CARTA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ A BUSH
Artículo de Gabriel García Márquez sobre el 11 de septiembre:
Cómo se siente? ¿Cómo se siente ver que el horror estalla en tu patio y no
en el living del vecino? ¿Cómo se siente el miedo apretando tu pecho, el pánico
que provocan el ruido ensordecedor, las llamas sin control, los edificios que se
derrumban, ese terrible olor que se mete hasta el fondo en los pulmones, los
ojos de los inocentes que caminan cubiertos de sangre y polvo?
¿Cómo se vive por un día en tu propia casa la incertidumbre de lo que va a
pasar? ¿Cómo se sale del estado de shock? En estado de shock caminaban el 6 de
agosto de 1945 los sobrevivientes de Hiroshima. Nada quedaba en pie en la ciudad
luego que el artillero norteamericano del Enola Gay dejara caer la bomba. En
pocos segundos habían muerto 80.000 hombres mujeres y niños. Otros 250.000
morirían en los años siguientes a causa de las radiaciones. Pero ésa era una
guerra lejana y ni siquiera existía la televisión.
¿Cómo se siente hoy el horror cuando las terribles imágenes de la televisión
te dicen que lo ocurrido el fatídico 11 de septiembre no pasó en una tierra
lejana sino en tu propia patria? Otro 11 de setiembre, pero de 28 años atrás,
había muerto un presidente de nombre Salvador Allende resistiendo un golpe de
Estado que tus gobernantes habían planeado. También fueron tiempos de horror,
pero eso pasaba muy lejos de tu frontera, en una ignota republiqueta
sudamericana. Las republiquetas estaban en tu patio trasero y nunca te
preocupaste mucho cuando tus marines salían a sangre y fuego a imponer sus
puntos de vista.
¿Sabías que entre 1824 y 1994 tu país llevó a cabo 73 invasiones a países de
América Latina? Las víctimas fueron Puerto Rico, México, Nicaragua, Panamá,
Haití, Colombia, Cuba, Honduras, República Dominicana, Islas Vírgenes, El
Salvador, Guatemala y Granada.
Hace casi un siglo que tus gobernantes están en guerra. Desde el comienzo
del siglo XX, casi no hubo una guerra en el mundo en que la gente de tu
Pentágono no hubiera participado. Claro, las bombas siempre explotaron fuera de
tu territorio, con excepción de Pearl Harbor cuando la aviación japonesa
bombardeó la Séptima Flota en 1941. Pero siempre el horror estuvo lejos.
Cuando las Torres Gemelas se vinieron abajo en medio del polvo, cuando viste
las imágenes por televisión o escuchaste los gritos porque estabas esa mañana en
Manhattan, ¿pensaste por un segundo en lo que sintieron los campesinos de
Vietnam durante muchos años? En Manhattan, la gente caía desde las alturas de
los rascacielos como trágicas marionetas. En Vietnam, la gente daba alaridos
porque el napalm seguía quemando la carne por mucho tiempo y la muerte era
espantosa, tanto como las de quienes caían en un salto desesperado al vacío.
Tu aviación no dejó una fábrica en pie ni un puente sin destruir en
Yugoslavia. En Irak fueron 500.000 los muertos. Medio millón de almas se llevó
la Operación Tormenta del Desierto. ¿Cuánta gente desangrada en lugares tan
exóticos y lejanos como Vietnam, Irak, Irán, Afganistán, Libia, Angola, Somalia,
Congo, Nicaragua, Dominicana, Camboya, Yugoslavia, Sudán, y una lista
interminable?
En todos esos lugares los proyectiles habían sido fabricados en factorías de
tu país, y eran apuntados por tus muchachos, por gente pagada por tu
Departamento de Estado, y sólo para que tú pudieras seguir gozando de la forma
de vida americana.
Hace casi un siglo que tu país está en guerra con todo el mundo.
Curiosamente, tus gobernantes lanzan los jinetes del Apocalipsis en nombre
de la libertad y de la democracia. Pero debes saber que para muchos pueblos del
mundo (en este planeta donde cada día mueren 24.000 pobladores por hambre o
enfermedades curables), Estados Unidos no representa la libertad, sino un
enemigo lejano y terrible que sólo siembra guerra, hambre, miedo y destrucción.
Siempre han sido conflictos bélicos lejanos para ti, pero para quienes viven
allá es una dolorosa realidad cercana, una guerra donde los edificios se
desploman bajo las bombas y donde esa gente encuentra una muerte horrible. Y las
víctimas han sido, en el 90 por ciento, civiles, mujeres, ancianos, niños
efectos colaterales.
¿Qué se siente cuando el horror golpea a tu puerta aunque sea por un sólo
día? ¿Qué se piensa cuando las víctimas en Nueva York son secretarias,
operadores de bolsa o empleados de limpieza que pagaban puntualmente sus
impuestos y nunca mataron una mosca?
Reenvíala...
¿Cómo se siente el miedo? ¿Cómo se siente, yanqui, saber que la larga guerra
finalmente el 11 de septiembre llegó a tu casa?
