Los que me recuerden de mis años mozos de escribir en este foro, sabrán de mi gusto por escribir posts largos. Quienes no me conocían, ahora lo sabrán. Espero que disfruten leyendo tanto como yo escribiendo.
If they say,
Why, why, tell´em that it´s human nature
Why, why, does he do me that way
If they say,
Why, why, tell´em that it´s human nature
Why, why, does he do me that way
I like livin´this way
I like lovin´this way
Hace un par de semanas durante una plática con un amigo, salió uno de los temas frecuentes a lo largo de los años: Michael Jackson. Mi amigo no es precisamente lo que se llama un fan de MJ, o no lo era por lo menos antes de conocerme, pero por su formación como músico le tiene un gran respeto y admiración artística.
En un momento de la plática, me dijo algo como: “lo de los fans de MJ es algo más allá, casi como fuera de este mundo”. Yo le respondí que, en mi caso y el de quienes conozco, se debía a que comenzamos a amar a Michael desde niños. Lo que siguió fue una anécdota que me dejó mejor sabor de boca que la misma comida italiana que degustábamos. Me contó que en sus años de preparatoria, cuando tenía un grupo de rock con sus compañeros, tuvo el primer contacto con una escena de lo “fuera de este mundo” que MJ podía transportar a la gente. Era un viernes por la tarde y él y sus amigos se dirigían a casa de uno de ellos para ensayar su música. “Ahí estábamos nosotros, cabelleras largas, actitud de rockers, muy chingones, cuando al pasar por una de las habitaciones de la casa vemos al hermanito menor de mi amigo y sus compañeros de la escuela (de unos 10 años todos) brincando, bailando y cantando al ritmo de Black or white. Disfrutaban de una forma que yo no podía imaginar. Estaban FELICES!!! No dudaría que algunos de esos niños, 20 años después, lo sigan disfrutando como en aquél entonces”.
Ese día les pedí su ayuda en el foro con una encuesta que amablemente han respondido 75 personas al momento de redactar este post. La pregunta era ¿A qué edad te hiciste fan?
30.7% con menos de 10 años
42.7% entre los 10 y los 15 años
22.7% entre los 15 y los 20 años
1.3% entre los 25 y los 30 años
2.6% con más de 30 años
Al momento y con la n que tenemos, creo que se confirma mi teoría: somos tan “fans de hueso colorado” porque Michael nos engancha desde niños. Soy una fiel creyente y testigo del enorme poder que Michael TIENE para llegar a los niños. Es fascinante cómo logra conectar con nosotros de niños o con nuestro niño interior. Como ya lo dijera en su día Elizabeth Taylor, “Michael appeals to the child in us”.
Pero, ¿cómo o por qué se nos graba hasta la médula de los huesos? Hay una explicación neurobiológica para este fenómeno. Los años de infancia del ser humano son el periodo que marca profundamente (y a todos los niveles) la vida futura, para bien y para mal. El aprendizaje y la memoria son los mecanismos que el cerebro tiene para conocer el mundo exterior y saber cómo actuar en el. Es el periodo de mayor proliferación y organización neuronal, por lo que somos esponjas que todo lo absorbemos en una tormenta de impulsos químicos y eléctricos que formarán nuestro YO. Estamos, por decirlo de una forma, haciendo nuestro entramado de cables y conexiones para que funcione la maquinaria.
Todas las experiencias que tienen una fuerte carga emocional e impacto en nosotros, se graban en lo más profundo de nuestro cerebro, el sistema límbico o la parte más primitiva que tenemos. Es aquí donde se forman todos los recuerdos que nos emocionan al evocarlos. Es aquí donde Michael entra haciendo el Moonwalk para quedarse con nosotros para siempre.
El primer recuerdo que tengo relacionado a Michael es de la época de Thriller, cuando yo tenía unos 3 años y gozaba cantando y bailando en la casa de mi abuela al ritmo de Beat it (que para mi sonaba a “Pi-le”). En 1993, Michael vino a México a fines de octubre y principios de noviembre. Aquello era la locura, Michael estaba en todas partes. Desafortunadamente, yo vivía a miles de kilómetros y era imposible ir a verlo. Sin embargo, pude impregnarme de toda esa magia. En esas fechas llego mi cumpleaños número 12, y mi papa me dio el mejor regalo de todos: el casete de Dangerous. Aún lo conservo, aunque tiene la cinta rota y por fuera de tantas veces de haberlo reproducido. Desde ese momento y hasta que muera, Michael me ha acompañado.
