Lisa Marie Libro - Extractos MJ “Desde aquí a lo desconocido” - Final
“Michael deseó tener hijos con mi madre desde el primer momento en que estuvieron juntos, pero ella no se sintió nunca muy segura al respecto. No tenía la misma sensación que tuvo con mi padre.
Lo de tener hijos o no supuso, desde el principio, un conflicto esencial en su matrimonio. Sé que, de vez en cuando, Michael le decía: «Si no vas a tener hijos conmigo, buscaré a otra que sí quiera». También le decía: «Debbie Rowe me ha dicho que quiere tener hijos conmigo».
A lo cual mi madre respondió celosa: «Pues ve a follarte a Debbie Rowe». Lo único que yo sabía de Debbie era que se trataba de una señora amable que me ayudaba con mis infecciones de oído.”
“Durante un año, más o menos, estuvieron disfrutando de la emoción del amor reciente y, después, las cosas comenzaron a ir cuesta abajo.
Mi madre empezó a notar que Michael tomaba medicamentos y a ver comportamientos que reconocía de su padre.
Michael comenzó a mostrarse más reservado con ella. Mi madre me dijo que creía que estaba ocultando una adicción. En aquella época, ella era
muy contraria a las drogas. Asistía a manifestaciones por las calles de Washington para protestar por el uso de medicamentos en la psiquiatría infantil. El hecho de que ella empezara a plantearle más preguntas sobre su adicción provocó muchos roces. Fue el comienzo de muchas discusiones y él dejaba de hablarle durante varios días.
Sé que hubo una pelea especialmente grave: uno de ellos le lanzó un plato de fruta al otro. Los dos tenían mucho impetu y un carácter fuerte.
Los dos se fueron volviendo más paranoicos y se creían los rumores que les contaban.
Durante la gala de los MTV Video Music Awards de 1994, ella no tenía ni idea de que iba a besarla hasta que ocurrió. Al final, terminó pensando:
¿Acaba de hacer eso para la prensa? ¿Se había convertido Michael en otra versión de aquel primer amor que había vendido unas fotos en el parque? Aquello prendió el temor de que quizá solo estaba con ella porque era la hija de Elvis, un adorno. Dejó de fiarse de él. Creía que Michael tampoco confiaba ya en ella y él sabía que mi madre era consciente de su adicción.
La desconfianza de mi madre hacia la gente que la rodeaba no hizo más que ir en aumento. En un momento dado, Michael estuvo desaparecido durante varios días y mi madre no podía localizar-lo. Se puso en contacto con su círculo cercano, pero nadie le decía nada.”
“Alguien le había dicho a mi madre que Michael estaba pensando en pedir el divorcio, pero que sería mejor que ella lo hiciera antes. En 2010, mi madre le contó a Oprah que había tomado la decisión de irse porque veía movimiento de drogas y médicos, y eso la asustaba y le hacía recordar lo que había sufrido con su padre.
Así que pidió el divorcio. Pero lo cierto era que Michael no había tenido nunca la intención de divorciarse. Fue como en Romeo y Julieta, el veneno bebido por error. Michael estaba tremendamente dolido y mi madre hizo todo lo posible por ponerse en contacto con él por teléfono y escri-biéndole. Pero se negaba a hablar con ella.
Mi madre siempre decía que fue así como aprendió a hacerle el vacío a la gente, gracias a Michael.
Al final, empezaron a hablarse y a verse de nuevo.
Tuvieron una especie de relación tóxica de idas y venidas. El le dijo que se iba a casar con Debbie porque quería tener hijos. El divorcio se formalizó en agosto de 1996 y Michael se casó con Debbie a los tres meses. Pero continuamos yendo a Never-land.
No estoy del todo segura de qué es lo que había entre mi madre y Michael. No sé si seguían acostándose o no, pero, desde luego, sí que íbamos mucho allí.
