Se trata de un adelanto del libro que se publicará próximamente sobre el álbum Dangerous
http://mjhideout.com/forum/noticias-y-rumores/121167-ensayo-album-dangerous.html
Dangerous, en 1991, anunció el final de la inocencia de Jackson y el dominio de una complicada y conflictiva sensibilidad.
Armond White
Dangerous es el álbum que marca la mayoría de edad de Michael Jackson. Sé que esta es una gran y aparentemente absurda afirmación que hacer, ya que muchos piensan que su mejor trabajo ya lo había dejado detrás en ese momento. Déjenme explicarles. El disco nos ofrece a Jackson en un umbral, viviendo finalmente su madurez -¿No es esto lo que muchos decían que le faltaba?- y haciéndolo a través de su inmersión en la música negra, algo que continuaría profundizando en su obra posterior. Sin embargo, no pudo convencer a un público escéptico, en ese momento totalmente adoctrinado por los medios de comunicación, de que él también podía tener sentimientos adultos -y con ellos me refiero a un profundo compromiso político, expresiones adultas de la sexualidad, reflexión espiritual- o estar interesado en su herencia racial. Esto en sí mismo pone al descubierto una historia interesante sobre lo que al final puede ser contado, creído, tolerado, justificado, aceptado y por quién. Una historia sobre qué es posible ver (y escuchar) y lo que se distorsiona, como dijo el filósofo Ludwig Wittgenstein por el hecho de que, a menudo, no podemos ir más allá de las imágenes mentales de las cosas que ‘nos mantienen cautivos’.
El retrato de madurez que tenemos en este disco presenta a Jackson luchando con un material pesado – política, amor, lujuria, seducción, traición, perdición y, quizás, por encima de todo, raza- de un modo que hasta ahora no se había visto en su música. Nos ofrece una oscura visión del mundo, basada más en el realismo que su característica teatralidad. Tal vez sea realismo teatral, sin embargo, ofrece una sensación diferente a entregas anteriores; a veces parece estar en un punto de genuina ruptura emocional y en otras ocasiones parece complacerse en la ironía. Incluso los momentos brillantes están rodeados de incertidumbre, ira, traición o ambigüedad y, considerado en su conjunto, el álbum deja pocas dudas de que el dolor eclipsa a la esperanza; esta no es música pop brillante y feliz.
Jackson había cubierto parte de este territorio antes, sin lugar a dudas: la brillante y angustiosa “Billie Jean” es el prototipo. Pero en Dangerous es más profunda y más sostenida, y no se trata sólo de engaño carnal –aunque ciertamente eso está ahí- sino de la propia pérdida de deseo, del estado del mundo, del racismo sistemático, de soledad, de la búsqueda de la redención y de la hermandad, y es enigmático. No ‘paranoico’ como muchos críticos lo han descrito (¿Por qué él no consigue explorar y volver a temas que pensaba que eran particularmente profundos y provocativos, como hacen muchos artistas, sin ser etiquetado de esta manera?) sino preocupado, angustiado, ardiente, decepcionado, sospechoso y astuto. En su reseña para Rolling Stone, Alan Light destacó la nueva sexualidad ‘asertiva’ de Jackson y lo calificó como su mejor trabajo, que ‘revela a un hombre, no a un hombre-niño’, que su ‘mejor canción y baile están siempre cargados de sexualidad, tensión, contención’, que ‘está en su momento más apasionante cuando es realmente peligroso’.
Mientras que muchos podrían no haber creído que Jackson pudiera ser ‘malo’, es difícil negar que realmente fuera percibido como peligroso en este punto. Ese es, de hecho, mi argumento en este libro. En su monográfico sobre Jackson –una de las escasas obras dedicadas a la exploración de la música; lo que es una locura en un artista de este calibre- Joseph Vogel comenta que varios críticos, como Light, parecían simpatizar con la dirección tomada en Dangerous. Después de la muerte de Jackson, Jon Dolan incluso hizo una comparación perspicaz con Nevermind, de Nirvana, que derribó a Dangerous del número uno de las listas de Billboard y abrió paso a la época grunge: “El temor de Jackson, la depresión y el sentido del bien y del mal del niño herido tienen más en común con Kurt Cobain de lo que nadie se tomó el tiempo de comprobar”. Vogel da forma a esta idea en su ensayo escrito veinte años después de la publicación de Dangerous:
“Musicalmente, Dangerous compartía poco en común con la obra de otras colegas estrellas del pop como Madonna, Whitney Houston y Mariah Carey. Su visión era mucho más inquietante y amplia… Contrariamente a la opinión general, al final de 1991, Nirvana era tan ‘pop’ como Michael Jackson, y Michael Jackson era tan ‘alternativo’ como Nirvana… Si, efectivamente, es considerado un álbum pop, Dangerous redefinió los parámetros del pop”.
