• Cambios en el aspecto y funcionamiento del foro. Ver detalles

EARTH SONG: Michael Jackson y el Arte de la Compasión. Extractos del libro

Joseph Vogel (Man in the Music, Earth Song: Dentro de la Obra Maestra de Michael Jackson) ha publicado la tercera edición de su libro sobre la Canción de la Tierra titulado: Earth Song And The Art Of Compassion. En ella incluye algunos capítulos dedicados al lado humanitario de Michael Jackson y los ha compartido como adelanto de la obra en esta página web:

http://www.huffingtonpost.com/entry/59c7c8d3e4b08d661550436a


EARTH SONG: Michael Jackson y el Arte de la Compasión​



yXTNRit.png



Posiblemente, el rasgo más asociado a las celebridades sea el narcisismo. En 1988, Jackson ciertamente habría tenido razones para ser egocéntrico. Era la persona más famosa del planeta. A donde quiera que viajaba, provocaba histerismo de masas. El día después de su concierto en el Prater Stadium de Viena, con todas las localidades vendidas, un artículo de AP (4 de junio de 1988) decía: “130 fans se desmayan en el concierto de Jackson”. Si los Beatles eran más populares que Jesús, como proclamó John Lennon una vez, Jackson había superado a la mismísima Santísima Trinidad.

Sin embargo, mientras disfrutaba de la atención –y de hecho, incluso se deleitaba en ella en cierta manera- también sentía una profunda responsabilidad por utilizar su popularidad para algo más que obtener fama y fortuna. En el año 2000, el Libro Guinness de los Récords Mundiales le citaba como el artista pop más filántropo de la historia. A lo largo de su vida consta que dio alrededor de 300 millones de dólares a obras benéficas, incluyendo asociaciones como Make-A-Wish Foundation, Elizabeth Taylor AIDS Foundation, NAACP, UNICEF y la Cruz Roja, entre varias docenas de ellas. “Cuando has visto las cosas que yo he visto y viajado por todas partes, no serías honesto contigo mismo ni con el mundo [si miraras hacia otro lado]”, decía.

Ese era, en realidad, el sentido de su canción “Man In The Mirror”, que alcanzó el puesto nº 1 en las listas Hot 100 de Billboard en la primavera de 1988. La canción se refería a un despertar personal. Trataba de que hay que reconocer que el cambio no sucede solo, que requiere que la gente se dé cuenta, que se preocupe de algo más que de sí misma y de hacer algo. “Quién soy yo para estar ciego/Fingiendo no ver sus necesidades”, canta Jackson. Sus interpretaciones de la canción en el Bad World Tour fueron a la vez el final culminante del concierto y su mensaje de partida. “Make that change” (“Haz ese cambio”), emplazaba a su audiencia. En una época a menudo caracterizada por el individualismo, la avaricia y el materialismo, fue un himno de conciencia y responsabilidad. Jackson donó todos los beneficios de la canción a Camp Ronald McDonald for Good Times, que asistía a niños enfermos de cáncer.

Incluso más significativo que dar dinero, además, Jackson ofrecía su tiempo. En casi cada ciudad del Bad World Tour visitaba orfanatos y hospitales. Solo unos días antes, mientras estaba en Roma, se detuvo en el Hospital Infantil del Niño Jesús, llevando regalos, tomándose fotografías y firmando autógrafos. Antes de marcharse, prometió un donativo de alrededor de 100.000 dólares. Antes de un concierto en el Wembley Stadium de Londres, visitó el Hospital infantil Great Ormond Street; el hospital al cual, como es bien sabido, el autor J.M. Barrie regaló los derechos y beneficios de su obra Peter Pan. Jackson pasó horas hablando, sosteniendo en brazos y reconfortando a los niños en el hospital, algunos de ellos gravemente enfermos.
Según un periódico local, la estrella “sentó a algunos en sus rodillas y les contó historias”, también “les dio docenas de regalos, álbumes fotos y camisetas”. Jackson donó 100.000 libras al hospital. Además, dejó una suma no desvelada de dinero a la Fundación Wishing Well para ayudar al London’s Hospital for Sick Children, que visitó también durante su estancia en la ciudad.

