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En-amor-miento

Amar es muy distinto a estar enamorado. El amor y el enamoramiento son sentimientos casi opuestos en algunos sentidos. Amas a quien conoces y te enamoras de quien aún es un desconocido. El enamoramiento es emoción pasional, mientras que el amor es sentimiento apacible. El enamoramiento tiene mucho de virtual, el amor es mucho más real. El enamoramiento es efímero, transitorio, mientras que el amor tiende a ser duradero y estable. El amor tiene vocación de eterno, el enamoramiento se cree eterno mientras dura.

Siento decirlo tan crudamente, pero el enamoramiento tiene algo de no fiable, de engañoso; mientras que el amor es pura verdad. La misma palabra castellana esconde la esencia: en-amor-miento. El enamoramiento se parece a los fuegos artificiales, explosivos, espectaculares, estruendosos y brillantes. El amor es, sin embargo, como una noche estrellada: silenciosa y serena.

El enamoramiento suele ser la primera etapa en la relación de pareja, y sólo a veces se pasa a la segunda fase. Hay personas que se enamoran fácilmente, pero nunca llegan a amar. Como el enamoramiento es siempre transitorio, van pasando de una relación a otra, van de enamoramiento en enamoramiento. Una vez esccuche lo siguiente: "Si me enamoro algún día, me desenamoraré para tener la alegría de enamorarme otra vez". Quien así habla está fascinado por los fuegos artificiales, que sin duda son maravillosos, pero no ha sido capaz aún de descubrir la belleza de una noche estrellada de luna nueva.

Para amar hay que salir de uno mismo, conocer y querer a un otro real, cargado de virtudes y de defectos. Para estar enamorado no es necesario todo eso, es mucho más fácil, ni siquiera hay que salir del yo.
 
Es interesante :) Esto tiene relación:

Todos los seres humanos ordinarios nacemos con nuestra mente ofuscada por ignorancia y confusión. Sobre todo nacemos con una falsa sensación de aislamiento y separación de los demás y del mundo que nos rodea, que nos hace sentir débiles y sufrir un sentimiento de soledad existencial profunda, y estar continuamente achacados por miedos e inseguridad.

Nos aferramos a un sentido de "yo" falsamente independiente e irresponsable de sus propios actos. Este sentido de "yo" al que nos aferramos es la base de todo egoísmo fundamental que impregna todas nuestras actitudes y experiencias y hasta condiciona nuestra propia percepción global del mundo. A esta ignorancia fundamental Buda la llamó ignorancia del autoaferramiento, el primero de los tres venenos mentales, y la causa de todo nuestro sufrimiento.

A causa de esta ignorancia en nuestra mente, no vemos las cosas como son, sino que las vemos a través de un condicionamiento subjetivo y contaminado, buscando en el mundo exterior apoyos, objetos o personas que nos den la seguridad que nos falta en nuestro interior.

Debido a la tendencia ignorante de exagerar y solidificar todas nuestras percepciones, tendemos a aferrarnos a todas las personas y objetos agradables que nos encontramos, como si fueran verdaderas fuentes de seguridad y felicidad: nuestros padres, amigos, parejas, hijos, el dinero, la reputación, las posesiones, etc.

Creamos así un síndrome de dependencia en estas personas y objetos sin los cuales no somos capaces de estar felices o seguros. Exigimos a estas personas y objetos continuo apoyo. Por ejemplo, exigimos a nuestros padres que sean perfectos, aunque es imposible que lo sean. Cuando a lo largo del tiempo, las imperfecciones de estos objetos salen a la vista, o estamos forzados a separarnos de ellos, empezamos a sentirnos engañados y otra vez solos e inseguros. A este aferramiento ansioso a los objetos y personas agradables, con una excesiva dependencia en ellos, Buda le llamó apego. Éste es el segundo de los tres venenos que contaminan nuestra mente.

Habitualmente este veneno contamina todas nuestras relaciones amorosas con los demás y lo confundimos con el amor mismo. Aunque el amor verdadero es una actitud pura y positiva que desea compartir nuestra felicidad con los demás y ayudarles a ser más libres, el apego desea de una manera esclavizarles y aprovecharse de ellos. Por lo tanto, el apego es totalmente contradictorio con el amor.

El apego en nuestra mente tiene tantas expectativas excesivas que los demás nunca pueden cumplir, que produce una continua acumulación de frustración.
Esta frustración acumulada llega a desbordarse en algún momento y produce una explosión de irritación exteriorizada como enfado, o un amargo y bloqueado sentimiento interior de rencor. A esto Buda le llamó odio, el tercero de los tres venenos mentales. Éste es el más destructivo de los venenos mentales, la causa de todas nuestras disputas y malas relaciones.

Cegados por nuestra ignorancia y empujados por nuestros intereses egoístas, por el apego y por el odio, realizamos acciones que perjudican a los demás, y que nos mantienen atrapados en un círculo vicioso de sufrimiento, lo que Buda denominó Samsara.

Podemos ver como esta "contaminación mental" es la causa de todos los problemas en nuestra vida, en la sociedad y en el mundo.

Como resultado de una desatinada búsqueda de felicidad en el exterior, nuestro planeta está siendo destruido, y nuestras vidas se están convirtiendo en más complicadas e insatisfactorias. Nuestros miedos e inseguridades han hecho que lleguemos incluso a crear armas de destrucción masiva que ponen en peligro la vida de millones de seres.

Aún así, es posible cambiar. Es posible eliminar todos los peligros, los daños, los sufrimientos que experimentamos si dirigimos el cambio principalmente al interior.

La mente, aunque esté nublada o contaminada por los engaños mentales, especialmente por los tres venenos mentales, puede liberarse de ellos y de todos los sufrimientos que éstos traen, porque en esencia todos somos puros. Cada perturbación o veneno mental tiene un antídoto, una mente positiva que lo contrarresta, y, como dice Gueshe Kelsang Gyatso en Camino Gozoso de Buena Fortuna: -" Si nos adiestramos en reducir y superar las causas de las perturbaciones mentales, comprenderemos que, a pesar de que nuestros engaños sean muy fuertes, de momento no son permanentes, porque los podemos reducir aplicando sus antídotos. Si no son permanentes y existen sus antídotos, no hay duda de que podemos eliminarlos por completo y para siempre".

En vez de culpar a los demás por nuestros problemas, si nos adiestramos en la meditación bajo la guía de un maestro cualificado no hay duda de que podremos poco a poco reducir y finalmente lograr eliminar estos tres venenos de nuestro mente y lograr la verdadera paz de Nirvana.

Con esta paz que surge de pura energía de sabiduría, aunque tengamos que vivir en este mundo rodeado de personas confusas y estresadas y aunque todavía tenemos que envejecer y morir, estas circunstancias externas no pueden perturbar nuestra paz interior y con amor podemos dedicarnos a beneficiar a los demás y ayudarles a purificar su mente y lograr el mismo estado puro de la iluminación, el estado de un Buda."


Guen Kelsang Tharpa
Monje Budista, Maestro del Centro Vajrayana de Madrid

Creo que esto te puede dar una idea de dónde viene ese "enganchamiento", Omen :) Que vaya bien!
 
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