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ARTÍCULO: Es Hora de Algo Diferente. TONI BOWERS

Toni Bowers escribe un nuevo e interesante artículo, publicado en Los Angeles Review Of Books, en febrero de 2016, a través del cual nos dirige de manera inteligente, mediante una afilada disección-revisión de otra de tantas ‘biografías definitivas’ de Michael Jackson, hacia el verdadero punto de interés a tratar. Bowers, como muchos de nosotros, ha dedicado muchas horas de estudio e investigación a la figura de Michael Jackson, al artista y la persona, y expone aquí su opinión sobre la necesidad, o más bien la falta de ella, de libros que quieren ser biografías completas y definitivas de un artista que es insondable en su totalidad, y al que hay que aproximarse con una visión más profunda, casi académica, y liberada de prejuicios instituidos durante décadas de periodismo sensacionalista. Solo así podrá el lector conocer verdaderamente al artista, aunque nunca será posible hacerlo completamente, cuando estamos frente a una personalidad tan compleja y multifacética. Pero, en definitiva, ¿es eso necesario para disfrutar plenamente de su legado artístico y humanitario?

Al final de este interesante ensayo, vemos que ‘MJ: The Genius of Michael Jackson’, de Steve Knopper, no es más que el Mcguffin que le sirve de excusa, y como pasa en todos ellos, es un libro totalmente innecesario y prescindible para el conocimiento de la historia sobre Michael Jackson, que aunque sigue estando por contar y abordar de un modo integral, cada vez más autores se están aproximando al artista de una forma específica y concreta; sin pretender abarcarlo en su totalidad. Y esa es, probablemente, la forma más inteligente de hacerlo.

Por lo tanto, a pesar de su extensión y de que ya les adelanto que no es una reseña positiva del libro, les animo a que la lean, porque no les defraudará.

https://lareviewofbooks.org/review/time-for-something-different



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Es Hora de Algo Diferente



Reseña sobre el libro "MJ: The Genius of Michael Jackson"

Toni Bowers

10/02/2016

“¿Quién se atreve a juzgar el coste indescriptible que otra persona paga por su vida?”

-James Baldwin

“Yo pongo mi alma en mi trabajo”.

-Michael Jackson​



¿NECESITAMOS una nueva biografía sobre Michael Jackson? ¿Qué puede esperar lograr una biografía sobre Jackson que merezca la pena –que merezca la pena ser publicada y leída- después de todo lo que se ha dicho ya?

Steve Knopper ha ofrecido un nuevo título en la larga lista de “definitivas”(como la cubierta posterior proclama) biografías de Jackson. MJ: El genio de Michael Jackson, de Knopper, sigue a sus predecesores volviendo hacia atrás hasta la década de 1980, y hace poco por reinterpretar una narrativa que ya resulta familiar. Al igual que Randall Sullivan y J. Randy Taraborrelli, sus modelos más cercanos, [Sullivan, Untouchable: The Strange Life and Tragic Death of Michael Jackson (Grove Press, 2012); Taraborrelli, Michael Jackson: The Magic, The Madness, The Whole Story, 1958-2009 (anteriormente Michael Jackson: The Magic and the Madness) (New York: Hachette, 1991, 2009)] Knopper merodea cerca del “periodismo” tabloide y la televisión chismosa, mientras practica muchas de las trampas de la investigación. (¡Notas a pie de página, finales y un índice!) Muestra poca inclinación a pensar críticamente sobre su material o sus propios fines. MJ no sólo cubre los mismos eventos y relaciones que lo hacían los libros de Sullivan y Taraborrelli, sino que también cita en su mayoría las mismas fuentes y adopta un tono similar.

Knopper se identifica a sí mismo en la solapa del libro como el autor de un libro sobre los cambios en la industria de la música y varios artículos en la prensa corporativa, y como "editor colaborador de la revista Rolling Stone". Cualquiera que esté familiarizado con Untouchable, el libro de Sullivan de 2012, probablemente se detenga ahí. Sí, Knopper es el segundo biógrafo de Jackson en sólo tres años que ha salido de la revista Rolling Stone, una publicación cuya histórico descuido hacia la música negra ha sido señalado desde hace tiempo, y cuyas décadas de hostilidad hacia Jackson, en particular, han comenzado a ser proclamadas. Teniendo en cuenta la coincidencia, y el hecho de que el libro de Knopper no es muy diferente al de Sullivan (cuando es diferente, tiende a ofrecer menos, no más), es difícil ver lo que se ha logrado con la publicación de este libro.


Uno de los problemas de Knopper es que los biógrafos anteriores ya han cubierto la mayor parte de lo que cree que vale la pena escribir. Entrevistó a todos los asociados de Jackson predecibles, y muy pocos, como era de esperar, estuvieron inclinados a responder a las mismas preguntas de nuevo para Knopper. Sin embargo, una biografía "definitiva" requiere esas voces. Para el tipo de libro que Knopper está intentando hacer, importa que ni un solo miembro parlanchín de la familia de origen de Jackson le concediera una entrevista. Tampoco lo hizo el hijo mayor ya adulto de Jackson. Lisa Marie Presley "se negó a responder preguntas acerca de Michael Jackson", tal como Knopper se vio obligado a informar. Deborah Rowe no habló con él; Quincy Jones tampoco.

Entonces, ¿qué hace Knopper? Copia el texto de las entrevistas que estas personas han dado otros. La mayor parte del material de Knopper ya está impreso. Tampoco hace nada original con el material que repite. Relata un conjunto de anécdotas conocidas en lenguaje familiar, usando el mismo tono sarcástico y descuidados hábitos de pensamiento que durante mucho tiempo no han sido otra cosa que críticas sobre Jackson en la efusiva prensa corporativa. Reúne todo lo que alguien que esté dispuesto a ser citado ha dicho en cualquier parte, y simplemente lo coloca ahí, sin ejercer el más mínimo ejercicio crítico sobre el grado de fiabilidad (o no) que la información que transmite podría tener. Cada afirmación es equivalente a cualquier otra. ¿Creen ustedes que un tarea biográfica "definitiva" consiste en ir del chisme a la precisión y del juicio fácil al análisis reflexivo? No en este caso, ni siquiera se ha intentado.

Debido a que presta tanta atención a repetir como un loro la narrativa recibida, Knopper no hace visible lo que es más importante: el cerebro, las entrañas, el talento y la persistencia que hizo falta para que una estrella infantil explotada pasara de las limitaciones y las indignidades del chitlin circuit (locales exclusivamente para artistas afroamericanos durante la segregación) a la admiración y el dominio del mercado mundial. La visión artística profundamente informada y, sin embargo, totalmente original, la claridad de su objetivo, la práctica diaria infinita y a todas horas.

Esos increíbles pasos de baile, después de todo, no se perfeccionaron solos. Fue Jackson quien lo hizo, y arduamente. Él "escribió y compuso" (como él decía) o colaboró en muchas de sus canciones – en la mayoría, empezando con Bad- supervisó su producción y comercialización, y creó conciertos espectáculo y "cortometrajes". Él no llevó a cabo cada paso del proceso por sí mismo, por supuesto, pero todo fue obra de su peculiar imaginación y esfuerzo incansable. Cuando se le preguntaba, Jackson decía en repetidas ocasiones que su creatividad venía de un lugar supra racional, que era un regalo de Dios, y que él no era más que un canal. Pero no habría sido el canal si no hubiera estado centrado constantemente, por la autodisciplina y el trabajo. Muchísimo trabajo. "Siempre quiero seguir trabajando toda la noche", comentaba Jackson al principio de su carrera, "trabajar hasta la muerte".


Ignorar el trabajo es denigrar a Jackson como un mero genio "natural", olvidando que había diseñado un mapa detallado de su carrera incluso antes de emprender esa carrera hacia los 21. Ensombrecer el logro de Jackson como el resultado inevitable de "un don", concediendo poca importancia a su talento consciente, es no entender una hazaña magistral, cuidadosamente moldeada y lograda con dificultad. Knopper hace que parezca demasiado fácil, demasiado instintivo. Y esa prestidigitación es una vieja estrategia de supremacía. ¿Recuerdan cómo los africanos son los atletas "naturales" y las mujeres, pero no los hombres, son los padres "instintivos"? El mismo tipo de pensamiento.