Antes y después de cada concierto hacía llevar a niños enfermos y desfavorecidos tras el escenario. “Cada noche venían los niños en camillas, tan enfermos que difícilmente podían sostener la cabeza”, recuerda su entrenador vocal, Seth Riggs. “Michael se arrodillaba hasta las camillas y acercaba su cara a las suyas para poder hacerse una foto con ellos y darles después una copia para que recordaran ese momento. Yo no podía soportarlo. Me iba al baño y lloraba. Los niños se reanimaban en su presencia. Si eso les daba un par de días más de energía, para Michael merecía la pena”.


w86j2qe.png

Por donde quiera que viajaba la gira, Jackson trataba de devolver de alguna manera. En Detroit donó 125.000 $ al Museo Motown de la ciudad; en Nueva York ofreció 600.000 $ a United Negro College Fund; en Japón dio 20.000 $ a la familia de un niño que fue asesinado, y cientos de miles más a hospitales y escuelas. Cuando terminó la gira subastó sus objetos personales y todos los beneficios fueron ofrecidos a la UNESCO. Este era el hombre a quien los tabloides británicos habían llamado “Wacko Jacko”, sobre quien la revista People, menos de un año antes, declaró en su portada: “Él ha vuelto. Es malo. ¿Es raro este chico o qué?”. La amabilidad y compasión de Jackson no suponían una buena promoción; si salía en las noticias, eran habitualmente historias sobre su cirugía plástica y su chimpancé.

La filantropía de Jackson durante el Bad Tour no era nueva. En 1984, después de la tristemente célebre quemadura de su pelo durante el rodaje de un anuncio para Pepsi, Jackson creó el Centro de Quemados Michael Jackson como parte del Brotman Medical Center de Culver City, uno de los pocos centros de quemados que necesitaba desesperadamente la zona de Los Ángeles. “Quería hacer algo”, dijo, “porque quedé muy conmovido por los demás pacientes quemados que conocí durante mi estancia en el hospital”. Jackson sufrió quemaduras de segundo grado terriblemente dolorosas en su cuero cabelludo, pero el personal del hospital le recuerda pasando gran parte de su tiempo visitando y reconfortando a otros pacientes. Jackson donó la totalidad del dinero que recibió de Pepsi por el accidente –un millón y medio de dólares- al centro de quemados. Ese año también donó todos los beneficios de su participación en la gira Victory a la beneficencia; una cantidad estimada en unos 5 millones de dólares.

En 1985, Jackson se unió a la causa U.S.A. for Africa, liderada por el actor y activista Harry Belafonte y el productor musical Ken Kragen. Inspirada por la causa británica, Band Aid, y su canción bandera, “Do They Know It’s Christmas?”, la idea de Belafonte era reunir artistas americanos para una misión urgente: concienciar y recaudar dinero para la hambruna en Etiopía, que estaba dejando a cientos de miles de personas, incluidos niños, hambrientos y desamparados. La hambruna fue causada por una combinación de factores: una guerra civil complicada, un gobierno corrupto y una de las sequías más graves conocidas. Para el año 1985 habían muerto alrededor de un millón de personas, según las Naciones Unidas. Belafonte contactó con el productor Quincy Jones para componer juntos una canción para U.S.A. for Africa. Como Stevie Wonder no estaba disponible, se hicieron cargo Jackson y Richie.

El objetivo de Jackson era escribir una melodía sencilla que todo el mundo pudiera tararear, más allá de culturas y naciones, incluso aunque no comprendieran la letra. Para “We Are The World”, él recuerda entrar en espacios oscuros; un armario o un baño, e intentar imaginar a la gente en Etiopía: sus vidas, su sufrimiento, su humanidad. Cuando compuso algunas notas, hizo que su hermana menor, Janet, las escuchara. “¿Qué ves cuando escuchas este sonido?”, le preguntó. “Niños muriendo en África”, respondió ella. “Correcto”, dijo Jackson. “Eso es lo que me dictaba el alma”.

Jackson continuó componiendo la canción con Richie los siguientes días y semanas. Para primeros de enero ya tenía grabada una demo en solitario que envió a Quincy Jones. A éste le gustó lo que escuchó. “Una gran canción dura toda la eternidad”, reflexionó el productor más adelante. “Yo les garantizo que si viajan a cualquier lugar del planeta hoy y empiezan a cantar los primeros versos de esa melodía, la gente reconocerá inmediatamente la canción”.

