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Crónica del concierto en Madrid
ROCK QUÍMICO
Los Red Hot Chili Peppers lo tienen todo; química, talento e imagen. Y así lo confirmaron después de llenar por segundo día consecutivo el Palacio de Vistalegre de Madrid. Poseedores de un sonido inigualable, también dejaron claro que el auténtico rock puede sobrevivir a su lado.
Ya desde el principio, a través de ‘By the way’, dejaban claro que su intención era salir a saco pese a que era ya el segundo día con lleno total. El grupo quizás estaba más cansado pero su energía fue igualmente desbordante. Su sonido y su química, son simplemente incomparables.
Dejando de lado la edad, Flea salió vestido de duende, Kiedis con un extraña falda-pantalón negro, Chad Smith con su habitual gorra y un mono de azul de obrero. Frusciante, de cualquier forma.
Hace tiempo Flea nos contaba que no conocía en el mundo un grupo que tuviera tanta química como la que había entre ellos. Viéndolos en el escenario realmente no parece ninguna exageración. Desprenden química por todos lados, individual y en conjunto, que hace que el inmenso escenario se vaya haciendo pequeño mientras su sonido se hace gigante.
No sólo se nota en la tónica general de lo que componen y tocan, sino también en el contraste de personalidades que se agolpan en este grupo. Básicamente, el misticismo de Frusciante, la chulería de Kiedis y la simpatía de Flea hacen de esta banda una magia constante.
Durante el concierto se centran en ‘Californication’ y ‘By the Way’. Del primero tocan los cuatro primeros temas del disco: ‘Around the world’, con un Kiedis exultante, ‘Parallele Universe’, ‘Scar Tissue’ y ‘Otherside’, que comienzan con los acordes del grupo punk Fugazi. Más tarde añadieron una maravillosa interpretación de ‘Purple Stain’.
En cuanto a los temas de ‘By the Way’, estuvieron especialmente inspirados en la trepidante ‘Throw Away Your Television’, la psicodélica ‘The Zephir Song’, la ondulante ‘Don’t Forget Me’ y la ardiente ‘Can’t Stop’.
Nuevo disco, viejas críticas
'By the way' ha sido la excusa de muchos críticos para destrozar un grupo por el que nunca ha tenido excesivo apego. Todo ello pese a ser una banda con sonidos nuevos, inconfundibles y fundamentales en la evolución del nuevo rock. La mayoría no se han molestado en escucharlo y se copian por sistema aquello de “las guindillas que no pican”.
En cambio, encumbran sólo a esos que rememoran (o calcan), con más o menos acierto los sonidos, imagen y actitud de los 70. Sólo esos son los nuevos valores del mercado según críticos retrógrados.
Por el otro lado, algunos seguidores van de “jo, qué poco cañeros son ahora, con lo superpunky que soy yo”. Pero en verdad pocos grupos rondan los 40 (Kiedis, Flea y Smith nacieron en el 62), tienen sus respectivos hijos y gozan del espíritu de los Red Hot.
Evidentemente, no son los mismos. No todas las referencias se filtran igual y, en muchos aspectos, la constante influencia de Los Beatles se ha mostrado ahora más que nunca.
Pero tampoco la energía de un disco se puede medir sólo por su ritmo. De hecho, la mayoría de las canciones de 'By The Way' son pausadas pero, a la vez, están basadas en melodías fuertes, sólidas y poderosas.
Los Red Hot y el perro Rover
Sin luchar realmente por el protagonismo, Frusciante deja claro que es un impresionante guitarrista cuyo sonido adquiere un peso fundamental llegando a veces a escalar el vértice de un triángulo perfecto. Así lo demostró en la increíble versión de ‘Fire’, de Jimi Hendrix.
Por eso sobra el hecho de que se lance a cantar la versión ‘All the young dudes’, de Bowie. Más, si encima se cuela en mitad de la canción. Simplemente, no hace falta.
A nivel anecdótico, decir que ‘Fire’ fue grabada en Londres en una época de intenso frío. Jimi, Noel y Mitch volvían a casa de la madre de Noel... Ésta tenía un perro que se llamaba Rover. El perro estaba delante del fuego cuando Jimi quería ponerse en su sitio por lo que le dijo "Move over Rover and let Jimi take over..." De ahí que incluyan esa frase que los Red Hot convierten en "move over Rover and let the Chilli Peppers take over" (Rover aparece también en un genial cameo de Los Simpson).