Igual que Nevermind o Achtung Baby de U2, del mismo año, Dangerous ofrece un salto inquietante y vulnerable en la brecha con tanta sofisticación técnica, sino más, y una paleta estilística mucho más amplia. De hecho, diría que es su confusión genérica lo que hace que Dangerous sea en parte difícil de entender. Ciertamente, no son sólo letras que llevan a Jackson por ese camino, sino nuevas formas de usar su espectacular y grácil voz, los sombríos e industriales ritmos, una lealtad revivida hacia los sonidos de la música negra –pasada (soul y R&B) y presente (hip-hop)- su imagen totalmente adulta y su baile en sus cortometrajes.
En lugar de producir otro disco elegante lleno de singles de éxito, ofreció una tabla de funky descarnado y de góspel, acentuada por una recargada balada heavy metal con uno de los grandes, el desenfrenado guitarrista Slash, acompañándolo. No hay vuelta atrás a la vigorizante alegría de Eddie Van Halen. Solo “Heal The World” y “Black or White” siguen la fórmula comprobada por Jackson, con “Gone Too Soon”, un breve guiño a su amor por el estilo de las Grandes Canciones Americanas.
Previsiblemente, “Black or White” fue, de todo el álbum, su único número uno de la Billboard Hot 100 de singles, teniendo en cuenta que el cortometraje de la canción, el primero de todos los del disco, que presentaba hasta la fecha su declaración más contundente sobre las relaciones raciales, fue totalmente malentendido y condenado, y fue el primer signo real de peligro.
Hubo menos éxitos en los top ten en este disco de los que tuvo desde la época de Off The Wall. Tampoco fue bendecida esta nueva dirección tomada con el puñado de Grammys que estaba acostumbrado a llevarse a casa. Aún así, vendió unos treinta millones de discos en todo el mundo. Y musicalmente, tuvo un gran impacto. Por un lado, Nelson George sugiere que los nuevos modos de Jackson, un estilo vocal entrecortado en Dangerous, marcaron el comienzo hacia un nuevo enfoque del R&B cantado en los 90 y más allá, y Vogel señala que ‘las fusiones R&B-Rap de Jackson establecen el esquema para los años siguientes’, un nuevo enfoque, entonces, para hacer una clase importante de música negra adulta.
http://mjhideout.com/forum/noticias-y-rumores/121167-ensayo-album-dangerous.html
DANGEROUS
Por Susan Fast
Introducción: Contando historias sobre Michael Jackson
Dangerous, en 1991, anunció el final de la inocencia de Jackson y el dominio de una complicada y conflictiva sensibilidad.
Armond White
Dangerous es el álbum que marca la mayoría de edad de Michael Jackson. Sé que esta es una gran y aparentemente absurda afirmación que hacer, ya que muchos piensan que su mejor trabajo ya lo había dejado detrás en ese momento. Déjenme explicarles. El disco nos ofrece a Jackson en un umbral, viviendo finalmente su madurez -¿No es esto lo que muchos decían que le faltaba?- y haciéndolo a través de su inmersión en la música negra, algo que continuaría profundizando en su obra posterior. Sin embargo, no pudo convencer a un público escéptico, en ese momento totalmente adoctrinado por los medios de comunicación, de que él también podía tener sentimientos adultos -y con ellos me refiero a un profundo compromiso político, expresiones adultas de la sexualidad, reflexión espiritual- o estar interesado en su herencia racial. Esto en sí mismo pone al descubierto una historia interesante sobre lo que al final puede ser contado, creído, tolerado, justificado, aceptado y por quién. Una historia sobre qué es posible ver (y escuchar) y lo que se distorsiona, como dijo el filósofo Ludwig Wittgenstein por el hecho de que, a menudo, no podemos ir más allá de las imágenes mentales de las cosas que ‘nos mantienen cautivos’.
El retrato de madurez que tenemos en este disco presenta a Jackson luchando con un material pesado – política, amor, lujuria, seducción, traición, perdición y, quizás, por encima de todo, raza- de un modo que hasta ahora no se había visto en su música. Nos ofrece una oscura visión del mundo, basada más en el realismo que su característica teatralidad. Tal vez sea realismo teatral, sin embargo, ofrece una sensación diferente a entregas anteriores; a veces parece estar en un punto de genuina ruptura emocional y en otras ocasiones parece complacerse en la ironía. Incluso los momentos brillantes están rodeados de incertidumbre, ira, traición o ambigüedad y, considerado en su conjunto, el álbum deja pocas dudas de que el dolor eclipsa a la esperanza; esta no es música pop brillante y feliz.
