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(Hemeroteca) Críticas de conciertos

Aquí os dejo unas críticas de conciertos. Para empezar pondré de dos conciertos, Marbella 88 y Barcelona 92, por tratarse de los primeros conciertos en las giras "Bad" y "Dangerous" por nuestro país. Iré poniendo más críticas de periódicos de todas las veces que Michael ha venido a España y de distintas ciudades.

Y que no me piten los oidos! :p ...recordad que lo que podáis leer a continuación no son palabras textuales mias, sino de diversos periodistas...

Espero que os gusten!! Si no estas dos primeras, las siguientes... ;)

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MARBELLA 88

Triunfo y ‘pasteleo’


En Málaga lo llaman pasteleo. Ya se sabe: están los que tienen que estar, los que están siempre, y los que da lo mismo que estén o no. Son las reuniones marbellíes. La última, tuvo lugar ayer. Había que estar en la presentación en España de Michael Jackson.

Todos los junots y gunillas estaban allí, pero todos y todas palidecieron de envidia ante el último éxito de Julio Iglesias. Su hija Chabeli (perdón, al parecer ahora hay que llamarla Isabel Iglesias) fue quien se llevó el gato al agua.

Ella y sólo ella fue invitada a subir al escenario a ver de cerca -¡e incluso tocar!- al ídolo de las multitudes. Es la foto del concierto; Chabeli y Michael abrazados, aunque las víboras dirán que Jackson estaba cantando She’s out of my life (Ella está fuera de mi vida). Lamentablemente esto sucedió en momentos en que los fotógrafos de prensa ya no podían seguir haciendo fotos del concierto, de modo que, con suerte, algún intrépido la habrá captado.

Y es que los conciertos de Marbella son distintos. Ciertamente, resultan más agradables y relajados, o al menos el de Jackson lo fue. Desde el momento de acceder al recinto todo son amabilidades del tipo perdón, no, no, perdone usted.

La organización tuvo el detalle de incluir en el show a las girls de una conocida discoteca, que servían todo tipo de bebidas (champaña incluido), gratis. Mientras los ojos se clavaban inevitablemente en su carne mil veces morena, peligrosa y generosamente expuesta al personal.

Seguridad con compañía

Mientras tanto, los miembros de seguridad de la organización tenían sus más y sus menos (más bien sus más) con la Policía Nacional (de paisano) marbellí, que en un hábil exceso de celo habían llevado a sus esposas e hijos a “colaborar” en la seguridad del concierto.

Sin duda, esta nueva modalidad de tifus colaboró al aparente lleno del campo de fútbol de Marbella, a pesar de que quedaran más de 1.000 entradas sin venderse. Cerca de 20.000 personas, entre ellas gran cantidad de adolescentes, acudieron al concierto.

Y en medio de todo esto, la música, que, inasequible al desaliento, seguía entusiasmando a los asistentes de pago. Mientras Jackson triunfó una vez más con sus tradicionales e indiscutibles virtudes: voz y baile.

Cantó excelentemente –como hace siempre- y bailó todo lo que se puede bailar racionalmente mientras se canta. Jackson no tiene rival en la sabia combinación en las que funde el concepto teatral y el musical.

Lleva un gran juego de luces y efectos y él, como buen actor, sabe jugar con el público: salió a las 22.01 al escenario, y exactamente 600 segundos después se llevaba la mano a la entrepierna: éxtasis total. A partir de ahí, el ya conocido repertorio de poses lacrimógenas y meditativas, todas ellas recibidas con auténticos aullidos de placer.

Fue un buen concierto por el que desfilaron todos los éxitos de Michael Jackson; desde el lejano I’ll be there, hasta el tema que titula la presenta gira: Bad.

La sorpresa musical llegó de la mano de Taylor Dayne, que fue la telonera de última hora y que realizó 40 minutos de buena música de discoteca.

Resumiendo: musicalmente, todos contentos. De lo otro, lo de siempre.

Jorge Flo, EL PAIS 6 de Agosto de 1988.
 
