En Washington se ha estaba produciendo una escalada armamentística en toda regla. El objetivo subyacente era alcanzar una posición de hegemonía militar a escala global: el gasto de defensa en el 2002 se incrementó en más de 320.000 millones de dólares, una cifra equivalente al PIB de la Federación Rusa (aproximadamente 325.000 millones de dólares). Un incremento aún mayor del gasto militar estadounidense se puso en marcha a raíz del bombardeo de Afganistán de octubre del 2002.
Más de un tercio de los 65.000 millones de dólares destinados a nuevas armas en el presupuesto del 2003 está dirigido a la adquisición de armamento propio de la Guerra Fría. Varios miles de millones de dólares están destinados a sistemas de bombas de fragmentación que han recibido la condena de grupos pro derechos humanos de todo el mundo. Ninguna lógica puede explicar este nivel de gasto militar exceptuando el claro deseo por parte de los EEUU de convertirse en el Nuevo Imperio Mundial y de dominar el planeta económica y militarmente, incluyendo la militarización del espacio.
En lo que constituye la mayor escalada armamentista emprendida desde la guerra de Vietnam, la administración Bush proyecta aumentar su gasto militar en 120.000 millones de dólares en un plazo de 5 años, "elevando el presupuesto militar del año 2007 a la espeluznante cifra de 451.000 millones de dólares".
Esta cifra colosal de dinero destinado a la maquinaria militar estadounidense no incluye el enorme presupuesto de la CIA asignado desde fuentes tanto oficiales como reservadas para financiar sus operaciones encubiertas. Según Jane's Defence Weekly, el presupuesto total de inteligencia del año fiscal 2003 se eleva a "unos 38.000 millones de dólares" (13% del PNB ruso). Esta cantidad no incluye los ingresos multimillonarios que fluyen a las arcas de empresas tapaderas y pantallas de la CIA procedentes del tráfico de estupefacientes.
Del presupuesto general de defensa, miles de millones de dólares han sido utilizados para "renovar el arsenal nuclear estadounidense". Se ha desarrollado una nueva generación de "misiles de fragmentación" dotados de cabezas nucleares múltiples capaces de disparar desde una única plataforma de lanzamiento hasta 10 cabezas nucleares dirigidas a diez ciudades diferentes. Actualmente estos misiles apuntan a Rusia. En este contexto, Washington se ha aferrado a lo que la Administración estadounidense denomina política de "golpear primero", concebida en principio para ser aplicada a los llamados "Estados díscolos", pero que de hecho está dirigida en gran medida contra Rusia y China.
Mientras tanto, los EEUU habían desarrollado una nueva generación de las llamadas "armas nucleares tácticas" o "mininukes" destinadas a ser empleadas en teatros de guerra convencional. Ya durante la administración Clinton el Pentágono reclamaba el uso de la bomba "nuclear" antibúnker B61-11, sugiriendo que puesto que se trataba de un arma "subterránea" no provocaba lluvia nuclear que pudiera afectar a la población civil.
Funcionarios militares y líderes de los laboratorios nucleares estadounidenses están instando a los EEUU a desarrollar una nueva generación de armas nucleares de precisión y baja radiación que podrían ser utilizadas en conflictos convencionales contra Estados del Tercer Mundo.
En la guerra de Afganistán del 2002, la fuerza aérea de los EEUU empleó bombas antibúnker del tipo GBU-28 capaces de provocar enormes explosiones subterráneas. Según la historia oficial, los objetivos de estas bombas eran "cuevas y complejos de túneles" de las zonas montañosas del sur de Afganistán utilizadas como refugio por Osama ben Laden.
Aunque las "Grandotas" por el Pentágono, las GBU ("guided bomb unit") son bombas guiadas por láser que pesan 2.500 kilos y que están dotadas de cabezas mejoradas BLU-113 capaces de penetrar varios metros de hormigón armado. La BLU-113 es la cabeza "perforadora" convencional más poderosa jamás creada.
Mientras que las "Grandotas" del Pentágono son clasificadas como "armas convencionales", las declaraciones oficiales se abstienen de mencionar que esas mismas "bombas antibúnker", lanzadas desde un B-52, un bombardero B-2 Stealth o un F-16, pueden ser equipadas también con un artilugio nuclear. La B61-11 es la "versión nuclear" de su equivalente "convencional", la BLU-113.