En 1997, mi madre nos llevó a Sudafrica, donde vimos actuar por última vez a Michael. (Estuvimos sentados en el lateral del escenario durante la actuación y él nos sacó a mí y a otros niños a escena durante la canción «Heal the World»).
Durante el trayecto hacia el concierto, nuestro avión privado estuvo a punto de estrellarse. Hicimos un aterrizaje de emergencia en un pueblo en mitad de la nada. Estar al borde del desastre fue para mi madre como un mal augurio.
Después de Sudáfrica, fue consciente de que tenía que poner fin a aquello, fuera lo que fuese, en que se había convertido esa relación. No era buena para ella y sacó a Michael de su vida.”
“Nosotros llamábamos «Mimi» a Michael, porque mi hermano no podía pronunciar su nombre. Era una leyenda y a ella le recordaba a su padre. Me dijo que el único que había logrado acercarse a ser lo que fue Elvis era Michael.
Al principio no sabíamos si estaban viviendo un romance o si era solo un amigo que traía algunas veces. (Yo bromeaba diciendo que siempre encontró la forma perfecta de presentarnos a sus diferentes maridos). Con Mimi, igual que pasó con otros, ya salíamos por ahí y hacíamos actividades
juntos mucho antes de que ella nos confesara que mantenían una relación.
No recuerdo el momento en que me dijo que se iban a casar, pero sí cuando empezó a quedarse a dormir.
Cuando venía, el mundo de ella se paraba.
Sonaba el timbre de la verja de entrada y una voz decía: «MJ está aquí». El trayecto en coche desde la verja de entrada a nuestra casa era de unos seis minutos; en ese tiempo mi madre no paraba de ir de acá para allá como una loca para retocarse los labios y el maquillaje.
El entraba por la puerta de atrás, a través de la cocina. Normalmente la encimera estaba cubierta de pilas de acuerdos de confidencialidad y tabloides (OK!, Star, National Enquirer, Globe) que sus asistentes le dejaban allí para que mi madre leyera todo lo que escribían sobre ella. Pero cuando Michael venía de visita, ella hacía que guardaran las revistas y a él nunca le pidió que firmara un acuerdo de confidencialidad. Probablemente fue la única excepción.
Michael y mi madre se convirtieron en un bombazo enseguida. Cuando pasaba algo importante en nuestras vidas, cosas que hacían que la prensa se volviera loca, ella nos sacaba del colegio y teníamos que quedarnos en casa hasta que las aguas se calmaban un poco. Cuando volvíamos a clase, había seguridad afuera durante todo el día.
Y, si yo iba a dormir a casa de algún amigo, el personal de seguridad esperaba afuera toda la noche también. A mi madre le afectaba mucho lo que la gente escribía sobre ella. No tenía hermanos con
los que compartir esa carga, nadie que entendiera cómo era de verdad. Era la princesa de América y a la vez no quería serlo.
Su reticencia solo conseguía que la caza fuera más interesante para la prensa. Había fotógrafos en los árboles. Mi padre siempre estaba empujando o peleándose con alguno.
Durante toda su vida, mi madre intentó alejarse de todo eso. Pero, por paradójico que pueda pare-cer, se enamoró de Michael Jackson.
Cuando Michael empezó a formar parte de nuestras vidas, la fama creció exponencialmente.
Creo que nadie previó el nivel al que iba a llegar.
Mi madre no, sin duda. Muy pocas veces pensaba de antemano en las consecuencias.
Michael y mi madre se casaron en la República Dominicana veinte días después de que ella obtuviera el divorcio de mi padre. Posteriormente declaró a la revista Playboy que no se lo contó a nadie, ni siquiera a su madre, hasta que Priscilla la llamó informándole: «Hay helicópteros sobrevolando mi casa y volviéndome loca. Dicen que te has casado con Michael Jackson».
A lo que mi madre se limitó a contestar: «Sí, eso acabo de hacer».”