A partir de ahí, a Knopper le resulta fácil proceder como si él fuera superior a su tema. Constantemente duda de Jackson y desprecia las decisiones personales que él, Knopper, encuentra desconcertantes. Debido a que no reconoce, de hecho, las ramificaciones del “genio de Michael Jackson" no se le ocurre que Jackson podría haber pensado lo que hizo, o que sus razones sobre las decisiones que tomó, incluso decisiones personales, pueden haber sido, al menos en parte, artísticas.

Tomemos, por ejemplo, el asunto famosísimo de la cirugía plástica de Jackson. Se ha discutido desde hace algunos años que Jackson utilizó su propio rostro como un lienzo sobre el que montar desafíos ideológicos y cumplir propósitos artísticos. La evidencia de que tuvo mucha menos cirugía estética de la que los medios de comunicación han insistido, ha alcanzado un punto de inflexión ahora y es, creo, convincente el argumento de que los experimentos de Jackson con su propio rostro eran a menudo temporales y lúdicos, no quirúrgicos. Disfrutaba jugando con los cosméticos, y estaba fascinado por las posibilidades de la iluminación y el disfraz. A menudo se ocultaba a simple vista.

Así que, mientras Jackson estaba preocupado por su aspecto -algo bien documentado, también– esa no es toda la historia. Ahora parece claro que él creó una respuesta compleja a una vigilancia constante y crítica, una respuesta que implicaba no sólo neurosis sino también alegría y provocaciones “raras” deliberadas en el sentido más sofisticado y político. No es asunto mío (ni de ninguna otra persona) decir si la relación de Jackson con la cirugía o la cosmética era normal o buena para él, lo que quiera que esas palabras puedan significar. Lo cierto es que cuanto más complicado, mucho más humano, mucho más lúdico el Jackson que ha estado durante mucho tiempo ahí, justo delante de nuestros ojos.

Knopper deja caer sólo dos frases cortas haciendo un gesto hacia este otro Jackson, y esto ocurre a menos de 10 páginas del final del libro. "Michael", dice, "ha pasado gran parte de su vida rompiendo las barreras de la raza, del género y de la música. Incluidas las barreras de la fisiología". Eso es todo. La breve observación casi no compensa la repetición enérgica de los rumores sobre cirugía plástica, o el entrecortado ensayo de Knopper, en la misma página, de lo que llama "el catálogo póstumo más preciso de las cirugías faciales de Michael", un catálogo extraído no de la autopsia oficial, sino de la revista Allure.

Teniendo en cuenta este método (por decirlo de alguna manera), no es de extrañar que Jackson aparece aquí, una vez más, como un bicho raro; un extraño, muy acosado, una víctima emocionalmente indefensa cuando no un megalómano intrigante, vanidoso, inepto, y posiblemente delincuente. En ningún momento emerge un Jackson como el maduro y contradictorio misterio que, como todos los seres humanos, en realidad debe haber sido.

Pocas veces, tampoco, aparece Jackson como un artista serio y auténtico. Igual que en las biografías "definitivas" anteriores a la suya, Knopper muestra un interés entusiasta en rumores de los tabloides y coloridos recuerdos, pero falla en gran medida en ofrecer un estudio razonado de la visión artística de Jackson. Es como si esa visión no formara parte de la vida del artista en absoluto, sino que fuera algo ajeno a ella. No aprendemos nada nuevo aquí acerca de la música de Jackson, de su baile, sus películas, su talento para la comercialización y la puesta en escena, la creación de Neverland o de su imagen pública (otra invención cambiante y deliberada). Lo mismo que sus predecesores, Knopper también omite la filantropía de Jackson, fracasando en pensar cuidadosamente o comentar adecuadamente sobre su estilo, sus motivaciones y su alcance, acerca de cómo influyó en su música, o acerca de cómo hizo a Jackson el hombre y el artista que fue.


Se mencionan títulos de canciones y de coreografías relevantes, pero la música casi nunca se considera como música, ni el baile como baile. Knopper incluye una tediosa descripción paso a paso de la interpretación de Jackson de "Billie Jean" en Motown 25, como para un lector que nunca tendría la oportunidad de verlo, pero no le sigue ningún análisis. "Remember The Time" es resumida inexplicablemente con la frase "sensualidad en camiseta blanca", aunque no haya una camiseta blanca en el corto de John Singleton. (¿Quizá está pensando Knopper en "In The Closet”, en una imagen que aparece en la portada del single “Remember the Time”? Cualquiera sabe). "Best of Joy" y "(I Like) The Way You Love Me" son despachadas en un suspiro como" baladas sentimentaloides","Black Or White" se reduce a "llena de disparates". En una página, dos obras emblemáticas, “Beat It" y “Bad", son juzgadas rápidamente: "sensibleras", y "Smooth Criminal" es descrita burlonamente como “inscrita en un mundo de dibujos animados donde la gente no camina, hace el moonwalk, y no trotan por las escaleras, sino que se deslizan por ellas". “Never Can Say Goodbye”, un éxito masivo de Jackson 5, tan influyente que ha sido cantado por decenas de artistas, se reduce a un “olvido” recuperado por los albaceas para el show ONE de Michael Jackson en 2011.

Opiniones de dos o tres palabras como estas pasan por ser crítica musical y cinematográfica consistente aquí. “Dangerous” está entre los trabajos que consiguen alguna palabra más y el más analizado es el baile final de “Black Or White”. En ambos casos, sin embargo, igual que lo hace también en otros lugares, Knopper trata estas obras maestras parafraseando el trabajo de críticos más interesantes. (como Susan Fast en Dangerous y Elizabeth Chin en "Black Or White".) Por una vez, ofrece firmes afirmaciones críticas, pero no son suyas.

Se podría pensar, por el título del libro, que Knopper va a hacer algo significativo: definir e ilustrar sobre “el genio de Michael Jackson”. Pero a pesar del superficial despliegue en negrita de la palabra genio, Knopper nunca define lo que significa. De hecho, casi no utiliza la palabra de nuevo. Como resultado de ello, la palabra clave del título no significa nada; viene sin recompensa.

Knopper explota el sentido de familiaridad que el mundo siente por Jackson con el fin de negarle una respetuosa distancia. Él siempre se refiere al genio por su nombre de pila, por ejemplo, en un gesto de falsa familiaridad que revela el menosprecio en el fondo del proyecto. Knopper nunca dice explícitamente que considera a Jackson un don nadie o una figura intrascendente, por supuesto. Pero la forma en que aborda su tarea lo dice todo: el tono superior, la investigación superficial, el tono fanfarrón de sus notas, el cansancio narrativo hacia el final. Knopper termina el libro, quizás apropiadamente, con una larga y moralista cita en gran parte condenatoria, de otra persona (donde, irónicamente, la palabra "genio" por fin reaparece). Para Jackson, al parecer, es perfectamente adecuado otro “estudio” derivado; sin que tenga que hacer el esfuerzo necesario de pensar en quién era y lo que logró.

Donde se podría haber encontrado juicioso pensamiento crítico, Knopper inserta hostilidad y juicio moral en su lugar. A menudo la hostilidad toma formas inapropiadamente personales. Los esfuerzos urgentes de Jackson para aliviar un dolor incapacitante, Knopper los llama “caprichos”. Recicla los rumores acerca de la familia Jackson y los hijos de Michael Jackson en un tono estirado: “Los miembros de la familia Jackson son quizás las únicas personas del mundo que insisten en que los tres hijos de Michael se ven exactamente como él", declara cruelmente (y falsamente). Para expresar su indignación por la cobertura desmesurada de la prensa amarilla sobre los niños, Knopper repite sus historias, incluso resucita algunas tan absurdas que ya habían muerto de forma natural.

A veces, a Knopper le sale el tiro por la culata. Otras veces resulta ser tan mezquino que es divertido. Cuando se queda con el culo al aire al juzgar las decisiones creativas de Jackson en su álbum HIStory de 1995, por ejemplo, afirma que la ambición de Jackson de "crear sonidos que el oído humano no haya oído nunca" no es una meta artística en absoluto, sino simplemente el resultado de la "soberbia". En repetidas ocasiones culpa a Jackson por no hacer sus llamadas telefónicas durante las horas de trabajo convencionales: una llamada a Rupert Wainwright, por ejemplo, Knopper la critica por haber tenido lugar "a las 11:45 pm de un domingo". Qué horror.

