Pues asi como lo leen!! unos cientificos planean clonar a Cristo!!, la verdad para mi eso esta muuuy mal. Espero me den su opinion.
Lean este articulo, esta algo largo pero vale la pena leerlo:
Clonar a Cristo
Por: Rodrigo Vera
“The Second Coming Project”
Un laboratorio en California pretende traer de vuelta al hijo de Dios; su objetivo, obtener una muestra de la supuesta sangre de Jesús, custodiada por 10 científicos en el mundo
SAN ANTONIO, TEXAS.- Entusiasmados con los avances de la ingeniería genética, organizaciones y laboratorios de todo el mundo intentan clonar a Jesús de Nazaret, mediante muestras de sangre extraídas de la llamada sábana santa de Turín, que, aseguran, es la mortaja con la que se cubrió el cadáver de Jesucristo.
Para esos grupos, es posible lo que se antoja una disparatada historia de ciencia ficción: “Traer de nuevo a Cristo a la Tierra”. Incluso, argumentan que en La Biblia ya está anunciada la segunda llegada de Cristo. De ahí que hayan denominado a sus intentos Second Coming Project (Proyecto de la Segunda Venida).
Sin embargo, el experimento, aparte de que está prohibido por la legislación internacional, es rechazado por los pocos científicos que poseen muestras de esa sangre, con las cuales ya hicieron “clonaciones moleculares” que les permitieron identificar el ADN del cuerpo envuelto en la sábana.
Leoncio Garza-Valdés, especialista en microbiología de la Universidad de Texas y quien ha analizado la sangre del manto de Turín, dice que quienes intentan clonar a Cristo “son grupos de fanáticos que empiezan a proliferar en Estados Unidos, lo mismo que en Italia, España y Francia. Ellos querían clonar a Cristo a principios del milenio. Querían tenerlo para diciembre de 2001, 2 mil años después del primer Cristo. Pero hasta la fecha no han podido hacer nada”.
—¿A qué se debe su fracaso?
—A que no han podido conseguir muestras de sangre de la sábana santa. Aparte de las autoridades eclesiásticas de Turín, Italia, que custodian el sudario con mucho celo, somos pocos los científicos que tenemos muestras de la sangre. A lo mucho, seremos 10.
—¿Todos ellos en Estados Unidos?
—No, no todos. Habrá unos cuatro aquí, y algunos ya fallecieron, como el doctor Walter McCrone y Alan Adler. Aún vive John Jackson, también estadunidense. Y además está la Universidad de Texas, que tiene las muestras de la sangre que yo conseguí.
“En Italia están los doctores Giovanni Riggi y Pierre Luigi Baima-Bollone. Hay también un patólogo de Milán, cuyo nombre no recuerdo, y otras cuantas personas. Sí, a lo mucho serán 10 científicos en todo el mundo.”
—¿Alguno habrá vendido muestras de sangre a quienes intentan hacer la clonación?
—No, definitivamente. Son personas serias y honestas. No creo que se prostituyan comercializando con la sangre. Y mucho menos creo que el clero de Turín permita que se tomen nuevas muestras de la sábana santa.
—¿A usted no le han hecho todavía ningún ofrecimiento?
—No, en lo absoluto. Y de ningún modo les daríamos sangre para esa idea tan descabellada. No tengo ningún contacto con ellos. Mi diálogo es con científicos serios.
Creador de una nueva disciplina científica, la arqueomicrobiología, Leoncio Garza-Valdés es autor del libro ¿El DNA de Dios?, traducido a cinco idiomas, en el que detalla sus investigaciones con el manto de Turín, así como la clonación molecular que realizó con la sangre ahí depositada, lo que le llevó a determinar que era AB, un tipo sanguíneo muy raro en la actualidad pero frecuente entre los judíos babilónicos y del norte de Palestina (Galilea) de hace 2 mil años.
