HOWARD BLOOM, Publicista de Michael Jackson y de The Jacksons durante el Victory Tour.
Recuerdos de MICHAEL.
¿Cómo me vi envuelto en la vida de Michael y de sus hermanos?
Era la primavera de 1983 y los Jacksons estaban a punto de salir de gira con su Victory Tour. El manager me había estado llamando durante cuatro meses para que trabajara para ellos. Yo seguía diciendo que no. No sentía que los Jackson me necesitaran. Pero creo que si vas a decirle no a alguien, debes tener valor para decírselo en la cara. De modo que cuando los Jacksons vinieron a Nueva York y me pidieron reunirme con ellos en el Helmsley Palace, tuve que ir.
En el primer minuto en que entré a la suite, dos cosas fueron obvias. Una… del lenguaje corporal de estos hermanos, podías decir que eran la gente más honesta, ética y abierta que pudieras conocer. Dos: Tenían un autentico problema. Ellos no sabían cual era. Yo no sabía cual era. Pero sabía esto: Había allí un desafío. Un error que subsanar. Un error invisible. Un error que todos podiamos sentir pero nadie podía ponerle nombre. Tuve que decir sí.
“…Pero el hecho es que ni Michael ni yo hemos crecido en una normal ni convencional infancia, ninguno de los dos nos hemos criado entre otros niños. Así que yo no conocía los rituales comunes de la vida diaria…Uno de esos rituales era estrecharse la mano entre extraños. Ya saben, cuando conoces a alguien que no conocías de antes. Te acercas a él o a ella, y le estrechas la mano y dices: “Hola, soy…” Este era un ritual que casi nunca usé. Pero cuando Michael abrió la puerta de cristal de la piscina de su casa, caminé hacia él, extendí la mano y dije, “Hola, soy Howard.”
Sabía qué pasaría después. Los artículos en la prensa me lo habían explicado. Michael se echaría hacia atrás impulsivamente rechazando el contacto. Pero eso no fue lo que ocurrió. Michael alargó la mano, estrechó la mía y dijo, “Hola, soy Michael.”
Fue tan normal y natural como podía ser. Las historias de los medios eran falsas. Pero miles de artículos en la prensa lo han cotorreado como si fuera cierto.
Con el tiempo, esas falsedades acabarían con él. Pero esta es una historia para otro momento.
Unos minutos después, Michael y yo subimos a la pequeña habitación donde Marlon tenía un equipo de grabación. Yo había escrito un comunicado de prensa y quería la aprobación de Michael. Lo leí en voz alta. Mientras lo hacía, Michael se derretía. “Qué bonito,” dijo cuando terminé, “¿Tú lo escribiste?”
El hecho es que sí, y no era un trabajo pesado para mí, escribir era un arte. Pero nadie más había visto nunca el arte oculto en ese trabajo y la creatividad escondida en lo ordinario. Michael lo vio.
Más tarde, los Jackson tenían prevista una reunión con un director artístico de CBS para decidir la portada del álbum Victory. Me pidieron que me quedara.
Cuando llegó el director de arte, entregó las carpetas a los cinco artistas, realizadas con una cuidada presentación y cada una de ellas de un legendario artista en la cima de su profesión.
El director alargó la primera carpeta hacia Michael. Él abrió la primera página, lentamente…justo lo suficiente para ver un centímetro de la imagen. Mientras veía el trabajo artístico sus rodillas empezaron a curvarse, sus hombros a inclinarse y todo lo que podía decir era “ooooohhhhh.” Un suave, orgásmico “oooooh.” En esa única sílaba y en su lenguaje corporal, podías sentir lo que él estaba sintiendo.
¿Conocen el poema de William Blake?:
“Para ver el mundo en un grano de arena,
Y el Cielo en una flor silvestre,
Acoge el Infinito en la palma de tu mano,
Y la Eternidad en una hora…”
La intensa ambición de ese poema, el intenso deseo de admiración, estaba vivo en Michael. Más vivo que en nada de lo que yo haya podido ver.
Michael veía el Infinito en una pulgada.
A medida que Michael abría las páginas, sus rodillas y hombros se inclinaban más y más y sus “ooohs” crecían en intensidad. Estando hombro con hombro con él podías sentir que estaba descubriendo cosas que ni siquiera el propio artista nunca vio. Para el momento en que abrió la página al completo su cuerpo entero y su voz expresaban un éxtasis.
Nunca he visto nada así. Michael sentía la belleza de la página con cada célula de su ser. ´´El veía el prodigio en cada cosa. Su cualidad para asombrarse iba más allá de lo que cualquier ser humano puede concebir".
Existen dos reglas científicas, incluso artísticas y de vida. 1) La verdad a cualquier precio, incluida tu propia vida. 2) Mira las cosas que tienes ante ti como si nunca antes las hubieras visto y avanza desde ahí. Poca gente hace eso. Michael sí, él lo personificaba en cada folículo de su ser.
Michael era lo más cercano que he visto nunca a un ángel seglar. Un santo seglar.
