ThrobEr
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Edu Salas I los40.com (06/06/2003)
Resucitando a Mecano
El pasado, el presente y el futuro del pop español se dieron cita ayer Madrid en el cuarto concierto de la gira Frágil de Ana Torroja, la primera que realiza sola. La voz de Mecano, que jugaba en casa con un público entregado desde las primeras notas y con todo a su favor, no hizo sino reforzar su estatus de cantante imprescindible, pese a quien pese. La madrileña se emocionó (e hizo saltar alguna lágrima a más de uno y más de una), cantó y bailó como nunca y presentó un espectáculo basado en su repertorio como solista, pero apoyado en todo momento por el catálogo del trío que durante más de tres lustros formó junto a los hermanos Cano.
El recital de Ana Torroja arrancó con una introducción que condujo al tema Con sólo un beso, el que abre Frágil, su tercer disco. Sobre el escenario, que simulaba una especie de nave industrial con lámparas de pergamino colgadas del techo, la acompañaban cuatro músicos excepcionales (Ludovico Vagnone –guitarra-, Fernando Ortí –teclados-, Mikel Irazoki –bajo- y Mauricio Sgaramella –batería-) y dos espectaculares vocalistas (Helena de Quiroga y Esther González) que llenaban en todo momento los espacios reservados a los coros y voces de apoyo. Corazones (canción que grabó junto a Miguel Bosé en su anterior gira conjunta, Girados) y Como sueñan las sirenas, se encargaron de caldear aún más el ambiente.
La parroquia congregada en la sala La Riviera sabía que Torroja no iba a defraudar, que interpretaría temas inolvidables de Mecano, porque, aunque no los escribiera ella, de alguna manera también le pertenecen. Hubo un salto en el tiempo. Del presente al pasado. Un año más, esa composición de Nacho Cano que no falla en ninguna Nochevieja, hizo que los allí presentes recordaran buenos tiempos, que en muchos casos fueron mejores, pero no necesariamente.
Vuelta al presente. A Ana le gusta hacer memoria (y se emociona) pero su nuevo álbum también tiene grandes canciones. Libélula (ese corte que parece inspirado en el Ray of light de Madonna) y Me basta con creer (adaptación al español de Mes prières, que fue un rotundo pelotazo en Francia), Frágil y Veinte mariposas (su nuevo sencillo), son buenas muestras de ello. También hubo tiempo de rememorar cantares de sus primeras experiencias fuera del grupo con el que triunfó. Hoy ya no te quiero y A contratiempo fueron dos de los sencillos claves dentro de su carrera.
De las 22 canciones que intrepretó (en realidad fueron 27, porque en uno de los bises hizo un medley con cinco canciones de José Mª y Nacho Cano), ocho (ó 13, según se mire) pertenecían al inmortal repertorio de Mecano. Fue una combinación perfecta que contentó a los feligreses más entrados en años (la gran mayoría del público) y a los neófitos, que, por la circunstancia que sea, han conocido a la artista sola, sin sus eternos compañeros de viaje.
Mujer contra mujer e Hijo de la luna, ambas de José Mª Cano, sonaron como si no hubiera pasado el tiempo por ellas. Hoy no me puedo levantar (el single debú de Mecano) y Barco a Venus fueron remozadas con nuevas tecnologías y aires más actuales. A partir de ahí hubo tres bises. En los dos primeros realizó un cóctel en el que mezcló canciones nuevas y viejas.
El tercero sirvió para decir adiós, gracias y hasta siempre. No podía terminar mejor, Me cuesta tanto olvidarte, uno de los temas estrella del álbum Entre el cielo y el suelo (1988), fue el colofón de una noche en la quien más, quien menos, sintió el paso del tiempo, no sólo en la música, sino en su propio ser. Mecano resucitó por unos minutos y Ana Torroja fue sirena, libélula y mariposa en una fiesta en la que se rozó la perfección y se llegó a tocar el cielo.
www.los40.com
Artículo original aquí
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Para los de "siempre", en cuanto pueda os haré mi crónica personal...