Así mismo descubrió que el lienzo de Turín cubrió el cuerpo de un hombre que fue flagelado y crucificado antes de morir. La sangre está destruida en más de 95%, y fue reemplazada por bacterias y hongos microscópicos. Pese a esto, descubrió, además, que ese hombre tenía los cromosomas “X” y “Y” (lo que implica una concepción por relación sexual) y que las bacterias produjeron una capa bioplástica que durante siglos ha protegido la superficie de la sábana santa, considerada por millones de católicos como la única reliquia que se tiene de Cristo.
Los hallazgos se hicieron gracias a que —con la avanzada tecnología en ingeniería genética de la Universidad de Texas— Garza-Valdés logró clonar tres segmentos de genes de esa sangre. La investigación tuvo el apoyo del Papa Juan Pablo II, a quien el científico le entregó personalmente sus conclusiones, en julio de 1998, en el Vaticano.
“Fui el primero que tuve el honor de clonar genes de la sangre de Cristo. Y mis estudios demostraron que la sábana es, efectivamente, el lienzo mortuorio de Jesús de Nazaret. Siempre conté con el apoyo del Papa, quien en una ocasión me envió una carta para decirme que rezaría por el éxito de mis investigaciones”, comenta orgulloso Garza-Valdés, quien no tiene duda de que la sangre perteneció realmente a Jesucristo.
Los estudios del microbiólogo, así como la clonación de la borreguita Dolly, realizada en 1997 por el Instituto Roslin, en Escocia, alentaron a crear el Second Coming Project (SCP), cuyo principal centro de operaciones se encuentra en Berkeley, California.
Debido a que las leyes estadunidenses prohíben hasta el momento realizar clonaciones de humanos, el Second Coming Project ha venido trabajando un poco en el clandestinaje. Abrió, sin embargo, una página en Internet para dar a conocer sus propósitos. Ahí revela cómo clonará a Cristo:
“Se extraerá el DNA de Cristo y se insertará en un óvulo humano no fertilizado... el óvulo ya fertilizado, ahora el zigote de Cristo, será colocado en la matriz de una joven mujer virgen, quien se ofrecerá voluntariamente. Esto será un segundo nacimiento virginal.”
Asegura que, aparte del sudario de Turín, “existen muestras de la sangre de Cristo, del cabello y del prepucio en iglesias alrededor del mundo”. Alguna de estas muestras “podría proporcionar el DNA necesario para hacer un clon de Jesús”.
Revela que cuenta con la “tecnología necesaria” y con un “grupo de científicos” dispuesto a clonar a Cristo, para así “poner en acción el mandato bíblico de la segunda venida de Cristo al mundo”. Por lo que, afirma, ya estamos viviendo la “parusía”, que es la etapa previa a este hecho.
Hace dos años, los responsables del SCP —cuya dirección es P.O. Box 295, Berkeley, California— insistían en que realizarían la clonación justo en el 2 mil aniversario del nacimiento de Jesucristo: “Si todo marcha de acuerdo con nuestros planes, el nuevo nacimiento será el 25 de diciembre de 2001”.
Según ellos, las ventajas de una segunda venida de Cristo sería “salvar al mundo” de las guerras, la violencia, la injusticia social y el pecado en general.
Garza-Valdés no oculta su disgusto ante las intenciones de esos grupos, ya que el resultado de su experimento, dice, puede ser catastrófico:
“¡Van a cometer un error! ¡Debe evitarse de alguna manera!... No podrán clonar a Cristo al ciento por ciento. Por el contrario, pueden crear un monstruo... ¡un Frankenstein!.. ¡al mismo Anticristo!”, exclama.
—Ellos se ven alentados por las investigaciones de usted. Usted los aceleró.
—¡No!, ¡no! Ya estaban acelerados. ¡Son unos fanáticos! Yo percibo una anomalía mental en su intento de clonación...
—...Usted mismo ya logró una clonación con esa sangre.
—¡Ah! Pero es distinto. Yo realicé una clonación diagnóstica, no una clonación reproductiva. Hay que distinguir.
El científico sigue inquieto en el comedor de su residencia. Sus manos juegan con una cruz bizantina de plata, del siglo VIII, que adquirió en una subasta en Nueva York. Se incorpora y deambula por la amplia sala decorada con óleos antiguos de motivos religiosos. Vuelve a sentarse.