Michael se convirtió en una especie de buen amigo de la infancia, de los que están a tu lado en las buenas, las malas, las peores y las mejores. En el compañero de las primeras ilusiones y en quien nos refugiamos para sanar nuestras primeras desilusiones. Se vuelve él mismo nuestra primera vez de muchas cosas, incluído el primer amor platónico. Todo esto sucede a la par de que vas haciendo a los amigos que te acompañarán durante toda la vida (y que aprenderán también a querer a MJ a fuerza de que lo mencionas hasta por los codos) y experimentas las primeras mariposas en el estómago propias de la edad. Muchos de mis tesoros de memorabilia son precisamente regalos de esos entrañables amigos que hice durante la secundaria.
Michael se convierte además de un amigo, en un maestro, hasta en un héroe con superpoderes (no hay otra explicación para el Moonwalk, el convertirse en hombre lobo o pantera, y la inclinación de más de 45º de Smooth Criminal!). Nos despierta el interés y la curiosidad por aprender otro idioma, otra cultura, por conocer situaciones sociales y momentos históricos, y hasta ayuda a descubrir talentos que no sabíamos que teníamos. ¿Quién no aprendió aspectos de la cultura afroamericana que de otra forma serían totalmente ajenos? Y ni qué decir de quienes incursionan en las artes teniendo a Michael como mentor. Yo por ejemplo, descubrí que era muy buena para dibujar, y disfruté muchas tardes en compañía de su música haciendo dibujos que conservo. Y viene aqui la parte mas maravillosa, nos enseña a SOÑAR!
Y la MÚSICA, Dios la MÚSICA!!! Nos enseñó más que el mejor maestro de música que hubiéramos podido tener, nos enseñó a SENTIR y que la música no sólo entra por los oídos, sino por todos los poros del cuerpo para quedarse bajo la piel. No olvidemos que este amigo/maestro tiene una característica especial, es MICHAEL JACKSON, y tiene la facultad de con su música llevarte a un éxtasis que ni la droga más sofisticada puede provocarte. El high de catecolaminas en nuestro cerebro es un medio de cultivo para algo que sólo puedo describir como MÁGICO. Te hace vibrar, cantar, bailar, sonreir, llorar, y un sin fin de cosas más dependiendo del momento en el que estás. Se vuelve la banda sonora de tu vida, de tal forma que al escuchar una canción o ver un video te remontas al momento y las experiencias que vivías. Es nuestra máquina del tiempo, ¡y la podemos usar cuando queramos! Al poner play a la música, también lo hacemos a nuestra memoria y rebobinamos la cinta. Es el poder de la nostalgia, y es el indicador de que una parte de nuestro sistema límbico fue Jacksonizado.
Así pasan los años y vamos creciendo, dejamos de ser niños pero ese Peter Pan sigue con nosotros. Estamos en otra etapa, la revolución neurológica en nuestro cerebro ya formó una sólida red de interconexiones que nos hacen quienes somos, y Michael forma parte de esa red. Ahora lo podemos apreciar en otras dimensiones que antes no, en su valor como ser humano. Sabemos de sus penas y agradecemos el que aún y con todo lo que pasó, haya sido capaz de dar nada más que AMOR. Como un padre amoroso y protector que no obstante las dificultades es capaz de dar a sus hijos solamente lo mejor de sí mismo. Ahora nosotros nos sentimos en deuda con el y queremos retribuirle de alguna forma, es ahí donde Michael despierta en muchos el sentido de responsabilidad social y nos involucramos o somos más abiertos a causas sensibles.
Llegamos a la adultez, vemos hacia atrás y recordamos con nostalgia todos los increíbles momentos y emociones vividas. Tenemos tanta gratitud por ese amigo que nos acompañó en la difícil tarea de crecer y que sigue con nosotros. Yo no tengo hijos, por lo menos no humanos sino perrunos, pero me atrevo a comparar este sentimiento al que debe tener un padre para con alguien que fue bueno con sus hijos. Mi yo adulto atesora tanto a mi niña interior que amo más a Michael por lo feliz que hizo/hace a esa niña, por todo el amor que le hizo/hace sentir y por todo lo que le enseñó. Es ahora un amor diferente, maduro y agradecido. Mientras llego a estas líneas tengo lágrimas en los ojos, no puedo evitar llegar al 25 de Junio de 2009. Gracias a Dios, conservo con vida y salud a mis padres, hermanos y personas importantes para mí. Por ese motivo, Michael ha sido la partida más cercana y más dolorosa que he experimentado. Esa niña inteior llora por la partida de esa figura de amigo/maestro/padre que a lo largo de los años jugó Michael. Una parte de mi infancia, y de la de muchos más, murió ese día con él. Sin embargo, me consuela pensar que esa parte de mí ESTÁ CON ÉL y que, a cambio de esa parte que le dí, él dejó una parte en mi corazón y en el de todos nosotros.