La B61-11 "nuclear" está catalogada como una "bomba con alto poder de penetración en la tierra", capaz de "destruir los búnkeres subterráneos más sólidos y profundos, cosa que está fuera del alcance de las cabezas militares convencionales". El secretario de Defensa Donald Rumsfeld declaró que aunque las bombas revienta-búnkeres de tipo "convencional" "`van a ser capaces de realizar su trabajo', no descartaba llegar a utilizar eventualmente armas nucleares".
El Pentágono argumenta reiteradamente que estas armas nucleares de "baja radiación" no afectan a la población civil, lo cual justificaría su uso como armas convencionales. Igualmente, la Administración estadounidense está sugiriendo que el uso de revienta-búnkeres nucleares puede estar justificado como parte de "la campaña contra el terrorismo internacional", puesto que la organización Al Qaeda de Osama ben Laden se halla supuestamente en posesión de material nuclear que podría emplear en contra nuestra. Se afirma que las armas nucleares tácticas estadounidenses son "seguras" en comparación con las de la organización Al Qaeda de Osama ben Laden. A este respecto, declaraciones de la Administración sugieren que un arma nuclear táctica revienta-búnker de baja radiación del tipo de la bomba B61-11 "limitaría los daños colaterales" y, por consiguiente, su utilización sería relativamente segura.
Estas nuevas consignas están siendo propaladas por los medios de comunicación estadounidenses a fin de concitar apoyo público a favor de la utilización de "armas nucleares tácticas". Sin embargo, la evidencia científica en este terreno es inequívoca: el impacto sobre la población civil de la bomba de "baja radiación" B61-11 sería devastador, pues "dada la enorme cantidad de suciedad radiactiva que dispersaría la explosión, un arma de 5 kilotones generaría un área inmensa de lluvia radioactiva letal".
La escalada armamentística iniciada durante la Administración Clinton ha tomado nuevo impulso. Ha surgido una nueva "legitimidad". Se aboga por incrementar el gasto militar aduciendo la necesidad de "defender la libertad" y derrotar al "eje del mal".
El coste de esta guerra es enorme. Hemos gastado más de 1.000 millones de dólares al mes –más de 350 millones de dólares por día—y tenemos que estar preparados para operaciones futuras. Afganistán demostró que las costosísimas armas de precisión sirven para derrotar al enemigo y salvar vidas inocentes, de modo que las necesitamos en mayor número. Mi presupuesto incluye el mayor incremento en gasto de defensa de las dos últimas décadas, ya que aunque el precio de la libertad y la seguridad es alto, nunca lo será demasiado. Cueste lo que cueste la defensa de nuestro país, lo pagaremos.
La Iniciativa de Defensa Estratégica ("Star Wars") no incluye solamente el controvertido "Escudo Antimisiles" sino también una amplia gama de armas "ofensivas" guiadas por láser y con capacidad para golpear cualquier punto de la Tierra, sin mencionar instrumentos de guerra metereológica y climática desarrollados al amparo del Programa de Investigación Auroral de Alta Altitud (HAARP). Este programa tiene la capacidad de desestabilizar economías nacionales enteras por medio de la manipulación climática sin el conocimiento del enemigo a un costo mínimo y sin lanzar a la batalla a personal y equipo militar al modo como se haría en una guerra de tipo convencional.
La planificación a largo plazo de sistemas armamentísticos avanzados y del control del espacio exterior aparece trazada en un documento del Comando Espacial publicado en 1998 y titulado "Visión para el 2020". El objetivo subyacente es "dominar la dimensión espacial de las operaciones militares para proteger los intereses e inversiones de los EEUU... La creciente sinergia entre la superioridad espacial y la superioridad en tierra, mar y aire conducirá a un Espectro de Dominio Total".
LAS ARMAS NUCLEARES DESPUÉS DEL 11-S.
A raíz del 11-S la llamada "guerra contra el terrorismo" está siendo utilizada también por la Administración Bush para redefinir los presupuestos subyacentes a la utilización del armamento nuclear. El concepto de "disuasión nuclear" ha sido abandonado. Según John Isaacs, Presidente del Consejo para un Mundo Habitable: "Están tratando desesperadamente de encontrar nuevos usos para las armas nucleares..."