“¡No es posible clonar a Cristo!”, insiste, luego de dar un sorbo a su copa de vino tinto de la región de Piamonte. “Para clonarlo se necesitaría un óvulo de la misma Virgen María, lo cual es imposible”.
Indica que “si se utilizara la poca sangre que se tiene de él, se tendría un genoma incompleto, una fórmula incompleta de los ácidos nucleicos. Por lo que no sería Cristo, sino un individuo con una parte de la fórmula genética de Cristo. Nada más.
“Sucedería lo mismo que en Parque Jurásico, donde se clonaron dinosaurios utilizando sangre de mosquitos petrificados en ámbar, mezclada con células de rana, para poder completar el genoma. O sea que la fórmula genética que se usó no fue igual a la de los dinosaurios.”
Garza-Valdés da otro sorbo a su copa de vino y prosigue:
“El desarrollo de una persona depende mucho de su entorno social. No es sólo biológico. Y las actuales condiciones sociales, políticas y económicas, obviamente, son muy distintas a las de hace 2 mil años. De manera que, aunque pudieran clonar a Jesucristo, no es seguro que su comportamiento vaya a ser el mismo, puesto que se formaría en un ambiente diferente.”
—¿Traería algún beneficio tener un clon de Cristo en el siglo XXI?
—Yo, francamente, no veo ninguno. Lo importante es la doctrina que Jesucristo dejó. No hay necesidad de tener su cuerpo físico para seguir su doctrina. Además, el clon de Cristo moriría, como cualquier ser humano, a los 60 o 70 años de edad, no lo sé. Y después habría necesidad de hacer otro y otro clon, para así mantenerlo físicamente en el mundo, lo cual finalmente resulta absurdo.
Mexicano de nacimiento, Garza-Valdés dedica parte de su tiempo a dictar conferencias sobre la clonación de Cristo y el manto sagrado. En junio pasado, en el Primer Encuentro Internacional sobre el Santo Sudario, celebrado en Río de Janeiro, Brasil, alertó en la tribuna sobre lo disparatado de clonar al personaje que murió en la cruz y cambió el rumbo de la historia.
Sin embargo, el científico afirma que, pese a su antigüedad, la sangre del manto de Turín contiene aún “células estaminales”, que son las utilizadas en la ingeniería genética para hacer clonaciones.
Explica: “Estas células generalmente están en la médula ósea. Pero después de algunos traumatismos pueden pasar a la circulación periférica. Cristo fue flagelado y sufrió serios traumatismos. De manera que, creo yo, las células estaminales que se hallan en el sudario provienen de la médula ósea de Cristo”.
El debate sobre la posibilidad de clonar a Cristo se está dando justo cuando se anuncia públicamente la clonación del primer ser humano: el 26 de noviembre pasado, el ginecólogo italiano Severino Antinori reveló que, en enero próximo, nacerá el primer ser humano clonado.
En una rueda de prensa realizada en Roma, Antinori afirmó que “actualmente el feto está bien, pesa entre 2.5 y 2.7 kilos, está sano y le falta aún, como a todos los fetos de esa edad, la respiración autónoma”.
El polémico médico —que a principios de año aseguró que en un país árabe se realizan experimentos de clonación humana— agregó que esta primer clonación la realizó un “consorcio científico”, del que no quiso dar el nombre, como tampoco mencionó los de las personas que se prestaron al experimento.
A Garza-Valdés no le sorprende la noticia, puesto que, asegura, ya se han realizado otras clonaciones humanas, sólo que sin darse a conocer por temor a sanciones penales.
“Yo creo que ya antes se han hecho clonaciones humanas. Pese a las prohibiciones, no hay nada que las pueda detener. ¿Qué autoridad puede saber si el hijo que trae una mujer en su vientre es producto de una clonación? ¡Ninguna!
“Tan sólo aquí en Estados Unidos hay varios laboratorios que están clonando monos y que, por lo tanto, tienen la tecnología para clonar humanos. Están en San Francisco, Chicago, Houston y Nueva York.”