KEEP MICHAELING!!!!!!!
If they say,
Why, why, tell´em that it´s human nature
Why, why, does he do me that way
If they say,
Why, why, tell´em that it´s human nature
Why, why, does he do me that way
I like livin´this way
I like lovin´this way
Hace un par de semanas durante una plática con un amigo, salió uno de los temas frecuentes a lo largo de los años: Michael Jackson. Mi amigo no es precisamente lo que se llama un fan de MJ, o no lo era por lo menos antes de conocerme, pero por su formación como músico le tiene un gran respeto y admiración artística.
En un momento de la plática, me dijo algo como: “lo de los fans de MJ es algo más allá, casi como fuera de este mundo”. Yo le respondí que, en mi caso y el de quienes conozco, se debía a que comenzamos a amar a Michael desde niños. Lo que siguió fue una anécdota que me dejó mejor sabor de boca que la misma comida italiana que degustábamos. Me contó que en sus años de preparatoria, cuando tenía un grupo de rock con sus compañeros, tuvo el primer contacto con una escena de lo “fuera de este mundo” que MJ podía transportar a la gente. Era un viernes por la tarde y él y sus amigos se dirigían a casa de uno de ellos para ensayar su música. “Ahí estábamos nosotros, cabelleras largas, actitud de rockers, muy chingones, cuando al pasar por una de las habitaciones de la casa vemos al hermanito menor de mi amigo y sus compañeros de la escuela (de unos 10 años todos) brincando, bailando y cantando al ritmo de Black or white. Disfrutaban de una forma que yo no podía imaginar. Estaban FELICES!!! No dudaría que algunos de esos niños, 20 años después, lo sigan disfrutando como en aquél entonces”.
Ese día les pedí su ayuda en el foro con una encuesta que amablemente han respondido 75 personas al momento de redactar este post. La pregunta era ¿A qué edad te hiciste fan?
30.7% con menos de 10 años
42.7% entre los 10 y los 15 años
22.7% entre los 15 y los 20 años
1.3% entre los 25 y los 30 años
2.6% con más de 30 años
Al momento y con la n que tenemos, creo que se confirma mi teoría: somos tan “fans de hueso colorado” porque Michael nos engancha desde niños. Soy una fiel creyente y testigo del enorme poder que Michael TIENE para llegar a los niños. Es fascinante cómo logra conectar con nosotros de niños o con nuestro niño interior. Como ya lo dijera en su día Elizabeth Taylor, “Michael appeals to the child in us”.
Pero, ¿cómo o por qué se nos graba hasta la médula de los huesos? Hay una explicación neurobiológica para este fenómeno. Los años de infancia del ser humano son el periodo que marca profundamente (y a todos los niveles) la vida futura, para bien y para mal. El aprendizaje y la memoria son los mecanismos que el cerebro tiene para conocer el mundo exterior y saber cómo actuar en el. Es el periodo de mayor proliferación y organización neuronal, por lo que somos esponjas que todo lo absorbemos en una tormenta de impulsos químicos y eléctricos que formarán nuestro YO. Estamos, por decirlo de una forma, haciendo nuestro entramado de cables y conexiones para que funcione la maquinaria.
Todas las experiencias que tienen una fuerte carga emocional e impacto en nosotros, se graban en lo más profundo de nuestro cerebro, el sistema límbico o la parte más primitiva que tenemos. Es aquí donde se forman todos los recuerdos que nos emocionan al evocarlos. Es aquí donde Michael entra haciendo el Moonwalk para quedarse con nosotros para siempre.
El primer recuerdo que tengo relacionado a Michael es de la época de Thriller, cuando yo tenía unos 3 años y gozaba cantando y bailando en la casa de mi abuela al ritmo de Beat it (que para mi sonaba a “Pi-le”). En 1993, Michael vino a México a fines de octubre y principios de noviembre. Aquello era la locura, Michael estaba en todas partes. Desafortunadamente, yo vivía a miles de kilómetros y era imposible ir a verlo. Sin embargo, pude impregnarme de toda esa magia. En esas fechas llego mi cumpleaños número 12, y mi papa me dio el mejor regalo de todos: el casete de Dangerous. Aún lo conservo, aunque tiene la cinta rota y por fuera de tantas veces de haberlo reproducido. Desde ese momento y hasta que muera, Michael me ha acompañado.
