Michael Jackson, la venganza mediática
MIGUEL CRUZ TEJADA
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No cabe la menor duda de que el “Rey del Pop” Michael Jackson, es uno de los ídolos más sólidos con que cuenta la industria del entretenimiento mundial.
Ignoro, si su excéntrica conducta —que ha sido objeto de estudios sociológicos— se debe al impetuoso salto, que como les ha ocurrido a otras estrellas del espectáculo y el deporte, lo catapultó de la humildad y la línea de pobreza al pináculo de la fama universal y a la fortuna. Para muchos sicoanalistas, esa combinación puede resultar una bomba de tiempo en algunos que como Mike Tyson por ejemplo, no han podido asimilar el brusco cambio que marca la evolución de la nada a la posibilidad de tenerlo todo.
Es cierto que más de una súper estrella se ha alocado, cuando especialmente su ascenso se produce de manera meteórica. Quizás se deba a la falta de formación, a deficiencias culturales o a profundos traumas que se arrastran desde miserables infancias, que se acumulan con el tiempo y que hacen explosión en etapas luminosas, de éxitos y de abundancia.
Esas estrellas, le han mostrado al mundo que han querido tenerlo y hacerlo todo al mismo tiempo, por lo que sus carreras a más de estrellarse en la realidad, se liquida paulatinamente. El caso de Oscar de la Hoya, tal vez no sea una excepción, pero la metodología en la administración de su carrera que “El Niño de Oro”, ha dado a su imagen pública y a sus finanzas, lo conservan como un ejemplo a seguir.
No se —su biografía no lo registra— si las condiciones artísticas de Michael, están por encima de sus niveles educativos, pero su historial revela que fue tratado con “mano dura” por su padre, el señor Joseph Jackson, un negro de Indiana que vio nacer al que más tarde se convertiría en niño prodigio de la música norteamericana el 29 de agosto de 1959. A los cuatro años, ya Michael se convertía en una figura de renombre, después que en 1963 debutara con el tema de la serie “Sonrisas y lágrimas”, para posteriormente convertirse en la estrella del frente de los “Jackson Five”, el grupo creado por su padre, quien también era el manager del conjunto.
Es posible que durante ese tiempo, tanto Michael como sus hermanos y hermanas, entre ellos otra excéntrica llamada Latoya, se sintieran económicamente explotados o posiblemente, agradecidos eternamente por haber recibido las oportunidades que han conseguido. El papá, se transformó de un compón guitarrista del grupo “The Falcons” a un próspero manejador que comenzó a cosechar cientos de miles de dólares por el trabajo de sus hijos.
En los subways de Nueva York he visto familias negras en un solo conjunto, pero sin la misma suerte que los Jackson. Como no he vivido nunca en Indiana, ignoro cómo piensan los negros de allá, pero muchas de las actuaciones de Michael y algunos de sus hermanos, especialmente Latoya, me dan una idea somera idea.
Lo primero es que Michael ha demostrado es que nunca quiso ser negro e invirtió millones inyectándose la piel, rebajándose la nariz y luchando por conseguir mujeres blancas y rubias. Ello, aún con el rechazo de un importante sector de los afroamericanos, no le restó apoyo y hoy, es el artista con mayor cantidad de discos vendidos en la historia de este país y el mundo.
Desde “Thriller” que a partir de 1982, lo convierte en un mito del Pop, superando incluso a Elvis Presley, con el volumen de casi 50 millones de copias vendidas, hasta “Victory” (1984), “Bad” (1989), “Dangerous” (1991), con los temas “Blanco o negro” y “Dentro del closet” (este último dedicado a homosexuales, bisexuales y lesbianas) y “History” en 1995 que recopiló sus éxitos más aclamados, Jackson, ha sido el “monstruo sagrado” en ese renglón.
Sus excentricidades, al igual que las de muchas otras estrellas mundiales, no puede restarle brillo a su luminosa carrera artística. Se le considera también uno de los astros que más dinero dona a causas benéficas y proyectos sociales.
Aunque su imagen sufrió un duro golpe en 1993 tras las acusaciones que le hiciera un menor a cuya familia hizo millonaria pagándole 15 millones de dólares, para arreglar el asunto fuera de corte, ello no necesariamente implica que fuera culpable de los cargos.
No lo disculpo ni lo defiendo. La motivación al escribir este artículo, me brotó al comparar el caso de Jackson, con una serie de historias parecidas a todos los niveles sociales, en los que desde acosos sexuales por parte de mujeres que después acusan, hasta la utilización de menores para que mientan, con el propósito de hacer daño deliberado, se han verificado en más de una oportunidad. Es posible que usted, que me lee en este momento, haya sido una víctima de esas bajezas humanas.
La reciente acusación contra Michael deberá probarse en corte, pero en el fondo, percibo que como él figura en la lista “negra” de los medios sensacionalistas de farándula a los que raras veces concede entrevistas, informaciones o acceso, la venganza mediática está presente. A eso se acostumbra con quienes como José Canseco —admitido públicamente por el pelotero se mantienen alejados de la prensa— considerando erráticamente que la “buitrada” de los medios “entorpece” sus vidas.
El caso de Michael Jackson, con los despliegues espectaculares que se han hecho, el manejo de primera plana que en los medios del mundo ha recibido su expediente y hasta el prejuicio de muchos “analistas” de condenarlo al margen de la corte, evidencian que lo pienso.
Los detalles de esta nuevamente abrumadora historia que lo envuelve con acusaciones, defensores y detractores, huelgan citarlos, porque ya todos los conocemos.
“Nadie es culpable hasta que no se demuestre lo contrario”. Y la culpa o la inocencia de Michael Jackson, deberá quedar lo suficientemente diáfana en el tribunal de Santa Bárbara, California, cuando éste —si es que no hay una variante sustancial de aquí a enero— tenga que dar la cara ante el estrado.