Por lo pronto, el boom de la tecnología genética despierta la imaginación de expertos y aficionados, que no sólo acarician la posibilidad de hacer un clon de Cristo, sino también de Albert Einstein, Adolfo Hitler, Elvis Presley...
Empiezan a publicarse y a filmarse obras de ciencia ficción cuyo tema es, precisamente, la clonación de Cristo, o por lo menos el sólo retorno de Cristo a la Tierra.
En 1997 se publicó la novela The Genesis Code, de John Case, en la que un genio trastornado, apoyado por un grupo fundamentalista católico, logra clonar a Cristo con sangre de sus reliquias. En otra novela que ha sido un best seller en Estados Unidos, Dios vuelve en una Harley, de Joan Brady, el personaje central es un Jesucristo, con chamarra de cuero y montado en moto, que convive con la juventud actual. El cine no se queda atrás: la película Clon, dirigida por David Rolfe, retoma el tema de Jesucristo clonado con la sangre de la sábana santa.
Garza-Valdés cayó en la cuenta de que vivió situaciones similares a las descritas en esas ficciones. No sólo fue testigo, sino también protagonista: ahí estaban sus experimentos científicos con la sábana santa; sus relación con el Papa y el clero de Turín; la intención de ciertos grupos por comprar sangre del manto...
Tenía, pues, los ingredientes para escribir su propia novela con trama internacional... y así lo hizo.
El madero de la cruz se llama la novela escrita por el científico. Inédita aún, la obra mezcla realidad con fantasía. En ella, el Papa y la burocracia vaticana están preocupados por los experimentos genéticos realizados en Estados Unidos, cuyos laboratorios, por su parte, intentan sobornar a los jerarcas, ofreciendo 1 millón de dólares por una muestra de la sangre de Cristo. Finalmente, nace un niño clonado con la sangre de Jesucristo, a quien se le bautiza como Joshua. La madre del niño se lo comenta al Papa, pero bajo secreto de confesión.
Con una sonrisa, Garza-Valdés señala:
“Espero que se sepa distinguir entre mis estudios científicos y mi novela de ficción, en la que sí se logra clonar a Cristo.”
—Algunas obras de Julio Verne eran ciencia ficción, pero luego las superó la realidad. ¿Ahora podría pasar lo mismo?
—Mire, yo no conozco a ningún científico serio que considere posible la clonación de Cristo. Soy miembro de la Sociedad Americana de Genética Humana, y vaya que estoy al tanto de los avances en ese terreno.
Actualmente, son tirantes las otrora buenas relaciones entre el clero de Turín y Garza-Valdés, ya que éste descubrió que la sangre de Cristo contiene la fórmula cromosómica “X Y”, generada por la relación sexual entre un hombre y una mujer.
“Esto molestó finalmente al clero de Turín, que ahora intenta frenar la difusión de mis estudios”, dice el científico.
—¿Esto implica que la Virgen María concibió a Cristo a través de la unión conyugal?
—No puedo afirmar eso. Yo soy científico, y debo aceptar que hay casos de mujeres que, aún siendo vírgenes, tienen un tumor ovárico que les provoca un embrión con esa fórmula cromosómica.
Para Garza-Valdés, no es la primera vez que la Iglesia católica se opone a los avances de la biología. Recuerda cuando prohibía experimentar con cadáveres, hasta que el anatomista Andrés Vesalio se atrevió a hacerlo. O cuando “quemó vivo” a Miguel Servet, porque descubrió que el hombre usaba los pulmones para respirar, y no lo hacía por flujo divino.
“Creo que en Turín esperaban que yo dijera que la sangre de Cristo tenía los cromosomas de una paloma, que es el símbolo del Espíritu Santo”, comenta con humor.
—¿Usted está a favor de la clonación humana?
—Sí. Pero sólo en casos específicos. Por ejemplo, para ayudar a tener hijos a una pareja infértil. Y yo creo que, finalmente, la clonación humana no la podrán impedir ni las leyes ni la Iglesia.
—¿Y el intento de clonar a Cristo?