Michael se convirtió en una especie de buen amigo de la infancia, de los que están a tu lado en las buenas, las malas, las peores y las mejores. En el compañero de las primeras ilusiones y en quien nos refugiamos para sanar nuestras primeras desilusiones. Se vuelve él mismo nuestra primera vez de muchas cosas, incluído el primer amor platónico. Todo esto sucede a la par de que vas haciendo a los amigos que te acompañarán durante toda la vida (y que aprenderán también a querer a MJ a fuerza de que lo mencionas hasta por los codos) y experimentas las primeras mariposas en el estómago propias de la edad. Muchos de mis tesoros de memorabilia son precisamente regalos de esos entrañables amigos que hice durante la secundaria.
Michael se convierte además de un amigo, en un maestro, hasta en un héroe con superpoderes (no hay otra explicación para el Moonwalk, el convertirse en hombre lobo o pantera, y la inclinación de más de 45º de Smooth Criminal!). Nos despierta el interés y la curiosidad por aprender otro idioma, otra cultura, por conocer situaciones sociales y momentos históricos, y hasta ayuda a descubrir talentos que no sabíamos que teníamos. ¿Quién no aprendió aspectos de la cultura afroamericana que de otra forma serían totalmente ajenos? Y ni qué decir de quienes incursionan en las artes teniendo a Michael como mentor. Yo por ejemplo, descubrí que era muy buena para dibujar, y disfruté muchas tardes en compañía de su música haciendo dibujos que conservo. Y viene aqui la parte mas maravillosa, nos enseña a SOÑAR!
Y la MÚSICA, Dios la MÚSICA!!! Nos enseñó más que el mejor maestro de música que hubiéramos podido tener, nos enseñó a SENTIR y que la música no sólo entra por los oídos, sino por todos los poros del cuerpo para quedarse bajo la piel. No olvidemos que este amigo/maestro tiene una característica especial, es MICHAEL JACKSON, y tiene la facultad de con su música llevarte a un éxtasis que ni la droga más sofisticada puede provocarte. El high de catecolaminas en nuestro cerebro es un medio de cultivo para algo que sólo puedo describir como MÁGICO. Te hace vibrar, cantar, bailar, sonreir, llorar, y un sin fin de cosas más dependiendo del momento en el que estás. Se vuelve la banda sonora de tu vida, de tal forma que al escuchar una canción o ver un video te remontas al momento y las experiencias que vivías. Es nuestra máquina del tiempo, ¡y la podemos usar cuando queramos! Al poner play a la música, también lo hacemos a nuestra memoria y rebobinamos la cinta. Es el poder de la nostalgia, y es el indicador de que una parte de nuestro sistema límbico fue Jacksonizado.
Así pasan los años y vamos creciendo, dejamos de ser niños pero ese Peter Pan sigue con nosotros. Estamos en otra etapa, la revolución neurológica en nuestro cerebro ya formó una sólida red de interconexiones que nos hacen quienes somos, y Michael forma parte de esa red. Ahora lo podemos apreciar en otras dimensiones que antes no, en su valor como ser humano. Sabemos de sus penas y agradecemos el que aún y con todo lo que pasó, haya sido capaz de dar nada más que AMOR. Como un padre amoroso y protector que no obstante las dificultades es capaz de dar a sus hijos solamente lo mejor de sí mismo. Ahora nosotros nos sentimos en deuda con el y queremos retribuirle de alguna forma, es ahí donde Michael despierta en muchos el sentido de responsabilidad social y nos involucramos o somos más abiertos a causas sensibles.
Llegamos a la adultez, vemos hacia atrás y recordamos con nostalgia todos los increíbles momentos y emociones vividas. Tenemos tanta gratitud por ese amigo que nos acompañó en la difícil tarea de crecer y que sigue con nosotros. Yo no tengo hijos, por lo menos no humanos sino perrunos, pero me atrevo a comparar este sentimiento al que debe tener un padre para con alguien que fue bueno con sus hijos. Mi yo adulto atesora tanto a mi niña interior que amo más a Michael por lo feliz que hizo/hace a esa niña, por todo el amor que le hizo/hace sentir y por todo lo que le enseñó. Es ahora un amor diferente, maduro y agradecido. Mientras llego a estas líneas tengo lágrimas en los ojos, no puedo evitar llegar al 25 de Junio de 2009. Gracias a Dios, conservo con vida y salud a mis padres, hermanos y personas importantes para mí. Por ese motivo, Michael ha sido la partida más cercana y más dolorosa que he experimentado. Esa niña inteior llora por la partida de esa figura de amigo/maestro/padre que a lo largo de los años jugó Michael. Una parte de mi infancia, y de la de muchos más, murió ese día con él. Sin embargo, me consuela pensar que esa parte de mí ESTÁ CON ÉL y que, a cambio de esa parte que le dí, él dejó una parte en mi corazón y en el de todos nosotros.
KEEP MICHAELING!!!!!!!
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