El show del intermedio de la Super Bowl XXVI, en 1992, fue legendariamente horrible, y no fue por el grotesco jersey de Brian Boitiano, el campeón olímpico de patinaje mientras declaraba, junto a Dorothy Hamill, "¡Es la magia del invierno!". Niños con pantalones de MC Hammer rapeaban sobre Frosty el muñeco de nieve; un tipo con zancos recibió inexplicablemente los siete segundos más caros de la televisión saludando a la cámara. Casi se podía escuchar a los telespectadores cambiando de canal para ver el especial de In Living Color en la Fox, que acabó teniendo más audiencia que el especial oficial de la CBS. Había que hacer algo. Algo grande.
Michael Jackson el grande
Allá por 1993, la música marca de la casa de MJ estaba saliendo de la cultura pop mientras el grunge, el rock alternativo y el hip-hop ascendían. El Rey del Pop estaba a mitad de su Dangerous Tour, actuando en estadios de todo el mundo, pero llevaba 10 años lejos de Thriller y necesitaba un revival de la cultura popular. Accedió a hacer una entrevista con Oprah Winfrey – todavía una de las mayores audiencias jamás vistas en el programa de Oprah – y dijo que sí cuando la NFL le pidió actuar en el intermedio del partido de 1993 en el Rose Bowl de Pasadena, California.
Por supuesto, puso condiciones. Quería que su nueva balada, "Heal the World" ocupase los 12 minutos de actuación. Quería que 3.500 "fans voluntarios" rodeasen el escenario, para crear una atmósfera de MJ en concierto en lugar de un descanso para los ricachones cerveceros seguidores del fútbol del estadio. Y quería que Don Mischer, el productor del show, se sentase en el camión de producción, dirigiendo la actuación en tiempo real, incluso a pesar de que la NBC, la nueva cadena de la Super Bowl, tenía a su equipo que se sentía molesto por la intromisión.
"Michael no estaba demasiado familiarizado con la Super Bowl. No tenía idea de lo grande que era" recuerda Arlen Kantarian, el productor ejecutivo del show. "Sólo dijo, '¿Porqué no lo llamamos Thriller Bowl?'".
Jackson no consiguió todo lo que quería. La Super Bowl siguió llamándose Super Bowl. Los productores hablaron con él acerca de hacer un medley de sus éxitos – "Billie Jean," "We Are the World", una más nueva "Jam" y "Black or White" – así como una elaborada y espectácular final con "Heal the World". Accedieron a dejar que miles de niños se pudieran llenar los escalones del escenario durante la gran final, y también accedieron a que Mischer co-produjese el show del intermedio desde la cabina junto con el productor del partido de la NBC.
MJ trajo a su propia banda y sus bailarines para actuar en un escenario de 12 toneladas que había que construir rápido ensamblando 26 piezas sin dañar el cesped para la segunda parte del partido. Los productores necesitaron a 275 personas que hicieron el trabajo en menos de seis minutos.
Unos días antes del partido, Jackson y su gente ensayaron en una carpa fuera del Rose Bowl. "Todos sabíamos, porque lo habíamos leído, que Michael era un perfeccionista," dice Kantarian. "Pero ver cómo repetía la misma coreografía, 12, 14, 16 veces, era simplemente increíble" El coreógrafo de Jackson, Vince Paterson, intentó convencerle para que probase nuevos movimientos para el show, pero MJ no quería complicar las cosas. "Fue uno de los pequeños puntos de desacuerdo entre nosotros para este proyecto" dice Paterson. "No paraba de decirle, 'Pero Michael, esto ya lo hemos hecho,' y él no paraba de decir, '¡Pero le gustará a todo el mundo!'"
Cuando MJ llegó al escenario estaba nervioso. "Es la única vez en la que he notado que Michael se pusiese nervioso, porque había muchísima presión. Si algo salía mal, eso se quedaría ahí para siempre" dijo Jennifer Batten, su guitarrista principal entonces. "Estaba un poco atolondrado."
Jackson había estado abriendo sus conciertos del Dangerous Tour saltando varios metros por los aires, desde una máquina llamada "la tostadora", y luego manteniendo una pose con su chaqueta militar y sus gafas mientras el público rugía. "Dijo, 'El comienzo de la música no debe estar programado ni nada de eso, hasta que yo mueva las muñecas. Será cuando lo sienta. Será cuando lo sienta'" recuerda Mischer. "Así que salió lanzado de la tostadora y pasaron 20 segundos. Luego fueron 30. Ya me estaba pareciendo una eternidad. Sus fans estaban gritando, pero no me estaba dando la señal. ... Yo decía para mis adentro, '¡Vamos, Michael! ¡Jesucristo!' Finalmente ocurrió al minuto y 35 segundos – eso son como 15 millones de dólares en anuncios publicitarios".
Todo fue bien, incluso "Heal the World," una de las canciones mas empalagosas de Jackson, justificando su extensa actuación con un elaborado montaje en el que todo el público dió la vuelta a unas cartulinas que revelaron unos dibujos gigantes de niños cogidos de las manos. Con MJ, la Super Bowl se graduó de lo que Kantarian llama "una banda de música del instituto" a recibir a grandes estrellas como Beyoncé, Prince y Bruce Springsteen. Fue una de las últimas ocasiones en las que Jackson fue el dueño de su dueño de su imagen y su carrera, meses después un niño le acusaría de abusos, una acusación contra la que Jackson luchó antes de llegar a un acuerdo. "Era un hombre bueno y tranquilo" dice Mischer. "Pero cuando subía al escenario, se convertía en un general."
[Rolling Stone]
*Traducido por Xtarlight y Mpenziwe para www.MJHideOut.com
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