Dejo por aquí el texto para que se quede en el archivo.
MICHAEL JACKSON, EN CONCIERTO: 20 AÑOS DEL ‘MOONWALKS’
Se cumplen 20 años del concierto de Michael Jackson en Valladolid, bautismo de la ciudad en su poco exitoso afán por convertirse en parada de giras musicales internacionales
Sábado 6 de septiembre de 1997, única actuación en España de la gira tras la cancelación del concierto de Barcelona y apenas una semana después del fallecimiento en París de su amiga Diana de Gales, Michael Jackson desplegó su espectáculo en un estadio José Zorrilla que no se llenó, pero que vivió uno de sus acontecimientos más importantes desde su inauguración para el Mundial de 1982. De haberse celebrado hoy, veinte años después, ese concierto habría representado el plato fuerte de las fiestas patronales de Valladolid, pero en aquel entonces faltaban semanas para san Mateo. Y que luego digan que las cosas no han cambiado a ambos lados del Pisuerga.
Aquella gira, ‘HIStory World Tour’, era la de promoción del disco ‘Blood On The Dance Floor’, compuesto por cinco canciones nuevas y ocho remixes. Se convirtió en el álbum de remezclas más vendido hasta ese momento, con siete millones de unidades despachadas y fue acompañado de un corto, del mismo nombre que el álbum, y de un videoclip de 45 minutos dirigido y producido por el mismo Jackson y Stephen King. Fue la última gira mundial del artista que se cambió el color de la piel. De hecho, el de Valladolid fue el último concierto en Europa dentro de una gira. Dos años después, Jacko actuó en Múnich, el 27 de junio de 1999, en una actuación benéfica en la que estuvo acompañado, entre otros, por Andrea Bocelli, Status Quo, Scorpions, Rod Stewart vía satélite y la soprano española Montserrat Caballé.
Javier Sardá estrenaba dos días después su ya legendario ‘Crónicas marcianas’ en Telecinco, y en Valladolid, el Rey del Pop iniciaba las, casi siempre fallidas, tentativas de hacer de la ciudad un referente en los circuitos veraniegos de las grandes estrellas en tour. A favor de que el intento concluyera en éxito, pesaba que el concierto se celebrase en sábado y la suspensión en el último momento de la actuación prevista dos días antes en Barcelona, motivada por los «sistemáticos incumplimientos del promotor local».
En contra de que se llegara a colgar el ‘No hay billetes’, la circunstancia de que ya por aquel entonces el pequeño de los Jackson Five iniciara el camino hacia abajo de una decadencia de la que ya jamás salió, y la falta de tradición de Valladolid como ciudad de grandes espectáculos.
«Cuando comenzó la venta de entradas todos pensábamos que íbamos a agotar en poco tiempo, pero enseguida vimos que no iba a ser así», recordaba años después, en 2009, Alberto Gutiérrez, que en 1997 era el concejal de Urbanismo en el Ayuntamiento de Valladolid. De aquel chasco, el Ayuntamiento salió con la lección bien aprendida. «Al año siguiente nos ofrecieron la actuación de Elton John y dijimos que no tras sopesarlo mucho». El en la actualidad senador Alberto Gutiérrez destaca el papel jugado por el patrocinador principal, Caja Duero, cuando se confirmó que no se iban a cubrir las expectativas. «Su aportación permitió que la operación no saliera tan onerosa para el Ayuntamiento». Las pérdidas por la organización de este concierto alcanzaron los 174 millones de pesetas, –algo más del millón de euros–, según las cuentas municipales que se dieron a conocer meses después, de los que el Ayuntamiento cubrió el 40% y el resto, el patrocinador principal.
En cuanto a factores en contra de que el recital fuera un éxito, el exconcejal Gutiérrez aporta alguno más. «Por la muerte de su amiga Lady Di, suspendió el concierto de Bruselas. Esta cancelación y la de Barcelona días después dejó entre los aficionados el temor de que las suspensiones no hubiesen acabado y le llegase el turno a Valladolid», explica Alberto Gutiérrez para justificar que no se produjera un aluvión de compra de tickets de los que lo dejan para el último momento.
