonográfica ha ido haciendo cada vez más y más grande, reduciendo cada vez más y más la calidad y variedad de artistas, fiando todo su (elevado) rendimiento económico a los números ingentes y el recorte de costes (por no citar la explotación de sus clientes), la música está floreciendo en la Red.
Hace mucho que el trabajo de encontrar nuevos artistas que merezca la pena lo han llevado a cabo las llamadas 'independientes', pequeñas compañías con los pies en el suelo capaces de localizar a los músicos prometedores y ayudarles a crear, pero incapaces de inundar el planeta con su música. Los gigantes se han dedicado a comprar a golpe de talonario a las independientes que encontraban oro. El trabajo de localización y apoyo lo hace las independientes, centenares (o miles) de las cuales son ese 20% del mercado que reune toda la creatividad.
Hasta ahora las independientes estaban severamente limitadas, como lo estaban los grupos y músicos a los que patrocinaban: su pequeño tamaño impedía que utilizasen las técnicas modernas de bombardeo publicitario de saturación, y los elevados costes de 'mover' a los artistas les dificultaba encontrar audiencias lo bastante grandes como para rentabilizar nuevos lanzamientos.
Ahora todo ha cambiado. Los músicos está descubriendo que la promoción pueden hacerla sus propios 'fans' en la Red, con proyección internacional. Nuevas audiencias está surgiendo, lo bastante grandes como para proporcionar respaldo de giras y conciertos a artistas antes incapaces de convencer a los dueños de locales de su valía. Blogs, revistas independientes y pequeñas discográficas está apostando por nuevos valores. La creación está repuntando.
Y entre toda esta explosión de vida los gigantes se mueren de hambre. Con un cuerpo con mucho demasiado grande para sus cerebros con incapaces de sobrevivir de muchos pequeños bocados: necesitan pocos y gigantescos éxitos mundiales para que sus aletargados e ineficientes metabolismos aguanten. Por eso igualan gustos, tendencias y mercados; por eso presionan para que la música suene toda a música de ascensor, de modo que en ningún sitio ofenda en exceso y en todos se venda.
Y luego intentan estrangular a base de leyes las alternativas que están surgiendo. Es tarde para eso. Pronto los aficionados a la música no querrán saber nada del viejo sistema, que reduce la variedad y calidad de la oferta y aumenta los precios. Los dinosaurios morirán, rápidamente por su enorme tamaño. Y con un poco de suerte sus cadáveres fertilizarán una tierra que estará repleta de nueva vida. Anticompetencia europea tiene razón. Que se fusionen: da lo mismo...
Para más información: La tarta del CD
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Dejad que los gigantes de la música crezcan
El intercambio de ficheros entre iguales (P2P) no daña a la industria de la música, analiza la revista de la prestigiosa escuela de Económicas de Harvard. Puede arañar beneficios a algunos de los peces gordos de la industria fonográfica, pero los músicos independientes está descubriendo que la Red les ayuda y facilita la tarea de hacer más música (y vivir de ella). A la vez los gigantes de la industria fonográfica (incapaces de encajar Internet) se consolidan y fusionan reduciendo las alternativas disponibles e intentando regir el mercado con puño de hierro. La Tierra ha visto antes este patrón: dinosaurios que se hacían cada vez más grandes hasta extinguirse y ser sustituidos... por pequeños y ágiles mamíferos. La evolución se repite: que crezcan los gigantes.
Las autoridades de defensa de la competencia de la Unión Europea están sembradas últimamente. No sólo le han plantado cara a Microsoft, sino que al parecer se disponen a autorizar sin condiciones una megafusión entre megadiscográficas. Sony Music y BMG se fusionarán así sin pega alguna y el número de empresas que controlan el 80% del mercado europeo se reducirá de 5 a 4. Imagínese: ¿dónde, fuera de sectores antes monopolio estatal o regulados está el 80% de un mercado en manos de 4 empresas (casi el 50% en dos: SonyBMG y Universal)?
Pero las gentes de Monti tienen razón: esa megafusión es irrelevante en el contexto del mercado, porque el mercado del disco compacto es cada vez más irrelevante en el negocio de la música. Mientras la industria fonográfica ha ido haciendo cada vez más y más grande, reduciendo cada vez más y más la calidad y variedad de artistas, fiando todo su (elevado) rendimiento económico a los números ingentes y el recorte de costes (por no citar la explotación de sus clientes), la música está floreciendo en la Red.
Hace mucho que el trabajo de encontrar nuevos artistas que merezca la pena lo han llevado a cabo las llamadas 'independientes', pequeñas compañías con los pies en el suelo capaces de localizar a los músicos prometedores y ayudarles a crear, pero incapaces de inundar el planeta con su música. Los gigantes se han dedicado a comprar a golpe de talonario a las independientes que encontraban oro. El trabajo de localización y apoyo lo hace las independientes, centenares (o miles) de las cuales son ese 20% del mercado que reune toda la creatividad.
Hasta ahora las independientes estaban severamente limitadas, como lo estaban los grupos y músicos a los que patrocinaban: su pequeño tamaño impedía que utilizasen las técnicas modernas de bombardeo publicitario de saturación, y los elevados costes de 'mover' a los artistas les dificultaba encontrar audiencias lo bastante grandes como para rentabilizar nuevos lanzamientos.
Ahora todo ha cambiado. Los músicos está descubriendo que la promoción pueden hacerla sus propios 'fans' en la Red, con proyección internacional. Nuevas audiencias está surgiendo, lo bastante grandes como para proporcionar respaldo de giras y conciertos a artistas antes incapaces de convencer a los dueños de locales de su valía. Blogs, revistas independientes y pequeñas discográficas está apostando por nuevos valores. La creación está repuntando.
Y entre toda esta explosión de vida los gigantes se mueren de hambre. Con un cuerpo con mucho demasiado grande para sus cerebros con incapaces de sobrevivir de muchos pequeños bocados: necesitan pocos y gigantescos éxitos mundiales para que sus aletargados e ineficientes metabolismos aguanten. Por eso igualan gustos, tendencias y mercados; por eso presionan para que la música suene toda a música de ascensor, de modo que en ningún sitio ofenda en exceso y en todos se venda.
Y luego intentan estrangular a base de leyes las alternativas que están surgiendo. Es tarde para eso. Pronto los aficionados a la música no querrán saber nada del viejo sistema, que reduce la variedad y calidad de la oferta y aumenta los precios. Los dinosaurios morirán, rápidamente por su enorme tamaño. Y con un poco de suerte sus cadáveres fertilizarán una tierra que estará repleta de nueva vida. Anticompetencia europea tiene razón. Que se fusionen: da lo mismo...