Este tipo de cosas está por todas partes. Knopper sacude la cabeza a costa de una correspondencia diaria por FedEx entre Jackson y un asistente de sonido durante las sesiones de grabación, apunta con desaprobación que "cuatro días consecutivos de trabajo" acabaron en "exactamente diez segundos del álbum" y censura también el uso por parte de Jackson de efectos "modernos". Exhibe una gran cantidad de resentimiento ante el hecho de que "los ingenieros tomaron muestras de una buena variedad de cajas de música e hicieron grabaciones de puertas que abren y cierran" para los efectos de "Childhood". Al parecer, eso es indignante. Pero la ironía se vuelve aún más densa porque esos efectos de sonido, de hecho, se escuchan en una canción diferente, "Little Susie". Toda la queja tonta que Knopper pone en pie resulta que se viene abajo al estar basada en uno de sus propios errores.

La resaca constante de menosprecio y desaprobación se intensifica a medida que avanza el libro. El tono de Knopper se vuelve cada vez más exasperado. Mezclando una presunta superioridad moral con una tendencia a una despreocupada opinión rápida y reductiva, complicando evidencias o pensamientos matizados, Knopper propone sistemáticamente, cada vez más, un excesivo recital de escabrosos chismes que, una y otra vez, revelan su enfoque arrogante hacia tema, y hacia su propios lectores.

Un tono como este sería sorprendente en una biografía "definitiva" de prácticamente cualquier otro gran artista; imaginen decir este tipo de cosas sobre el recientemente fallecido David Bowie, por ejemplo, cuya sensibilidad coincide en cierto modo con la de Jackson. Pero en el caso de Jackson el menosprecio es la opción por defecto, y Knopper, característicamente, no juguetea con el dial. Rara vez sugiere que podría haber una variedad de interpretaciones de cualquier cosa, o pide a los lectores que calibren posibilidades aparentemente opuestas. Oportunidades para un análisis a varios niveles, ocasiones para ver una imagen más limpiamente detallada o para ejercitar la empatía, son repetidamente inevitables. En su lugar, siguiendo a sus predecesores, Knopper se esfuerza en crear la impresión de un análisis cuidadoso. Parece creer que simplemente abrumando a los lectores con las historias tradicionales, acumulando páginas y notas, dejando caer nombres, e incluyendo un índice que oculta más que revela (no hay ninguna entrada para "Jackson, Michael") va a construir así autoridad biográfica. Knopper falla, en general, en pensar por sí mismo o en plantearse que los lectores piensan.

Tomemos el juicio de 2005, las demandas aún en curso y peticiones de dinero que han seguido al fallecimiento de Jackson en 2009. Se podría esperar que, ahora que han pasado unos años, Knopper podría reflexionar de una forma original, o al menos con información verificada y corregida sobre esos asuntos. Pero, de hecho, no ofrece prácticamente nada que no se pueda encontrar en los libros de Sullivan, Taraborrelli, o Halperin, mientras que al mismo tiempo, apenas reconoce el crédito a estos autores (sus libros son citados, pero no a menudo). Nunca reconoce que las disputas legales en curso, incluyendo el pleito fracasado de Katherine Jackson contra AEG, promotora de la gira -que ella esperaba apelar- están frenando la reanudación de la fundación benéfica de Jackson y su trabajo. Pero además, el humanitarismo de Jackson, así como su trabajo y su legado global, no son de mucho interés para Knopper. Él quiere la propiedad intelectual de esta historia, no profundizar en el conocimiento del artista o su obra.

La escasez de interpretación original aquí puede ser debida en parte a una simple falta de curiosidad. En repetidas ocasiones mientras leía, quería preguntarle a Knopper: "¿por qué?" Según cuenta en el libro sobre ese momento, en los ensayos, cuando el equipo tuvo la primera noticia de la muerte de Jackson, todo el mundo, según Knopper (y muchos antes que él), comenzaron a llorar, colapsando, abrazándose por el dolor y el shock. Entonces Knopper (citando a Stacy Walker) dice que el coreógrafo Travis Payne "fue a una mesa cerca del escenario y comenzó a escribir distraídamente en su ordenador portátil". ¿Qué? Knopper parece haber interpuesto "distraídamente", pero aún así el detalle es llamativo. Payne, como todo el mundo allí, había oído sobre la impactante muerte de Jackson. La gente se derrumbaba a su alrededor, Kenny Ortega, según Knoppers, se derrumbó en brazos de Payne, y Payne justo en ese momento "se arrastró a un asiento cerca del escenario" sintiéndose "asombrado" él mismo. ¿No es extraño que en tales circunstancias Payne hubiera empezado a "escribir en su ordenador portátil?" Preguntar “¿por qué?” no es sugerir engaños, es sólo ejercitar el pensamiento acerca de lo que te han contado. Knopper nunca lo hace.

Este tipo de narrativa de memoria, es también, creo, resultado de un fuerte instinto de autoprotección de Knopper. A él le gusta contar controversias cuando se trata de Jackson, pero no tiene ganas de seleccionar evidencias ni de llegar a conclusiones informadas por las que podría tener que asumir la responsabilidad. Cuando se trata de las acusaciones de 2005 que provocaron el juicio y se ha demostrado que han sido un intento de extorsión, por ejemplo, Knopper no se compromete:

“¿Fue Michael Jackson un abusador de menores? Todas las pruebas apuntan a que no -a pesar de que dormir en una cama con niños y hacer alarde de ello en la televisión internacional no lo califican para el Salón de la Fama del Juicio de las Celebridades. El hombre tuvo un juicio justo. Lo más serios cronistas de Michael Jackson, con la notable excepción de Diane Dimond, salieron con alguna versión de la conclusión impresa en el libro de Ian Halperin, Michael Jackson Unmasked: "No pude encontrar una sola pizca de evidencia que sugiera que Jackson había abusado de un niño. Por el contrario, he encontrado evidencias significativas demostrando que la mayoría, si no todos, de sus acusadores carecía de credibilidad". Más evidencias pueden estar por venir, sin embargo.

En lugar de un análisis responsable, Knopper vuelve a caer en su marca de la casa: tono sarcástico, falta de declaración pasivo-agresiva, crítica fácil. Deja que sea Halperin quien hable por él (además incluye inexplicablemente a Diane Dimond entre "los cronistas serios" del caso. Luego se escapa a ponerse a cubierto. Tal vez una retirada rápida es la estrategia más segura para quien se aventura en el campo minado de litigios en que se convirtió la vida de Jackson, pero no es un procedimiento muy responsable si estás convirtiéndote en el nuevo biógrafo "definitivo".

Teniendo en cuenta todo esto, es difícil imaginar qué propósito tenían la intención de ofrecer las 430 y pico páginas de MJ, excepto, por supuesto, permitir que otro miembro varón blanco de los medios corporativos de la industria musical disfrute del esplendor de un logro artístico, el cual él se siente libre de denigrar sin tratar de comprenderlo. No es demasiado decir, de hecho, que MJ, al igual que las biografías "definitivas" de Jackson antes que ella, repite y perpetúa el patrón de explotación vulgar que persiguió, dañó, y finalmente mató a su protagonista.

Diré más acerca de la biografía "definitiva" como género y sobre su aplicabilidad a Michael Jackson en particular. Pero en este punto deberíamos detenernos a observar que, aunque no lo supieran por Knopper, MJ apareció junto a una profusión de muy diferentes tipos de trabajo. Un trabajo interpretativo que ha ido surgiendo en muchos formatos y géneros desde hace algún tiempo – becas de investigación, extensos estudios, artículos de investigación, memorias, blogs, etc.- el más reflexivo de los que constituyen una nueva y sofisticada evaluación de la contribución de Jackson a la cultura global. Esta tradición alternativa hace accesible a un Michael Jackson más maduro, a un artista y una persona en lugar de un dibujo animado. Knopper debería haber conocido y aprendido de este material. Curiosamente, sin embargo, procede como si no existiera internet, y cita muy pocas de las voces alternativas más respetadas.