Vale, como negocio no fue lo que todos los implicados hubieran deseado, pero como show fue irrepetible. Desde el primer momento, la llegada del cantante-bailarín al escenario a bordo de una nave espacial, las dos horas siguientes fueron como una montaña rusa, un cabaret moderno, una fiesta de luces, sonido, coreografía... «El mejor concierto de pop rock que ha vivido Valladolid en toda su historia», sentencia sin dudarlo el entonces concejal. Pero la borrasca de la desconfianza de las semanas previas –los más agoreros apostaban por una cancelación sí o sí, abonados al cuanto peor mejor al que quiso referirse sin éxito porque se trabó Rajoy en una comparecencia en el Congreso– no acabó de disiparse ni con el resplandor del rey del pop y de su espectáculo encima del escenario. No faltaron quienes, provistos de prismáticos, juraban que el que había venido a Valladolid era uno de los dobles que, según ellos, solían suplantar a la estrella desteñida en sus actuaciones desde hacía unos años. Es más, hubo incondicionales que, sin dudar ni un segundo «que ese no era Jacko», se enzarzaban en la discusión de si era el ‘doble número 1’ o el ‘número 3’. Y es que a veces la felicidad completa se alimenta de la ausencia de ella.
Y es que los más de 20.000 afortunados que asistieron al Zorrilla aquella noche de final del verano –previo pago de 7.000 pesetas (42 euros de los de hoy, una cifra que no llega a la mitad de la tarifa de cualquier evento actual)– pudieron disfrutar de la interpretación en directo de los ‘hits’ imprescindibles de Mr. guante plateado, como ‘Wanna Be Startin’ Something’, ‘They don’t care about us’, ‘Billie Jean’, ‘Thriller’ y ‘Beat it’.
Pero el frenesí se había iniciado mucho antes, cuando meses atrás se confirmó la cita con Valladolid del artista nacido en Gary (Indiana) en agosto de 1958. Los vallisoletanos, medios de comunicación incluidos, empezamos a aprender, a vivir en primera persona, las claves de un mundo hasta entonces nuevo, el de las giras de las rock stars. Y así aprendimos a hablar de la exigencias de los ídolos en cuanto a lo que querían en la suite del hotel, de toallas de rizo americano lavadas una sola vez, de ‘backstage’, de ‘meet & greed’, de ‘road-manager’, de promotor mundial y promotor local, de persecuciones desde el aeropuerto a coches con los cristales tintados... «No te olvides del cambio del dólar, un quebradero de cabeza. Entonces estaba altísimo frente a la peseta, como a 160 o así», señala Alberto Gutiérrez. El contrato, firmado meses atrás, incluía una cláusula por la que el Ayuntamiento se comprometía a aportar más dinero si el billete verde estadounidense seguía marcando distancia respecto a la rubia.
Horario del aeropuerto
Otro escollo que hubo que salvar para aquel concierto fue el del aeropuerto de Villanubla. «Tenía un horario muy limitado y Michael Jackson exigió salir esa misma noche rumbo a París para el funeral por Lady Di». Al final, la base aérea cerró más tarde y la estrella voló a la capital francesa. «Por cierto, que lo que muchos no saben es que pleno número final, con el escenario lleno de músicos y de bailarines y los altavoces atronando, el cantante ya estaba metido en un coche rumbo a Villanubla», recuerda Alberto Gutiérrez.
«Todos en el Ayuntamiento aprendimos mucho de aquella experiencia», reconocería años después Carlos Heredero, miembro de la Fundación Municipal de Cultura que ejerció como máximo responsable técnico del Ayuntamiento para aquel concierto. Y es que la actuación del pequeño de los Jackson fue un bautizo para todos en la ciudad, que hasta esa fecha tenía en los conciertos gratuitos de San Mateo en la Plaza Mayor su reto principal en cuanto a por rock de masas. «Ha sido la primera y única vez en la que el Ayuntamiento ha actuado como organizador. Desde entonces, siempre ha sido colaborador, dejando la producción en manos de empresas», indica Heredero. Una decisión en la que tuvo mucho que ver los (malos) resultados económicos de aquel megaconcierto.
Al responsable municipal se le grabaron detalles que hablan de la minuciosidad del trabajo del equipo de una gira internacional. «Había que calcular la distancia de la toma de corriente desde el exterior del estadio al escenario, para lo que viajó hasta Valladolid un técnico tres meses antes para medirla personalmente. Preguntaban qué había detrás de cada puerta, en cada pasillo, más que cualquier cosa, les interesaban detalles relacionados con la seguridad del artista y del público». Lo que también sorprendía a los entonces ‘novatos’ responsables municipales en estos eventos era que pese a la magnitud de la producción, todo funcionaba como un reloj suizo.
«En hora y cuarto levantaron ante mis ojos un comedor de personal y dieron de comer a 180 personas, con su propia comida, cocinada por ellos mismos», cuenta Heredero. Y es que entre músicos, técnicos de luz y sonido, seguridad... en plena actuación del autor de ‘Billie Jean’ había 600 personas trabajando.