Resucitando a Mecano
El pasado, el presente y el futuro del pop español se dieron cita ayer Madrid en el cuarto concierto de la gira Frágil de Ana Torroja, la primera que realiza sola. La voz de Mecano, que jugaba en casa con un público entregado desde las primeras notas y con todo a su favor, no hizo sino reforzar su estatus de cantante imprescindible, pese a quien pese. La madrileña se emocionó (e hizo saltar alguna lágrima a más de uno y más de una), cantó y bailó como nunca y presentó un espectáculo basado en su repertorio como solista, pero apoyado en todo momento por el catálogo del trío que durante más de tres lustros formó junto a los hermanos Cano.
El recital de Ana Torroja arrancó con una introducción que condujo al tema Con sólo un beso, el que abre Frágil, su tercer disco. Sobre el escenario, que simulaba una especie de nave industrial con lámparas de pergamino colgadas del techo, la acompañaban cuatro músicos excepcionales (Ludovico Vagnone –guitarra-, Fernando Ortí –teclados-, Mikel Irazoki –bajo- y Mauricio Sgaramella –batería-) y dos espectaculares vocalistas (Helena de Quiroga y Esther González) que llenaban en todo momento los espacios reservados a los coros y voces de apoyo. Corazones (canción que grabó junto a Miguel Bosé en su anterior gira conjunta, Girados) y Como sueñan las sirenas, se encargaron de caldear aún más el ambiente.
La parroquia congregada en la sala La Riviera sabía que Torroja no iba a defraudar, que interpretaría temas inolvidables de Mecano, porque, aunque no los escribiera ella, de alguna manera también le pertenecen. Hubo un salto en el tiempo. Del presente al pasado. Un año más, esa composición de Nacho Cano que no falla en ninguna Nochevieja, hizo que los allí presentes recordaran buenos tiempos, que en muchos casos fueron mejores, pero no necesariamente.
Vuelta al presente. A Ana le gusta hacer memoria (y se emociona) pero su nuevo álbum también tiene grandes canciones. Libélula (ese corte que parece inspirado en el Ray of light de Madonna) y Me basta con creer (adaptación al español de Mes prières, que fue un rotundo pelotazo en Francia), Frágil y Veinte mariposas (su nuevo sencillo), son buenas muestras de ello. También hubo tiempo de rememorar cantares de sus primeras experiencias fuera del grupo con el que triunfó. Hoy ya no te quiero y A contratiempo fueron dos de los sencillos claves dentro de su carrera.
De las 22 canciones que intrepretó (en realidad fueron 27, porque en uno de los bises hizo un medley con cinco canciones de José Mª y Nacho Cano), ocho (ó 13, según se mire) pertenecían al inmortal repertorio de Mecano. Fue una combinación perfecta que contentó a los feligreses más entrados en años (la gran mayoría del público) y a los neófitos, que, por la circunstancia que sea, han conocido a la artista sola, sin sus eternos compañeros de viaje.
Mujer contra mujer e Hijo de la luna, ambas de José Mª Cano, sonaron como si no hubiera pasado el tiempo por ellas. Hoy no me puedo levantar (el single debú de Mecano) y Barco a Venus fueron remozadas con nuevas tecnologías y aires más actuales. A partir de ahí hubo tres bises. En los dos primeros realizó un cóctel en el que mezcló canciones nuevas y viejas.
El tercero sirvió para decir adiós, gracias y hasta siempre. No podía terminar mejor, Me cuesta tanto olvidarte, uno de los temas estrella del álbum Entre el cielo y el suelo (1988), fue el colofón de una noche en la quien más, quien menos, sintió el paso del tiempo, no sólo en la música, sino en su propio ser. Mecano resucitó por unos minutos y Ana Torroja fue sirena, libélula y mariposa en una fiesta en la que se rozó la perfección y se llegó a tocar el cielo.
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Para los de "siempre", en cuanto pueda os haré mi crónica personal...