Jackson había cubierto parte de este territorio antes, sin lugar a dudas: la brillante y angustiosa “Billie Jean” es el prototipo. Pero en Dangerous es más profunda y más sostenida, y no se trata sólo de engaño carnal –aunque ciertamente eso está ahí- sino de la propia pérdida de deseo, del estado del mundo, del racismo sistemático, de soledad, de la búsqueda de la redención y de la hermandad, y es enigmático. No ‘paranoico’ como muchos críticos lo han descrito (¿Por qué él no consigue explorar y volver a temas que pensaba que eran particularmente profundos y provocativos, como hacen muchos artistas, sin ser etiquetado de esta manera?) sino preocupado, angustiado, ardiente, decepcionado, sospechoso y astuto. En su reseña para Rolling Stone, Alan Light destacó la nueva sexualidad ‘asertiva’ de Jackson y lo calificó como su mejor trabajo, que ‘revela a un hombre, no a un hombre-niño’, que su ‘mejor canción y baile están siempre cargados de sexualidad, tensión, contención’, que ‘está en su momento más apasionante cuando es realmente peligroso’.
Mientras que muchos podrían no haber creído que Jackson pudiera ser ‘malo’, es difícil negar que realmente fuera percibido como peligroso en este punto. Ese es, de hecho, mi argumento en este libro. En su monográfico sobre Jackson –una de las escasas obras dedicadas a la exploración de la música; lo que es una locura en un artista de este calibre- Joseph Vogel comenta que varios críticos, como Light, parecían simpatizar con la dirección tomada en Dangerous. Después de la muerte de Jackson, Jon Dolan incluso hizo una comparación perspicaz con Nevermind, de Nirvana, que derribó a Dangerous del número uno de las listas de Billboard y abrió paso a la época grunge: “El temor de Jackson, la depresión y el sentido del bien y del mal del niño herido tienen más en común con Kurt Cobain de lo que nadie se tomó el tiempo de comprobar”. Vogel da forma a esta idea en su ensayo escrito veinte años después de la publicación de Dangerous:
“Musicalmente, Dangerous compartía poco en común con la obra de otras colegas estrellas del pop como Madonna, Whitney Houston y Mariah Carey. Su visión era mucho más inquietante y amplia… Contrariamente a la opinión general, al final de 1991, Nirvana era tan ‘pop’ como Michael Jackson, y Michael Jackson era tan ‘alternativo’ como Nirvana… Si, efectivamente, es considerado un álbum pop, Dangerous redefinió los parámetros del pop”.
Igual que Nevermind o Achtung Baby de U2, del mismo año, Dangerous ofrece un salto inquietante y vulnerable en la brecha con tanta sofisticación técnica, sino más, y una paleta estilística mucho más amplia. De hecho, diría que es su confusión genérica lo que hace que Dangerous sea en parte difícil de entender. Ciertamente, no son sólo letras que llevan a Jackson por ese camino, sino nuevas formas de usar su espectacular y grácil voz, los sombríos e industriales ritmos, una lealtad revivida hacia los sonidos de la música negra –pasada (soul y R&B) y presente (hip-hop)- su imagen totalmente adulta y su baile en sus cortometrajes.
En lugar de producir otro disco elegante lleno de singles de éxito, ofreció una tabla de funky descarnado y de góspel, acentuada por una recargada balada heavy metal con uno de los grandes, el desenfrenado guitarrista Slash, acompañándolo. No hay vuelta atrás a la vigorizante alegría de Eddie Van Halen. Solo “Heal The World” y “Black or White” siguen la fórmula comprobada por Jackson, con “Gone Too Soon”, un breve guiño a su amor por el estilo de las Grandes Canciones Americanas.
Previsiblemente, “Black or White” fue, de todo el álbum, su único número uno de la Billboard Hot 100 de singles, teniendo en cuenta que el cortometraje de la canción, el primero de todos los del disco, que presentaba hasta la fecha su declaración más contundente sobre las relaciones raciales, fue totalmente malentendido y condenado, y fue el primer signo real de peligro.
Hubo menos éxitos en los top ten en este disco de los que tuvo desde la época de Off The Wall. Tampoco fue bendecida esta nueva dirección tomada con el puñado de Grammys que estaba acostumbrado a llevarse a casa. Aún así, vendió unos treinta millones de discos en todo el mundo. Y musicalmente, tuvo un gran impacto. Por un lado, Nelson George sugiere que los nuevos modos de Jackson, un estilo vocal entrecortado en Dangerous, marcaron el comienzo hacia un nuevo enfoque del R&B cantado en los 90 y más allá, y Vogel señala que ‘las fusiones R&B-Rap de Jackson establecen el esquema para los años siguientes’, un nuevo enfoque, entonces, para hacer una clase importante de música negra adulta.