«Estamos contigo. Vas a poder ver siempre un bigote junto a ti»
PEDRO RODRÍGUEZ, CORRESPONSAL/
WASHINGTON.
No llega al nivel de Tony Blair pero José María Aznar es un personaje recurrente en el nuevo y comentado libro de Bob Woodward, el célebre periodista del «Watergate» que ha dedicado su última entrega sobre las interioridades del Gobierno de EE.UU. a los prolegómenos de la guerra contra Irak. Entre las páginas de «Plan de Ataque» -que demuestra un monumental acceso a toda clase de notas, transcripciones, documentos y testimonios- es posible vislumbrar la estrecha relación forjada entre el ex presidente del Gobierno español y George W. Bush.
Quizá el pasaje más revelador (página 403) sea una conversación telefónica mantenida entre Moncloa y la Casa Blanca el viernes 21 de marzo de 2003, segundo día completo de combates en Irak. El presidente de EE.UU. relata a su aliado español cómo 48 horas antes había dado las órdenes de invasión a través de una tele-conferencia con el general Tommy Franks. Detectando el peso de tan difícil decisión, José María Aznar insiste a su amigo americano: «Nunca te sientas solo en momentos como estos. Sabes que hay muchos de nosotros que estamos contigo». Bush responde: «Lo tengo clarísimo». Y Aznar remata: «Cada vez que te sientes acuérdate de que estamos contigo. Vas a poder ver siempre un bigote junto a ti».
Favores mutuos
El libro de Woodward, en el capítulo 34, también ilustra los favores mutuos que se hicieron Bush y Aznar para afianzar sus difíciles posiciones antes del uso de la fuerza contra Irak. En otra conversación telefónica realizada el lunes 17 de marzo del año pasado, justo antes de anunciar su ultimátum a Bagdad, George W. Bush solicita a Aznar que utilice su influencia para pedir al presidente de Chile, Ricardo Lagos, que «no intente ninguna maniobra de última hora» en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Aznar se compromete a trasladar esa petición a Lagos y al mismo tiempo requiere del presidente de EE. UU. el siguiente favor: «Mira, realmente me ayudaría mucho si llamas a Juan Carlos. Sólo para fichar». Bush responde: «Gran idea». Antes de anunciar el ultimátum por televisión, el presidente de Estados Unidos se pone en contacto con el Rey de España: «Majestad, esto es lo que pasa: Vamos a retirar la resolución y voy a hablar al pueblo estadounidense». Según Woodward, el Rey se limita a «agradecer cordialmente» las explicaciones de Bush.
El miércoles 19 de marzo del 2003, el presidente de EEUU tiene la deferencia de confirmar a su amigo Aznar (página 382) que el ataque a Irak ya ha comenzado de forma subrepticia con la infiltración de múltiples unidades de comandos detrás de las líneas enemigas. Durante una conversación de veinte minutos, a las 7:45 de la noche, en Madrid, el líder de Estados Unidos indica con sigilo al presidente del Gobierno español: «Tenemos que hablar en una especie de código. Las cosas están cambiando. Puede que no veas mucho pero es un ritmo diferente».
El relato de Woodward (página 241) también deja en evidencia el limitado inglés de Aznar y el limitado español de Bush, lo cual no es obstáculo para su gran compenetración política. Durante un encuentro celebrado por los dos líderes en la Casa Blanca el 18 de diciembre del 2002, Bush -que es muy aficionado a poner motes- se refiere al primer ministro Sharon como «el toro», en español. Un puntilloso traductor, que les ayuda a comunicarse, recuerda que esa expresión en inglés («bull») puede ser interpretada como estupidez o chorrada. Woodward dice que Aznar parece darse cuenta del doble sentido. Y Bush solventa la confusión asegurando que traducir correctamente la palabra «toro» se ha convertido en «uno de los grandes momentos en la diplomacia».