El nuevo planteamiento se hizo evidente cuando Los Angeles Times publicó algunos extractos de la 2002 Nuclear Posture Review (NPR). El informe filtrado explica que las armas nucleares "podrían ser empleadas en tres tipos de situaciones: contra objetivos capaces de resistir un ataque nuclear, como represalia a ataques desarrollados mediante armas nucleares, biológicas o químicas...", o "...en el caso de una evolución imprevista de los acontecimientos militares".
En este terreno donde impera el top-secret siempre se ha dado una colisión entre los objetivos diplomáticos estadounidenses de reducir los arsenales nucleares y prevenir la proliferación de armas de destrucción masiva, por un lado, y el imperativo militar de prepararse para lo impensable, por el otro.
Sin embargo, el plan de la Administración Bush supone la inversión de una tendencia de casi dos décadas consistente en relegar las armas nucleares a la categoría de armas a utilizar solamente como último recurso. Igualmente, la Administración Bush redefine las necesidades nucleares en los apresurados términos post 11-S.
Al tiempo que identifica a una serie de supuestos "Estados díscolos", la no tan secreta agenda de la Administración Bush consiste en desplegar y utilizar armas nucleares contra Rusia y China en el contexto de la carrera expansionista estadounidense hacia el Asia Central, el Oriente Medio y el Extremo Oriente.
El informe declara que el Pentágono debería estar preparado para utilizar armas nucleares en el conflicto árabe-israelí, en una guerra entre China y Taiwán, o en caso de ataque de Corea del Norte contra su vecino del sur. Las armas nucleares podrían ser también necesarias en caso de ataque de Irak contra Israel o cualquier otro país vecino. El informe indica que Rusia ha dejado de ser considerada oficialmente como "enemigo". Sin embargo, admite que el enorme arsenal ruso, que incluye cerca de 6.000 cabezas militares desplegadas y probablemente 10.000 armas nucleares más pequeñas listas para ser utilizadas en "teatros" reducidos, sigue siendo un motivo de preocupación. Los funcionarios del Pentágono han declarado públicamente que estaban estudiando la necesidad de desarrollar armas nucleares para teatros reducidos, diseñadas para ser utilizadas en el campo de batalla contra objetivos específicos, pero que no se habían comprometido a avanzar en esa línea.
El ímpetu de la NPR, presentada ante el Congreso estadounidense a principios del 2002, ha recibido el respaldo del Partido Republicano:
"Analistas conservadores insistieron en que el Pentágono debe prepararse para toda suerte de contingencias, particularmente ahora, cuando docenas de países y algunas organizaciones terroristas están implicadas en programas secretos de desarrollo de armas nucleares... Argumentaron que las armas más pequeñas desempeñan un importante papel disuasivo dado que muchos agresores pueden no creer que las fuerzas estadounidenses estén dispuestas a utilizar armas de muchos kilotones que devastarían territorios adyacentes y poblaciones amigas."
"Necesitamos disponer de una fuerza disuasoria creíble contra regímenes implicados en el terrorismo internacional y el desarrollo de armas de destrucción masiva", declaró Jack Spencer, un analista de Defensa en la conservadora fundación Heritage en Washington. Afirmó que los contenidos del informe no le produjeron ninguna sorpresa y que éste representaba "la forma correcta de desarrollar una postura nuclear en un mundo salido de la Guerra Fría".
RODEANDO A CHINA
A partir de la guerra de Yugoslavia de 1999, la administración Clinton aumentó su apoyo militar a Taiwán contra China, provocando una considerable escalada armamentística en el estrecho de Taiwán. Anteriormente, la fuerza aérea de Taiwán había sido equipada con algunos cazas 150 F16A fabricados por la Lockheed Martin. A este respecto, la Administración Clinton había argumentado que la ayuda militar a Taiwán era necesaria para mantener "un equilibrio militar con la República Popular China" como parte de la política estadounidense denominada de "paz mediante disuasión".