En el trabajo biográfico alternativo ha ido apareciendo un desarrollo paralelo. Ahí, el mamotreto de Knopper se opone a trabajos que no proclaman su autoridad "definitiva" pero aparecen en un número de producciones comparativamente modestas (y a menudo poco comercializadas).
Entre algunos ejemplos impresos, se puede tener en cuenta el profundo ensayo introductorio Michael Jackson. Before He Was King, de Todd Gray (2009), una colección de fotografías de Gray. (De joven, Gray fotografió a los hermanos Jackson, y se hizo amigo de Michael) Thriller : The Musical Life of Michael Jackson, de Nelson George (2010), es una obra fiable de crítica musical y también una memoria de la propia historia de George como crítico desde hace largo tiempo de la música de Jackson y una historia cultural. George hace, a mi parecer, una excelente aproximación. "Yo no quería [...] hablar de ningún aspecto de la vida de Michael del que no sé nada” declara sorprendentemente; "esto no es una biografía". También está Remember the Time, de Bill Whitfield y Javon Beard (2014), un relato de primera mano, por dos de los guardaespaldas de Jackson, de los años que pasaron trabajando para él. También recomendaría My Friend Michael, An Ordinary Friendship with an Extraordinary Man (2011), una memoria simpática y sin pretensiones (aunque de vez en cuando egocéntrica) del viejo amigo y empleado de Jackson, Frank Cascio.

En estos libros, que hablan de la vida adolescente y adulta de Jackson, los autores cuentan experiencias propias y los resultados serán sorprendentes para los lectores de Knopper y aliados. Jackson no es decididamente ni la caricatura monstruosa ni patética que ellos les han hecho creer. Aunque en cada libro vemos a Jackson sólo parcialmente o dentro de un tiempo limitado, cuando se ven en conjunto le vemos mucho más auténtico que en los demás libros que son corriente principal. Estos autores admiten que la imagen que ofrecen es parcial. Ellos ofrecen lo que pueden ofrecer con integridad, y nada más. Se espera que los lectores piensen por sí mismos y reúnan varias piezas, no todas del mismo lugar.

La experiencia de conocer estas lecturas alternativas que estoy describiendo es muy parecido a la experiencia de conocer a alguien -es decir, a través de los pequeños gestos, reacciones espontáneas y comentarios, tono de voz, los silencios y hábitos. Es una forma totalmente diferente de proceder que la de los chismes falsos infinitamente repetidos y de las indulgentes críticas inmerecidas de las biografías "definitivas". Ninguno de estos trabajos alternativos es perfecto, pero cada uno de ellos es inconmensurablemente mejor que los de Taraborrelli, Sullivan o Knopper.

Hay un amplio fondo para tales fuentes; obras que proceden de simples suposiciones, faltas de respeto, y documentación real de declaraciones. En forma electrónica, el Twitter mantenido por la maquilladora de toda la vida de Jackson, Karen Faye, es modelo de respeto y moderación, y conduce a una lectura edificante. Cuando un fan le pregunta: "¿Cuándo comenzó MJ con las extensiones de cabello?". Faye responde con aspereza, "Ese no es asunto suyo ni de nadie”. Ella se dedica a dar detalles y corregir malentendidos que sí le parecen importantes, y es infaliblemente respetuosa hacia Jackson y hacia la gran comunidad de fans que recurren a ella todos los días para obtener información fiable. Otro ejemplo son las reflexiones del abogado Thomas Mesereau sobre su experiencia en la defensa de Jackson en el período 2004-2005. Mesereau no ha escrito ningún libro, pero habla con frecuencia acerca de su experiencia y, al igual que los otros que he nombrado aquí, no va demasiado lejos: no afirma conocer a Jackson a fondo, y no tiene miedo de expresar una opinión o interpretación personal. Libros como los de Gray, George, Whitfield, Beard y Cascio comparten junto con la información de Faye y los comentarios públicos de Mesereau una confianza en métodos totalmente diferentes a los de destrucción y sabelotodo que caracterizan biografías como las de Knopper. Su información limitada no trata de hacer lo imposible, y termina ofreciendo mucho.

En trabajos como este -ni pre-determinado, ni pre-resumido, ni enciclopédico, que no proclaman la verdad definitiva- Jackson es retratado mejor de lo que Knopper imagina. Por un lado, resulta que él fue un hombre de fe a lo largo de su vida. Sus creencias religiosas definieron sus acciones, llevándole a ser un activo defensor de los marginados, especialmente de los niños y del medio ambiente. También estaba suscrito a los valores liberales-humanistas y a la prometedora narrativa burguesa (autoayuda, la virtud innata del optimismo, las recompensas que se esperan como consecuencia del trabajo duro y la honradez). La fe de Jackson en sus propias ideas sufrió golpes brutales y fue sometida a revisiones significativas a lo largo de 50 años, por supuesto, pero se mantuvo hasta el final como un gran trabajador, un benefactor y un creyente. Uno no tiene que compartir sus creencias y valores específicos para respetarle por aferrarse a ellos durante toda su vida y comportarse en consecuencia. Knopper no nos da una idea de ese carácter ejemplar que sí se revela en otras historias menos pretenciosas.


En la costumbre alternativa que estoy describiendo, ha surgido también un amplio consenso sobre un punto crucial que Knopper podría haber hecho bien en considerar: que Jackson era un artista de gran originalidad, destreza e influencia que merece ser considerado con el cuidado y respeto que está habitualmente al alcance de grandes artistas. -es decir, con el foco puesto firmemente en sus logros artísticos enraizados en una vida particular. Las experiencias de Jackson no se pueden separar de su obra artística, y viceversa. Es todo una misma cosa. La motivación de Jackson, su inconformidad polivalente, su originalidad, su lúdica imaginación, sus ángulos muertos, obsesiones, deseos, su alegre exuberancia, sus ambivalencias y señales de ignorancia, su generosidad, idealismo, curiosidad, reticencia, compasión, ansiedad, fe religiosa, optimismo, sospecha, desconcierto, aislamiento- nada de esto puede entenderse aparte de su obra, y todo forma parte de ella.

Esta percepción se opone a las conjeturas de Knopper. De hecho, Knopper sigue exactamente el modelo compartimentado que Tanner Colby criticaba en 2014:

Ponemos "Billie Jean" y "Thriller" en una caja y su vida personal en otra, y tratamos de no pensar en ello demasiado. [...] [Pero tú] tienes que extraer al ser humano de la mitología y la desinformación errónea forjada a lo largo de décadas.

Knopper no intenta dicha extracción. El resultado es la misma vieja biografía que oculta su obra, insulta al público y degrada el artista.

Knopper mantiene en todo momento un tono de superioridad hacia Jackson. Por ejemplo, tomemos la recreación de una escena cuando Will Vinton supuestamente visitó la casa de Jackson. "Vinton no pudo evitar observar las fotos de niños [...] revistiendo [las paredes de] su dormitorio", nos cuenta Knopper maliciosamente.

"Sabes Michael, mucha gente no entendería esto", [Vinton] dijo. Pero Michael no se inmutó: "Me encantan los niños. Creo que los niños son la cosa más maravillosa, y me dan felicidad”. Vinton lo dejó estar. Se tragó la idea de que Michael era un solitario excéntrico que se aferró a los niños como a un bote salvavidas para ayudarle a navegar por el mundo. Era fácil darle a Michael el beneficio de la duda.

Hay varias cosas que son características aquí. Nótese, en primer lugar, cómo Knopper se mantiene asiduamente a salvo. Tal vez se siente un poco tonto cuestionando directamente la decencia de Jackson, teniendo en cuenta lo que ahora es una larga historia de acusaciones falsas, investigaciones intensas, y exoneración definitiva, y después de que tanto Halperin y Sullivan han dicho que comenzaron la investigación de sus biografías convencidos de la culpabilidad de Jackson y terminaron convencidos de su inocencia. Por lo tanto Knopper se abstiene de decir directamente que Jackson fuera cualquier otra cosa que no sea "inocente" y "excéntrico", mientras se las arregla para transmitir sospechas indirectamente, con ligereza e insinuaciones.

Vinton es usado para sustituir a cualquier lector que pueda sentirse incómodo con todos estos codazos-insinuaciones. Tanto a Vinton como al lector, insinúa Knopper, les resulta demasiado fácil "dar a Michael el beneficio de la duda". Sólo Knopper lo sabe mejor. Teniendo en cuenta las miles de pruebas que tenemos ahora, sin embargo, la conclusión más lógica es precisamente la que Jackson ofrece en esta anécdota: él idealizaba y confiaba en los niños, y disfrutaba e incluso necesitaba su compañía. ¿Es eso inusual?, sí. ¿Es un delito?, no.


