No te di, Adán, ni un puesto determinado ni un aspecto propio ni función alguna que te fuera particular, con el fin de que aquel puesto, aquel aspecto, aquella función por los que te decidieras, los obtengas y conserves según tu deseo y designio. La naturaleza limitada de los otros se halla determinada por las leyes que te he dictado. La tuya, tú mismo la determinaras sin estar limitado por barrera ninguna, por tu propia voluntad, en cuyas manos te he confiado. Te puse en el centro del mundo con el fin de que pudieras observar desde allí todo lo que existe en el mundo. No te hice ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, con el fin de que- casi libre y soberano artífice de ti mismo- te plasmaras y te esculpieras en la forma que te hubieras elegido. Podrás degenerar hacia las cosas inferiores; podrás- de acuerdo con la decisión de la voluntad- regenerarte hacia las cosas superiores que son divinas.
PICO DELLA MIRANDA.
Vemos que la felicidad en muchas ocasiones esta ligada a un comportamiento de dependencia hacia cosas externas como imágenes propias de conceptos como el amor, la propensión a destruir, el sadismo, la tendencia a someterse, apetito de poder, indeferencia, deseo de grandeza personal, pasión por la ecomonia, goce de placeres sensuales y miedo a la sensualidad entre muchas otras. Son características de dependencia- de perdida de la libertad como individuos, van acompañados de un deterioro de la personalidad o una carencia de ella.
Pueden ser muchos los factores de propicien este tipo de comportamientos, como factores ambientales, complejos personales e incapacidad de cambio o de aceptación.
He votado por la opción de que la felicidad y la realización de una persona dependen únicamente de si misma, es verdad que todos dependen de todos en cierto grado, pero a través de la libertad como humanos que somos podemos tener una convivencia mejor.
Dependencia.
¿Quién soy yo?
¿Qué prueba tengo de mi propia identidad más que la pertenencia de mi yo físico?
La respuesta no es como -la afirmación del yo individual-, sino su negación: no poseo identidad, no hay yo, excepto aquel que es reflejo de lo que los otros esperan que sea; yo soy <<como tu me quieras>>.
La pérdida de la identidad hace aún más imperiosa la necesidad de conformismo; significa que uno puede estar regulado de sí mismo sólo en cuanto logra satisfacer las expectativas de los demás. Si no lo conseguimos, no sólo nos vemos frente al peligro de la desaparición pública y de un aislamiento creciente, sino que también nos arriesgamos a perder la identidad de nuestra personalidad, lo que significa comprometer nuestra salud psicológica.
Al adaptarnos alas expectativas de los demás, al tratar de no ser diferentes, logrando acallar aquellas dudas acerca de nuestra identidad y ganamos así cierto grado de seguridad. Sin embargo, el precio de todo ello es alto. La consecuencia de este abandono de la espontaneidad y de la individualidad es la frustración de la vida.
PICO DELLA MIRANDA.
Vemos que la felicidad en muchas ocasiones esta ligada a un comportamiento de dependencia hacia cosas externas como imágenes propias de conceptos como el amor, la propensión a destruir, el sadismo, la tendencia a someterse, apetito de poder, indeferencia, deseo de grandeza personal, pasión por la ecomonia, goce de placeres sensuales y miedo a la sensualidad entre muchas otras. Son características de dependencia- de perdida de la libertad como individuos, van acompañados de un deterioro de la personalidad o una carencia de ella.
Pueden ser muchos los factores de propicien este tipo de comportamientos, como factores ambientales, complejos personales e incapacidad de cambio o de aceptación.
He votado por la opción de que la felicidad y la realización de una persona dependen únicamente de si misma, es verdad que todos dependen de todos en cierto grado, pero a través de la libertad como humanos que somos podemos tener una convivencia mejor.
Dependencia.
¿Quién soy yo?
¿Qué prueba tengo de mi propia identidad más que la pertenencia de mi yo físico?
La respuesta no es como -la afirmación del yo individual-, sino su negación: no poseo identidad, no hay yo, excepto aquel que es reflejo de lo que los otros esperan que sea; yo soy <<como tu me quieras>>.
La pérdida de la identidad hace aún más imperiosa la necesidad de conformismo; significa que uno puede estar regulado de sí mismo sólo en cuanto logra satisfacer las expectativas de los demás. Si no lo conseguimos, no sólo nos vemos frente al peligro de la desaparición pública y de un aislamiento creciente, sino que también nos arriesgamos a perder la identidad de nuestra personalidad, lo que significa comprometer nuestra salud psicológica.
Al adaptarnos alas expectativas de los demás, al tratar de no ser diferentes, logrando acallar aquellas dudas acerca de nuestra identidad y ganamos así cierto grado de seguridad. Sin embargo, el precio de todo ello es alto. La consecuencia de este abandono de la espontaneidad y de la individualidad es la frustración de la vida.