—Ese descabellado intento, por desgracia, tampoco puede impedirse.
Lean este articulo, esta algo largo pero vale la pena leerlo:
Clonar a Cristo
Por: Rodrigo Vera
“The Second Coming Project”
Un laboratorio en California pretende traer de vuelta al hijo de Dios; su objetivo, obtener una muestra de la supuesta sangre de Jesús, custodiada por 10 científicos en el mundo
SAN ANTONIO, TEXAS.- Entusiasmados con los avances de la ingeniería genética, organizaciones y laboratorios de todo el mundo intentan clonar a Jesús de Nazaret, mediante muestras de sangre extraídas de la llamada sábana santa de Turín, que, aseguran, es la mortaja con la que se cubrió el cadáver de Jesucristo.
Para esos grupos, es posible lo que se antoja una disparatada historia de ciencia ficción: “Traer de nuevo a Cristo a la Tierra”. Incluso, argumentan que en La Biblia ya está anunciada la segunda llegada de Cristo. De ahí que hayan denominado a sus intentos Second Coming Project (Proyecto de la Segunda Venida).
Sin embargo, el experimento, aparte de que está prohibido por la legislación internacional, es rechazado por los pocos científicos que poseen muestras de esa sangre, con las cuales ya hicieron “clonaciones moleculares” que les permitieron identificar el ADN del cuerpo envuelto en la sábana.
Leoncio Garza-Valdés, especialista en microbiología de la Universidad de Texas y quien ha analizado la sangre del manto de Turín, dice que quienes intentan clonar a Cristo “son grupos de fanáticos que empiezan a proliferar en Estados Unidos, lo mismo que en Italia, España y Francia. Ellos querían clonar a Cristo a principios del milenio. Querían tenerlo para diciembre de 2001, 2 mil años después del primer Cristo. Pero hasta la fecha no han podido hacer nada”.
—¿A qué se debe su fracaso?
—A que no han podido conseguir muestras de sangre de la sábana santa. Aparte de las autoridades eclesiásticas de Turín, Italia, que custodian el sudario con mucho celo, somos pocos los científicos que tenemos muestras de la sangre. A lo mucho, seremos 10.
—¿Todos ellos en Estados Unidos?
—No, no todos. Habrá unos cuatro aquí, y algunos ya fallecieron, como el doctor Walter McCrone y Alan Adler. Aún vive John Jackson, también estadunidense. Y además está la Universidad de Texas, que tiene las muestras de la sangre que yo conseguí.
“En Italia están los doctores Giovanni Riggi y Pierre Luigi Baima-Bollone. Hay también un patólogo de Milán, cuyo nombre no recuerdo, y otras cuantas personas. Sí, a lo mucho serán 10 científicos en todo el mundo.”
—¿Alguno habrá vendido muestras de sangre a quienes intentan hacer la clonación?
—No, definitivamente. Son personas serias y honestas. No creo que se prostituyan comercializando con la sangre. Y mucho menos creo que el clero de Turín permita que se tomen nuevas muestras de la sábana santa.
—¿A usted no le han hecho todavía ningún ofrecimiento?
—No, en lo absoluto. Y de ningún modo les daríamos sangre para esa idea tan descabellada. No tengo ningún contacto con ellos. Mi diálogo es con científicos serios.
Creador de una nueva disciplina científica, la arqueomicrobiología, Leoncio Garza-Valdés es autor del libro ¿El DNA de Dios?, traducido a cinco idiomas, en el que detalla sus investigaciones con el manto de Turín, así como la clonación molecular que realizó con la sangre ahí depositada, lo que le llevó a determinar que era AB, un tipo sanguíneo muy raro en la actualidad pero frecuente entre los judíos babilónicos y del norte de Palestina (Galilea) de hace 2 mil años.
Así mismo descubrió que el lienzo de Turín cubrió el cuerpo de un hombre que fue flagelado y crucificado antes de morir. La sangre está destruida en más de 95%, y fue reemplazada por bacterias y hongos microscópicos. Pese a esto, descubrió, además, que ese hombre tenía los cromosomas “X” y “Y” (lo que implica una concepción por relación sexual) y que las bacterias produjeron una capa bioplástica que durante siglos ha protegido la superficie de la sábana santa, considerada por millones de católicos como la única reliquia que se tiene de Cristo.