Estas "citas" de Jackson son características de Knopper, también –habla por Jackson sin pensarlo dos veces- con la misma cercanía con la cual el tono de Knopper repite lo mismo que los medios de comunicación sensacionalistas hicieron entre el primer intento de extorsión (1993) y el juicio de 2005. Esto es notable porque durante ese período había mucha menos disponibilidad de pruebas de que Jackson no era culpable de los cargos dirigidos contra él. Hoy en día hay buenas razones para creer que "me encanta los niños" era una afirmación precisa, y menos razones que nunca para que un cronista insinúe lo contrario. ¿Por qué, entonces, Knopper repite el tono de los medios sensacionalistas menos reputados de hace más de una década? Porque quiere. La decisión no dice, finalmente, nada acerca de Jackson, pero sí dice bastante del objetivo de su libro.

Tal vez sea incluso más preocupante el hecho de que Knopper se muestra a sí mismo plenamente capaz de reconocer lo que parece ahora ser verdad, basándose en todas las evidencias disponibles: que Jackson, incansablemente acosado, juzgado y explotado toda su vida, en realidad encontró en los niños "un inocente salvavidas para navegar por el mundo". Es preocupante escuchar a Knopper mencionar el caso solo para arrojar dudas sobre la decencia de Jackson.

Knopper tiene que trabajar duro para hacer que Jackson parezca siniestro, y de camino, tiene que insultar a Vinton (y a los lectores), pero se las apaña. Después de todo, la ventaja financiera del biógrafo "definitivo" consiste en mantener viva la posibilidad de que finalmente esos terribles delitos salgan a la luz. Para cuando Knopper haya terminado, es como si nunca hubiera habido un juicio público a nivel mundial, en el curso del cual, Jackson fue totalmente exonerado y sus acusadores expuestos como estafadores profesionales. Yo he leído la transcripción del juicio, ustedes pueden hacerlo, Knopper podría hacerlo también.


Por razones que explicaré en su momento, no creo que este libro pueda haber sido otra cosa que pernicioso, pero al menos podría haber sido más interesante. Tal vez Knopper no se habría hecho a sí mismo aburrido si hubiera reconocido el alcance de la obra de Jackson como postura política también. Que importa menos que Jackson apareciera en las conferencias de prensa con su chimpancé que el que su música se dirigiera simultáneamente a grupos hasta entonces mantenidos aparte como público y como ciudadanos. La ambidestreza cultural de Jackson era en sí misma una forma de arte, y era (y sigue siendo) una fuerza política. Él "hablaba" muchos dialectos de clase, raza y género; verbales, musicales y visuales. Se movía con gracia sobrenatural entre una gama sin precedentes de lenguajes corporales y vocabularios gestuales, tonos de voz, posturas y elegantes tradiciones en el vestir.


Esta destreza cultural polivalente es una de las principales formas en que el trabajo de Jackson, incluyendo su apariencia deliberadamente desconcertante, se enfrentó al pensamiento binario. La obra de Jackson se revela y se regocija desestabilizando yuxtaposiciones entre
alternativas supuestamente exclusivas -pasado y presente, juventud y madurez, mujeres y hombres, jóvenes y viejos, lo espiritual y lo material, la rabia y el amor, arte y negocio, alegría y dolor. Su trabajo fundamentalmente complicaba las categorías reductivas que pasan por realidad. Esa es una forma en la cual Jackson encarnó una sensibilidad posmoderna históricamente especial.

Tal vez Knopper podría haber mantenido su propio interés (y el nuestro) si hubiera pensado en la defensa consciente de Jackson de la idea de que hay muchas maneras diferentes de conocer, no de aprender, sino de conocer. Para Jackson, la propia experiencia era una práctica artística. El arte era a la vez un placer sensual, una epistemología, un despertar espiritual y una respuesta política. Estas creencias y prácticas están en la raíz de la creatividad y el poder de Jackson.


No estoy aquí para apoyar el gusto de Jackson en el arte. No comparto su atracción por lo kistch, y no creo que sus esfuerzos autodidactas sustituyeran jamás totalmente la educación formal que se le negó. (Pero es que yo soy una profesional de la educación, por lo que podría pensar así, ¿o no?) Diré, sin embargo, que su tendencia hacia el sentimentalismo y el kistch han sido a menudo sacadas de contextos más amplios que podrían revelar más apropiadamente acerca de cómo trabajaba su imaginación. Y tenía una capacidad demostrable mucho mayor para el humor y la ironía que se aprecia en los textos escritos de los medios. Han sido tradicionalmente los críticos de Jackson los mortalmente serios y sin sentido del humor, no el propio Jackson.


No estoy diciendo tampoco que Jackson fuera siempre moralista (¿quién lo es?) O que controlara regularmente los efectos que provocaba (una expectativa imposible para alguien cuyo trabajo era, y es, ávidamente consumido y apropiado a lo largo de culturas y décadas). Lo que quiero defender es que Jackson era un pensador sofisticado e informado -"pensador" es, de hecho, un término demasiado limitado para tantas formas de conocimiento que practicó- y un creador reflexivo y de gran originalidad. Critico la implicación implacable de Knopper y su sistemático tono crítico, porque creo que ambos están basados en las limitaciones y prejuicios de la imaginación del biógrafo. Él parece incapaz de considerar ideas diferentes a las de esa fraternidad de biógrafos privilegiados de estrechas miras a los que está dispuesto a unirse.

Hay varias razones, creo, para la facilidad con la cual Knopper se concede a sí mismo el derecho de juzgar a Jackson. Por un lado, ser rico y famoso tiende a provocar irritabilidad ilimitada entre los periodistas del sistema y de sus lectores de clase media, y Jackson, nacido en circunstancias muy modestas, de hecho, se hizo tan rico y famoso como nadie, para su desgracia. Jackson ha fallecido recientemente, además, y todavía se siente, para muchos de nosotros, como un contemporáneo. Algunas personas tienen dificultades para respetar plenamente a sus propios contemporáneos. Y como he mencionado antes, Jackson podría fácilmente ser estereotipado como un “simple” artista popular. La denigración sutilmente implícita de lo explícitamente popular a lo largo del libro es una ironía tan fascinante y reveladora, que merece la pena pararse a pensarlo.

Jackson fue un artista popular, por supuesto; no hay nada que discutir aquí. Él sabía todo lo que se necesita saber sobre cómo funciona la música pop, y le dio al mundo algunas de las canciones pop más influyentes y exitosas de la historia. Pero esa no es una razón para devaluar su logro, en particular, diría yo, si eres colaborador de la revista Rolling Stone, una revista que pretende tratar sobre la cultura popular (mientras la define muy estrictamente). El menosprecio de lo popular, incluyendo a los fans, que discurre a lo largo del libro, revela a Knopper, en el fondo, como un tradicionalista estético, incluso como un snob. Ese no es, creo, un lugar privilegiado desde el cual se pueda percibir a Michael Jackson.

De hecho, Jackson hace necesario que los pensadores tradicionales como Knopper reconsideren completamente su atracción o aversión por lo "popular". Una legión de formas culturales se reunieron en la obra de Jackson, de todas partes del mundo. Incorporó todo lo que aprendió y sin preocupación por que fuera "alto" o "bajo". El resultado fue un logro artístico tan amplio que supera consistentemente todas las categorías que le han sido impuestas.

Musicalmente, la obra de Jackson se infundió no sólo, como siempre se ha reconocido, con R & B, soul, disco, gospel y el "Sonido Motown", sino también con música "clásica"(es decir, europea), (sobre todo del siglo XIX: él citaba a Debussy, Tchaikovsky, Beethoven y otros), jazz, hip-hop, new jack swing, canciones de cuna y nanas, interpretaciones habladas, formas musicales africanas y más. En la danza, incorporó costumbres de una serie de tradiciones históricas, regionales y étnicas, incluyendo claqué, baile de salón, swing, disco, funk, y baile urbano de la calle, y el mimo. Jackson también fue un artista de talento visual por derecho propio, impregnado de tradiciones visuales y de artes plásticas de Europa y América, así como un gran fotógrafo amateur y un innovador en el cine. Su conocimiento del teatro musical y del cine era enciclopédico; se extendía no sólo a guiones, directores e interpretes, sino también a la composición y planificación, a los métodos de puesta en escena, iluminación, construcción narrativa y al funcionamiento de las tecnologías específicas de efectos especiales.

