¿Destino, casualidad o maleficio?
Esto que os escribo es completamente real y me ha dejado estupefacto.
No creo en los maleficios. Tampoco en el destino. Pero a veces la casualidad es tanta que uno no sabe que pensar.
Le doy vueltas y vueltas y no encuentro una explicación.
Expongo el tema y me comentáis:
En el año 2001 nos compramos un dúplex (adosado a otros varios), aquí donde vivio. Una preciosidad de casa donde vivir.
Pues bien.
No pasó un año cuando nuestra casa se inundó. Y, curiosamente, no por el sótano como es lo más normal, sino por el techo. Una tromba de agua hizo que la misma se colase entre las tejas y cediese parte del techo, cayendo unos inmensos chorros de agua desde la buhardilla hasta la planta de abajo (como cataratas por las escaleras).
En el año 2002, a nuestra vecina Paqui se le murió un hijo. Poncho, como le llamaban. Tuvo un accidente de coche y, gracias (o desgracia) a él, se le pudo ver que arrastraba de tiempo atrás un cáncer en los huesos. A los seis meses falleció. Tenía 24 años.
En eñ año 2003, unos acontecimientos personales míos, bastante graves debidos a mi ludopatía, hicieron que vendiese la casa y nos trasladásemos a otra. Una semana después de la venta, a los nuevos propietarios se les volvió a inundar la casa.
En el año 2004, tal como comenté en ESTE POST, fallecía María, hija adoptiva de otros vecinos de los adosados. Sólo contaba con 9 años y murió en brazos de su madre sin poder hacer ésta nada.
Y, por último, en el 2005 y concretamente ayer domingo día 18, fallecía otro vecino. Miguel, de cuarenta y tantos y ATS. Un gran amigo y un mejor padre. Charo, su mujer, y Alejandra y María José, sus hijas, las he visto hoy destrozadas en el tanatorio. No existe consuelo posible. De encontrarse bien el sábado por la tarde, a partírsele la aorta ayer. Sabía tanto de su gravedad que hasta se despidió de su mujer. Emocionante y terrible al mismo tiempo.
Descansa en paz, querido Miguel.
Y yo pienso...
¿Seguirán las desgracias en ese grupo de viviendas? ¿Sólo ha sido fruto de la casualidad? ¿Es el destino?
Sea lo que sea, al pensar en ello, un estremecimiento recorre mi cuerpo cuando pienso que quizás, si no llego a vender la casa, alguien de mi família o yo, podríamos ser los siguientes.
Salu2
Esto que os escribo es completamente real y me ha dejado estupefacto.
No creo en los maleficios. Tampoco en el destino. Pero a veces la casualidad es tanta que uno no sabe que pensar.
Le doy vueltas y vueltas y no encuentro una explicación.
Expongo el tema y me comentáis:
En el año 2001 nos compramos un dúplex (adosado a otros varios), aquí donde vivio. Una preciosidad de casa donde vivir.
Pues bien.
No pasó un año cuando nuestra casa se inundó. Y, curiosamente, no por el sótano como es lo más normal, sino por el techo. Una tromba de agua hizo que la misma se colase entre las tejas y cediese parte del techo, cayendo unos inmensos chorros de agua desde la buhardilla hasta la planta de abajo (como cataratas por las escaleras).
En el año 2002, a nuestra vecina Paqui se le murió un hijo. Poncho, como le llamaban. Tuvo un accidente de coche y, gracias (o desgracia) a él, se le pudo ver que arrastraba de tiempo atrás un cáncer en los huesos. A los seis meses falleció. Tenía 24 años.
En eñ año 2003, unos acontecimientos personales míos, bastante graves debidos a mi ludopatía, hicieron que vendiese la casa y nos trasladásemos a otra. Una semana después de la venta, a los nuevos propietarios se les volvió a inundar la casa.
En el año 2004, tal como comenté en ESTE POST, fallecía María, hija adoptiva de otros vecinos de los adosados. Sólo contaba con 9 años y murió en brazos de su madre sin poder hacer ésta nada.
Y, por último, en el 2005 y concretamente ayer domingo día 18, fallecía otro vecino. Miguel, de cuarenta y tantos y ATS. Un gran amigo y un mejor padre. Charo, su mujer, y Alejandra y María José, sus hijas, las he visto hoy destrozadas en el tanatorio. No existe consuelo posible. De encontrarse bien el sábado por la tarde, a partírsele la aorta ayer. Sabía tanto de su gravedad que hasta se despidió de su mujer. Emocionante y terrible al mismo tiempo.
Descansa en paz, querido Miguel.
Y yo pienso...
¿Seguirán las desgracias en ese grupo de viviendas? ¿Sólo ha sido fruto de la casualidad? ¿Es el destino?
Sea lo que sea, al pensar en ello, un estremecimiento recorre mi cuerpo cuando pienso que quizás, si no llego a vender la casa, alguien de mi família o yo, podríamos ser los siguientes.
Salu2
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