BARCELONA 92

Michael Jackson lo tiene negro

Michael Jackson sólo consiguió llenar ayer las tres cuartas partes del Estadio Olímpico de Montjuic en su primera actuación en España. El cantante norteamericano, ora negro, ora blanco, actuó “sólo” ante 47.000 personas; 12.000 entradas se quedaron en taquilla. Pero los que asistieron se entregaron totalmente desde el primer tema que abrió el espectáculo, “Jam”. Para que continúe la incertidumbre, la organización obligó a los fotógrafos a firmar un contrato por el que se comprometían a no utilizar lentes que permitieran ofrecer primeros planos del cantante. Parte del público se adelantó llevando prismáticos.

Un éxito nada olímpico

Michael Jackson inició ayer su gira por España. Un público juvenil disfrutó de un gran espectáculo audiovisual. Pero 12.000 entradas se quedaron sin vender. El ambiguo cantante había invitado a 250 niños pobres al recital de Montjuic.

El “Dangerous tour” de Michael Jackson llegó anoche a Barcelona. Los organizadores cifraron la asistencia en 47.000 personas, en su mayoría menores de 20 años y de sexo femenino. Aplaudieron las canciones ya tradicionales de Jackson y las novedades de su último elepé, “Dangerous”.

Tres pantallas gigantes y unos excelentes efectos especiales, que combinaban el láser con unos efectos luminosos espléndidos acercaban al cantante a un público ya conquistado de antemano. El Estadio Olímpico de Montjuic, principal escenario de los éxitos olímpicos y paralímpicos tenía un carácter muy diferente. El espacio destinado hasta ahora a los atletas estaba ocupado por los admiradores más entusiastas. Había 12.000 plazas vacías.

El recital no contaba con ningún programa y Jackson no anunciaba lo que iba a cantar. Pero el público mostraba un buen conocimiento de sus canciones.

Este estuvo dividido en dos partes, precedidas por la actuación de Rozalla, quien permaneció actuando –y calentando el ambiente- más de media hora.

La primera parte de la actuación de Jackson fue un “revival” de sus piezas más conocidas. Billie Jean, Thriller, y muchas otras. La segunda parte estuvo destinada a los temas de “Dangerous” y se inició con canciones dedicadas a los niños.

Jackson había invitado a unos 250 niños pobres al espectáculo. Un grupo de ellos estuvo presente en el escenario. A ellos Jackson les dedica sus ideas de respeto por el medio ambiente, consideración hacia la alimentación sana y natural, aprecio por el deporte y otras parecidas. Muchos seguían sus canciones con movimientos con el cuerpo, ya que el espacio y el manifiesto interés no permitían el baile en su expresión plena.

Dos aspectos destacaban preferentemente. Uno era la calidad y originalidad del montaje que producía un distanciamiento muy superior al propio de un recital tradicional. Era perfectamente posible pensar que se estaba delante de un conjunto de televisores. Sin duda Jackson era más seguido a través de las espectaculares pantallas gigantes que directamente.

El otro eran los gestos y el contenido sexual –mejor dicho asexual del personaje-. Era imposible no considerar este aspecto. Su vestimenta busca la ambivalencia sexual y realmente lo consigue. Más que un hombre afeminado llega a parecer una mujer hombruna. De ahí que pueda haber subconscientes interesados desde todos los puntos de vista. En contraste –o como rizado del rizo- aparecen los increíbles gestos de tocamiento pelviano o, si se es muy y muy bien pensado, pudibundez. Sea por lo que sea la mano o las manos van y bien con reiteración de las ingles. Y ello debe gustar al público porque suele producir aplausos...

Otros gestos también entusiasman. Destaca el caminar hacia atrás. Lo hizo muchas veces y siempre obtuvo respuesta de aprobación.

Ello incida que claramente el gesto es tan o más importante que su música o su vez. Pero de hecho, como en los buenos cócteles, es la mezcla más que los ingredientes su gran secreto.

Alfons Quinta, EL MUNDO 19 de Septiembre 1992.
 
en la segunda crítica se le ha olvidad poner que había 12000 plazas vacías...... :p qúe cansinos!
 


Todos los junots y gunillas estaban allí, pero todos y todas palidecieron de envidia ante el último éxito de Julio Iglesias. Su hija Chabeli (perdón, al parecer ahora hay que llamarla Isabel Iglesias) fue quien se llevó el gato al agua.

Ella y sólo ella fue invitada a subir al escenario a ver de cerca -¡e incluso tocar!- al ídolo de las multitudes. Es la foto del concierto; Chabeli y Michael abrazados, aunque las víboras dirán que Jackson estaba cantando She’s out of my life (Ella está fuera de mi vida). Lamentablemente esto sucedió en momentos en que los fotógrafos de prensa ya no podían seguir haciendo fotos del concierto, de modo que, con suerte, algún intrépido la habrá captado.

Aquí las fotos de la "enchufada" :mad:

09_gde.jpg

Bad_Tour_Spain_foto3.jpg


La primera foto sacada de www.isabelpreysler.com :p :lol: :lol:

Y la segunda de la página personal de Maria Two: http://perso.wanadoo.es/mariatwo/index.html
 
MADRID 92

Pantallas de video y gran espectáculo audiovisual que duró dos horas - Interpretó canciones de los Jackson Five y recordó su infancia – Se despidió con un cohete a la espalda

Michael Jackson llenó el Calderón

40.000 espectadores, la mayoría muy jóvenes, corearon sus canciones​

El cantante norteamericano Michael Jackson cerró anoche en el Estadio Vicente Calderón de Madrid su gira española ante 40.000 personas, después de haber cantado en Barcelona y en Oviedo. Al concierto asistieron fundamentalmente seguidores muy jóvenes que convirtieron el evento en una fiesta protagonizada sobre todo por los alardes tecnológicos y coreográficos que ofreció el espectáculo.

La actuación comenzó a las nueve y cuarto de la noche, después de que la organización adelantase la hora anunciada en un principio, a las 22.00, para permitir así la asistencia al mismo de niños y adolescentes, al parecer por deseo del propio Jackson. El cuantioso e impresionante equipo técnico que acompaña al artista en esta gira mundial, se convirtió en objeto de atención durante las dos horas justas que duró el espectáculo. Pantallas gigantes de video en formato vertical, efectos y fuegos artificiales junto a una iluminación deslumbrante, fueron utilizados durante cada una de las quince canciones que interpretó. La coreografía fue, por supuesto, la parte más sustancial del recital y no sólo por los bailes del propio Jackson, sino por toda la obra en conjunto, concebida como una sucesión de sorpresas que casi hacen olvidar a los espectadores que asisten a un concierto musical.

Todo comenzó a los sones de la pieza clásica Carmina Burana mientras el público fue alentado con las imágenes de las pantallas. Michael Jackson apareció en escena apoyado por fuegos artificiales y permaneció estático casi tres minutos sin decir palabra, mientras los asistentes no dejaban de jalearle. Luego comenzó a interpretar la canción Jam y a ofrecer todo su repertorio de movimientos y bailes que se han convertido en su marca de fábrica. Junto a él, cuatro bailarines uniformados paramilitarmente. Después siguió Starting Something con la que Michael Jackson mostró una bandera con el símbolo de la paz hippie. Con Human Nature Michael Jackson comenzó a deleitarse con sus clásicas “paradillas” que provocaron el delirio de los asistentes.

La coreografía se tornó esta vez al estilo “Broadway” con Smooth Criminal. Cuando interpretó She’s out of my life una chica del público invitada por la organización subió a bailar con el propio Jackson para comprobar que efectivamente existe y es de carne y hueso. El público comenzó a gritarle “torero torero”. El concierto entró en su faceta nostálgica cuando invocó a sus hermanos mientras interpretaba canciones de los Jackson Five y en las pantallas de video se podían ver fotografías de su infancia.

Luego llegó el celebrado Thriller con el que se pudo ver en el escenario madrileño uno de los momentos más logrados de todo el espectáculo, con el baile de zoombies y esqueletos que acompañaron a la estrella hasta que éste se convirtió en el hombre lobo. Su famoso baile en el que se desliza por el suelo fue el protagonista de la interpretación de Billie Jean.

Tras una pequeña interrupción, en la que el público aplaudió un video tanto como lo había hecho el artista, interpretó Working day and night, alargando la duración de los temas cada vez más. La apoteosis llegó en la recta final con Black or White, Heal the world, en la que estuvo acompañado por 20 niños convocados por el programa de TVE “Rockopop”, y Man in the mirror. Luego, como estaba anunciado, se despidió volando con un propulsor en la espalda que le ayudó a dejar el escenario.

EL MUNDO 24 de Septiembre 1992.


