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El Polisario moviliza a sus organizaciones contra Zapatero

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Asociaciones de amistad con el pueblo saharaui y otras próximas al Polisario están siendo movilizadas para presionar al Gobierno para que abandone sus tesis favorables al Sahara marroquí.

5 de mayo. Las diversas asociaciones de amistad con el pueblo saharaui y otras organizaciones próximas al Frente Polisario están siendo movilizadas para presionar al Gobierno para que abandone sus tesis favorables a la "marroquinidad" del Sahara occidental proclamada, de forma más o menos ambigua, por Rodríguez Zapatero en su exitosa visita a Marruecos.

El lunes pasado, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos intentó explicar en Argel en qué consistía la propuesta española para resolver el contencioso sahariano, pero no encontró en sus interlocutores ni oídos atentos ni comprensión. Los dirigentes argelinos recordaron al ministro cual había sido la tradicional posición española reivindicando el ejercicio del derecho de autodeterminación en la excolonia mediante un referéndum.

Zapatero se alineó en Marruecos con las tesis que defiende Francia: ni referéndum ni Plan Baker. Para Zapatero la solución sería un diálogo entre las dos partes (es decir, entre Marruecos y los independentistas saharauis) que desembocase en un acuerdo por el que el Sahara se incorporarse a la soberanía marroquí en el seno de una amplia autonomía semejante a la que tienen hoy el País Vasco o Cataluña en España.

Muchos militantes o simpatizantes socialistas apoyan las tesis del Frente Polisario y participan en las asociaciones de amistad con el pueblo saharaui de modo que los primeros signos de descontento han empezado a llegar a la sede del PSOE en Ferraz, algo que preocupa sin duda a José Blanco y sus colaboradores.

El Frente Polisario sigue manteniendo sin embargo contactos con la diplomacia española. El director general de África y Medio Oriente, Gabriel Busquets, se ha entrevistado recientemente con el representante polisario en Madrid, Brahin El Ghali, que le expuso su descontento ante lo que consideran como un escandaloso cambio de rumbo por parte del partido socialista y del Gobierno.
 
Entrevista con Migual Ángel Moratinos en ABC

Su actividad como ministro de Asuntos Exteriores comenzó antes incluso de su nombramiento. Irak, la Unión Europea o Marruecos han ocupado, hasta ahora, la mayor parte de su tiempo, pero cuestiones tradicionales de la polítca exterior española como Iberoamérica -incluída Cuba- o Gibraltar llaman ya a su puerta.

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-Después de tanta insistencia del PSOE en el papel que la ONU debía desempeñar en Irak, con la rápida retirada de las tropas ¿no da la impresión de que no le se ha concecido ninguna oportunidad?

-No. Nosotros queríamos dar una oportunidad a la ONU y seguimos dándosela. Pero llegamos a la constatación de que no habría cambio sustancial de su papel antes del 30 de junio. Y seguimos convencidos, porque aunque se va a analizar un futuro proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad, no alcanzará nuestras exigencias.

-¿Habrá alguna iniciativa formal en el Consejo por parte de Francia, Alemania y España?

-No. Sólo hay consultas entre socios importantes de la Unión Europea, que comparten responsabilidad en el Consejo y coordinan posiciones. Es lo que hemos hecho, pero no sólo con Francia y Alemania, sino también con el Reino Unido y con Estados Unidos.

-Usted dijo, tras la retirada de las tropas de Irak, que las relaciones con Estados Unidos no van a cambiar. Puede que esa sea la intención del Gobierno español, pero tal vez en Washington hayan perdido la confianza en España...

-Ya expresé que estaban decepcionados, pero también las autoridades norteamericanas han dicho que, pese a la retirada, no les preocupa la voluntad conjunta de España y Estados Unidos de luchar contra el terrorismo internacional. España seguirá desempeñando un papel activo, de socio y aliado firme en los escenarios de paz y seguridad que consideremos legalmente oportunos, que tengan el respaldo de la ONU y en los que trabajaremos con Estados Unidos de manera muy constructiva. Hay suficiente densidad en la relación entre España y Estados Unidos para que sea fructífera. Se demostrará que las relaciones no sufrirán e irán desarrollándose, de forma tranquila y serena, positivamente. Mi buen amigo Colin Powell me preguntaba en qué se notaría la diferencia. La diferencia es que no habrá ya «fotos opportunity», ni sumisión inmediata, sino los resultados reales de una relación de amistad con Estados Unidos, resultados concretos en nuestra capacidad de influencia en Iberoamérica, el Norte de África o el mundo árabe.

-Se ha dicho, sin embargo, que corremos el peligro, con este nuevo giro en la política exterior, de pasar de ser los «lacayos» de Bush a ser los «criados» de Chirac...

-A mí, desde los escaños del PP, me han llamado «francés», como una especie de insulto. No hay que olvidar lo que ha aportado Francia, como España, a la cultura europea y lo que ha sido la cooperación en la lucha contra ETA. Por eso, me siento extremadamente orgullo de ese «afrancesamiento». No tengo ningún complejo de sentirme próximo a Francia, pero eso no significa que nos vayamos a someter al vasallaje o la dominación de Francia o de Alemania. Al contrario, vamos a formar parte en la toma de decisiones. Si no se está presente, si no se contribuye con ideas y propuestas, lo que se hace es estar siempre a la defensiva, siempre rechazando. No vamos a estar sometidos a una disciplina o a un «diktat» franco-alemán. Todo lo contrario. Vamos a participar en las decisiones estratégicas que condicionarán el futuro de los españoles.

-Pero ¿hasta qué punto Francia y Alemania permitirán esa participación? Porque la idea de que volvemos al corazón de Europa puede sonar muy bien, pero no tardarán mucho en surgir las discrepancias por los intereses de unos y otros...

-Europa se crea precisamente cuando hay conflictos, cuando hay sectores en competencia. Entonces se toma la decisión trascendental de compartir los elementos diferenciales sobre el carbón y el acero, para hacer una política común. Y no es una Europa nacionalista. La mejor defensa de los intereses nacionales es cuando todos podamos compartir los desafíos actuales de la Unión Europea y de sus ciudadanos. Si no se comparte ese espíritu europeo, difícilmente se podrá construir Europa. La mayoría de la ciudadanía española votó el 14 de marzo por una proyección europea de España y no por una proyección nacionalista de España en Europa. Esa es la diferencia. Los intereses españoles se han defendido mejor cuando hemos estado más cerca del centro de decisión europea, cuando hemos compartido con los demás socios la concepción del futuro espacio europeo. Cuando estamos en posiciones muy nacionalistas, de corto plazo, sin una visión a medio y largo plazo, lo que ocurre es que nos quedamos fuera de juego, arrinconados en la Historia. Eso es lo que ha pasado en los últimos años, en los que España no contaba en la toma de decisiones. Y si hay diferencias entre España y Francia o entre España y Alemania, la voluntad es de llegar a un punto de entendimiento. Si no, seguiremos siendo satélites de unos y de otros, pero sin capacidad real de influencia.

-El primer test de esa cooperación va a ser la negociación sobre la Constitución Europea. El Gobierno ha aceptado el principio de doble mayoría en el sistema de votación, pero ha dicho que quiere un aumento del porcentaje de población. ¿Pretende que se llegue hasta los dos tercios de la población europea? ¿Cuáles son nuestras aspiraciones?

-Vamos a luchar por tener el máximo de influencia y de poder de España en el conjunto de la Unión. Las negociaciones van bien y estamos muy cerca de obtener esa doble legitimidad que es esencial en la futura Constitución Europea. Es interesante la idea de la mayoría de Estados más uno, pero también es precisa una legitimidad de los ciudadanos. No podemos aceptar que unos pocos, un directorio, pueda ignorar esos dos tercios de la población que usted apunta. Pero aún no estamos en la fórmula final y seguiremos trabajando. Habrá otros elementos que se añadan. Sería irresponsable que yo señalara ahora cuáles son las ofertas y contraofertas que estamos escuchando.

-Si no se atienden las demandas españolas, ¿no habrá Constitucion?