Fuente: ABC
http://www.abc.es/abc/pg040421/prensa/noticias/Nacional/Politica/200404/21/NAC-NAC-023.asp
PEDRO RODRÍGUEZ, CORRESPONSAL/
WASHINGTON.
No llega al nivel de Tony Blair pero José María Aznar es un personaje recurrente en el nuevo y comentado libro de Bob Woodward, el célebre periodista del «Watergate» que ha dedicado su última entrega sobre las interioridades del Gobierno de EE.UU. a los prolegómenos de la guerra contra Irak. Entre las páginas de «Plan de Ataque» -que demuestra un monumental acceso a toda clase de notas, transcripciones, documentos y testimonios- es posible vislumbrar la estrecha relación forjada entre el ex presidente del Gobierno español y George W. Bush.
Quizá el pasaje más revelador (página 403) sea una conversación telefónica mantenida entre Moncloa y la Casa Blanca el viernes 21 de marzo de 2003, segundo día completo de combates en Irak. El presidente de EE.UU. relata a su aliado español cómo 48 horas antes había dado las órdenes de invasión a través de una tele-conferencia con el general Tommy Franks. Detectando el peso de tan difícil decisión, José María Aznar insiste a su amigo americano: «Nunca te sientas solo en momentos como estos. Sabes que hay muchos de nosotros que estamos contigo». Bush responde: «Lo tengo clarísimo». Y Aznar remata: «Cada vez que te sientes acuérdate de que estamos contigo. Vas a poder ver siempre un bigote junto a ti».
Favores mutuos
El libro de Woodward, en el capítulo 34, también ilustra los favores mutuos que se hicieron Bush y Aznar para afianzar sus difíciles posiciones antes del uso de la fuerza contra Irak. En otra conversación telefónica realizada el lunes 17 de marzo del año pasado, justo antes de anunciar su ultimátum a Bagdad, George W. Bush solicita a Aznar que utilice su influencia para pedir al presidente de Chile, Ricardo Lagos, que «no intente ninguna maniobra de última hora» en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Aznar se compromete a trasladar esa petición a Lagos y al mismo tiempo requiere del presidente de EE. UU. el siguiente favor: «Mira, realmente me ayudaría mucho si llamas a Juan Carlos. Sólo para fichar». Bush responde: «Gran idea». Antes de anunciar el ultimátum por televisión, el presidente de Estados Unidos se pone en contacto con el Rey de España: «Majestad, esto es lo que pasa: Vamos a retirar la resolución y voy a hablar al pueblo estadounidense». Según Woodward, el Rey se limita a «agradecer cordialmente» las explicaciones de Bush.
El miércoles 19 de marzo del 2003, el presidente de EEUU tiene la deferencia de confirmar a su amigo Aznar (página 382) que el ataque a Irak ya ha comenzado de forma subrepticia con la infiltración de múltiples unidades de comandos detrás de las líneas enemigas. Durante una conversación de veinte minutos, a las 7:45 de la noche, en Madrid, el líder de Estados Unidos indica con sigilo al presidente del Gobierno español: «Tenemos que hablar en una especie de código. Las cosas están cambiando. Puede que no veas mucho pero es un ritmo diferente».
El relato de Woodward (página 241) también deja en evidencia el limitado inglés de Aznar y el limitado español de Bush, lo cual no es obstáculo para su gran compenetración política. Durante un encuentro celebrado por los dos líderes en la Casa Blanca el 18 de diciembre del 2002, Bush -que es muy aficionado a poner motes- se refiere al primer ministro Sharon como «el toro», en español. Un puntilloso traductor, que les ayuda a comunicarse, recuerda que esa expresión en inglés («bull») puede ser interpretada como estupidez o chorrada. Woodward dice que Aznar parece darse cuenta del doble sentido. Y Bush solventa la confusión asegurando que traducir correctamente la palabra «toro» se ha convertido en «uno de los grandes momentos en la diplomacia».
Fuente: ABC
http://www.abc.es/abc/pg040421/prensa/noticias/Nacional/Politica/200404/21/NAC-NAC-023.asp
Última edición: