• Cambios en el aspecto y funcionamiento del foro. Ver detalles

Ha muerto Pappo

Es que no me lo puedo creer...

La Naciòn,Sabado 26 de febrero de 2005

El rock perdió su guitarra

El músico al que B.B. King calificó como el "mejor guitarrista de América latina" y que fue uno de los pioneros del rock en castellano, murió ayer en un accidente





eplAD("Left1", "");
eplAD("Left2", "");



Norberto "Pappo" Napolitano murió en los primeros minutos de ayer, en el kilómetro 71 de la ruta nacional N° 5, en Jáuregui, partido de Luján. El guitarrista fue arrollado por un auto, al caerse de la moto Harley Davidson en la que viajaba.

* * *

"El hombre suburbano sigue su rutina, sin darse cuenta que su vida terminará" ("Hombre suburbano", Pappo´s Blues, 1971).

A quince días de cumplir 55 años, la rutina de Norberto "Pappo" Napolitano consistía en tocar la guitarra y pasear en su reluciente moto Harley Davidson. El rock and roll y los "fierros" fueron su pasión y su debilidad. "Nosotros nacimos en el lugar equivocado con respecto al rock: no es folklore de nuestro país y nunca fue popular, ni siquiera hoy en día la gente lo ha podido asimilar. Sin embargo, hay un submundo o mundo subterráneo que lo acepta y vive con su filosofía, con las motos, las camperas de cuero negro, los bailes nocturnos y las guitarras eléctricas al mango. Somos una especie de secta sin fines de lucro, sin fines políticos, sin fines religiosos, y lo único que nos hace vivir es seguir latiendo con la pasión del rock and roll", dijo Pappo un par de años atrás.

Engranaje fundamental y fundacional del rock nacional, el "Carpo" atravesó en forma diagonal la historia del género: participó de las bandas más importantes de fines de los años 60; construyó su propio grupo de blues y rock a imagen y semejanza de Jimi Hendrix en los 70; a su pesar, se convirtió en el primer hombre de negro con tachas en el país con la llegada de la década del 80; fue reconocido por los padrinos bluseros norteamericanos en los 90, y el nuevo milenio lo había encontrado en buena forma, con ganas de "encauzar" su carrera artística a través de un álbum en el que homenajeó a sus "ángeles de la guarda", el mismo disco en el que Pappo se imaginó compartiendo en el cielo una mesa de truco junto a Steve Ray Vaughan, John Lee Hooker, Muddy Watters, Robert Johnson y Jimi Hendrix.

Desde el inicio

Asiduo visitante de la segunda versión de La Cueva, en 1967, con apenas 17 años, formó parte de los primeros Abuelos de la Nada y, poco después, grabó el bajo de "El oso" en el disco "30 minutos de vida", de Moris. Editó su primer tema como solista para un compilado del mítico sello Mandioca (con Luis Alberto Spinetta en segunda guitarra) y, en 1969, se sumó a la nueva formación de Los Gatos. "Después de mi paso por Los Abuelos de la Nada, automáticamente entré en Los Gatos, que era el grupo número uno de acá. Grabamos «Rock de la mujer perdida»" y ya estaba haciendo rock. Mi influencia en la banda hizo que Los Gatos cambiaran un poco la temática. De un grupo de canciones melódicas con sonido a rock pasó a ser rock, directamente", comentó sin falsa modestia a LA NACION, durante una entrevista en 2000, mientras festejaba sus 30 años de carrera con un álbum doble que incluía versiones de temas suyos grabados junto a La Renga, Divididos, Almafuerte, Andrés Calamaro, Viejas Locas, Los Piojos, Vicentico y Flavio Cianciarullo, de Los Fabulosos Cadillacs, A.N.I.M.A.L., Adrián Otero, de Memphis, Moris, Antonio Birabent, Juanse y Vitico, entre tantos otros admiradores de su técnica sin parangón.

Tras la separación de la primera agrupación de rock del país y de su participación en el debut solista de Spinetta (dos de los temas de "Spinettalandia y sus amigos" son suyos) es tentado por Billy Bond para integrar La Pesada, pero el joven "mago de la guitarra" decide armar Pappo´s Blues, banda con la que dejó uno de los legados más importantes del rock suburbano. "Me voy porque acá no pasa nada. Voy a los Estados Unidos a tocar con músicos de blues. Lo único que me interesa es tocar blues. Siempre dije que me voy a morir tocándolos", decía por aquellos años.