Los hallazgos se hicieron gracias a que —con la avanzada tecnología en ingeniería genética de la Universidad de Texas— Garza-Valdés logró clonar tres segmentos de genes de esa sangre. La investigación tuvo el apoyo del Papa Juan Pablo II, a quien el científico le entregó personalmente sus conclusiones, en julio de 1998, en el Vaticano.
“Fui el primero que tuve el honor de clonar genes de la sangre de Cristo. Y mis estudios demostraron que la sábana es, efectivamente, el lienzo mortuorio de Jesús de Nazaret. Siempre conté con el apoyo del Papa, quien en una ocasión me envió una carta para decirme que rezaría por el éxito de mis investigaciones”, comenta orgulloso Garza-Valdés, quien no tiene duda de que la sangre perteneció realmente a Jesucristo.
Los estudios del microbiólogo, así como la clonación de la borreguita Dolly, realizada en 1997 por el Instituto Roslin, en Escocia, alentaron a crear el Second Coming Project (SCP), cuyo principal centro de operaciones se encuentra en Berkeley, California.
Debido a que las leyes estadunidenses prohíben hasta el momento realizar clonaciones de humanos, el Second Coming Project ha venido trabajando un poco en el clandestinaje. Abrió, sin embargo, una página en Internet para dar a conocer sus propósitos. Ahí revela cómo clonará a Cristo:
“Se extraerá el DNA de Cristo y se insertará en un óvulo humano no fertilizado... el óvulo ya fertilizado, ahora el zigote de Cristo, será colocado en la matriz de una joven mujer virgen, quien se ofrecerá voluntariamente. Esto será un segundo nacimiento virginal.”
Asegura que, aparte del sudario de Turín, “existen muestras de la sangre de Cristo, del cabello y del prepucio en iglesias alrededor del mundo”. Alguna de estas muestras “podría proporcionar el DNA necesario para hacer un clon de Jesús”.
Revela que cuenta con la “tecnología necesaria” y con un “grupo de científicos” dispuesto a clonar a Cristo, para así “poner en acción el mandato bíblico de la segunda venida de Cristo al mundo”. Por lo que, afirma, ya estamos viviendo la “parusía”, que es la etapa previa a este hecho.
Hace dos años, los responsables del SCP —cuya dirección es P.O. Box 295, Berkeley, California— insistían en que realizarían la clonación justo en el 2 mil aniversario del nacimiento de Jesucristo: “Si todo marcha de acuerdo con nuestros planes, el nuevo nacimiento será el 25 de diciembre de 2001”.
Según ellos, las ventajas de una segunda venida de Cristo sería “salvar al mundo” de las guerras, la violencia, la injusticia social y el pecado en general.
Garza-Valdés no oculta su disgusto ante las intenciones de esos grupos, ya que el resultado de su experimento, dice, puede ser catastrófico:
“¡Van a cometer un error! ¡Debe evitarse de alguna manera!... No podrán clonar a Cristo al ciento por ciento. Por el contrario, pueden crear un monstruo... ¡un Frankenstein!.. ¡al mismo Anticristo!”, exclama.
—Ellos se ven alentados por las investigaciones de usted. Usted los aceleró.
—¡No!, ¡no! Ya estaban acelerados. ¡Son unos fanáticos! Yo percibo una anomalía mental en su intento de clonación...
—...Usted mismo ya logró una clonación con esa sangre.
—¡Ah! Pero es distinto. Yo realicé una clonación diagnóstica, no una clonación reproductiva. Hay que distinguir.
El científico sigue inquieto en el comedor de su residencia. Sus manos juegan con una cruz bizantina de plata, del siglo VIII, que adquirió en una subasta en Nueva York. Se incorpora y deambula por la amplia sala decorada con óleos antiguos de motivos religiosos. Vuelve a sentarse.