Indios y duendes
Flea pone la nota de color y se esfuerza en decir lo mucho que quiere a España: “debe ser increíble ser español... eres guapo, simpático y tienes belleza interior”. Habla del universo, del amor y se pone a divagar un poco como ya hiciera, por ejemplo, en el tema 'Pea' del disco ‘One Hot Minute’. En ese que Flea canta: “Soy un pequeño guisante... soy una pequeña, pequeñita, pequeñina hormiga...”
Por supuesto, dada la funesta relación entre Frusciante y el exguitarrista del grupo Dave Navarro, este disco ni se menciona. Una pena porque la verdad que tiene algunos temas realmente buenos.
De 'Blood Sugar Sex Magik' tocan la emblemática 'Give it away', 'Suck My Kiss' y al final, 'Under The Bridge'. Por sorpresa, incluyen también el single 'Soul To Squeeze'.
Al final, el pequeño pequeñito pequeñín duende saca unos sonidos inexplicables de un bajo que luego son acompañados de nuevo por el virtuosismo de Frusciante.
Anthony Kiedis rebosa carisma. No para, salta, brinca y se mueve inmiscuido en una psicodélica danza india. En la recta final, se pone el sujetador que pide a una chica del público mientras, paradójicamente, se desgañita mostrando una potencia de voz impresionante. En otros momentos también es cierto que es apoyado sensiblemente, sobretodo en las notas más altas, por Flea y Frusciante.
El sonido no fue excesivamente malo pero siempre dentro de las ya habituales limitaciones. Pero en esto sí que no hay milagros. Ya se sabe que es más productivo pedir peras al olmo que un recinto decente al Manzano.
Quizás al terminar se extendieran demasiado en sónidos psicodélicos; les faltó terminar con algún tema emblemático que rematara un concierto redondo.
En fin, una actuación maravillosa de un grupo inigualable que parece tener más estabilidad que nunca. Ellos tienen magia, sólo ellos tienen una cierta fórmula. Ahora sólo hace falta que no la repitan.
ROCK QUÍMICO
Los Red Hot Chili Peppers lo tienen todo; química, talento e imagen. Y así lo confirmaron después de llenar por segundo día consecutivo el Palacio de Vistalegre de Madrid. Poseedores de un sonido inigualable, también dejaron claro que el auténtico rock puede sobrevivir a su lado.
Ya desde el principio, a través de ‘By the way’, dejaban claro que su intención era salir a saco pese a que era ya el segundo día con lleno total. El grupo quizás estaba más cansado pero su energía fue igualmente desbordante. Su sonido y su química, son simplemente incomparables.
Dejando de lado la edad, Flea salió vestido de duende, Kiedis con un extraña falda-pantalón negro, Chad Smith con su habitual gorra y un mono de azul de obrero. Frusciante, de cualquier forma.
Hace tiempo Flea nos contaba que no conocía en el mundo un grupo que tuviera tanta química como la que había entre ellos. Viéndolos en el escenario realmente no parece ninguna exageración. Desprenden química por todos lados, individual y en conjunto, que hace que el inmenso escenario se vaya haciendo pequeño mientras su sonido se hace gigante.
No sólo se nota en la tónica general de lo que componen y tocan, sino también en el contraste de personalidades que se agolpan en este grupo. Básicamente, el misticismo de Frusciante, la chulería de Kiedis y la simpatía de Flea hacen de esta banda una magia constante.
Durante el concierto se centran en ‘Californication’ y ‘By the Way’. Del primero tocan los cuatro primeros temas del disco: ‘Around the world’, con un Kiedis exultante, ‘Parallele Universe’, ‘Scar Tissue’ y ‘Otherside’, que comienzan con los acordes del grupo punk Fugazi. Más tarde añadieron una maravillosa interpretación de ‘Purple Stain’.
En cuanto a los temas de ‘By the Way’, estuvieron especialmente inspirados en la trepidante ‘Throw Away Your Television’, la psicodélica ‘The Zephir Song’, la ondulante ‘Don’t Forget Me’ y la ardiente ‘Can’t Stop’.
