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Carta de Navidad, para quien desee leerla

Siberian Husky

Con el alma y mente puestos en mi madre
Buenos días,

Os transmito a todos cuantos conforman este foro conmigo, así como a sus allegados más estimados y apreciados, una feliz, y pródiga en buenos deseos, jornada de Nochebuena, en la cual, os conminaría a exhibir lo mejor de vosotros para, a partir de esa jornada tan singular, de reencuentro con la familia, resetear desde cero las áreas de mejora de nuestra vida, contribuyendo, en sumo grado, en la medida de nuestras disponibilidades, a procurar alimentar las esperanzas, a incentivar las ilusiones y a no truncar las expectativas que los demás depositan en nosotros -aunque no reparemos en tales detalles-, día a día, sin mediar imperativos de carácter comercial, como los relativos a las fechas por las que estamos discurriendo en el momento presente. Recordad, en suma, que, aunque la propaganda oficial haya lobotomizado nuestra psique insistiendo en que la consecución de nuestras metas y sueños (en lo vital) obedece a nuestro único tino (o desacierto) individual, lo cierto radica en que, sin la fuerza de lo social, de la acción colectiva, del apoyo mutuo en pos de un empeño común, nada resultaría posible y, por ende, viable, sin sostenernos mutuamente, los unos a los otros. Tal y como sostuviera Aristóteles, somos unos animales sociales, abocados al entendimiento, aun con las pequeñas diferencias que, como en toda sociedad plural y democrática, deben ser salvaguardadas.

Desprendámonos de nuestro apego (por arrastre hacia la inercia de lo dirigido) por lo material, y la mercantilización de bienes materiales y/o inmateriales a la cual nos abocan sin remedio, y elevémonos más allá de lo evidente. Pensemos en quienes se han hallado desclasados, desempoderados por años de austericidio, mentiras oficiales y corrupción sistémica (por el maridaje entre los poderes político y financiero), y defenestrados por los medios de desinformación, abocados a ser etiquetados como un simple y burdo número, presto para ser cubierto por las estadísticas. En quienes, quizá, presumiblemente, a unos metros de nuestro hogar, se encuentren ateridos de frío por el gélido invierno que nos acecha, sin nada que portar consigo en el zurrón de la vida, más allá de la alienante desesperanza. Y no dispongan de lecho en el cual yacer y dormir. En los niños cuyos padres, aun remangándose los brazos a destajo, se las ven y se las desean a fin de proporcionarles alimento para subsistir con decoro. En los jóvenes, y, sobradamente prometedores sujetos que, hipercualificados, deben optar por la mal llamada 'movilidad exterior', ante la horrorosa constatación de que, en la actualidad, en la España de hoy no cabe espacio alguno para la innovación, el desarrollo y la investigación.

En los inmigrantes, a quienes se les crucifica (denegándoseles la asistencia médica universal) por el delito flagrante de haber asumido costosos riesgos, derribando y superando fronteras, a fin de procurar una mejor calidad de vida para él/ella y los suyos. En los desempleados de cualquier laya, género y condición (preferiblemente los portadores de una franja de edad superior a la de los cuarenta y cinco años), por las motivaciones (por todos) conocidas. En los aquejados por algún ERE (Expediente de Regulación de Empleo) colectivo o parcial, ante el acoso intolerable de prácticas vinculadas a las de la deslocalización empresarial, sino de la globalización y la economía-mundo que nos ocupa. En las víctimas de desahucio ya acontecido o venidero por tener lugar, sufridoras de una normativa de ejecución hipotecaria del siglo XIX, y contraria a la legislación comunitaria en la materia. En los preferentistas, quienes, en muchos casos, silenciados por los mass-media, se quitaron la vida en algún punto indeterminado del año a punto de expirar. En la mujeres, condenadas al rol de iconos-objeto, sufridoras del mal endémico de la violencia de género, el cual ha rebrotado en nuestros días por la crisis y la depauperación del modelo educativo. En nuestros mayores, tan despreciados por la cultura adanista del culto a la juventud y que, en cambio, de no ser por ellos, muchas familias carecerían del colchón mínimo suficiente como para encarar las vicisitudes de nuestra lucha diaria por la supervivencia. En los animales, quienes, algunos de ellos, en este preciso instante, podrían hallarse sumidos en el abandono por los dueños a quienes entregó -algún día, ya remoto- lo más fecundo de su ser, sin mayor componenda que la del afecto, finalmente, no correpondido.

En el principio de justicia universal, tocado de muerte por condicionamientos a imperativos de carácter geopolítico y económico. En el periodismo libre, en serio peligro de extinción. En aquellos valerosos héroes silenciosos que irradian lo mejor de ellos mismos sin contraprestación alguna y, sin embargo, no recaban la atención mediática, al no recalar en ningún equipo de fútbol. En las amenas conversaciones y pláticas que solían definirnos (deleitando a los demás, y viceversa), cuando la tecnología aún no nos había subyugado por completo. Y así, con muchos otros.

En fin, os invito a que pongáis en práctica una palabra que, comprendiéndola en su estricto alcance y magnitud, adquiere un significado determinante, el cual, podría cambiar nuestras vidas (o las de los demás, quienes nos rodean): ENRIQUECER.

Porque, tal y como emitiera el ilustre novelista Antoine de Saint-Exupèry (autor de El Principito), "lo esencial es invisible a los ojos".

Un cordial saludo, un placer. Y Feliz Navidad a todos.

Siberian Husky
 
Última edición:
Un placer el mio/nuestro de leer tu florida, indagadora y finalmente acerada/acertada prosa de la realidad de las cosas que proviene además de tu atenta y muy sagaz observación/reflexión.

Discursos como este son los que al menos yo tengo en cuenta y no el consabido, previsible y huero, del rey aunque este año l*s españolit*s "estrenemos" uno nuevo.:sleep:
 
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