Esta buenisimo jajaja!!
No supe cómo di el brinco de sentirme la más sexy a la más tonta del mundo. Imagínate lo que me pasó.
Como me bajó la regla y quería ponerme mis súper jeans a la cadera, medio embarradones, para ir a una comida, decidí sentirme mujer moderna y me fui a comprar unos tampones. Entre circo, maroma y teatro me lo coloqué. Yo, en las nubes y sintiéndome de lo mejor. Ya en el restorán voy al baño y me digo: "¡bueno! Esto sí que es una verdadera y absoluta maravilla; pero en qué mundo vivía yo que no me había decidido a ponerme uno... Qué barbaridad, desde hoy nada de toallas, son cosas del pasado". ¡Ja!
Cuando llegué a casa fui nuevamente a asearme, pero... ¿Y el hilito? Sí, el hilo del tampón... pues nada. No sabes la cantidad de cosas que pensé; sentía el tampón adentro pero no encontraba el mentado hilito. Total que dije "de tripas, corazón", y ahí me tienes hincada tratando de encontrar el mentado hilito entre mil recovecos. Así estuve como una hora porque soy medio obsesiva... Luego hice lo que toda chava madura, profesionista y autosuficiente hace cuando tiene un problema de este estilo: pues que le llamo a mi mamá. Muerta de risa, ella me dijo que seguramente se me había salido todo, que me relajara. Pero como siempre no le hice caso, la verdad.
Siguiente parada: Emergencias de un hospital de la Condesa a eso de la medianoche. Después de todos mis panchos, esa era la última opción mientras me daba a los diablos diciéndome: pero qué vergüenza, a mi edad y etcétera etcétera. Bueno, pues llego toda mona a la recepción y una enfermera me pregunta a viva voz: "¿A qué viene?". "A gi.ne.co.lo.gí.a" le digo en la voz más baja que te puedas imaginar". Muy quitada de la pena, la enfermera me pregunta: "¿Asunto?". El asunto... ¿tú crees que una es capaz de decir "el asunto" delante de extraños con el brazo roto, con niños afiebrados, con apendicitis crónicas y demás? Respiro hondo y contesto, en voz más baja aún: “Creo que se me perdió un tampón”. Ella me pone cara como de tonta y todavía me pregunta si quiero silla de ruedas. ¡Silla de ruedas! Ajá, sí, después de la vergüenza, claro.
Me acomodo en una silla de la salita y luego de una eternidad finalmente una piadosa voz dice mi nombre. Procuro caminar de lo más normal y llego a un cubículo sólo para escuchar que una enfermera grita: "Aquí está la paciente con objeto extraño en la vagina". ¡¡¡QUEEE!!! Después de tanta vergüenza para mí hubiera sido mejor que dijeran: "Aquí está una mensa que perdió el hilito del tampón".
Después de tantos osos por fin llega el ginecólogo y me dice: "Relájese". Ya sabes, te desvistes y te pones en una posición bastante incómoda, pero eso sí, procurando parecer relajada, ajá. Total que el doctor me dice que va a ver si no está perdido el tampón, que como hubo tanto movimiento a ver si no se me cerró la vagina y me tiene que anestesiar. En ese momento por supuesto que me pongo como la Bruja de Blair, pero no me queda otra más que quedarme quieta. Afortunadamente el dichoso "objeto extraño" ya no estaba adentro. ¡Todos los osos que pasé por nada!
Si aprendí algo es que debes tener un súper cuidado al usarlos, fi-jar-te muy bien, jamás dormirte con ellos puestos, y cambiártelos con frecuencia. Y de preferencia (dicho por mi ginecólogo) usarlos sólo cuando sea necesario. Debo confesar que desde esa vez no he usado otro.
¿ Quién hubiera pensado todo lo que conlleva un simple pedacito de algodón?8Ð 8Ð :meparto: :meparto:
No supe cómo di el brinco de sentirme la más sexy a la más tonta del mundo. Imagínate lo que me pasó.
Como me bajó la regla y quería ponerme mis súper jeans a la cadera, medio embarradones, para ir a una comida, decidí sentirme mujer moderna y me fui a comprar unos tampones. Entre circo, maroma y teatro me lo coloqué. Yo, en las nubes y sintiéndome de lo mejor. Ya en el restorán voy al baño y me digo: "¡bueno! Esto sí que es una verdadera y absoluta maravilla; pero en qué mundo vivía yo que no me había decidido a ponerme uno... Qué barbaridad, desde hoy nada de toallas, son cosas del pasado". ¡Ja!
Cuando llegué a casa fui nuevamente a asearme, pero... ¿Y el hilito? Sí, el hilo del tampón... pues nada. No sabes la cantidad de cosas que pensé; sentía el tampón adentro pero no encontraba el mentado hilito. Total que dije "de tripas, corazón", y ahí me tienes hincada tratando de encontrar el mentado hilito entre mil recovecos. Así estuve como una hora porque soy medio obsesiva... Luego hice lo que toda chava madura, profesionista y autosuficiente hace cuando tiene un problema de este estilo: pues que le llamo a mi mamá. Muerta de risa, ella me dijo que seguramente se me había salido todo, que me relajara. Pero como siempre no le hice caso, la verdad.
Siguiente parada: Emergencias de un hospital de la Condesa a eso de la medianoche. Después de todos mis panchos, esa era la última opción mientras me daba a los diablos diciéndome: pero qué vergüenza, a mi edad y etcétera etcétera. Bueno, pues llego toda mona a la recepción y una enfermera me pregunta a viva voz: "¿A qué viene?". "A gi.ne.co.lo.gí.a" le digo en la voz más baja que te puedas imaginar". Muy quitada de la pena, la enfermera me pregunta: "¿Asunto?". El asunto... ¿tú crees que una es capaz de decir "el asunto" delante de extraños con el brazo roto, con niños afiebrados, con apendicitis crónicas y demás? Respiro hondo y contesto, en voz más baja aún: “Creo que se me perdió un tampón”. Ella me pone cara como de tonta y todavía me pregunta si quiero silla de ruedas. ¡Silla de ruedas! Ajá, sí, después de la vergüenza, claro.
Me acomodo en una silla de la salita y luego de una eternidad finalmente una piadosa voz dice mi nombre. Procuro caminar de lo más normal y llego a un cubículo sólo para escuchar que una enfermera grita: "Aquí está la paciente con objeto extraño en la vagina". ¡¡¡QUEEE!!! Después de tanta vergüenza para mí hubiera sido mejor que dijeran: "Aquí está una mensa que perdió el hilito del tampón".
Después de tantos osos por fin llega el ginecólogo y me dice: "Relájese". Ya sabes, te desvistes y te pones en una posición bastante incómoda, pero eso sí, procurando parecer relajada, ajá. Total que el doctor me dice que va a ver si no está perdido el tampón, que como hubo tanto movimiento a ver si no se me cerró la vagina y me tiene que anestesiar. En ese momento por supuesto que me pongo como la Bruja de Blair, pero no me queda otra más que quedarme quieta. Afortunadamente el dichoso "objeto extraño" ya no estaba adentro. ¡Todos los osos que pasé por nada!
Si aprendí algo es que debes tener un súper cuidado al usarlos, fi-jar-te muy bien, jamás dormirte con ellos puestos, y cambiártelos con frecuencia. Y de preferencia (dicho por mi ginecólogo) usarlos sólo cuando sea necesario. Debo confesar que desde esa vez no he usado otro.
¿ Quién hubiera pensado todo lo que conlleva un simple pedacito de algodón?8Ð 8Ð :meparto: :meparto: