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Los números más utilizados en el mundo, con gran diferencia de los restantes (los hay árabes, hebreos, chinos...), son el 1,2,3,4,5,6,7,8,9 y 0. Se les denomina por error números arábigos debido a que los eruditos europeos los encontraban por primera vez en libros escritos por sabios árabes.
Este sistema de numeración fue traído a España durante la dominación islámica. En el año 967, un francés de nombre Gilberto vino a la España musulmana para conocer de primera mano el ingenioso sistema numérico del que había oido hablar. A través de su obra, Gilberto popularizó los números arábigos por Europa, quedando absoleto el anterior, el romano, engorroso y poco operativo. Pero los árabes lo habían copiado de los hindúes, que dicho sea de paso, son también inventores del sistema decimal.
A los nuevos signos numéricos acompañaron sus correspondientes vocablos en castellano pero, curiosamente, no se escribieron todos al mismo tiempo. Consultado el Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, de Joan Corominas, la secuencia, en nada menos que quinientos años, es la siguiente:
El uno, como todos los demás, del latín "ünus", apareció escrito por primera vez al final del siglo X. Dos –como todos los demás, también del latín–, " "duos", en 1055; tres "trës", 1140; cuatro "quatteur", 1090; cinco "cïnque", 1090; seis "sex", 1140; siete "septem" 1132; ocho "octo" 1220; nueve "novem", 1140; y cero, del italiano "zèro" en el siglo XV, que a su vez lo tomó del latín "zepharum". El concepto de cero (0) fue desarrollado por los babilonios, los mayas, los indios y los chinos. En documentos de Babilonia (en el actual Irak) de hace unos tres mil años, se dejaban espacios vacíos entre los números para simbolizar el cero. En un documento hindú del año 200 antes de Cristo, se habla del cero como sunya (blanco). Los hindúes desarrollaron sus propiedades matemáticas, que permitieron el sistema decimal y, mucho más adelante, en el siglo IX, los árabes descubrieron este cero y lo adaptaron como "sifr", que latinizado como "zepharum", pasó al español significando cifra y cero.
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Copy&paste de www.europasur.es
Este sistema de numeración fue traído a España durante la dominación islámica. En el año 967, un francés de nombre Gilberto vino a la España musulmana para conocer de primera mano el ingenioso sistema numérico del que había oido hablar. A través de su obra, Gilberto popularizó los números arábigos por Europa, quedando absoleto el anterior, el romano, engorroso y poco operativo. Pero los árabes lo habían copiado de los hindúes, que dicho sea de paso, son también inventores del sistema decimal.
A los nuevos signos numéricos acompañaron sus correspondientes vocablos en castellano pero, curiosamente, no se escribieron todos al mismo tiempo. Consultado el Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, de Joan Corominas, la secuencia, en nada menos que quinientos años, es la siguiente:
El uno, como todos los demás, del latín "ünus", apareció escrito por primera vez al final del siglo X. Dos –como todos los demás, también del latín–, " "duos", en 1055; tres "trës", 1140; cuatro "quatteur", 1090; cinco "cïnque", 1090; seis "sex", 1140; siete "septem" 1132; ocho "octo" 1220; nueve "novem", 1140; y cero, del italiano "zèro" en el siglo XV, que a su vez lo tomó del latín "zepharum". El concepto de cero (0) fue desarrollado por los babilonios, los mayas, los indios y los chinos. En documentos de Babilonia (en el actual Irak) de hace unos tres mil años, se dejaban espacios vacíos entre los números para simbolizar el cero. En un documento hindú del año 200 antes de Cristo, se habla del cero como sunya (blanco). Los hindúes desarrollaron sus propiedades matemáticas, que permitieron el sistema decimal y, mucho más adelante, en el siglo IX, los árabes descubrieron este cero y lo adaptaron como "sifr", que latinizado como "zepharum", pasó al español significando cifra y cero.
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