mjj2021
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Detective privado dijo conocer la existencia de unos 260 videos con desnudos y relaciones íntimas. Salas de masajes y baño también figuran entre los lugares espiados, informa el diario chileno "Ultimas noticias".
Ni los resorts se logran escabullir de los espías-comerciantes sexuales. Según el diario japonés "The Japan Times", el negocio de las cámaras ocultas en los baños de exclusivos lugares turísticos, aunque también en los de públicos y moteles, está generando ingentes ingresos para los traficantes.
El periódico nipón narró el caso del video llamado "Hidden camera: Kansai womens bath", filmado en la zona de baños de un conocido resort de la región de Wakayama. En la primera escena, un grupo de mujeres está en los vestuarios. Una de ellas se saca la ropa y se coloca frente a un espejo, contemplando su desnudez. De pronto, dice: "Shhht, quédate tranquila". Las palabras van dirigidas a su pequeña hija, de unos tres años, que también está en el lugar, naturalmente desnuda.
Distendidas, todas las mujeres del video realizan las acciones normales dentro de una sala de baño, ignorando que una de ellas porta un cámara ultrapequeña y de última generación que registra toda la escena.
Luego, la filmación recorre un poco elaborado aunque eficaz circuito, hasta llegar a las estanterías de los clientes de este tipo de productos, que llegan a pagar hasta 8.000 yenes por obtener alguna de estas cintas voyeristas.
In fraganti
El detective privado Naoya Hiramatsu, que ha investigado durante años este comercio ilegal, conoce la existencia de unos 260 videos similares producidos en esa región de Japón. Y por ellos, calcula, pasaron unas 2.000 mujeres que probablemente no tienen idea de que fueron filmadas durante sus actos íntimos.
Lamentablemente, según Hiramatsu, la policía no atiende sus denuncias.
Otra de las estrategias de estos mercantilistas orgiásticos consiste en contactar a adolescentes que operan como damas de compañía -una actividad muy popular en ese país y que se conoce como enjo kosai-, las cuales acceden a clientes dispuestos a pagar elevadas sumas de dinero. Luego, los traficantes siguen a la pareja hasta la cama y la filman en plena actividad sexual.
Akio Kuroki, un periodista consultado por "The Japan Times", denunció que algunas muchachas japonesas se han suicidado luego de conocer la existencia de sus videos. Dijo que uno de los traficantes le contó que el comercio funciona con un agente que a su vez contrata a un fotógrafo. Este se esconde en los lugares escogidos y filma las intimidades de los pasajeros del resort. Luego el agente edita el video y lo envía al fabricante, que lo distribuye.
Tanaka reveló que "si la policía investiga, el fabricante asegura que su agente le dijo que las mujeres consintieron en que las filmaran".
El detective Hiramatsu agregó que la policía no investiga porque no hay una víctima denunciante; y tampoco los locales afectados acusan el delito, porque -de hacerlo- su elegante negocio se va a la ruina.
El periódico nipón narró el caso del video llamado "Hidden camera: Kansai womens bath", filmado en la zona de baños de un conocido resort de la región de Wakayama. En la primera escena, un grupo de mujeres está en los vestuarios. Una de ellas se saca la ropa y se coloca frente a un espejo, contemplando su desnudez. De pronto, dice: "Shhht, quédate tranquila". Las palabras van dirigidas a su pequeña hija, de unos tres años, que también está en el lugar, naturalmente desnuda.
Distendidas, todas las mujeres del video realizan las acciones normales dentro de una sala de baño, ignorando que una de ellas porta un cámara ultrapequeña y de última generación que registra toda la escena.
Luego, la filmación recorre un poco elaborado aunque eficaz circuito, hasta llegar a las estanterías de los clientes de este tipo de productos, que llegan a pagar hasta 8.000 yenes por obtener alguna de estas cintas voyeristas.
In fraganti
El detective privado Naoya Hiramatsu, que ha investigado durante años este comercio ilegal, conoce la existencia de unos 260 videos similares producidos en esa región de Japón. Y por ellos, calcula, pasaron unas 2.000 mujeres que probablemente no tienen idea de que fueron filmadas durante sus actos íntimos.
Lamentablemente, según Hiramatsu, la policía no atiende sus denuncias.
Otra de las estrategias de estos mercantilistas orgiásticos consiste en contactar a adolescentes que operan como damas de compañía -una actividad muy popular en ese país y que se conoce como enjo kosai-, las cuales acceden a clientes dispuestos a pagar elevadas sumas de dinero. Luego, los traficantes siguen a la pareja hasta la cama y la filman en plena actividad sexual.
Akio Kuroki, un periodista consultado por "The Japan Times", denunció que algunas muchachas japonesas se han suicidado luego de conocer la existencia de sus videos. Dijo que uno de los traficantes le contó que el comercio funciona con un agente que a su vez contrata a un fotógrafo. Este se esconde en los lugares escogidos y filma las intimidades de los pasajeros del resort. Luego el agente edita el video y lo envía al fabricante, que lo distribuye.
Tanaka reveló que "si la policía investiga, el fabricante asegura que su agente le dijo que las mujeres consintieron en que las filmaran".
El detective Hiramatsu agregó que la policía no investiga porque no hay una víctima denunciante; y tampoco los locales afectados acusan el delito, porque -de hacerlo- su elegante negocio se va a la ruina.