“¡No es posible clonar a Cristo!”, insiste, luego de dar un sorbo a su copa de vino tinto de la región de Piamonte. “Para clonarlo se necesitaría un óvulo de la misma Virgen María, lo cual es imposible”.
Indica que “si se utilizara la poca sangre que se tiene de él, se tendría un genoma incompleto, una fórmula incompleta de los ácidos nucleicos. Por lo que no sería Cristo, sino un individuo con una parte de la fórmula genética de Cristo. Nada más.
“Sucedería lo mismo que en Parque Jurásico, donde se clonaron dinosaurios utilizando sangre de mosquitos petrificados en ámbar, mezclada con células de rana, para poder completar el genoma. O sea que la fórmula genética que se usó no fue igual a la de los dinosaurios.”
Garza-Valdés da otro sorbo a su copa de vino y prosigue:
“El desarrollo de una persona depende mucho de su entorno social. No es sólo biológico. Y las actuales condiciones sociales, políticas y económicas, obviamente, son muy distintas a las de hace 2 mil años. De manera que, aunque pudieran clonar a Jesucristo, no es seguro que su comportamiento vaya a ser el mismo, puesto que se formaría en un ambiente diferente.”
—¿Traería algún beneficio tener un clon de Cristo en el siglo XXI?
—Yo, francamente, no veo ninguno. Lo importante es la doctrina que Jesucristo dejó. No hay necesidad de tener su cuerpo físico para seguir su doctrina. Además, el clon de Cristo moriría, como cualquier ser humano, a los 60 o 70 años de edad, no lo sé. Y después habría necesidad de hacer otro y otro clon, para así mantenerlo físicamente en el mundo, lo cual finalmente resulta absurdo.
Mexicano de nacimiento, Garza-Valdés dedica parte de su tiempo a dictar conferencias sobre la clonación de Cristo y el manto sagrado. En junio pasado, en el Primer Encuentro Internacional sobre el Santo Sudario, celebrado en Río de Janeiro, Brasil, alertó en la tribuna sobre lo disparatado de clonar al personaje que murió en la cruz y cambió el rumbo de la historia.
Sin embargo, el científico afirma que, pese a su antigüedad, la sangre del manto de Turín contiene aún “células estaminales”, que son las utilizadas en la ingeniería genética para hacer clonaciones.
Explica: “Estas células generalmente están en la médula ósea. Pero después de algunos traumatismos pueden pasar a la circulación periférica. Cristo fue flagelado y sufrió serios traumatismos. De manera que, creo yo, las células estaminales que se hallan en el sudario provienen de la médula ósea de Cristo”.
El debate sobre la posibilidad de clonar a Cristo se está dando justo cuando se anuncia públicamente la clonación del primer ser humano: el 26 de noviembre pasado, el ginecólogo italiano Severino Antinori reveló que, en enero próximo, nacerá el primer ser humano clonado.
En una rueda de prensa realizada en Roma, Antinori afirmó que “actualmente el feto está bien, pesa entre 2.5 y 2.7 kilos, está sano y le falta aún, como a todos los fetos de esa edad, la respiración autónoma”.
El polémico médico —que a principios de año aseguró que en un país árabe se realizan experimentos de clonación humana— agregó que esta primer clonación la realizó un “consorcio científico”, del que no quiso dar el nombre, como tampoco mencionó los de las personas que se prestaron al experimento.
A Garza-Valdés no le sorprende la noticia, puesto que, asegura, ya se han realizado otras clonaciones humanas, sólo que sin darse a conocer por temor a sanciones penales.
“Yo creo que ya antes se han hecho clonaciones humanas. Pese a las prohibiciones, no hay nada que las pueda detener. ¿Qué autoridad puede saber si el hijo que trae una mujer en su vientre es producto de una clonación? ¡Ninguna!
“Tan sólo aquí en Estados Unidos hay varios laboratorios que están clonando monos y que, por lo tanto, tienen la tecnología para clonar humanos. Están en San Francisco, Chicago, Houston y Nueva York.”