Sobre, infra, ultra, ¿humano?

Al fin salió Michael Jackson, Se mantuvo completamente inmóvil durante unos minutos, y el público dudaba de si se trataba de él de verdad, o de un doble suyo. Algunos incluso sospecharon que era un robot con su aspecto. Pero empezó a moverse y a cantar. Continuaba el superespectáculo.

Esto sugería, más o menos, una crónica de la actuación de Michael Jackson en Barcelona, el pasado día 18. El reportero que la escribió asumía que aquella lejana figura –no se permitían tomas de cerca ni con objetivos especiales- era la del rey de las ventas de discos, la de la estrella de los vídeos musicales más comentados. Sin embargo, siempre queda la duda de que no fuera él, sino un doble suyo, humano o electrónico.

Y lo cierto es que daría lo mismo. Entre las toneladas de equipo, las pantallas, los kilómetros de cables, los watios de sonido y de la luz, la autenticidad o no de la imagen de Michael Jackson deja de importar. Se integra en el increíble montaje, forma parte de él. Parte importante, desde luego, aunque resulte imposible asegurar que sea de carne y hueso.

Habitualmente vive aislado del ambiente como un niño burbuja. No se sabe de nadie que haya tenido contacto físico íntimo con él; a menos en estos últimos años. Y por si fuera poco, no se parece casi nada –si es que se parece algo- al otro Michael Jackson, al niño negro de los Jackson Five. Aquél tenía un color distinto y pinta de estar vivo. De este Michael Jackson escribió alguien –no recuerdo ahora quién-, que se había convertido en una blanca fea y cursi.

No importa. Real o cibernético, negro o casi blanco, humano o virtual, Michael Jackson constituye noticia destacada porque gracias a las modernas técnicas es un fenómeno –y nunca mejor empleada la palabra- como los antiguos de feria.

Mariano Antolin Rato, EL MUNDO 24 de Septiembre 1992.


Que los niños se acerquen a mí

Las “performances” de Michael Jackson aún tienen gancho: anoche llenó el Calderón, cantó con niños (cumplió la promesa: entraron gratis), le escucharon rockeros, políticos y adolescentes. Su ambigüedad calculada le es rentable.​

Imágenes clónicas de Michael, adolescentes con indumentarias perfectas para conocer las etapas atravesadas por el ídolo. “A mí Michael cuando más me gustaba –comenta ayer uno de sus dobles, un chico mulato, enfundado en una cazadora roja de cuero- era en la época de Thriller. Yo nunca lo abandonaré, pero después me ha parecido muy falso; no le favorece nada eso de aclararse la piel y alisarse el pelo. Estaba mejor antes de toda esa transformación y, por eso, yo me visto así; tengo mi propia personalidad y no voy a cambiar por que él lo haga”. Niños, padres, una masa heterogénea, imposible de clasificar por edades, sexo o ámbito social, 40.000 personas se reunieron ayer en el estadio Vicente Calderón de Madrid para ver, oír, degustar a su ídolo.

La venta de entradas se desarrolló según lo previsto; no hubo ningún hueco en las gradas aunque, eso sí, no faltó sitio para los niños sin entrada que a última hora se acercaron a las puertas del estadio para probar suerte y ver por sí mismos si las palabras del ídolo son ciertas: “Ningún niño que quiera verme se quedará en la puerta; todos, sin excepción, van a entrar al recinto. El dinero no será problema para verme; los que no puedan pagar el ticket entrarán gratis”. Michael no mintió; los niños entraron gratis y desde un sitio privilegiado pudieron corear las notas del chico-chica, blanco-negro.

Y es que el espectáculo de Jackson está consagrado a los de menos de 15 años. Grupos de magia, luces circenses, ritmo ágil y espectacularidad por encima de todo son las normas, perfectamente, medidas, de un “show” hecho para iluminar en el que nada, ni un guiño de Jackson, está fuera de libreto.

Un régimen de sueño espartano –hay una persona encargada de contar las horas que duerme el pequeño de los Jackson Five-, horarios estrictos, una alimentación milimétricamente equilibrada –preparada a lo largo de toda la gira por un cocinero oriental, que con su turbante siempre puesto destaca entre el resto de la “troupe”- y un sistema de vida autosuficiente –durante su estancia en Madrid no trastocaron prácticamente la vida del hotel Villamagna en el que se reservaron dos plantas completas.

