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Adios a los hombres!

Adiós a los hombres
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Los espermatozoides están desapareciendo y, junto con ellos, la fertilidad masculina. El maltrecho cromosoma Y, la marca genética del macho, se convierte en el principal sospechoso.
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[/font]En 1999, el Grupo de Investigación en Salud Sexual y Reproductiva de la Universidad del Norte, de Barranquilla, convocó a padres y educadores de 161 de adolescentes para hacerles una propuesta que sonó algo indecente. Los investigadores querían estudiar bajo el microscopio el semen de los muchachos, pero lejos de cualquier mal pensamiento –salvo los necesarios para que los jóvenes pudieran cumplir su solitaria parte en la misión–, el objeto de la solicitud era ampliar los conocimientos sobre la fertilidad masculina. Los problemas para concebir ya afectaban a 80 millones de personas y a una de cada 10 parejas en el mundo, y la mayor parte de las sospechas recaían en los hombres.

Las bendiciones de un comité de ética y las charlas educativas convencieron a los padres de la importancia de saber si el problema comenzaba en la adolescencia, y los muchachos, como era previsible, no se hicieron rogar. Dos años después, el trabajo arrojó cifras preocupantes. El 15% de los jóvenes nunca llegaba a desarrollar su capacidad reproductiva: eyaculaban menos de 20 millones de espermatozoides por mililitro, una cantidad que suena a derroche, pero que en la práctica es como una moneda con hiperinflación. A la luz del estudio, el futuro tampoco lucía muy fecundo. Cuando el grupo comparó el promedio de los jóvenes estudiados con los de otro estudio similar realizado en 1995, se observó una reducción del número de espermatozoides de 280 millones a 175 millones por mililitro de semen.

El grupo barranquillero es consciente de que una reducción de tal magnitud justifica hacer otro estudio, pero su conclusión, en esencia, concuerda con más de 60 trabajos similares hechos en el mundo. Aunque no en las mismas proporciones que el delfín rosado o el oso de anteojos, varios investigadores sospechan que los espermatozoides –y sus portadores– también están en vías de extinción.



Otra globalización

Las primeras sospechas de que la fertilidad masculina iba en descenso surgieron a finales de la década de los 30 y, con el tiempo, han encontrado asidero. Un trabajo de la Unidad de Biología Reproductiva de Edimburgo (Escocia), encontró que mientras el promedio de espermatozoides de los hombres nacidos en esta región hacia los años 60 era de 300 millones, el de los nacidos en la década de los 70 era de 220 millones por mililitro. Poco después, los investigadores del Centro Hospitalario de la Universidad de Bicetre (Francia) contaron los espermatozoides de 1.300 parisinos que habían donado su semen a distintos bancos, y encontraron que, de 1973 a 1993, la concentración se había reducido de 89 millones a 60 millones por mililitro.

Algunos estudios han atribuido la variabilidad en los números a factores como la época del año en que se hacen las mediciones, y a diferencias geográficas, e incluso hay conteos que encuentran un aumento sostenido –por ejemplo, en Estados Unidos–. Sin embargo, las cifras globales suelen mostrar reducción y, más allá del número de espermatozoides, un dato incontrovertible es que los centros de reproducción asistida cada día tienen más clientela masculina.

Históricamente, los médicos se han preocupado más por la reproducción femenina que por la masculina. Durante años, una erección y una eyaculación descartaban cualquier señal de alarma y eran suficiente argumento para buscar la causa de la infertilidad en la mujer, pues las probabilidades así lo indicaban. Sin embargo, los estudios recientes prevén que la infertilidad masculina pronto alcanzará las mismas cifras de la femenina, que está en alrededor del 17% de las mujeres en edad de concebir.

Los especialistas han identificado varias causas. Por ejemplo, las infecciones del tracto urinario y las de transmisión sexual a menudo provocan obstrucciones en los conductos que transportan los espermatozoides. Otras causas del problema son el déficit de testosterona, la inflamación de los testículos o la presencia de testículos criptorquídicos (aquellos que no descienden durante el desarrollo).



La infertilidad masculina alcanzará las mismas cifras de la femenina, que está en 17%.



La temperatura juega un papel fundamental en la reproducción. Los testículos son los refrigeradores de los espermatozoides, y eso explica por qué están fuera del cuerpo. El aumento de la temperatura de esta zona por encima de 35 grados centígrados provoca una especie de holocausto. Por eso, los hombres que permanecen sentados, que trabajan en sitios calientes o que usan pantalones ajustados, son una población en riesgo.