Gabriel García Márquez
Artículo de Gabriel García Márquez sobre el 11 de septiembre:
Cómo se siente? ¿Cómo se siente ver que el horror estalla en tu patio y no
en el living del vecino? ¿Cómo se siente el miedo apretando tu pecho, el pánico
que provocan el ruido ensordecedor, las llamas sin control, los edificios que se
derrumban, ese terrible olor que se mete hasta el fondo en los pulmones, los
ojos de los inocentes que caminan cubiertos de sangre y polvo?
¿Cómo se vive por un día en tu propia casa la incertidumbre de lo que va a
pasar? ¿Cómo se sale del estado de shock? En estado de shock caminaban el 6 de
agosto de 1945 los sobrevivientes de Hiroshima. Nada quedaba en pie en la ciudad
luego que el artillero norteamericano del Enola Gay dejara caer la bomba. En
pocos segundos habían muerto 80.000 hombres mujeres y niños. Otros 250.000
morirían en los años siguientes a causa de las radiaciones. Pero ésa era una
guerra lejana y ni siquiera existía la televisión.
¿Cómo se siente hoy el horror cuando las terribles imágenes de la televisión
te dicen que lo ocurrido el fatídico 11 de septiembre no pasó en una tierra
lejana sino en tu propia patria? Otro 11 de setiembre, pero de 28 años atrás,
había muerto un presidente de nombre Salvador Allende resistiendo un golpe de
Estado que tus gobernantes habían planeado. También fueron tiempos de horror,
pero eso pasaba muy lejos de tu frontera, en una ignota republiqueta
sudamericana. Las republiquetas estaban en tu patio trasero y nunca te
preocupaste mucho cuando tus marines salían a sangre y fuego a imponer sus
puntos de vista.
¿Sabías que entre 1824 y 1994 tu país llevó a cabo 73 invasiones a países de
América Latina? Las víctimas fueron Puerto Rico, México, Nicaragua, Panamá,
Haití, Colombia, Cuba, Honduras, República Dominicana, Islas Vírgenes, El
Salvador, Guatemala y Granada.
Hace casi un siglo que tus gobernantes están en guerra. Desde el comienzo
del siglo XX, casi no hubo una guerra en el mundo en que la gente de tu
Pentágono no hubiera participado. Claro, las bombas siempre explotaron fuera de
tu territorio, con excepción de Pearl Harbor cuando la aviación japonesa
bombardeó la Séptima Flota en 1941. Pero siempre el horror estuvo lejos.
Cuando las Torres Gemelas se vinieron abajo en medio del polvo, cuando viste
las imágenes por televisión o escuchaste los gritos porque estabas esa mañana en
Manhattan, ¿pensaste por un segundo en lo que sintieron los campesinos de
Vietnam durante muchos años? En Manhattan, la gente caía desde las alturas de
los rascacielos como trágicas marionetas. En Vietnam, la gente daba alaridos
porque el napalm seguía quemando la carne por mucho tiempo y la muerte era
espantosa, tanto como las de quienes caían en un salto desesperado al vacío.
Tu aviación no dejó una fábrica en pie ni un puente sin destruir en
Yugoslavia. En Irak fueron 500.000 los muertos. Medio millón de almas se llevó
la Operación Tormenta del Desierto. ¿Cuánta gente desangrada en lugares tan
exóticos y lejanos como Vietnam, Irak, Irán, Afganistán, Libia, Angola, Somalia,
Congo, Nicaragua, Dominicana, Camboya, Yugoslavia, Sudán, y una lista
interminable?
En todos esos lugares los proyectiles habían sido fabricados en factorías de
tu país, y eran apuntados por tus muchachos, por gente pagada por tu
Departamento de Estado, y sólo para que tú pudieras seguir gozando de la forma
de vida americana.
Hace casi un siglo que tu país está en guerra con todo el mundo.
Curiosamente, tus gobernantes lanzan los jinetes del Apocalipsis en nombre
de la libertad y de la democracia. Pero debes saber que para muchos pueblos del
mundo (en este planeta donde cada día mueren 24.000 pobladores por hambre o
enfermedades curables), Estados Unidos no representa la libertad, sino un
enemigo lejano y terrible que sólo siembra guerra, hambre, miedo y destrucción.
Siempre han sido conflictos bélicos lejanos para ti, pero para quienes viven
allá es una dolorosa realidad cercana, una guerra donde los edificios se
desploman bajo las bombas y donde esa gente encuentra una muerte horrible. Y las
víctimas han sido, en el 90 por ciento, civiles, mujeres, ancianos, niños
efectos colaterales.
¿Qué se siente cuando el horror golpea a tu puerta aunque sea por un sólo
día? ¿Qué se piensa cuando las víctimas en Nueva York son secretarias,
operadores de bolsa o empleados de limpieza que pagaban puntualmente sus
impuestos y nunca mataron una mosca?
Reenvíala...
¿Cómo se siente el miedo? ¿Cómo se siente, yanqui, saber que la larga guerra
finalmente el 11 de septiembre llegó a tu casa?
Gabriel García Márquez