Nuevo disco, viejas críticas
'By the way' ha sido la excusa de muchos críticos para destrozar un grupo por el que nunca ha tenido excesivo apego. Todo ello pese a ser una banda con sonidos nuevos, inconfundibles y fundamentales en la evolución del nuevo rock. La mayoría no se han molestado en escucharlo y se copian por sistema aquello de “las guindillas que no pican”.
En cambio, encumbran sólo a esos que rememoran (o calcan), con más o menos acierto los sonidos, imagen y actitud de los 70. Sólo esos son los nuevos valores del mercado según críticos retrógrados.
Por el otro lado, algunos seguidores van de “jo, qué poco cañeros son ahora, con lo superpunky que soy yo”. Pero en verdad pocos grupos rondan los 40 (Kiedis, Flea y Smith nacieron en el 62), tienen sus respectivos hijos y gozan del espíritu de los Red Hot.
Evidentemente, no son los mismos. No todas las referencias se filtran igual y, en muchos aspectos, la constante influencia de Los Beatles se ha mostrado ahora más que nunca.
Pero tampoco la energía de un disco se puede medir sólo por su ritmo. De hecho, la mayoría de las canciones de 'By The Way' son pausadas pero, a la vez, están basadas en melodías fuertes, sólidas y poderosas.
Los Red Hot y el perro Rover
Sin luchar realmente por el protagonismo, Frusciante deja claro que es un impresionante guitarrista cuyo sonido adquiere un peso fundamental llegando a veces a escalar el vértice de un triángulo perfecto. Así lo demostró en la increíble versión de ‘Fire’, de Jimi Hendrix.
Por eso sobra el hecho de que se lance a cantar la versión ‘All the young dudes’, de Bowie. Más, si encima se cuela en mitad de la canción. Simplemente, no hace falta.
A nivel anecdótico, decir que ‘Fire’ fue grabada en Londres en una época de intenso frío. Jimi, Noel y Mitch volvían a casa de la madre de Noel... Ésta tenía un perro que se llamaba Rover. El perro estaba delante del fuego cuando Jimi quería ponerse en su sitio por lo que le dijo "Move over Rover and let Jimi take over..." De ahí que incluyan esa frase que los Red Hot convierten en "move over Rover and let the Chilli Peppers take over" (Rover aparece también en un genial cameo de Los Simpson).
Indios y duendes
Flea pone la nota de color y se esfuerza en decir lo mucho que quiere a España: “debe ser increíble ser español... eres guapo, simpático y tienes belleza interior”. Habla del universo, del amor y se pone a divagar un poco como ya hiciera, por ejemplo, en el tema 'Pea' del disco ‘One Hot Minute’. En ese que Flea canta: “Soy un pequeño guisante... soy una pequeña, pequeñita, pequeñina hormiga...”
Por supuesto, dada la funesta relación entre Frusciante y el exguitarrista del grupo Dave Navarro, este disco ni se menciona. Una pena porque la verdad que tiene algunos temas realmente buenos.
De 'Blood Sugar Sex Magik' tocan la emblemática 'Give it away', 'Suck My Kiss' y al final, 'Under The Bridge'. Por sorpresa, incluyen también el single 'Soul To Squeeze'.
Al final, el pequeño pequeñito pequeñín duende saca unos sonidos inexplicables de un bajo que luego son acompañados de nuevo por el virtuosismo de Frusciante.
Anthony Kiedis rebosa carisma. No para, salta, brinca y se mueve inmiscuido en una psicodélica danza india. En la recta final, se pone el sujetador que pide a una chica del público mientras, paradójicamente, se desgañita mostrando una potencia de voz impresionante. En otros momentos también es cierto que es apoyado sensiblemente, sobretodo en las notas más altas, por Flea y Frusciante.
El sonido no fue excesivamente malo pero siempre dentro de las ya habituales limitaciones. Pero en esto sí que no hay milagros. Ya se sabe que es más productivo pedir peras al olmo que un recinto decente al Manzano.
Quizás al terminar se extendieran demasiado en sónidos psicodélicos; les faltó terminar con algún tema emblemático que rematara un concierto redondo.
En fin, una actuación maravillosa de un grupo inigualable que parece tener más estabilidad que nunca. Ellos tienen magia, sólo ellos tienen una cierta fórmula. Ahora sólo hace falta que no la repitan.
que no se la cree