La sesión de grabación oficial fue programada para el 22 de enero de 1985 en A&M Recording Studio de Los Ángeles. Como Jones había planeado, las estrellas se dirigirían allí inmediatamente después de los American Music Awards que tuvieron lugar esa noche en el Shrine Auditorium. Como todos saben, dejó un cartel en la puerta principal del edificio que decía: “Dejen sus egos en la puerta”. La lista de leyendas que desfiló aquella noche fue notable: Ray Charles, Bob Dylan, Stevie Wonder, Diana Ross, Bruce Springsteen, Billy Joel, Steve Perry, Tina Turner, Cyndi Lauper, Willie Nelson y Paul Simon, entre muchos otros. “Aquí tienen a 46 de las estrellas más grandes del mundo de la música en una sala para ayudar a la gente que lo necesita desesperadamente en un lejano lugar”, recordaba Jones. “No creo que esa noche y esa experiencia se vuelva a repetir de nuevo. Yo conozco y creo en el poder de la música para unir a la gente y mejorar la humanidad, y no hay mejor ejemplo de eso que el colectivo de personas que fue “We Are The World”.

Jackson faltó a los American Music Awards esa noche y se dirigió al estudio temprano para grabar su parte. Cuando llegaron el resto de los artistas, él, Lionel, Stevie y Quincy les ayudaron a aprenderse su parte y el estribillo. Él calificó la creación y el proceso de grabación como una experiencia “espiritual”. La mayoría de los asistentes estaban de acuerdo. La describen como una genuina sensación de alegría, unidad y propósito. “Cada segundo de esa noche fue mágico”, recuerda Quincy Jones. “Como artistas, todos somos depositarios de los susurros de Dios, y sé que Él pasó por el estudio esa noche un par de veces”. El resultado final, terminado hacia las 8 de la mañana, fue majestuoso, pleno de góspel, un himno de siete minutos que unió las voces de algunos de los artistas más grandes del siglo veinte. El New York Times lo alabó como “más que una colaboración comunitaria sin precedentes entre la élite de la música pop por una buena causa, es un triunfo artístico que trasciende su naturaleza oficial”.

Algunos críticos, por supuesto, se burlaron de la arrogancia del evento benéfico y de la canción. Pero Quincy Jones y Harry Belafonte no quisieron entrar en el tema. “Todo el que quiera tirar piedras a algo como esto puede sacar su trasero de aquí y ocuparse de otra cosa”, dijo Jones a los críticos. “Dios sabe que hay mucho más por hacer”. Lo que más impresionó a Belafonte fue simplemente la disposición de los participantes para usar su talento por una causa importante. “Ahí tienen a docenas de los mejores y más poderosos artistas de la cultura popular que han relegado a sus managers a un lugar de Siberia, y en consecuencia, aquello fue completamente arte sobre arte”.

“We Are The World” fue publicada en marzo de ese año y se convirtió rápidamente en el single más vendido de la historia, llegando al millón de copias en sus primeros tres días. Se convirtió en la canción más vendida de los 80 y finalmente vendió unos 20 millones de copias en todo el mundo. Y más importante, ayudó a generar beneficios por valor de unos 60 millones de dólares que fueron usados para enviar 120 toneladas de suministros a Etiopía, incluyendo galletas de proteínas, agua, medicinas, tiendas de campaña y ropa. Beneficios posteriores fueron utilizados para unos setenta proyectos de desarrollo y recuperación.

Jackson estaba orgulloso de lo que logró la canción. La idea de que miles de niños malnutridos fueran alimentados a causa de una simple canción le asombraba e inspiraba. Demostró de una manera muy concreta el poder que tiene la música para unir a la gente, para generar conciencia y activismo.