Destructores Aegis de fabricación estadounidense equipados con misiles tierra- aire de última tecnología, misiles mar-mar y misiles de crucero Tomahawk fueron entregados a Taiwán para reforzar su capacidad naval en el estrecho de Taiwán. Pekín respondió a esta escalada armamentística recibiendo en el año 2000 su primer destructor de misiles guiado de fabricación soviética, el Hangzhou, equipado con misiles antinavío SS-N-22 Sunburn, "capaces de penetrar las defensas tecnológicamente más avanzadas de un grupo de combate naval estadounidense o japonés".
Los presupuestos militares han cambiado radicalmente desde el 11 de Septiembre. La Administración Bush ha eliminado la doctrina de "paz mediante disuasión". La escalada militar del estrecho de Taiwán posterior al 11-S es parte integral del plan global militar estadounidense basado en el despliegue militar "en múltiples frentes".
Apoyado por la Administración Bush, Taiwán "ha venido desarrollando una intensa investigación para desarrollar un misil balístico táctico capaz de alcanzar objetivos situados en la China continental... El propósito declarado de estos misiles es erosionar la capacidad ofensiva del Ejército Popular de Liberación (PLA), incluyendo su infraestructura tanto de misiles como otra (aeródromos, puertos, rampas de lanzamiento de misiles, etc)". A su vez, la presencia militar estadounidense en Paquistán y Afganistán (así como en algunas otras antiguas repúblicas soviéticas) en la frontera con China, está siendo coordinada mediante un despliegue naval de Taiwán en el sur del Mar de China.
China ha sido rodeada: la maquinaria bélica estadounidense está presente en el sur del Mar de China y en el Estrecho de Taiwán, en la península de Corea y en el mar del Japón, así como en el corazón de Asia Central y en la frontera occidental de la región autónoma china de Xingiang-Uigur. Bases militares estadounidenses supuestamente "temporales" han sido instaladas en Uzbekistán (país miembro del pacto GUUAM con la OTAN), en Tadjikistán y en la República de Kirguizia, donde aeródromos e instalaciones militares han sido puestos a disposición de la Fuerza Aérea de los EEUU.
La NPR 2002 proclama la disposición de la Administración Bush para utilizar armas nucleares contra China si llegara a producirse un enfrentamiento en el estrecho de Taiwán. China, debido a su arsenal nuclear y a sus "objetivos estratégicos en desarrollo" aparece catalogada como "un país susceptible de implicarse en una contingencia inmediata o potencial". Concretamente, la NPR contempla una hipotética confrontación acerca del status de Taiwán como uno de los escenarios que podrían llevar a Washington a utilizar armas nucleares.
EL EJE ANGLO-ESTADOUNIDENSE
La guerra de Yugoslavia de 1999 contribuyó a reforzar lazos estratégicos, militares y de inteligencia entre Washington y Londres. Después de la guerra de Yugoslavia el Secretario de Defensa estadounidense William Cohen y su homólogo británico Geoff Hoon firmaron una "Declaración de Principios sobre Equipos de Defensa y Cooperación Industrial", destinada a "mejorar la colaboración para la obtención armas y la protección de secretos tecnológicos", así como para "facilitar el camino a nuevas empresas militares conjuntas y a posibles fusiones de industrias armamentísticas".
El objetivo de Washington era impulsar la formación de un "puente transatlántico que permita al Departamento de Defensa estadounidense llevar su política de globalización hasta Europa... Nuestro objetivo es mejorar la operatividad mutua y la eficacia en el desarrollo de campañas de guerra por medio del estrechamiento de los vínculos industriales entre empresas estadounidenses y de países aliados". Según un funcionario del Pentágono, el acuerdo fue firmado poco después de la creación de la British Aeroespace Systems (BAES), resultado de la fusión de Bae con GEC Marconi. British Aerospace (Bae) estaba ya firmemente vinculada a Lockheed Martín y Boeing, las dos principales empresas contratistas de proyectos de defensa.
En palabras del Secretario de Defensa del presidente Clinton, William Cohen, el acuerdo "facilitará la interacción entre nuestras respectivas industrias [británicas y estadounidenses], nos permitirá disponer de una perspectiva armonizada a la hora de compartir tecnología y trabajar conjuntamente en acuerdos de copartenariado así como, potencialmente, de fusión de empresas". La BAES se hallaba a la sazón firmemente vinculada a Lockheed Martín y Boeing, los dos principales contratistas estadounidenses de proyectos de defensa.