Además de todo eso, cuando todavía era un adolescente, Jackson dominar los conceptos básicos de la producción musical. Siguió desarrollando una comprensión sofisticada de ingeniería de sonido, derechos de propiedad musical, comercialización, composición, coreografía, puesta en escena de conciertos y giras y videografía. Llevó a cabo experimentos sónicos ahora claramente adelantados a su tiempo. Desde muy temprana edad adulta, dirigió a cientos de empleados. Buscó a profesores de variadas religiones, mientras mantenía cierta sensibilidad por los Testigos de Jehová y el Cristianismo. Leía constantemente, con avidez; y publicó poesía original y prosa. Frank Sinatra dijo de él: "el único cantante masculino que es mejor que yo". Fred Astaire dijo: "No quería dejar este mundo sin saber quién era mi sucesor. Gracias, Michael".

Así que, el hecho de que Jackson fuera una figura emergente surge en una parte del camino, pero no en todo el camino, en cuanto a la explicación de por qué la conversación sobre un artista de tanto talento ha quedado atascada en el rumor calumnioso sensacionalista. Creo que la resaca de denigración preferente que impulsa obras como la de Knopper no procede simplemente del esnobismo. También se cuece el racismo, no sólo en el tono de la narración biográfica "definitiva", sino también en el hecho mismo de su existencia. Es difícil imaginar que nadie, excepto un blanco miembro de la prensa corporativa de los Estados Unidos, tenga a su alcance los recursos para producir y comercializar un libro tan innecesario como éste, o que defina al artista más mundialmente influyente de su generación de una forma tan despreocupada.

Knopper no es ciego al racismo que Jackson experimentó durante su vida. Cita la observación que hace Jesse Jackson de que la fianza fijada para Michael Jackson era "más de tres veces la cantidad de [...]la fijada para el sospechoso de asesinato Phil Spector, de raza blanca". Y la observación de Rick James de que Elvis Presley no fue nunca procesado aunque muchos creían que se “había acostado con su esposa Priscilla cuando tenía catorce o quince años". Knopper menciona estas comparaciones, pero como de costumbre, no lo hace en su propia voz: Jesse Jackson y Rick James tienen que dar un paso adelante y decirlo ellos mismos. Y aún así, Knopper ahoga sus brevemente resonantes voces con ese tono general y su tema recurrente: La inevitable, absoluta y merecida ruina de Jackson.


Jackson era (y es) un pararrayos para el racismo no sólo porque era negro, sino también porque parecía para muchos de aquellos preocupados por su propia posición en las jerarquías raciales que "estaba convirtiéndose en blanco". Esa fue la verdadera e imperdonable traición.

Pero el hecho es, por supuesto, que Jackson nunca "se convirtió en blanco". Su piel perdió gradualmente pigmento, y "blanco", sea lo que sea, no es una situación de no existencia de pigmentación; esa es una vieja idea racista. Jackson tenía vitíligo desde su juventud, una enfermedad que, como el lupus eritematoso sistémico que también lo atormentaba, es conocida por aparecer como respuesta al estrés. Ambas enfermedades también hacen que la piel sea muy sensible al sol. Lo que Jackson escogió hacer en respuesta a estas condiciones era asunto suyo. Vale la pena señalar, sin embargo, que el oscurecimiento, aclarado y cobertura son soluciones comunes entre las personas que sufren de vitíligo.

Lo que importa más en realidad no es cómo Jackson trató con el lupus y el vitíligo, sino el grado de incomodidad y la agresión que su cambio de color de piel provocaba entre los "blancos". La respuesta, una vez más, no trata principalmente de Jackson. Más bien, es un indicio de la ansiedad provocada cada vez que alguien, sobre todo un icono de la cultura pop adorado en todo el mundo, desmiente las ficciones raciales que sostienen las jerarquías sociales, incluyendo la ficción siempre cambiante de la "blancura".

Teniendo en cuenta todo esto, uno podría razonablemente preguntarse: ¿por qué se interesó tanto Knopper por Jackson como para escribir a la ligera un libro como éste? ¿De dónde le vino la motivación? De acuerdo con la página de agradecimientos, este libro representa tres años de investigación (exactamente el tiempo que transcurre entre la aparición de Untouchable de Sullivan y MJ de Knopper, por cierto). Leyendo entre líneas, por otra parte, parece que la propuesta requirió una considerable búsqueda de ofertas y dos agentes literarios antes de la de Scribner. ¿Por qué la búsqueda de Knopper, y por qué lo publicó Scribner?
Mi sugerencia es que la respuesta puede estar en dos palabras: Mala fe. Este libro no existiría a menos que tanto el autor como el editor creyeran que se vendería, valiera la pena o no. Para Knopper y Scribner, no importa que el libro sea un desastre; después de hacerse un lugar como la biografía "definitiva" de Jackson, ya tiene una rentabilidad garantizada. Jackson sigue siendo sorprendentemente comercial. Knopper / Scribner pueden dar por descontado un considerable índice de audiencia.


Knopper también se asocia y comercializa con revistas de entretenimiento, uno de los medios de comunicación que más perturbaron a Jackson. "¿Por qué no decirle a la gente que soy un extraterrestre de Marte?", se dice que Jackson pidió con desesperación. "Diles que como pollos vivos y hago una danza vudú a medianoche. Creerán todo lo que les digas, porque eres un periodista"(Esta cita aparece en el libro de Randy Taraborrelli,“La Magia y la Locura”) Knopper ya contaba con ello. Su libro es sólo la última demostración de la triste precisión de la proclamación del periódico The Guardian, poco después de la muerte de Jackson: "¡El rey ha muerto! ¡Viva la llegada del dinero fresco!"

Knopper y Scribner siguen un esquema establecido hace 50 años, cuando un niño de increíble talento fue abusado, persuadido y machacado para convertirse en el sostén de una familia numerosa, robando horas al sueño para ir a la escuela y ocultándose debajo de los muebles en vano intento de evitar un trabajo incesante ( cinco actuaciones por noche, seis, y a veces siete, noches por semana). Negoció responsabilidades de adulto mientras soportaba diariamente un nivel de publicidad que, según contó él mismo después, encontraba aterrador.


El patrón continuó durante décadas cuando un ejército de parientes y "amigos", managers y ejecutivos musicales, abogados, médicos, asesores, comerciantes, empleados y protectores autoproclamados se entrometieron sin vergüenza alguna en lo que Zack O'Malley Greenburg ha llamado Michael Jackson, Inc. Los paparazzi se alimentaron bien invadiendo su vida privada. Algunas caras famosas de los medios construyeron sus carreras socavando su derecho a la presunción de inocencia. A los 50, fue coaccionado para un compromiso de gira de 50 conciertos –los asesores lo convencieron de que el agotador calendario era la única forma posible para recuperar sus finanzas, aunque su fortuna se ha recuperado con creces ahora, sin un solo momento de actuación en vivo- durante cuyos ensayos murió a manos de un médico especulador y sin escrúpulos, que ya ha cumplido condena por el delito. La vida y la carrera de Jackson suman mucho más que este sombrío resumen de abuso y deshumanización. Sin embargo, se le hizo un daño irreparable, su trabajo y su vida acortados por una explotación despiadada y omnipresente.


El proceso continúa con el libro de Knopper, que a pesar de que no aportará una mejor comprensión de la vida y el trabajo de Michael Jackson, ha logrado, sin embargo, sus propósitos: rentabilizar al genio una vez más para beneficio de otros. Lo que es más, ahora que Knopper ha repetido la historia conocida, va a ser llamado como un experto, debido a esa presunción. Se ha otorgado a sí mismo una especie de propiedad sobre Michael Jackson.

La mala fe que impulsa este libro se extiende incluso más allá del libro en sí, creo. La mala fe es una característica del género "biografía definitiva", no sólo de este ejemplo. El libro de Knopper es decepcionante, pero una no-decepcionante biografía de Jackson escrita en ese sentido, con los mismos propósitos -"¡Definitiva!" "¡Completa"! "¡Toda la historia!"- no es imaginable. El proyecto en sí es una mentira. Esta es la razón por la que Taraborrelli, Sullivan y Knopper son tan similares, y todos ellos insatisfactorios.