Aunque también comprendió que no era suficiente. “We Are The World” no acabó con el hambre o la pobreza; no resolvió los complicados problemas socio-políticos, la dinámica de poder y la corrupción institucional, largo tiempo culpables de la gravedad de la hambruna en África. Las críticas apuntaron rápidamente hacia estas deficiencias, burlándose a menudo de Jackson como “auto-indulgente” e “infantil” por intentarlo. Canciones como “We Are The World” y “Man In The Mirror” fueron rechazadas por simplistas y utópicamente sentimentales. El crítico musical Greil Marcus calificó a la primera de ellas como ”simplemente canción publicitaria para Pepsi”, mientras que el crítico del New York Times, Jon Pareles despreció la segunda de ellas calificándola como “activismo para anacoretas”. La visión social de Jackson ofrecía idealismo global, triunfo y una fácil resolución, argumentaban, mientras que las condiciones materiales del mundo real solo empeoraban.

Era una crítica que torturaba al artista mientras estaba de gira. Él creía que los críticos estaban equivocados, que no podían sentir lo que significaba la música para la gente; lo que significaba para él. El cambio, pensaba él, empieza en el corazón y la mente del individuo. Y ahí es donde el arte alcanzaba a las personas.


Además no era autocomplaciente. En una entrevista de Ebony/Jet de 1987, le preguntaron:

“Cuando se mira al espejo, ¿está contento con lo que ve?

“¿En qué sentido?,
respondió.

“Simplemente cuando se mira, en cuanto a esa filosofía social”.

“Nunca estoy completamente satisfecho”,
dijo. “Siempre deseo que el mundo pueda ser un lugar mejor. No, en absoluto”.


Mientras actuaba o ayudaba a los niños en situaciones cara a cara, Jackson podía apartar sus sentimientos o ineptitud, duda o desesperación. Cuando las multitudes de todas partes del mundo se movían y cantaban al ritmo de “Man In the Mirror”, cuando podía experimentar algún pequeño rayo de armonía en el mundo, era feliz. Estaba en su elemento. Pero cuando volvía a su habitación, el dolor y la confusión regresaban a menudo.

“El contraste entre el Rey del Pop del escenario y la misma persona en privado era enorme”, recuerda el aclamado compositor belga François Glorieux, que conoció a Jackson en 1987 e hizo arreglos musicales clásicos de varias canciones del cantante. “La prensa le describía como un hombre intocable e imposible. Pero yo descubrí una persona completamente diferente: extremadamente sensible, afectivo e incluso tímido… La primera hora que pasamos juntos me pidió que le describiera mi infancia. No me interrumpió ni una vez y escuchó toda la historia de mi juventud, cuando las bombas destruyeron mi hogar y mataron a tres miembros de mi familia”. Glorieux se encontró con Jackson en dos ocasiones más, en 1989 y 1990. Describe esos encuentros como “los más emotivos de su carrera musical. Fue fantástico descubrir tantos puntos de vista en común: pasión por la música (sin límites), por la paz y la libertad, amor por los animales y la naturaleza, y por último pero no menos importante, [preocupación por] la humanidad”.

El publicista y escritor Howard Bloom, que ha trabajado con algunos de los artistas más legendarios, incluidos Prince y Billy Joel, describe a Jackson como “la persona más extraordinaria que he conocido jamás. Sin la menor duda… Tenía una capacidad de asombro mayor de la que he visto en nadie más en mi vida. Si estabas mirando un portfolio con él, sentía lo que parecía ser una experiencia orgásmica, simplemente con empezar a abrir la primera página… Cuando te sentabas a discutir un problema difícil como la cancelación de su gira… sentía como si el pecho de Michael se abríera como si hubieran puertas doradas y podías ver 10.000 fans dentro de él. Su trabajo consistía en defender a esos fans. Sentía que Dios le había dado un regalo”.

El autor New Age Deepak Chopra, con quien Jackson colaboró en su segundo libro, Dancing The Dream, tuvo una impresión similar de la elusiva estrella del pop. “Cuando nos conocimos, alrededor de 1988, recuerda, “me quedé sorprendido por la combinación de carisma y vulnerabilidad que rodeaba a Michael. Podía estar rodeado por un enjambre de gente en el aeropuerto, ofrecer un concierto agotador de tres horas y después sentarse detrás del escenario, como hicimos una noche en Bucarest, beber agua mineral, ojear algunos poemas sufíes mientras yo llegaba a la habitación y tener ganas de meditar”.