La mitad de los casos de escasez de espermatozoides tiene una causa bien conocida: el varicocele, es decir, la dilatación de las venas que drenan la sangre de los testículos. Cuando esto ocurre, el riego sanguíneo aumenta, se eleva la temperatura de la zona y se produce un daño total o parcial –a veces irreversible– en la producción de espermatozoides. El problema se puede resolver con una cirugía, pero el dilema es cuándo operar, pues el varicocele muchas veces es indoloro y no promueve la consulta médica.

En estos casos, un espermograma –la prueba que cuenta los espermatozoides, observa su movilidad y detecta anomalías– permite un diagnóstico más certero que el tacto. De hecho, hay una corriente de la medicina que sugiere convertir esta prueba en rutina desde la adolescencia. Si el volumen de espermatozoides va en descenso –cualquiera sea el motivo–, habría un elemento de juicio para mandar a congelarlos, para acelerar la decisión de tener hijos o para corregir quirúrgicamente el varicocele.



El cromosoma maldito

Pero ¿qué es lo que ha cambiado para que la infertilidad masculina se haya disparado? Parte de la culpa la tienen las infecciones sexuales, que han aumentado. Otra parte la tienen los pesticidas de los cultivos, los químicos del ambiente y los aditivos de la comida. "Consumimos muchas sustancias que están afectando el sistema endocrino reproductivo –asegura el andrólogo Fernando Vásquez, director del grupo de la Universidad del Norte–. La alimentación afecta las hormonas, lo que produce exceso de radicales libres y provoca daño en el testículo".

Los tóxicos medioambientales se consideran la causa más importante del aumento de la infertilidad masculina en los últimos 20 años. Los especialistas han observado que las hormonas presentes en los animales que se consumen como alimento y las partículas resultantes de la producción de plásticos, champúes y antisolares, entre otros, son absorbidos por el organismo masculino. "En la vida cotidiana, el hombre está rodeado de muchas sustancias estrogénicas que repercuten negativamente en la producción de espermatozoides", añade Vásquez.



"Estamos consumiendo muchas sustancias que afectan el sistema endocrino reproductivo". Fernando Vásquez, andrólogo.

Pero, las circunstancias no habrían resultado tan adversas si los genes no hubieran movido sus fichas. Los científicos han visto que el cromosoma Y (el que determina el factor masculino) se ha debilitado a lo largo de la evolución y se ha llenado de mutaciones que predisponen enfermedades relacionadas con el desempeño reproductivo del varón. Sólo hacía falta que el ambiente y el estilo de vida encendieran esos genes.

Es La maldición de Adán, según el título de un libro del profesor de genética de la Universidad de Oxford (Inglaterra) Bryan Sykes, publicado el año pasado. El asunto es que ese cromosoma al que se le atribuyó la fuerza, la capacidad de conquistar tierras y mujeres, pese a su fachada, es una ruina genética y se va a extinguir en unos 100.000 ó 200.000 años.

Este trozo de ADN se ha convertido en una especie de vertedero a donde va a parar toda la basura genética. Y lo peor: el cromosoma Y nunca ha sido capaz de curarse a sí mismo. "A diferencia de los cromosomas X (los que determinan el sexo femenino), que se emparejan e intercambian genes para minimizar las mutaciones perjudiciales, el cromosoma Y, que no tiene pareja, no puede reparar los daños infligidos por las mutaciones que se siguen acumulando", escribe Sykes.

Probablemente la evolución opte por enviar los genes que determinan el sexo masculino a un cromosoma más estable, los rescate de su ruina, y deje que el cromosoma Y se esfume definitivamente. Pero si esto no ocurre, las mujeres serán las encargadas de llevar las banderas de la humanidad, pues, en teoría, el macho no es imprescindible para que ellas se reproduzcan.



Esterilidad hereditaria

En 1992 la ciencia creyó haber encontrado una solución para los hombres que ya habían dado ese "salto evolutivo". Fue la técnica de reproducción asistida llamada ICSI (inyección intracitoplásmica de espermatozoides), una versión de la fertilización in vitro en la que se introduce el espermatozoide paralítico dentro del óvulo y en la que se cumple la paradoja de hacer heredable la esterilidad.