La agenda oculta detrás del "puente transatlántico" anglo estadounidense es conseguir desplazar los conglomerados francoalemanes y asegurar la hegemonía del conglomerado militar-industrial estadounidense (en alianza con los principales contratistas británicos de defensa).
http://www.rebelion.org/
Más de un tercio de los 65.000 millones de dólares destinados a nuevas armas en el presupuesto del 2003 está dirigido a la adquisición de armamento propio de la Guerra Fría. Varios miles de millones de dólares están destinados a sistemas de bombas de fragmentación que han recibido la condena de grupos pro derechos humanos de todo el mundo. Ninguna lógica puede explicar este nivel de gasto militar exceptuando el claro deseo por parte de los EEUU de convertirse en el Nuevo Imperio Mundial y de dominar el planeta económica y militarmente, incluyendo la militarización del espacio.
En lo que constituye la mayor escalada armamentista emprendida desde la guerra de Vietnam, la administración Bush proyecta aumentar su gasto militar en 120.000 millones de dólares en un plazo de 5 años, "elevando el presupuesto militar del año 2007 a la espeluznante cifra de 451.000 millones de dólares".
Esta cifra colosal de dinero destinado a la maquinaria militar estadounidense no incluye el enorme presupuesto de la CIA asignado desde fuentes tanto oficiales como reservadas para financiar sus operaciones encubiertas. Según Jane's Defence Weekly, el presupuesto total de inteligencia del año fiscal 2003 se eleva a "unos 38.000 millones de dólares" (13% del PNB ruso). Esta cantidad no incluye los ingresos multimillonarios que fluyen a las arcas de empresas tapaderas y pantallas de la CIA procedentes del tráfico de estupefacientes.
Del presupuesto general de defensa, miles de millones de dólares han sido utilizados para "renovar el arsenal nuclear estadounidense". Se ha desarrollado una nueva generación de "misiles de fragmentación" dotados de cabezas nucleares múltiples capaces de disparar desde una única plataforma de lanzamiento hasta 10 cabezas nucleares dirigidas a diez ciudades diferentes. Actualmente estos misiles apuntan a Rusia. En este contexto, Washington se ha aferrado a lo que la Administración estadounidense denomina política de "golpear primero", concebida en principio para ser aplicada a los llamados "Estados díscolos", pero que de hecho está dirigida en gran medida contra Rusia y China.
Mientras tanto, los EEUU habían desarrollado una nueva generación de las llamadas "armas nucleares tácticas" o "mininukes" destinadas a ser empleadas en teatros de guerra convencional. Ya durante la administración Clinton el Pentágono reclamaba el uso de la bomba "nuclear" antibúnker B61-11, sugiriendo que puesto que se trataba de un arma "subterránea" no provocaba lluvia nuclear que pudiera afectar a la población civil.
Funcionarios militares y líderes de los laboratorios nucleares estadounidenses están instando a los EEUU a desarrollar una nueva generación de armas nucleares de precisión y baja radiación que podrían ser utilizadas en conflictos convencionales contra Estados del Tercer Mundo.
En la guerra de Afganistán del 2002, la fuerza aérea de los EEUU empleó bombas antibúnker del tipo GBU-28 capaces de provocar enormes explosiones subterráneas. Según la historia oficial, los objetivos de estas bombas eran "cuevas y complejos de túneles" de las zonas montañosas del sur de Afganistán utilizadas como refugio por Osama ben Laden.
Aunque las "Grandotas" por el Pentágono, las GBU ("guided bomb unit") son bombas guiadas por láser que pesan 2.500 kilos y que están dotadas de cabezas mejoradas BLU-113 capaces de penetrar varios metros de hormigón armado. La BLU-113 es la cabeza "perforadora" convencional más poderosa jamás creada.
Mientras que las "Grandotas" del Pentágono son clasificadas como "armas convencionales", las declaraciones oficiales se abstienen de mencionar que esas mismas "bombas antibúnker", lanzadas desde un B-52, un bombardero B-2 Stealth o un F-16, pueden ser equipadas también con un artilugio nuclear. La B61-11 es la "versión nuclear" de su equivalente "convencional", la BLU-113.