Incluso si apareciera un escritor mejor –uno que, a diferencia de Knopper, apreciara el trabajo de Jackson y deseara comprender más que el depositario de una mitología rentable- una biografía "definitiva" aún sería imposible. ¿Por qué? Porque Jackson era una persona verdaderamente inconmensurable. Este es el único punto en el que todo el mundo cercano a él está de acuerdo (familiares, esposas, los colegas más cercanos, amigos de toda la vida). No es posible definir a Michael Jackson en unos pocos cientos de páginas, o unos pocos miles. La empresa "definitiva" debe implicar vehemencia hacia su irreductiblemente cacofónica, contradictoria, excesiva e incognoscible personalidad. Ni tampoco es solo que Jackson sea un tema inaceptable en las pretensiones de biografías "definitiva". Todo el mundo es excesivo. Teniendo tanto talento, siendo tan diferente y multitudinario y tan imparable artísticamente, el caso de Jackson expone claramente la inutilidad y el cinismo de las "biografías definitivas". Pero el exceso irreductible e incorregible que Jackson presenta no es peculiar de él.


¿Estoy diciendo que una "biografía definitiva" per se no es posible, e indeseable de todos modos? Sí. La empresa en sí es un problema. Una vez que te pones a escribir una biografía "definitiva", ya entras de lleno en presuposiciones que van en contra del pensamiento y la empatía, incluso en contra de la honestidad. Este libro hace esas presuposiciones visibles –nos las restriega por la cara, de hecho- y en el camino socava no sólo sus propias reivindicaciones, sino también las de la clase de escritura que se propone ejemplificar. De hecho, eso podría llegar a ser lo más valioso que hace este libro.

¿Por qué importa esto? Porque uno de los presupuestos de los proyectos biográficos "definitivos" es que se puede confiar en un acuerdo tácito entre todos los participantes (escritor, editor, lector) para aceptar la reducción de una persona magníficamente indescifrable en un producto comercializable; en algo limitado y ambiguo accesible por apropiación. Esta presuposición a su vez, ayuda a reforzar mentiras poderosas y políticamente interesadas sobre lo que las personas son (completamente descifrables, capaces de ser plenamente conocidas y juzgadas de forma fidedigna) y para lo que sirven (para uso de los que las juzgan). Estas son las mismas mentiras que impulsan y perpetúan la injusticia.

En 1993, Jackson compartía con Oprah Winfrey su pensamiento sobre de dónde saca sus historias el "periodismo" tabloide. "Alguien las inventa, y todo el mundo las cree", dijo simplemente. "Si escuchas una mentira muchas veces, empiezas a creerla”. La experiencia de Jackson ciertamente confirmó esa visión, pero es más que eso. Por cada vez que se repiten las habituales mentiras sobre Jackson, algo más que esas mentiras en particular cobra monstruosa vida. También se anima (o reanima) una intención subyacente por parte de las fuerzas culturales dominantes y los interesados que encontraron en Jackson una amenaza mientras estaba vivo. Esos grupos dominantes tienen un interés en la devaluación de la cultura popular, de lo diferente, y el disenso ideológico -y lo han buscado durante mucho tiempo- haciéndolo mediante la devaluación de Michael Jackson, una de las personificaciones más poderosas de todo esto. El trabajo de Knopper reanima esa intención autorizando a los lectores a imaginarse a un artista extraordinario y un hombre complejo como poco más que un títere de una historia moralista.

No importa si el Jackson "definitivo" se dice que ha sido "mágico" y "loco" (Taraborelli), "extraño" y "trágico" (Sullivan), o una cosa no especificada llamada "genio" (Knopper). Son todos lo mismo; no porque todas estas etiquetas significan lo mismo, sino porque hacen lo mismo: juicio rápido, categorización, rechazo. Así es como se controla a un gran artista, y sucede por las mismas razones que ocurre la colonización: Beneficios y retención del poder en manos de los ya poderosos.

Jackson trabajó muy duramente, logró muchas cosas, y trajo mucho placer a mucha gente -él simplemente era demasiado- para reducirlo de esta manera. Él se merece algo mejor, y lo mismo ocurre con cualquier persona que sinceramente quiere aprender algo de él. Los lectores reflexivos ya lo saben, creo, y desconfían de proyectos como el de Knopper. De hecho, a estas alturas muchos lectores se enfrentan a todas las lecturas sobre Michael Jackson cínicamente, suponiendo que va a ser un ejercicio de auto-engrandecimiento y explotación. Tal cinismo por defecto es comprensible –trabajos como el de Knopper lo refuerzan sin duda- pero puede hacernos perder la oportunidad de otros tipos de trabajo sobre Jackson, otros que, como he sugerido, están cambiando la opinión calladamente.

Pero, por supuesto, no todo lo escrito y hablado sobre Jackson, dejando aparte las biografías "definitivas", ofrece una alternativa real. Nada más lejano. Gran parte de lo que pasa por ser un análisis sobre Jackson es tan egoísta y explotador como el de Knopper, y algunos incluso peor. Algunos de los admiradores que más hablan de Jackson, de hecho, funcionan a partir de supuestos no muy diferentes de los que motivan a los enemigos y parásitos, simplemente invirtiendo los términos. Cuando se entusiasman sin sentido crítico acerca de las perfecciones sobrehumanas y cualidades divinas de "Michael", los idólatras de Jackson están mirando hacia el otro lado del espejo de Knopper, y al igual que Knopper, encuentran allí sólo sus propias reflexiones. El culto a Michael no es ya parte de la solución, como tampoco lo es la hostilidad automática y la denigración.


Hay más estudios sobre Michael Jackson más responsables y esclarecedores que no le reducen a un héroe o un villano. Los enfoques más prometedores no tratan de poseer, negar o racionalizar la peculiaridad de Jackson (en el más amplio significado de la palabra), y por muy diferentes que sean, una cosa que comparten es la decisión consciente de evitar el hábito del juicio fácil. Emergentes en varias plataformas (no sólo por escrito), resisten el impulso de descubrir y comercializar alguna clave final sobre el misterio de Jackson, reconociendo que ese mismo impulso es el problema. Aquellos que están haciendo algo diferente también tienden, como he mencionado, a ser comparativamente modestos en sus objetivos y capacidades: Se posicionan no como expertos que superan de forma decisiva a expertos anteriores, sino como voces de una opinión emergente siempre en proceso, siempre creciendo. Buscan una más completa (pero nunca por completo) aprehensión de la figura de Michael Jackson que ha sido oscurecida durante tanto tiempo por los tratamientos "definitivos" y por el periodismo corporativo: una fusión milagrosa de intelecto, instinto, imaginación, belleza, gracia, conmoción, error y corazón. Un ser humano.

Trabajos así ya existen, y muchos más están apareciendo casi a diario. Están por hacer lo que no puede hacer Knopper: nos enseñan a reconocer el radiante misterio de Michael Jackson –su exceso imposible de poseer, asimilar o definir- sin pretender comprenderlo plenamente y sin denigrarlo como una mera rareza. Nunca nadie conoció a Michael Jackson, y nadie lo hará. Sin embargo, podemos no conocerlo de manera más honesta, más productiva y más respetuosa de lo que Knopper y los de su clase piensan que podemos. En este sentido, el libro de Knopper, aunque es ambicioso en el mismo modo que lo son esa clase de libros, no lo es suficientemente. El Jackson que retrata Knopper, su idea de lo que Jackson nos ofreció y su visión de lo que todavía necesitamos de él, son demasiado pequeñas. Es hora de hacer algo diferente.

Es costumbre, al final de una crítica negativa, declarar que todavía necesitamos una obra que ofrezca lo que se suponía tenía que hacer la que está en estudio. En este caso, proporcionar una "definitiva" biografía fiable, estandarizada, de Michael Jackson. Espero haber dejado claro por qué no voy a decir eso. Esto es lo que quiero decir en su lugar: Hagamos del libro de Knopper el último de este tipo infligido a Michael Jackson. No necesitábamos este libro, y no necesitamos más como este, porque tomar el mismo enfoque sólo puede producir más de lo mismo.


