Error al canto de una empresa como Coca-Cola, creadora de anuncios memorables y bastante integradores en su momento, pero que esta vez ha debido equivocarse de publicista. Aquel mítico mensaje de paz que al mundo entero quería dar, ha pasado a la historia. El anuncio nuevo es un desastre... La familia que educa a sus hijos fuera de los roles de género se caricaturiza y ridiculiza al máximo. Se les retrata tipo hippys de lo peor, plastas y antiguos. Pero no hay problema, sólo han amariconado al niño superficialmente. En el fondo es un chico tradicional y sigue jugando al futbol, guardando las cabezas cortadas de las muñecas, como fetiches de asesino psicópata de mujeres, a las que patea. Además parece que para arreglar los desmanes de familias agenéricas como esa, hay que organizar pedagógicos campeonatos escolares de fútbol que devuelvan a nuestros niños a la perdida senda del macho pateador de cabezas femeninas. ¿Me van a decir a mí, que a veces bebo Coca-Cola, que también es cosa de hombres? Menos mal que siempre nos quedará el Marie-Brizard...