Seúl, Corea del Sur (3 de octubre de 2007).- Corea del Norte y Corea del Sur concluyeron este jueves su histórica cumbre en Pyongyang con un pacto de paz, una declaración conjunta destinada a promover la prosperidad y la promesa de desnuclearizar totalmente la península 54 años después del final de la guerra.
"El sur y el norte comparten la opinión de que se debe acabar con el actual armisticio e instaurar una paz permanente", según los términos de una declaración conjunta citada por un pool de prensa.
Las dos Coreas, antiguos enemigos de la guerra fría, se encuentran ancladas en una situación anacrónica. Al término de la guerra de Corea (1950-53) sólo se concluyó un armisticio y no un tratado de paz, por lo que técnicamente siguen en guerra.
Separados desde hace más de cinco décadas, los dos Estados pidieron la celebración de una cumbre de "tres o cuatro países" para concluir formalmente un tratado de paz que necesitaría también la firma de Estados Unidos y China, los otros participantes en el conflicto.
Con una copa de champán en la mano, el Presidente surcoreano Roh Moo Hyun y el líder norcoreano Kim Jong Il reiteraron asimismo su compromiso de desmantelar las instalaciones nucleares de Corea del Norte.
El régimen comunista había aceptado, el pasado 13 de febrero, renunciar a su programa nuclear a cambio de una importante ayuda energética y de garantías de seguridad, cuatro meses después de haber realizado su primer ensayo atómico.
Según un acuerdo anunciado el miércoles por China, Corea del Norte parece haber dado un paso más al aceptar el desmantelamiento de su principal instalación nuclear de Yongbyon antes del 31 de diciembre bajo la supervisión de Estados Unidos.
La cumbre que concluyó es sólo la segunda en los 59 años desde que la Península de Corea fue dividida. Un primer encuentro histórico había roto el hielo entre los dos vecinos enemigos en 2000.
En el marco bilateral, Kim y Roh acordaron celebrar nuevas cumbres en el futuro. Sus Ministros de Defensa deben reunirse el próximo mes en Pyongyang para intentar solucionar un antiguo conflicto marítimo que enfrenta a los dos países en el norte del mar de China.
Roh y Kim acordaron asimismo ampliar la cooperación económica y los proyectos conjuntos y asociarse para construir un astillero en la ciudad portuaria de Nampo, al suroeste de Pyongyang.
También se inaugurará una línea ferroviaria que cruzará la frontera entre los dos países con transporte de mercancías.
Desde el inicio de la cumbre el martes, Seúl y Pyongyang dieron numerosas muestras de buen entendimiento. El presidente surcoreano cruzó simbólicamente a pie la línea de demarcación que separa a los dos países. Por su parte, el líder norcoreano, en un aparente salto del protocolo, recibió en persona a su invitado.
El Presidente Roh afirmó en varias ocasiones que desea promover la reconciliación entre los dos Estados y dar un nuevo impulso al acercamiento iniciado en 2000.
Esta "política del rayo de sol", inspirada de la Ostpolitik alemana de Willy Brandt, se tradujo por reuniones familiares y una mayor cooperación económica.
Sin embargo, muchos observadores dudan del alcance real de este cara a cara, altamente simbólico, convocado por iniciativa de un presidente surcoreano en pérdida de popularidad dos meses antes de la celebración de elecciones presidenciales clave en el sur.
La oposición surcoreana reprochó a Roh haberse inclinado ante el norte al viajar a Pyongyang, un vecino considerado tan peligroso como imprevisible desde que hizo estallar su primera bomba atómica en octubre de 2006.
Lee Myung Bak, candidato conservador a las elecciones presidenciales de mediados de diciembre juzgó "lamentable que en cuestiones importantes, como la desnuclearizacion del Norte, o el alivio de los sufrimientos nacidos de la división de Corea (...), sea todo demasiado simbólico y no suficientemente esencial".
"El sur y el norte comparten la opinión de que se debe acabar con el actual armisticio e instaurar una paz permanente", según los términos de una declaración conjunta citada por un pool de prensa.
Las dos Coreas, antiguos enemigos de la guerra fría, se encuentran ancladas en una situación anacrónica. Al término de la guerra de Corea (1950-53) sólo se concluyó un armisticio y no un tratado de paz, por lo que técnicamente siguen en guerra.
Separados desde hace más de cinco décadas, los dos Estados pidieron la celebración de una cumbre de "tres o cuatro países" para concluir formalmente un tratado de paz que necesitaría también la firma de Estados Unidos y China, los otros participantes en el conflicto.
Con una copa de champán en la mano, el Presidente surcoreano Roh Moo Hyun y el líder norcoreano Kim Jong Il reiteraron asimismo su compromiso de desmantelar las instalaciones nucleares de Corea del Norte.
El régimen comunista había aceptado, el pasado 13 de febrero, renunciar a su programa nuclear a cambio de una importante ayuda energética y de garantías de seguridad, cuatro meses después de haber realizado su primer ensayo atómico.
Según un acuerdo anunciado el miércoles por China, Corea del Norte parece haber dado un paso más al aceptar el desmantelamiento de su principal instalación nuclear de Yongbyon antes del 31 de diciembre bajo la supervisión de Estados Unidos.
La cumbre que concluyó es sólo la segunda en los 59 años desde que la Península de Corea fue dividida. Un primer encuentro histórico había roto el hielo entre los dos vecinos enemigos en 2000.
En el marco bilateral, Kim y Roh acordaron celebrar nuevas cumbres en el futuro. Sus Ministros de Defensa deben reunirse el próximo mes en Pyongyang para intentar solucionar un antiguo conflicto marítimo que enfrenta a los dos países en el norte del mar de China.
Roh y Kim acordaron asimismo ampliar la cooperación económica y los proyectos conjuntos y asociarse para construir un astillero en la ciudad portuaria de Nampo, al suroeste de Pyongyang.
También se inaugurará una línea ferroviaria que cruzará la frontera entre los dos países con transporte de mercancías.
Desde el inicio de la cumbre el martes, Seúl y Pyongyang dieron numerosas muestras de buen entendimiento. El presidente surcoreano cruzó simbólicamente a pie la línea de demarcación que separa a los dos países. Por su parte, el líder norcoreano, en un aparente salto del protocolo, recibió en persona a su invitado.
El Presidente Roh afirmó en varias ocasiones que desea promover la reconciliación entre los dos Estados y dar un nuevo impulso al acercamiento iniciado en 2000.
Esta "política del rayo de sol", inspirada de la Ostpolitik alemana de Willy Brandt, se tradujo por reuniones familiares y una mayor cooperación económica.
Sin embargo, muchos observadores dudan del alcance real de este cara a cara, altamente simbólico, convocado por iniciativa de un presidente surcoreano en pérdida de popularidad dos meses antes de la celebración de elecciones presidenciales clave en el sur.
La oposición surcoreana reprochó a Roh haberse inclinado ante el norte al viajar a Pyongyang, un vecino considerado tan peligroso como imprevisible desde que hizo estallar su primera bomba atómica en octubre de 2006.
Lee Myung Bak, candidato conservador a las elecciones presidenciales de mediados de diciembre juzgó "lamentable que en cuestiones importantes, como la desnuclearizacion del Norte, o el alivio de los sufrimientos nacidos de la división de Corea (...), sea todo demasiado simbólico y no suficientemente esencial".