La B61-11 "nuclear" está catalogada como una "bomba con alto poder de penetración en la tierra", capaz de "destruir los búnkeres subterráneos más sólidos y profundos, cosa que está fuera del alcance de las cabezas militares convencionales". El secretario de Defensa Donald Rumsfeld declaró que aunque las bombas revienta-búnkeres de tipo "convencional" "`van a ser capaces de realizar su trabajo', no descartaba llegar a utilizar eventualmente armas nucleares".
El Pentágono argumenta reiteradamente que estas armas nucleares de "baja radiación" no afectan a la población civil, lo cual justificaría su uso como armas convencionales. Igualmente, la Administración estadounidense está sugiriendo que el uso de revienta-búnkeres nucleares puede estar justificado como parte de "la campaña contra el terrorismo internacional", puesto que la organización Al Qaeda de Osama ben Laden se halla supuestamente en posesión de material nuclear que podría emplear en contra nuestra. Se afirma que las armas nucleares tácticas estadounidenses son "seguras" en comparación con las de la organización Al Qaeda de Osama ben Laden. A este respecto, declaraciones de la Administración sugieren que un arma nuclear táctica revienta-búnker de baja radiación del tipo de la bomba B61-11 "limitaría los daños colaterales" y, por consiguiente, su utilización sería relativamente segura.
Estas nuevas consignas están siendo propaladas por los medios de comunicación estadounidenses a fin de concitar apoyo público a favor de la utilización de "armas nucleares tácticas". Sin embargo, la evidencia científica en este terreno es inequívoca: el impacto sobre la población civil de la bomba de "baja radiación" B61-11 sería devastador, pues "dada la enorme cantidad de suciedad radiactiva que dispersaría la explosión, un arma de 5 kilotones generaría un área inmensa de lluvia radioactiva letal".
La escalada armamentística iniciada durante la Administración Clinton ha tomado nuevo impulso. Ha surgido una nueva "legitimidad". Se aboga por incrementar el gasto militar aduciendo la necesidad de "defender la libertad" y derrotar al "eje del mal".
El coste de esta guerra es enorme. Hemos gastado más de 1.000 millones de dólares al mes –más de 350 millones de dólares por día—y tenemos que estar preparados para operaciones futuras. Afganistán demostró que las costosísimas armas de precisión sirven para derrotar al enemigo y salvar vidas inocentes, de modo que las necesitamos en mayor número. Mi presupuesto incluye el mayor incremento en gasto de defensa de las dos últimas décadas, ya que aunque el precio de la libertad y la seguridad es alto, nunca lo será demasiado. Cueste lo que cueste la defensa de nuestro país, lo pagaremos.
La Iniciativa de Defensa Estratégica ("Star Wars") no incluye solamente el controvertido "Escudo Antimisiles" sino también una amplia gama de armas "ofensivas" guiadas por láser y con capacidad para golpear cualquier punto de la Tierra, sin mencionar instrumentos de guerra metereológica y climática desarrollados al amparo del Programa de Investigación Auroral de Alta Altitud (HAARP). Este programa tiene la capacidad de desestabilizar economías nacionales enteras por medio de la manipulación climática sin el conocimiento del enemigo a un costo mínimo y sin lanzar a la batalla a personal y equipo militar al modo como se haría en una guerra de tipo convencional.
La planificación a largo plazo de sistemas armamentísticos avanzados y del control del espacio exterior aparece trazada en un documento del Comando Espacial publicado en 1998 y titulado "Visión para el 2020". El objetivo subyacente es "dominar la dimensión espacial de las operaciones militares para proteger los intereses e inversiones de los EEUU... La creciente sinergia entre la superioridad espacial y la superioridad en tierra, mar y aire conducirá a un Espectro de Dominio Total".
LAS ARMAS NUCLEARES DESPUÉS DEL 11-S.
A raíz del 11-S la llamada "guerra contra el terrorismo" está siendo utilizada también por la Administración Bush para redefinir los presupuestos subyacentes a la utilización del armamento nuclear. El concepto de "disuasión nuclear" ha sido abandonado. Según John Isaacs, Presidente del Consejo para un Mundo Habitable: "Están tratando desesperadamente de encontrar nuevos usos para las armas nucleares..."