La gente percibía esta sensibilidad en Jackson desde muy temprana edad. Smokey Robinson decía de él que era un alma vieja en un cuerpo pequeño. “En su corazón acarreaba otras vidas”, decía Robinson. “Era algo más que tener un alma; era una alma que profundizaba en toda la historia de la humanidad”. Era una de las cualidades que le convertían en un interprete tan cautivador, incluso de pequeño. Con toda la alegría y vitalidad que rezumaba, siempre había cierta tristeza y desencanto.

En su adolescencia, Jackson empezó a desarrollar las primeras semillas de su visión social y de su ambición humanitaria. “Los políticos no pueden salvar el mundo, así que la música debería intentarlo al menos”, dijo en una entrevista con Blues & Soul de 1979. “Nunca podría hacer discos simplemente para que la gente los compre y hacerme rico con ellos. Eso no es para mí. Tiene que haber algo más que eso”.

Temas sobre amor fraternal, aceptación y transformación social poblaban sus primeros trabajos de composición. Quizás el primer destello real de la escala que él esperaba lograr con su música llegó con la canción y el corto para “Can You Feel It”. Escrita con su hermano mayor Jackie, la canción ofrecía un apasionado mensaje de unidad racial (“la sangre que circula en tu interior está dentro de mí”) y armonía global (“Lleva las noticias a los soldados/ Que están matando a su hermanos/Cuando la muerte no lo hará”). Era la síntesis sónica del símbolo del pavo real que apareció en su álbum anterior. “A lo largo de los años”, explicaba Jackson en las notas del LP Destiny, “el pavo real ha sido honrado y alabado por su atractiva e ilustre belleza. De todas las familias de aves, el pavo real es la única que integra todos los colores en una sola y despliega su brillante resplandor solo cuando está enamorado. Nosotros, igual que el pavo real, tratamos de integrar todas las razas en una a través del amor por la música”.

El cortometraje para “Can You Feel It”, un vanguardista festín visual de diez minutos concebido y escrito por Jackson, incorporó explícitamente el simbolismo del ave. También mezclaba elementos de la película de ciencia ficción 2001: Una Odisea del Espacio y Encuentros en la Tercera Fase, el lenguaje de historias bíblicas del génesis y Cosmos del astrofísico Carl Sagan para comunicar un mensaje sobre amor cósmico y armonía interracial.

A lo largo de la década siguiente, Jackson creció y evolucionó artística e intelectualmente. Su educación fue principalmente autodidacta, pero la enfocó con una curiosidad insaciable. Cada ciudad que pisaba durante la gira, estudiaba su cultura y su gente; visitaba museos, galerías y librerías tanto como hospitales y orfanatos. Acumuló una biblioteca de miles de libros, vídeos y cintas. Lector incansable, contactaba con expertos y discutía apasionadamente de temas que le interesaban. Incluso su aversión por la política partidista se disipó un poco a finales de los 80. A pesar de que nunca fue un politólogo, empezó a ver algunos de los motivos, intereses y fuerzas que llevaron a tanta injusticia generalizada, destrucción y sufrimiento.

Además de las muchas causas benéficas que apoyó, su interés por los problemas mundiales le llevó finalmente a crear la Fundación Heal The World en 1992, nombre tomado del tema de su álbum Dangerous. Jackson describió esa canción como una “canción de concienciación pública” con la intención de recaudar dinero y concienciar sobre los problemas humanitarios del mundo. La Fundación Heal The World fue proyectada para ser mucho más amplia que U.S.A. for Africa; abordando la pobreza, educación, enfermedades (incluido el SIDA) y ofreciendo asistencia tras las guerras, genocidios y desastres naturales.


BzRDN0O.png

La fundación fue bastante activa en sus primeros años, dedicando sus fondos y recursos a la juventud de zonas marginales, hospitales infantiles y refugiados de guerra, entre otras causas. “La única razón por la que hago la gira es para recaudar fondos [para la Fundación Heal The World]”, dijo en una conferencia de prensa. “Mi meta es alcanzar 100 millones de dólares para Navidad de 1993. Insto a cada corporación e individuo que se preocupen por este planeta y por el futuro de los niños a que ayuden a recaudar dinero para ‘Heal The World’”. En 1993, Los Angeles Time informó de que Jackson prometió donar 1.250.000 $ para los niños de áreas marginales de la ciudad de Los Ángeles, muchos de los cuales sufrieron los disturbios que siguieron al veredicto por la muerte de Rodney King.

