El amor de Michael por los animales y sus donaciones secretas
Domingo 18/ 03 2012
Publicado por Deborah Kunesh
Adriana, de Dinamarca, ha accedido a compartir su historia. Ella tuvo la oportunidad de conocer a Michael, pasar algún tiempo y trabajar con él en varias ocasiones. Ella estaba trabajando en Londres, en un refugio de animales en ese momento. Michael le tenía mucho cariño a los animales, de la misma manera que a los niños, y quería ayudar en todo lo que pudiera. Él se aseguró de que estas donaciones se mantuvieran en privado porque lo hacía de corazón, no para la publicidad. A continuación cuenta su historia.
"Allá por el año 1996 o fue en 1997, trabajé en un refugio para animales (principalmente perros) en las afueras de Londres. Trabajé allí hasta 2007.
Cuando Michael y su séquito salieron del hotel, (estaban bajo el hotel donde estaba el garaje), un pequeño perro estaba escondido debajo del coche.
Michael ...Quería saber adónde iría el perro y qué pasaría con él.
Un personal del hotel sabía de nosotros y también era un paseador de perros, se puso en contacto con nosotros, pero no teníamos espacio para el perro. Ellos vinieron con él de todos modos y me lo llevé a casa conmigo durante un par de días.
Michael llegó a saber que no teníamos lugar y preguntó por qué. Se le dijo que por el momento no teníamos espacio y no teníamos dinero para construir más. Esa fue la primera vez que recibimos dinero de él.
Michael se aseguró de que tuviéramos dinero para construir más y más espacio para los animales. Él pensó que estaba mal que estas cosas dependieran de las donaciones de la gente. Pensaba que el Estado o, cómo se diga, debía darnos dinero también. En algunos países hay tantos perros callejeros, y él se sentía mal por ésto tanto como por los niños.
Un año después de haber hecho la donación él quiso venir a visitarnos. Hacerlo pasar inadvertido allí parecía ser una misión para la gente de la Casa Blanca, pero en realidad no lo era.
Cuando llegó allí la primera persona que lo recibió fui yo, estaba con dos cachorros en mis rodillas. Yo estaba en el piso alimentándolos.
Él no dijo hola ni nada, simplemente se agachó y empezó a hablar con ellos con esa voz de tonto que utilizamos con los animales. Le tomó unos minutos antes de que levantó la vista, dijo que lo sentía y me ofreció su mano. Todavía tenía un perrito en mi mano y una botella en la otra. Él se rió cuando lo puse abajo y dijimos hola.
Se levantó y quiso echar un vistazo alrededor. Estaba horrorizado por cuántos perros había allí, no había tantos gatos, a veces estaba lleno de gatos, pero más o menos siempre había más perros. Él se emocionó y dijo que quería llevarse a todos ellos con él a su casa. Como la mayoría de la gente cuando llegaban allí. Y yo también, fue muy difícil trabajar allí y después de tantos años desde que me fui , se convirtió en más y más y la gente hace cosas horribles a sus animales.
Después de una ronda por allí y de explicarle cómo funcionaban las cosas, nos invitó a cenar esa misma noche. En esa cena habló de cómo él podría hacer una donación cada año, y la forma en que se llevaría a cabo (el hecho de que él estaba haciendo donaciones) sin que se supiera. Recayó sobre mí el cuidado de ello.
La próxima vez que estuvo en Londres él quiso que nos encontráramos y así lo hicimos. Es entonces cuando él me preguntó si me gustaría ir a Neverland y pasar algún tiempo allí. Podría llevar a un amigo y lo hice.
Esas dos semanas fueron las mejores de mi vida. No por Michael, por el lugar. Nunca fui fan de Michael Jackson, yo lo había visto en concierto, pero yo no tenía ningún disco de él. Me gustaba su música, pero no de esa manera de los fans, ya sabes. Pero aún así era muy emocionante estar en su casa. Es un lugar realmente asombroso.
Él estaba muy orgulloso de su zoológico y nos mostró los alrededores. Se nos permitió sacar a los caballos para paseos cada vez que queríamos, nos dieron el espacio libre en el rancho. Así es como me sentí más cerca de él que simplemente asegurándome de que sus donaciones llegaran. No estoy diciendo que fui una amiga suya, pero creo que me acerqué lo suficiente para hacerle sentir que podía confiar en mí, aunque sólo sea un poco. Todavía tengo unos cuantos mensajes de texto de él.
Cuando lo conocí yo no tenía teléfono celular, y los mensajes de texto vinieron en los años posteriores. Fue muy gracioso verlo tratar de componer un mensaje de texto. Seguía preguntando a alguien "¿cómo puedo hacer ahora? ¿Cómo puedo hacer un signo de interrogación. ¿Cómo puedo hacer ésto? ". Fue muy divertido.
La última donación que hizo fue enorme y ellos todavía las están haciendo, y lo harán por mucho tiempo, espero, si nada inesperado ocurre.
La segunda vez que nos visitó estábamos fuera, en nuestra área de descanso para los perros. Es un lugar enorme vallado detrás de nuestra casa, con árboles y cosas por el estilo. Un lugar muy bueno para que los perros puedan jugar. Teníamos un perro que se volvía loco a veces y empezaba a correr como una cosa mental . Era divertido verlo, te echabas a reír y lo mismo hizo Michael, y no podía parar, de verdad, y tan pronto como miraba a alguien se echaba a reír aún más.
No se quedaba quieto y en un momento se inclinó hacia adelante y se golpeó la frente en la parte posterior de un banco de pie allí. Primero se escuchó un !Ay! de él, pero luego comenzó a reírse y nosotros también. Tenía dolor en el estómago al día siguiente a causa de tanto reír. Se le levantó un pequeño bulto en la frente y no dejaba de hablar de ello la próxima vez que nos veíamos. Él decía: "Es peligroso reírse a veces ".
No sé qué más puedo decir, es que hay muchas cosas divertidas que suceden con él alrededor, no es fácil elegir una.
Adriana