Todo esto consigue que las agotadoras dos horas y media de concierto transcurran con normalidad. Secretos para que los recitales no acaben, por sistema, en desvanecimientos, como ha ocurrido en algunos de los recientes conciertos de Michael Jackson.

Lo único que varía de un recital a otro son los niños que Jackson saca al escenario en el momento dedicado a Heal the world (Salvad la tierra). En cada recital, el promotor del país se encarga de escoger a un grupo de niños, de diferentes estaturas, que la mañana previa al concierto ensayan en el “backstage” los pasos –sencillos- que tendrán que hacer esa noche, una vez les hayan “disfrazado” con la ropa adecuada. Los niños y la chica, la afortunada, que Michael escoge de entre el público de las primeras filas para bailar con él unos segundos.

Trucos de humanidad para un “showman” que levanta pasiones en otros ídolos. Uno de estos “fans”, quizá uno de los más entusiastas del mundo musical de nuestro país es Coque Malla –cantante de Los Ronaldos-, que seguía a punto de estallar cada uno de los movimientos de un ídolo que, según ha confesado Coque, siempre ha sido uno de los mitos que le hizo meterse en el mundo de la música. “Me encanta verle en directo –comentaba ayer durante el concierto- aunque estoy un poco cabreado porque la primera canción sonaba como si la voz estuviera grabada”. Aunque el más forofo, Coque no era el único músico que acudió ayer a ver a este mago de los superventas; Emmanuel, José María Cano, las Azúcar Moreno, Sebastián Zubiri, y todos los Hombres G acudieron al Vicente Calderón para ver cuál es el secreto auténtico de ese éxito. Artistas y fans en un concierto lleno de conocidos, donde la mezcla de personajes era realmente descabellada. Populares tan dispares como Simoneta Gómez-Acebo, Txiqui Venegas, Valerio Lazarov, Arantxa del Sol o Miriam Díaz Aroca compartían gradas con absoluta naturalidad.

Puntos inconexos, unidos por un espectáculo irrompible, quizá muy artificial para algunos rockeros. “Venir a un concierto de este tipo es como estar en casa viendo un vídeo”, decía uno de los “duros del concierto”, patilla en ristre, aunque otros seguramente agradecieron esa fidelidad de Michael a la imagen, ese empeño por conectar, gracias a los petardos lanzados por sorpresa, el brillo y el sonido sin lugar a la improvisación.

Silvia Grijalba, EL MUNDO 24 de Septiembre 1992.
 
MADRID 88

Michael Jackson, aclamado por 60.000 personas en Madrid

El concierto ‘videoclip’


“Levanta tu cabeza bien alta y grítale al mundo: sé que soy grande, creo en mí”. Con este texto de la canción Quieres hacer algo comenzó Michael Jackson su actuación en Madrid, era su segundo concierto en España, dos días después de actuar en Marbella y antes de su presencia mañana en el Camp Nou de Barcelona.

El cantante norteamericano logró llenar el estadio Vicente Calderón, y las 60.000 personas –con importante representación infantil- se pusieron en pie con su presencia, sin las apreturas producidas durante la actuación de Bruce Springsteen. En medio de una nube de humo, Michael Jackson salió al escenario pocos minutos después de las diez de la noche acompañado por su excelente grupo de cuatro bailarines, mostrando desde el principio sus dotes de coreógrafo y hombre espectáculo. Cuatro pantallas de vídeo recogían todos sus movimientos y planteó el concierto como un show no excesivamente espectacular, basado en luces cenitales con los músicos en penumbra, trucos hábilmente planeados y una perfecta sincronización entre música y danza.

Tras interpretar la tercera canción, Just another part of me, una breve pausa y a continuación la balada estrella de su último disco, Bad, sobre el que se centró el concierto. Los arreglos y el sonido de los trabajos discográficos de Michael Jackson se reprodujeron con bastante exactitud a lo largo de las dos horas de espectáculo, sin lugar para la improvisación. Cada canción estaba perfectamente planificada y escenificada con el norteamericano siempre seguro en su papel de estrella. Michael Jackson no escatimó ninguno de los detalles que le han hecho famoso: movimientos relampagueantes, gritos, manos a la bragueta y ternos de su propia cosecha.