Jackson convirtió a su Fundación Heal The World en pieza central de su icónica actuación del medio tiempo en la Super Bowl, transformando el espectáculo típicamente hiper-masculino, nacionalista y capitalista en un utópico festival de amor sin fronteras. “Hoy nos mantenemos unidos en todo el mundo participando en un propósito común” , dijo a la masiva audiencia asistente (y millones de espectadores más viéndolo desde casa), “para transformar el planeta en un paraíso de alegría comprensión y bondad. Nadie debería sufrir, especialmente nuestros niños. Esta vez debemos lograrlo”. El cantante donó el millón de dólares recibido por su actuación a su Fundación.

Sin embargo, antes de que surgiera la idea para “Heal The World, ya estaba “Earth Song”. Los años finales de la década de los 80 probaron ser un punto de inflexión crítico; no solo para la preocupación política y social de Michael Jackson sino también para la movilización medioambiental en general. Las noticias de esos años parecían pasajes de las antiguas escrituras: hubo olas de calor e inundaciones, incendios masivos y terremotos, genocidios y hambruna. La violencia se intensificó en Tierra Santa mientras los bosques eran arrasados en el Amazonas, y la basura, el petróleo y los vertidos barrían las costas. Mientras tanto, crecía la evidencia de que el planeta se estaba sobrecalentando. En lugar de Persona del Año de la revista Time del año 1988, la historia de portada fue dedicada al “planeta Tierra en vías de extinción”. “Este año”, decía la revista, “la Tierra habló, como Dios previniendo a Noé del diluvio”. De repente, nos dimos cuenta muchos de nosotros de que estábamos destruyendo literalmente nuestro hogar…

Alguna gente está acostumbrada a leer o mirar las noticias de forma despreocupada, pasivamente. Se han insensibilizado ante las horribles imágenes e historias proyectadas en la pantalla. Pero esas historias hacían llorar frecuentemente a Jackson. Las interiorizaba y sufría físicamente a causa de ellas. Cuando le decían que simplemente disfrutara de su propia fortuna, se enfadaba. Él creía en la filosofía del poeta John Donne que dice que “ningún hombre es una isla”. Para Jackson, sin embargo, la idea se extendía a la vida en todas sus formas: naturaleza, animales y personas de todos los países, culturas y razas (especialmente los niños). El planeta entero estaba conectado y era intrínsecamente valioso.

“[El ciudadano medio]”, explicaba, “ve los problemas ‘desde fuera’ para que sean resueltos. Quizás lo sean o quizás no… Pero yo no lo siento de ese modo. Esos problemas no están ‘fuera’ en realidad. Los siento dentro de mí. Un niño llorando en Etiopía, una gaviota luchando patéticamente en un vertido de petróleo… un joven soldado temblando de terror cuando escucha sobrevolar los aviones. ¿No suceden estas cosas dentro de mí cuando las veo y oigo hablar de ellas?”. Una vez, durante un ensayo, Jackson tuvo que parar porque la imagen de un delfín atrapado en una red le perturbó emocionalmente. “Por el modo en que su cuerpo estaba enredado entre las cuerdas”, explicaba, “podías ver una gran agonía”.

Cuando Jackson actuaba, podía sentir estas emociones turbulentas surgiendo a través de él. Con sus canciones y su baile trataba de transfundir el sufrimiento; darle significado y expresión. Era liberador. Durante un breve instante podía llevar a su público (y a sí mismo) a un mundo alternativo de armonía y éxtasis. “No hay mayor felicidad”, explicaba. “Te conviertes en uno con la música, con el público… empiezas a jugar con él y ese intercambio te indica hacia dónde ir antes de llegar… Te sientes transformado”.

Pero inevitablemente, tenía que volver a la Tierra. La música se paraba, las luces se atenuaban y el público salía. Y él era llevado rápidamente por su equipo a otro hotel de otra ciudad.

Como era costumbre durante el Bad World Tour, le metían en su hotel de Viena por la puerta trasera de entrada del personal junto a Bill Bray, su viejo guardaespaldas, y otros miembros de su equipo.