Lo que necesitamos de verdad es el tipo de obra modesta, conmemorativa y basada en evidencias que he descrito, y estudios más reflexivos que sitúen en primer plano el trabajo artístico de Jackson. Necesitamos estudios sobre Jackson que busquen comprender su trabajo como parte de la historia -su historia personal, sí, pero también tu historia y la mía, y la cacofonía histórica de finales de los siglos XX y primeros del XXI. Jackson importa, y continuará importando, porque su trabajo se ha convertido en algo crucial, conformando, en parte, muchas otras historias. Importa especialmente en el momento actual de crisis nacional en que nos encontramos, teniendo que insistir en que Las Vidas de las Personas Negras Importan (Black Lives Matter). Entender mejor el trabajo de Jackson -con más cuidado, con más respeto, nunca por completo- es una manera de entendernos mejor a nosotros mismos y a los demás.

Necesitamos más estudios sobre Jackson que no tengan miedo de asumir puntos de vista distintos a los validados en los medios convencionales. Los estudiantes de Jackson, especialmente académicos y reconocidos intelectuales de la vida pública (que son más seguros, profesionalmente, que periodistas independientes como Knopper), necesitan ser pioneros en la práctica radical de ser honesto sobre el objeto que tratan. Hay que acercarse a él con la deferencia que mostramos habitualmente a los grandes artistas, no con arrogancia o asunción de superioridad o un deseo de propiedad. Necesitamos escritos que no tengan tanto interés por celebrar el significado político, moral, y, me atrevería a decir, espiritual de esta estrella del pop. Necesitamos trabajos que incidan en el intenso deleite de Jackson y nos recuerden por qué sigue significando tanto para mucha gente. Jackson fue un artista valiente e innovador, y merece críticos innovadores y valientes.


Por lo tanto, que el comprador tenga cuidado. En lugar de gastar tiempo ni dinero en MJ: El genio de Michael Jackson, ¿por qué no hacer algo mucho más divertido y que valga la pena? Escuchen con atención la música de Jackson. Pueden empezar con los discos en solitario desde Off The Wall hasta Invincible (saltándose los remixes de Blood On The Dance Floor), y luego volver a la voz llena de melancolía de un niño extrañamente anciano en temas como "Ben", "I’ll Be There" y “Music and Me". Pero no se detengan en las bonitas, escuchen también "Santa Claus is Coming to Town"- un ejercicio amplificado en la voz desesperada y perfecta de un niño pequeño al que no se permitía celebrar las fiestas. Y "ABC" o "Sugar Daddy", canciones que simbolizan lo que está mal con el estrellato infantil, y sin embargo, son brillantes. A continuación, podrían plantearse leer los libros propios de Jackson, Moonwalk y Dancing The Dream, o escuchar el discurso que dio en la Universidad de Oxford, o su diatriba contra Sony Music que se convirtió en una defensa de la música negra, o sus entrevistas y sus declaraciones. Miren la declaración televisada a nivel nacional de Jackson para pedir un juicio justo, cuando los tabloides arrasaban la opinión pública, y el documental que filmó en respuesta al ataque de Martin Bashir. A continuación, el postre: disfrutar de los "cortos" y tantos conciertos como puedan encontrar, y no tengan miedo de bailar.

"No es mi trabajo juzgar", señaló Jackson, "y no es el vuestro, tampoco". Dejemos de erigirnos en jueces de Michael Jackson, y dejemos de pensar que podemos averiguar quién es. No es un problema, después de todo, sino un motivo de celebración, el hecho de que nunca le conoceremos, o poseeremos o le "definiremos". Tenemos mucho más: la posibilidad de ser sorprendidos e inspirados por él, una vez más.


(Gracias a Willa Stillwater por su ayuda en la edición)

Toni Bowers es profesora de Literatura Inglesa en la Universidad de Pennsylvania. Vive en Filadelfia, Estados Unidos.



Traducido por bluesaway.

Por Favor, no copies este texto o partes del mismo en otras páginas, blogs o foros. Comparte el enlace a este foro si te parece de interés. Gracias.
 
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Descargado al móvil para leer en cuanto pueda! Gracias Blues! :urule:
 
Descargado al móvil para leer en cuanto pueda! Gracias Blues! :urule:

Se te van a caer los ojos, Xtar :p

Aprovecho para aclarar que las notas que añade la autora no las he traducido por no alargar más el texto, y porque creo que se pueden leer fácilmente. En el enlace del texto original se pueden encontrar al final del mismo.
 
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A qué se refiere con Sugar y ABC que simbolizan los que está mal con el estrellato infantil.
 
A qué se refiere con Sugar y ABC que simbolizan los que está mal con el estrellato infantil.

Le he trasladado la pregunta a Toni Bowers, cuando conteste te diré. ;) Tal vez hace referencia a las letras adultas cantadas por niños, pero no sé si se refiere a eso.
 
A qué se refiere con Sugar y ABC que simbolizan los que está mal con el estrellato infantil.

Spy, Toni Bowers explica brevemente:

There are also other songs from MJ's childhood that illustrate as well as these two, but I do think they're good examples.

"Sugar Daddy" relies for part of its effect on the listener's knowledge that that phrase has off-color, even obscene, meanings in USAmerican slang. I hear it as a song that should not be sung by a child. (Kind of a nasty song in any case, in my opinion.) If the adult listener assumes the child doesn't get the double entendre, then there's an unkind and inappropriate way in which the child is being at once exploited and mocked. If the listener assumes the child to be in on the "joke," that's also morally objectionable, though in a different way.

I think M Jackson was repeatedly subjected to both these levels of exploitation and denigration in the songs he was asked to sing as a child.

For ABC, the specific issue is the shouted coda ("sit down, girl!" Etc) as explained by Margo Jefferson in *On Michael Jackson.* I encourage you to read that section of Jefferson's book. Overall, I find Jefferson unsatisfactory and strikingly ungenerous, and I'm not recommending the book overall. But I think she's right about ABC. It's just another example.

Does this help clarify at all?

I appreciate your careful attention to my writing and the fact that you'd care enough to ask a specific question. Thank you!


Traducido quiere decirnos que aunque hay otras canciones de su infancia que ilustran el caso también, esas dos son buenos ejemplos.

Porque "Sugar daddy" tiene un doble significado, obsceno y subido de tono en slang americano. Y es una canción que no debería ser cantada por un niño. Si además el oyente asume que el niño que la canta no conoce ese doble sentido, se le está haciendo objeto de burla y explotación, y si el oyente asume que el niño sí conoce ese doble sentido, entonces es moralmente objetable, aunque de modo diferente.

En ABC, el tema está en esas frases que dicen: "Sit down girl! show me that you can do" o "shake your money-maker", como explica Margo Jefferson en su libro "On Michael Jackson", (que le resulta insatisfactorio y hasta sorprendentemente mezquino y no lo recomienda, pero en este tema le da la razón) que tienen una fuerte connotación sexual.


Espero que te haya aclarado un poco la cuestión. ;)
 
Recién hoy lo pude leer y de un tirón.

Dios mío, necesitamos mas textos como éste. Me encanta la crítica que hace hacia Knopper y hacia cualquier otro, que ose hacer un libro sobre Michael tan superficialmente y sólo exponiendo sus meras opiniones y juicios de valores.
Son un verdadero asco.

Y también me gusta la comparación que hace entre los críticos y los aduladores, llegando al punto de similitud de hacerse "propietario" de Michael.

Michael no era de nadie y a su vez era de todos. Pero nosotros debemos defenderlo con argumentos. Y ahora recuerdo las "peleas" que hemos tenido aquí en el foro entre los que lo defendíamos siempre y aquellos otros que eran mas críticos. Los que eran mas críticos, nos decían que para nosotros Michael era el dios perfecto. Y no, justamente como no era perfecto y mucho menos dios, es que quienes lo defendíamos lo hacíamos porque Michael tenía derecho a equivocarse, a cometer un error, a decir que no o no querer hacer algo, a tomarse su tiempo, a descansar después de un juicio horrible, a elegir hacer cine si eso quería o a retirarse definitivamente si hubiera sido su deseo. Después de todo, trabajó y se sacrificó desde muy pequeño cuando a esa edad la mayoría de los mortales solo teníamos que ir al colegio o pensar en que queríamos jugar los fines de semana.

Ojala como dice aquí, se este revirtiendo todo calladamente, que haya mas estudios sobre el verdadero Michael, su talento, su genio y su enorme corazón, tan humillado injustamente y dolorosamente!. Que se haga justicia porque Michael lo merece. Él mas que nadie lo necesita, y quienes lo amamos, también!.

Gracias.
 
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