El concierto de Michael Jackson se sostiene, a partes iguales, por la música y la coreografía. Como cantante y compositor es un heredero directo de la música negra de lo 60 y su voz no tiene fallos, aunque la emoción brille por su ausencia debido a la milimétrica planificación del espectáculo. Es hijo del soul y del sonido Tamla Motown pero sin el alma de aquellos intérpretes negros profundos y magníficos.

Como bailarín, Jackson resulta más innovador. Admirador confeso de Fred Astaire, ofrece aportaciones originales, escasas y que pierden el interés de la sorpresa por sus continuas repeticiones. Es en esta mezcla de música y coreografía donde radica el mayor atractivo de Michael Jackson. El concierto se plante como un gigantesco videoclip, perfecto de realización. Este video-clip se adorna con un sinnúmero de efectos circenses –desapariciones de la estrella, vestidos luminosos, grúas que se elevan por encima del público y demás naderías imaginables. Michael Jackson representa al espectáculo total. Hoy los músicos, además de ser competentes profesionales, deben ser también actores o al menos parecerlo. La música como expresión ha pasado a segundo plano. El público se extasía más ante el baile deslizante de Jackson que ante las canciones o la creación. El cantante norteamericano es el prototipo de lo que se avecina: un nuevo Hollywood musical, de medios técnicos impresionantes pero de un vacío estremecedor.

El concierto fue un calco de lo desarrollado por Michael Jackson en Marbella e idéntico a lo que hará en Barcelona. Dos horas justas de música, de las que casi 20 minutos fueron improvisaciones de sus acompañantes, y un recorrido por los éxitos fundamentales del norteamericano. A destacar las versiones de Human Nature, Billie Jean y Bad. Por lo demás un macroespectáculo un tanto vacuo. Cuando Michael Jackson se despidió bailando rodeado de niños españoles, casi nadie pidió más. El concierto videoclip había finalizado con más anécdota que gloria. El norteamericano se mostró tal como es aunque muchos esperaban bastante más: alguna demostración de garra y la superación de hombre sobre el espectáculo. Nada de esto se produjo. Sencillamente Michael Jackson demostró ser un buen bailarín y cantante superado por un entorno que ha fabricado el mismo y que amenaza con devorarle. No es demasiado para un artista de sus facultades, medios y posibilidades.

Nacho Sáenz de Tejada, EL PAÍS 8 de Agosto 1988.


Y tiró su guante blanco

“¿Al estadio Vicente Calderón otra vez?”, dice el taxista. “Es la tercera vez esta tarde, ¡y cómo está eso!. Madre mía. Acabo de dejar a una niña que cogí en la Sepulvedana. Venía de Talavera, quería tratar de conseguir una entrada a las 7 de la tarde. ‘Mi padre me ha dado 15.000 pesetas y mi madre 10.000’ me dijo. ¿Y te vas a gastar todo eso?, le pregunté. ‘Sí. Pago lo que sea. Después iré a dormir a casa de una prima, porque no creo que me llegue el dinero para volver a Talavera’. Tenía unos 15 años y venía sola”.

A última hora se decidió ampliar el número de entradas puestas a la venta, con lo que en lugar de las 25.000 pesetas que costaba la reventa esa chica la pudo comprar por las 3.500 de taquilla.

Como ella, cerca de 60.000 jóvenes, entre los que había también muchos niños, esperaban impacientes la salida del ídolo. Con los últimos compases de la primera canción salió la primera chica desmayada, junto con los fotógrafos de prensa. El público recibía con entusiasmo cada uno de los efectos especiales y aplaudía impaciente en los breves intermedios entre canción y canción.

Una compungida chica fue la elegida para subir al escenario para bailar con Michael Jackson, sin embargo la emoción no la dejó más que taparse la cara con las manos y tratar de abrazar repetidamente a Michael Jackson hasta que fue retirada por un personaje con sombrero de copa. El público acompañó con aplausos la mayoría de los temas del cantante, que salió en la última canción con seis niños españoles que trataban de imitar su baile.

El cantante, en un alarde de atención al público, tiró su guante blanco y más tarde uno de sus cinturones, que fueron recogidos por el público y quien sabe si despedazados por ellos. Desde las primeras canciones y en el breve intermedio entre cada una de ellas coreaban los estribillos en inglés y le gritaban “torero, torero”. Al público de las primeras filas se le refrescaba con agua de botellas y cubos.