Una vez dentro solía dejarse ver, leía algún libro, dibujaba algún boceto en su almohada o veía una película. La noche antes del concierto en el Prater Stadium, miles de fans se reunieron fuera del hotel cantando su nombre. Jackson finalmente se asomó por una de las ventanas vistiendo un pijama de rayas azules y grises en la camisa y pantalón de franela roja. Saludó con las manos a la eufórica multitud antes de volver a su cuarto de baño para firmar algunas fotos promocionales y lanzarlas por la ventana.

Independientemente del tiempo que durara su estancia en cada ciudad, su habitación de hotel se convertía tanto en un santuario como en una prisión. Las camareras del hotel Viena Marriott le recuerdan como una persona extremadamente reservada. Cuando entraban a limpiar o a llevar comida, él “desaparecía en otra habitación”. Era la estrella más grande del mundo pero no quería nada más, en momentos así, que el anonimato de una persona normal.

Fue durante esa breve estancia en Viena, sin embargo, cuando le golpeó la inspiración. “De repente cayó en mi regazo”, recuerda de ese momento. Canción de la Tierra. Una canción desde su perspectiva y su voz. Un lamento y una súplica.

El estribillo llegó primero. Un grito sin palabras. Alcanzó su grabadora y apretó el botón. Aaaaaaaah Oooooooooh.

El estribillo era simple pero hermoso. ¡Eso es!, pensó Jackson. Después trabajó en la introducción y algunos versos. Imaginó su dimensión en su mente. Nadie podía ver lo que él veía ya. Pero lo verían.

Esta, sentía, sería la canción más importante que jamás había compuesto…


Extracto del libro: Earth Song: Michael Jackson and the Art of Compassion. Joseph Vogel.
Traducido por Marisa Ramírez (bluesaway).

Por favor, no copien la traducción en otras páginas. Si les parece interesante, mejor compartan el enlace a este foro. ;)

3ª Edición disponible en Amazon:

https://www.amazon.com/Earth-Song-Michael-Jackson-Compassion/dp/1976106478

1ª Edición en español disponible en Amazon:

https://www.amazon.es/Earth-song-maestra-michael-Jackson/dp/8415191359
 
Última edición:
Se te enchina el cuero al leer esto de Mike, si la gente supiera esto sabria que Michael era mucho mas valioso como ser humano que como artista.

Muchas gracias Blues.
 

Tomboy

HideOuter Badder 😏
Esto me hizo emocionarme mucho.
¿Han comprado/leído el libro? Me gustaría saber opiniones al respecto :)

Esta nueva edición, no, no la he leído. No se si Blues también hará la traducción, como la primera. Sería genial ;)
Ni que decir tiene, que es un libro que hay que tener en la estantería, no cabe ninguna duda. Yo tengo esa primera edición en español. Esperando la tercera edición, si al final sale en español. Sino, intentaré traducir lo que pueda de esa tercera edición :)
 
Esto me hizo emocionarme mucho.
¿Han comprado/leído el libro? Me gustaría saber opiniones al respecto :)

En este tema anterior te puedes informar y leer algunos extractos de la primera edición del libro, que básicamente es casi igual en contenido que las dos siguientes, salvando la inclusión de estos capitulos que he traducido aquí.

Me gustaría poder traducir también esta tercera edición, que está más completa y mejorada en todos los sentidos y así tener la oportunidad de mejorar también la traducción de la primera, pero no depende de mí. Si hubiera novedades, informaré por aquí :)
 

Xtarlight

Administrador
Miembro del equipo
MJH Team
Justo ahora estaba escuchando la entrevista que le han hecho los del MJ Cast australiano. Actualmente está trabajando en un libro sobre Prince, pero dice que tiene la idea de trabajar en un libro similar a Earth Song, pero basado en Stranger In Moscow.

P.D.: No quiero desviar el tema, pero es increíble como los entrevistadores le acribillan sobre lo que publicó en Man In The Music sobre temas Cascio y cómo ahora se retracta... :novale:
 
P.D.: No quiero desviar el tema, pero es increíble como los entrevistadores le acribillan sobre lo que publicó en Man In The Music sobre temas Cascio y cómo ahora se retracta... :novale:

Totalmente de acuerdo. El "mal juicio" de Vogel con los Cascio tracks a mi parecer no desmeritan el trabajo que ha hecho al escribir sobre la musica de Michael.
 
Arriba