El nuevo planteamiento se hizo evidente cuando Los Angeles Times publicó algunos extractos de la 2002 Nuclear Posture Review (NPR). El informe filtrado explica que las armas nucleares "podrían ser empleadas en tres tipos de situaciones: contra objetivos capaces de resistir un ataque nuclear, como represalia a ataques desarrollados mediante armas nucleares, biológicas o químicas...", o "...en el caso de una evolución imprevista de los acontecimientos militares".
En este terreno donde impera el top-secret siempre se ha dado una colisión entre los objetivos diplomáticos estadounidenses de reducir los arsenales nucleares y prevenir la proliferación de armas de destrucción masiva, por un lado, y el imperativo militar de prepararse para lo impensable, por el otro.
Sin embargo, el plan de la Administración Bush supone la inversión de una tendencia de casi dos décadas consistente en relegar las armas nucleares a la categoría de armas a utilizar solamente como último recurso. Igualmente, la Administración Bush redefine las necesidades nucleares en los apresurados términos post 11-S.
Al tiempo que identifica a una serie de supuestos "Estados díscolos", la no tan secreta agenda de la Administración Bush consiste en desplegar y utilizar armas nucleares contra Rusia y China en el contexto de la carrera expansionista estadounidense hacia el Asia Central, el Oriente Medio y el Extremo Oriente.
El informe declara que el Pentágono debería estar preparado para utilizar armas nucleares en el conflicto árabe-israelí, en una guerra entre China y Taiwán, o en caso de ataque de Corea del Norte contra su vecino del sur. Las armas nucleares podrían ser también necesarias en caso de ataque de Irak contra Israel o cualquier otro país vecino. El informe indica que Rusia ha dejado de ser considerada oficialmente como "enemigo". Sin embargo, admite que el enorme arsenal ruso, que incluye cerca de 6.000 cabezas militares desplegadas y probablemente 10.000 armas nucleares más pequeñas listas para ser utilizadas en "teatros" reducidos, sigue siendo un motivo de preocupación. Los funcionarios del Pentágono han declarado públicamente que estaban estudiando la necesidad de desarrollar armas nucleares para teatros reducidos, diseñadas para ser utilizadas en el campo de batalla contra objetivos específicos, pero que no se habían comprometido a avanzar en esa línea.
El ímpetu de la NPR, presentada ante el Congreso estadounidense a principios del 2002, ha recibido el respaldo del Partido Republicano:
"Analistas conservadores insistieron en que el Pentágono debe prepararse para toda suerte de contingencias, particularmente ahora, cuando docenas de países y algunas organizaciones terroristas están implicadas en programas secretos de desarrollo de armas nucleares... Argumentaron que las armas más pequeñas desempeñan un importante papel disuasivo dado que muchos agresores pueden no creer que las fuerzas estadounidenses estén dispuestas a utilizar armas de muchos kilotones que devastarían territorios adyacentes y poblaciones amigas."
"Necesitamos disponer de una fuerza disuasoria creíble contra regímenes implicados en el terrorismo internacional y el desarrollo de armas de destrucción masiva", declaró Jack Spencer, un analista de Defensa en la conservadora fundación Heritage en Washington. Afirmó que los contenidos del informe no le produjeron ninguna sorpresa y que éste representaba "la forma correcta de desarrollar una postura nuclear en un mundo salido de la Guerra Fría".
RODEANDO A CHINA
A partir de la guerra de Yugoslavia de 1999, la administración Clinton aumentó su apoyo militar a Taiwán contra China, provocando una considerable escalada armamentística en el estrecho de Taiwán. Anteriormente, la fuerza aérea de Taiwán había sido equipada con algunos cazas 150 F16A fabricados por la Lockheed Martin. A este respecto, la Administración Clinton había argumentado que la ayuda militar a Taiwán era necesaria para mantener "un equilibrio militar con la República Popular China" como parte de la política estadounidense denominada de "paz mediante disuasión".
Destructores Aegis de fabricación estadounidense equipados con misiles tierra- aire de última tecnología, misiles mar-mar y misiles de crucero Tomahawk fueron entregados a Taiwán para reforzar su capacidad naval en el estrecho de Taiwán. Pekín respondió a esta escalada armamentística recibiendo en el año 2000 su primer destructor de misiles guiado de fabricación soviética, el Hangzhou, equipado con misiles antinavío SS-N-22 Sunburn, "capaces de penetrar las defensas tecnológicamente más avanzadas de un grupo de combate naval estadounidense o japonés".