Por lo pronto, el boom de la tecnología genética despierta la imaginación de expertos y aficionados, que no sólo acarician la posibilidad de hacer un clon de Cristo, sino también de Albert Einstein, Adolfo Hitler, Elvis Presley...
Empiezan a publicarse y a filmarse obras de ciencia ficción cuyo tema es, precisamente, la clonación de Cristo, o por lo menos el sólo retorno de Cristo a la Tierra.
En 1997 se publicó la novela The Genesis Code, de John Case, en la que un genio trastornado, apoyado por un grupo fundamentalista católico, logra clonar a Cristo con sangre de sus reliquias. En otra novela que ha sido un best seller en Estados Unidos, Dios vuelve en una Harley, de Joan Brady, el personaje central es un Jesucristo, con chamarra de cuero y montado en moto, que convive con la juventud actual. El cine no se queda atrás: la película Clon, dirigida por David Rolfe, retoma el tema de Jesucristo clonado con la sangre de la sábana santa.
Garza-Valdés cayó en la cuenta de que vivió situaciones similares a las descritas en esas ficciones. No sólo fue testigo, sino también protagonista: ahí estaban sus experimentos científicos con la sábana santa; sus relación con el Papa y el clero de Turín; la intención de ciertos grupos por comprar sangre del manto...
Tenía, pues, los ingredientes para escribir su propia novela con trama internacional... y así lo hizo.
El madero de la cruz se llama la novela escrita por el científico. Inédita aún, la obra mezcla realidad con fantasía. En ella, el Papa y la burocracia vaticana están preocupados por los experimentos genéticos realizados en Estados Unidos, cuyos laboratorios, por su parte, intentan sobornar a los jerarcas, ofreciendo 1 millón de dólares por una muestra de la sangre de Cristo. Finalmente, nace un niño clonado con la sangre de Jesucristo, a quien se le bautiza como Joshua. La madre del niño se lo comenta al Papa, pero bajo secreto de confesión.
Con una sonrisa, Garza-Valdés señala:
“Espero que se sepa distinguir entre mis estudios científicos y mi novela de ficción, en la que sí se logra clonar a Cristo.”
—Algunas obras de Julio Verne eran ciencia ficción, pero luego las superó la realidad. ¿Ahora podría pasar lo mismo?
—Mire, yo no conozco a ningún científico serio que considere posible la clonación de Cristo. Soy miembro de la Sociedad Americana de Genética Humana, y vaya que estoy al tanto de los avances en ese terreno.
Actualmente, son tirantes las otrora buenas relaciones entre el clero de Turín y Garza-Valdés, ya que éste descubrió que la sangre de Cristo contiene la fórmula cromosómica “X Y”, generada por la relación sexual entre un hombre y una mujer.
“Esto molestó finalmente al clero de Turín, que ahora intenta frenar la difusión de mis estudios”, dice el científico.
—¿Esto implica que la Virgen María concibió a Cristo a través de la unión conyugal?
—No puedo afirmar eso. Yo soy científico, y debo aceptar que hay casos de mujeres que, aún siendo vírgenes, tienen un tumor ovárico que les provoca un embrión con esa fórmula cromosómica.
Para Garza-Valdés, no es la primera vez que la Iglesia católica se opone a los avances de la biología. Recuerda cuando prohibía experimentar con cadáveres, hasta que el anatomista Andrés Vesalio se atrevió a hacerlo. O cuando “quemó vivo” a Miguel Servet, porque descubrió que el hombre usaba los pulmones para respirar, y no lo hacía por flujo divino.
“Creo que en Turín esperaban que yo dijera que la sangre de Cristo tenía los cromosomas de una paloma, que es el símbolo del Espíritu Santo”, comenta con humor.
—¿Usted está a favor de la clonación humana?
—Sí. Pero sólo en casos específicos. Por ejemplo, para ayudar a tener hijos a una pareja infértil. Y yo creo que, finalmente, la clonación humana no la podrán impedir ni las leyes ni la Iglesia.
—¿Y el intento de clonar a Cristo?
—Ese descabellado intento, por desgracia, tampoco puede impedirse.