Entre idas y venidas del Primer Mundo (donde conoció a John Bonham, baterista "bonzo" de Led Zeppelin, tocó con Lemmy Kilminster mientras formaba Motörhead y salió de gira con Peter Green), a mediados de los 70 formó Aeroblues y, al cierre de la década, se embarcó en una nueva travesura: "Me informé mucho en Inglaterra acerca del heavy metal y cuando volví quería hacer algo con una imagen y un sonido bien definido, un grupo fuerte. Hasta ese momento ninguna banda en la Argentina había encarado la música de esa manera", recordó Pappo apenas seis meses atrás, durante otra entrevista con LA NACION.

En noviembre de 1980 se llevó a cabo el show "Adiós Pappo´s Blues-Bienvenido Riff". "A Pappo no le gustaba mucho la idea de tener un look, de ponernos las camperas de cuero y las tachas y todo eso. El quería salir a tocar en camiseta", dijo alguna vez Michel Peyronel, baterista del grupo que muchos consideran el primero en hacer heavy metal en la Argentina (la formación clásica de Riff se completaba con Vitico en bajo y Boff en segunda guitarra).

Amante de los autos, las motos y la tradición familiar, tenía un taller mecánico en la Paternal, barrio del que nunca se mudó (vivió con su madre hasta que ésta falleció a fines de los 90). Sostuvo su ego a base de solos de guitarra irrepetibles y su mal genio provocó escándalos y polémicas de todo tipo: desde aquella guitarra que le había obsequiado Spinetta y que al poco tiempo vendió ("le regalé la guitarra con la que compuse las canciones más hermosas que hice para Almendra. Para mí era una forma de mostrarle a Pappo que no existían solamente las guitarras con el volumen al mango... Me fui a Europa y a los dos días se la ofreció a Litto Nebbia por 160 lucas", contó el Flaco en 1977) y la eterna rencilla con Charly García ("Sui Generis eran unos blanditos"), hasta la piña que le dio al músico Lucas Martí (ex A Tirador Láser) y por la cual continuaba procesado, pasando por los conciertos de Riff con desmanes entre el público, sus declaraciones cargadas de prejuicios y acusaciones de "fascista". Un cabrón con una guitarra en el corazón y hombre de un solo amor: su madre, a quien en los años 90 le dedicó la grabación del que se convertiría en uno de sus temas más populares, "Mi vieja" (que no fue compuesta por él, sino por Sebastián Borensztein, hijo de Tato Bores).

En épocas menemistas se cruzó tanto con B.B. King (que lo presentó como "el mejor guitarrista de América latina" y lo llevó a tocar al Madison Square Garden) como con Araceli González (con quien compartió la tira televisiva "Carola Casini"), Omar Fassi Lavalle y Jorge "Corcho" Rodríguez (otro apasionado por las motos que se encargó de la producción ejecutiva de su último álbum); produjo varios sucesos mediáticos (como cuando se cruzó verbalmente con DJ Deró en el programa "Sábado Bus", conducido por Nicolás Repetto); armó y desarmó a Riff y a Pappo´s Blues a su antojo y cumplió el sueño de recorrer en moto la legendaria ruta 66 norteamericana junto al actor Juan Palomino.

"En la música hay varias categorías, que empiezan por el blues; el que se cansa de hacer blues, pasa al rock; el que se cansa de hacer rock pasa al progresivo; el que se cansa del progresivo pasa a la música elaborada; el que se cansa de la música elaborada pasa a la música electrónica, y el que se cansa de la música electrónica se vuelve loco", sentenció con su voz ronca, acompañada de esa carcajada socarrona de terror, ya marca registrada.

"Fiesta cervezal", "Siempre es lo mismo, nena", "Susy Cadillac", "Blues de Santa Fe", "El tren de las 16", "Mi vieja", "Macadam 3?2?1?0", "El brujo y el tiempo", "Desconfío", "Blues local", "El hombre suburbano", "Pantalla del mundo nuevo", "Pobre Juan", "La espada sagrada"... la lista de los temas más populares de Pappo es interminable y, al mismo tiempo, el mejor recuerdo para este hombre desprolijo y "mal llevado" que marcó a fuego, generación tras generación, a los músicos de rock argentino que seguirán entonando eso de "loco, no te sobra una moneda? esta noche toca Pappo, no me lo puedo perder".

Por Sebastián Ramos
De la Redacción de LA NACION
 
Arriba