Los presupuestos militares han cambiado radicalmente desde el 11 de Septiembre. La Administración Bush ha eliminado la doctrina de "paz mediante disuasión". La escalada militar del estrecho de Taiwán posterior al 11-S es parte integral del plan global militar estadounidense basado en el despliegue militar "en múltiples frentes".
Apoyado por la Administración Bush, Taiwán "ha venido desarrollando una intensa investigación para desarrollar un misil balístico táctico capaz de alcanzar objetivos situados en la China continental... El propósito declarado de estos misiles es erosionar la capacidad ofensiva del Ejército Popular de Liberación (PLA), incluyendo su infraestructura tanto de misiles como otra (aeródromos, puertos, rampas de lanzamiento de misiles, etc)". A su vez, la presencia militar estadounidense en Paquistán y Afganistán (así como en algunas otras antiguas repúblicas soviéticas) en la frontera con China, está siendo coordinada mediante un despliegue naval de Taiwán en el sur del Mar de China.
China ha sido rodeada: la maquinaria bélica estadounidense está presente en el sur del Mar de China y en el Estrecho de Taiwán, en la península de Corea y en el mar del Japón, así como en el corazón de Asia Central y en la frontera occidental de la región autónoma china de Xingiang-Uigur. Bases militares estadounidenses supuestamente "temporales" han sido instaladas en Uzbekistán (país miembro del pacto GUUAM con la OTAN), en Tadjikistán y en la República de Kirguizia, donde aeródromos e instalaciones militares han sido puestos a disposición de la Fuerza Aérea de los EEUU.
La NPR 2002 proclama la disposición de la Administración Bush para utilizar armas nucleares contra China si llegara a producirse un enfrentamiento en el estrecho de Taiwán. China, debido a su arsenal nuclear y a sus "objetivos estratégicos en desarrollo" aparece catalogada como "un país susceptible de implicarse en una contingencia inmediata o potencial". Concretamente, la NPR contempla una hipotética confrontación acerca del status de Taiwán como uno de los escenarios que podrían llevar a Washington a utilizar armas nucleares.
EL EJE ANGLO-ESTADOUNIDENSE
La guerra de Yugoslavia de 1999 contribuyó a reforzar lazos estratégicos, militares y de inteligencia entre Washington y Londres. Después de la guerra de Yugoslavia el Secretario de Defensa estadounidense William Cohen y su homólogo británico Geoff Hoon firmaron una "Declaración de Principios sobre Equipos de Defensa y Cooperación Industrial", destinada a "mejorar la colaboración para la obtención armas y la protección de secretos tecnológicos", así como para "facilitar el camino a nuevas empresas militares conjuntas y a posibles fusiones de industrias armamentísticas".
El objetivo de Washington era impulsar la formación de un "puente transatlántico que permita al Departamento de Defensa estadounidense llevar su política de globalización hasta Europa... Nuestro objetivo es mejorar la operatividad mutua y la eficacia en el desarrollo de campañas de guerra por medio del estrechamiento de los vínculos industriales entre empresas estadounidenses y de países aliados". Según un funcionario del Pentágono, el acuerdo fue firmado poco después de la creación de la British Aeroespace Systems (BAES), resultado de la fusión de Bae con GEC Marconi. British Aerospace (Bae) estaba ya firmemente vinculada a Lockheed Martín y Boeing, las dos principales empresas contratistas de proyectos de defensa.
En palabras del Secretario de Defensa del presidente Clinton, William Cohen, el acuerdo "facilitará la interacción entre nuestras respectivas industrias [británicas y estadounidenses], nos permitirá disponer de una perspectiva armonizada a la hora de compartir tecnología y trabajar conjuntamente en acuerdos de copartenariado así como, potencialmente, de fusión de empresas". La BAES se hallaba a la sazón firmemente vinculada a Lockheed Martín y Boeing, los dos principales contratistas estadounidenses de proyectos de defensa.
La agenda oculta detrás del "puente transatlántico" anglo estadounidense es conseguir desplazar los conglomerados francoalemanes y asegurar la hegemonía del conglomerado militar-industrial estadounidense (en alianza con los principales contratistas británicos de defensa).
http://www.rebelion.org/