-Se atenderán las peticiones españolas y también las de otros socios, pero se hará con una voluntad de consenso y de construcción europea. No se pondrá el «no» por delante. Se buscarán puntos de encuentro y se hallarán porque hay voluntad política de encontrarlos, que es lo que no existía anteriormente. Antes había una posición rígida, no se buscaban fórmulas creativas, que diesen la misma capacidad de influencia en Europa. Se hacía una oferta y no se movía uno de ahí. No hubo negociación propiamente dicha.

-La siguiente gran batalla será la de las perspectivas financieras de la Unión, y ahí existen divergencias porque Francia y Alemania quieren reducir el techo presupuestario, algo que España no acepta...

-Si, pero España, estando más cerca de Francia y Alemania, tiene más capacidad de influencia y de convicción, Si antes, alejados de Francia y Alemania, era prácticamente imposible llegar a un punto de encuentro, hoy, aunque la negociación sea dura y difícil, al final se encontrará una solución.

-Las relaciones entre España y Marruecos parecen haber entrado por unos nuevos cauces tras la visita de José Luis Rodríguez Zapatero a Casablanca, pero no se puede olvidar que el detonante de la última crisis fue la cuestión del Sahara, aún presente. El Frente Polisario teme que el nuevo Gobierno, por ese acercamiento a Marruecos, le abandone, que deje de defender el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui y el último Plan Baker...

-El anterior Gobierno no tuvo problemas con Marruecos por el Sahara, porque dio unos bandazos de 180 grados, Tan pronto apoyaba la posición más favorable al pueblo saharaui como se inclinaba por las tesis de Marruecos. No había una política seria, de relaciones privilegiadas con un socio que tiene esa dimensión estratégica para España. Esas relaciones se habían venido construyendo con dificultades por los anteriores gobiernos y se había logrado un tratado de amistad y cooperación, que había establecido unos instrumentos de diálogo y entendimiento para evitar esas crisis normales con un vecino y en un relación siempre convulsa como ha existido con Marruecos. No se ha utilizado la confianza, el entendimiento que tiene que existir a nivel de autoridades. A partir de ahí, el Sahara Occidental es uno de los elementos esenciales para vertebrar la relación con Marruecos y con todo el Magreb. Vamos a intentar compaginar el marco de respeto absoluto y referencia de Naciones Unidas, donde hemos votado por unanimidad una resolución en la que se recoge el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, pero se reafirma la voluntad de alcanzar un acuerdo consensuado, político entre las partes. No es una disyuntiva entre un plan de la ONU y un acuerdo político bilateral entre las partes. Es un elemento de complementariedad. Si hay un Gobierno que tiene un compromiso en favor del pueblo saharui es un Gobierno socialista. Hemos mantendio durante muchos años la referencia ineludible a sus derechos. ¿Es que ha cambiado España en su política hacia el Sahara? Pues sí, porque ahora ya no es una política hipócrita, porque ahora queremos una solución. Vamos a trabajar por encontrar una solución que tenga como marco de referencia Naciones Unidas y lo que ha sido una trayectoria de defensa internacional del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.

-En esa nueva relación con Marruecos, ¿creen ustedes que van a encontrar el apoyo de Francia, que no ha existido en los últimos años?

-Si Argelia y Marruecos reciben mensajes distintos de París o de Madrid, poco podremos avanzar. Las partes tiene que recibir de aquellos países que tienen influencia, el mismo mensaje, De Estados Unidos, de Francia, de España... Hay que ponerse de acuerdo para salir del problema. Por eso, con nuesros colegas franceses, hemos empezado una reflexión para entre todos encontrar un punto de solución que corresponderá a los principales actores.Corresponde a Marruecos y al Frente Polsiario decidir si aceptan o no y cuáles son sus márgenes de maniobras.

-Uno de los anuncios del nuevo Gobierno es reforzar las relaciones con Iberoamérica. ¿Piensa que no lo hizo el anterior Gobierno?

- En estos últimos años, no ha habido complicidad política, ni presencia política. Ha habido inversiones, pero no siempre bien explicadas, y por tanto, rechazadas por las opiniones públicas de algunos países. Y sobre todo ha habido la sensación de que se ha perdido la fraternidad y la capacidad de diálogo directo que tenía España con los distintos países de América Latina.

Fuente: ABC

http://www.abc.es/abc/pg040510/prensa/noticias/Nacional/Politica/200405/10/NAC-NAC-030.asp
 
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