En un trabajo del Centro Colombiano de Fertilidad y Esterilidad (Cecolfes) y la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos), los investigadores identificaron que los niños concebidos mediante ICSI tenían una probabilidad de 50% de nacer con los genes defectuosos que obligaron a su padre a acudir a este recurso. "El problema no es sólo la infertilidad –dice Clara Esteban, directora de Biogenética Molecular de Cecolfes–, sino el hecho de que esas mutaciones predisponen algunos tipos de cáncer y enfermedades degenerativas masculinas".

El tema ha puesto a los especialistas en reproducción ante un dilema ético. "Uno no puede negarle a una persona su deseo de ser padre, más aun si tiene los medios para conseguirlo –dice Elkin Lucena, el pionero de la fertilización in vitro en Latinoamérica–. El deber del especialista en este caso es advertirles a los futuros papás que su problema puede pasar a la siguiente generación". Otra alternativa que plantea Lucena es hacer un diagnóstico genético a los embriones y conjurar el riesgo utilizando sólo los que serán mujeres.

También es probable que los científicos encuentren en un futuro la ma- nera de frenar la decadencia del aquel cromosoma maldito, de estimular la proliferación de espermatozoides o aprendan a darles aliento. Incluso, es probable que la evolución le dé al factor masculino una segunda oportunidad sobre la tierra. Todo puede mejorar, pero ya parece irreversible que los machos que hacen alarde de su sexo fuerte tengan que bajarse de su nube.





Olimpíadas seminales

Endemol, la creadora de Gran Hermano, acaba de anunciar su próximo escándalo. Con sus nuevos programas –Make me a Mum (haz de mí una madre), en Gran Bretaña, y Sperm Race (carrera de esperma), en Alemania– demostrarán lo lejos que han llegado las preocupaciones por la esterilidad y la fertilidad en la sociedad.

La idea es que una mujer elija el padre de su hijo entre 1.000 candidatos. Cuando lo haya hecho, el programa buscará un compatible genético. Los dos hombres –o mejor, sus espermatozoides– competirán en una carrera en busca del óvulo. Una nueva tecnología alemana permitirá observar el recorrido del esperma tras la inseminación artificial.

La productora asegura que su propuesta es de interés científico, pero las asociaciones defensoras de la familia han advertido que no hay nada más próximo a la prostitución. Sin duda, no debe de ser fácil, para el menor que resulte del concurso, asimilar el hecho de que su madre lo concibió en medio de un espectáculo televisado.





Decálogo del semental



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[/font]Para prevenir la esterilidad, los hombres deben tener en cuenta estas normas:

1. Evitar las infecciones de transmisión sexual (el condón es un gran aliado).

2. Realizarse un espermograma terminada la adolescencia.

3. Descartar por examen médico y doppler la presencia de varicocele testicular.

4. Estar atento de cualquier cambio de volumen o consistencia de los testículos.

5. Vestir ropa suelta y evitar las altas temperaturas (el sauna y el baño turco son fatales).

6. No fumar y abstenerse de consumir drogas sicoactivas.

7. Reducir el consumo de licor o de sustancias estimulantes anabólicas.

8. Evitar la obesidad, pues produce disminución de la testosterona.

9. Aumentar el consumo de antioxidantes como el zinc (presente en granos, fríjoles, leche y carne) y las vitamina E, C.

10. Aumentar el consumo de ácidos grasos tipo omega 3, como los presentes el pescado, pues son parte de la membrana del espermatozoide.

http://www.cambio.com.co/html/cambio_vida/articulos/2752/


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Es La maldición de Adán, según el título de un libro del profesor de genética de la Universidad de Oxford (Inglaterra) Bryan Sykes, publicado el año pasado. El asunto es que ese cromosoma al que se le atribuyó la fuerza, la capacidad de conquistar tierras y mujeres, pese a su fachada, es una ruina genética y se va a extinguir en unos 100.000 ó 200.000 años.
Probablemente la evolución opte por enviar los genes que determinan el sexo masculino a un cromosoma más estable, los rescate de su ruina, y deje que el cromosoma Y se esfume definitivamente. Pero si esto no ocurre, las mujeres serán las encargadas de llevar las banderas de la humanidad, pues, en teoría, el macho no es imprescindible para que ellas se reproduzcan.
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Que fuerte lo del programa de endemol, ya nos e a donde vamos a llegar... Despues hablan de los padres-madres gays , por favor , esto si que es fuerte y son Heteros... ( como el marido que degolló ayer a su mujer en anadalucia, etc etc, padres ejemplares que dejan a niños huérfanos :ains: )- Living la vida loca como diria ricky martin...
 
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