Fietta Jarque, EL PAÍS 8 de Agosto 1988.


Multinacionales

En la última semana han actuado en España los dos máximos representantes de la música juvenil: un aburguesado rocker llamado Bruce Springsteen y un desteñido cantante de nombre Michael Jackson. Dos auténticas multinacionales que han vendido productos teóricamente distintos, al menos en la forma, obteniendo unos resultados económicos igual de rentables.

Bruce Springsteen, el rock, comercia con la honestidad y la entrega que le levaron a la fama. En un espectáculo de una sobriedad visual aplastante, queda camuflado el hecho de que todo está milimétricamente calculado, careciendo de la más mínima capacidad de improvisación, huyendo del excitante riesgo que debe acompañar a la música en vivo.

Jackson, la música de color, ofrece un show circense a ritmo de baile. Danza como un poseso y canta dignamente, apoyándose de forma continua en un sinfín de trucos escénicos y manidos tópicos sexuales, circunstancias que hacen algo más llevadero el concierto.

Su fuerza es la imagen, su imagen de niño-viejo excéntrico y caprichoso, en una lucha constante por encandilar. Pese a todo, el público se muestra con él más frío que con el jefe, tal vez por la mayor credibilidad que rezuma el de Nueva Jersey, con un sonido más sólido.

Martín Lutero King, negro orgulloso de serlo, afirmó poco antes de su muerte: “Debemos amar el color de nuestra piel, sea esta cual sea”. Michael Jackson, negro ansioso por dejar de serlo, cantó anoche en Madrid: “Voy a cambiar / y por una vez en la vida / voy a sentirme realmente bien”.

Javier Pérez de Albéniz, EL PAÍS 8 de Agosto 1988.
 
ThrobEr, sabes que te aprecio y que me gustan muchos de tus posts... pero odio este ultimo.

Esos criticos no tienen ni puta idea. Te puede gustar mas o menos el artista del que tienes que escribir pero estos tios se nota que no llegan, no dan mas de si.

Los mismos topicos hace 15 años que hoy en dia, el negro que quiere ser blanco, que reniega, que aburre en el escenario, que si no folla, que si es chico o chica, que canta "dignamente",...

Me aburre el odio.
 
Escrito originalmente por D.S.
ThrobEr, sabes que te aprecio y que me gustan muchos de tus posts... pero odio este ultimo.

Sorry, sorry, sorry! :angel:

Escrito originalmente por ThrobEr
Y que no me piten los oidos! :p ...recordad que lo que podáis leer a continuación no son palabras textuales mias, sino de diversos periodistas...

Ya me imaginaba que no todas estas críticas podrían gustar, según que comentarios de los periodistas... (pero sinceramente... siempre "preferiré" cualquier desprecio de los que le hacían en el 88, que no los que le hacen desde el 93 hasta ahora...) :lloratris

Pero de verdad, me estoy pensando el poner alguna crítica sobre el concierto de Tenerife. Eso si que fué crueldad! :mad:
Tendré que buscar algún periódico de contenido "light" si quereis ver una crítica de aquel concierto en este post. :|

PD: ya pude escuchar el CD! Thx again. ;)
 
Pues yo a Chaveli le dije de todo. Mi madre me miraba con una cara.....8Ð me acuerdo que me decía "media vida pagando un colegio de monjas para ahora escuchar esto.."8Ð

Gracias Robert;)

P.D: pon más .
 
Está bien recordar aquella época, gracias ;) pero lo que es verdad es que vaya panda de inútiles los que escribieron estos artículos. Yo nunca he ido a un concierto de MJ, pero por lo que he visto en video está a años luz de cualquier concierto que haya visto, tanto en vivo o en video, de cualquier otro artista. Me parece que cuando hacen una crítica de un concierto se deberían centrar al espectáculo en sí, y por lo que he leido, esta gente no tenía ni p*ta idea de lo que decía. Jamás, y repito, JAMÁS ha habido ningún otro artista que haya podido hacer lo que hace Michael encima de un escenario, y me da lástima que haya gente ciega y no sean capaces de admitirlo.
 
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