Verán, yo soy ateo, pero Michael no lo era. Él creía que había recibido el talento de Dios. Él creía que le habían sido dados el talento y el asombro que raramente se nos suelen conceder a nosotros los frágiles seres humanos. Cómo Dios le había concedido ese talento él creía que debía devolverlo. Pero para Michael devolver a los demás no era una cosa a tiempo parcial.
La necesidad de darse a los demás estaba presente en cada aliento de cada día de su vida.
***
En la noche del 25 de junio, mientras hacía mi paseo nocturno por Prospect Park, Brooklyn, pasé por delante de una pareja de unos 18 años sentada a esta solitaria hora de la noche. El chico me dijo algo al pasar. Me volvía atrás, me quité los auriculares y le pedí que me lo repitiera. Dijo, “Michael Jackson ha muerto.”
Le pregunté por qué me decía eso a mí. Me preguntaba si me conocería por mi conexión con Michael Jackson. No, no era eso. Se lo estaba diciendo a todo el mundo. No quería que nadie ignorara la noticia.
Estaba particularmente interesado en asegurarse de que nadie que pasara dejara de saberlo. La muerte de Michael Jackson, para él, era una pérdida para todos nosotros, nos diéramos cuenta o no.
***
Parece extraño decir esto, pero Michael siempre formará parte de mí.
Ninguna otra estrella con la que he trabajado ha tocado las fibras de mi corazón como él lo hizo. Michael abrió una ventana a la admiración como nadie que haya visto en mi vida. Por ese regalo, estaba en deuda con él. Creo que todos estábamos en deuda con él.
Y todavía lo estamos.
Le debemos una honesta mirada a quién era en realidad. Se lo debemos hasta que finalmente se haya barrido la basura de los titulares y se vea claramente por qué aquellos que le aman saben más sobre él que cualquier periodista que proclama haber investigado su vida a fondo. Esos periodistas y expertos no conocen a Michael Jackson.
Pero si ustedes le aman, tienen una buena oportunidad para hacerlo.
***
The Happiest Medium » One Year Later – Remembering Michael (by Howard Bloom)
Recuerdos de MICHAEL.
¿Cómo me vi envuelto en la vida de Michael y de sus hermanos?
Era la primavera de 1983 y los Jacksons estaban a punto de salir de gira con su Victory Tour. El manager me había estado llamando durante cuatro meses para que trabajara para ellos. Yo seguía diciendo que no. No sentía que los Jackson me necesitaran. Pero creo que si vas a decirle no a alguien, debes tener valor para decírselo en la cara. De modo que cuando los Jacksons vinieron a Nueva York y me pidieron reunirme con ellos en el Helmsley Palace, tuve que ir.
En el primer minuto en que entré a la suite, dos cosas fueron obvias. Una… del lenguaje corporal de estos hermanos, podías decir que eran la gente más honesta, ética y abierta que pudieras conocer. Dos: Tenían un autentico problema. Ellos no sabían cual era. Yo no sabía cual era. Pero sabía esto: Había allí un desafío. Un error que subsanar. Un error invisible. Un error que todos podiamos sentir pero nadie podía ponerle nombre. Tuve que decir sí.
“…Pero el hecho es que ni Michael ni yo hemos crecido en una normal ni convencional infancia, ninguno de los dos nos hemos criado entre otros niños. Así que yo no conocía los rituales comunes de la vida diaria…Uno de esos rituales era estrecharse la mano entre extraños. Ya saben, cuando conoces a alguien que no conocías de antes. Te acercas a él o a ella, y le estrechas la mano y dices: “Hola, soy…” Este era un ritual que casi nunca usé. Pero cuando Michael abrió la puerta de cristal de la piscina de su casa, caminé hacia él, extendí la mano y dije, “Hola, soy Howard.”
Sabía qué pasaría después. Los artículos en la prensa me lo habían explicado. Michael se echaría hacia atrás impulsivamente rechazando el contacto. Pero eso no fue lo que ocurrió. Michael alargó la mano, estrechó la mía y dijo, “Hola, soy Michael.”
Fue tan normal y natural como podía ser. Las historias de los medios eran falsas. Pero miles de artículos en la prensa lo han cotorreado como si fuera cierto.
Con el tiempo, esas falsedades acabarían con él. Pero esta es una historia para otro momento.
Unos minutos después, Michael y yo subimos a la pequeña habitación donde Marlon tenía un equipo de grabación. Yo había escrito un comunicado de prensa y quería la aprobación de Michael. Lo leí en voz alta. Mientras lo hacía, Michael se derretía. “Qué bonito,” dijo cuando terminé, “¿Tú lo escribiste?”
El hecho es que sí, y no era un trabajo pesado para mí, escribir era un arte. Pero nadie más había visto nunca el arte oculto en ese trabajo y la creatividad escondida en lo ordinario. Michael lo vio.
Más tarde, los Jackson tenían prevista una reunión con un director artístico de CBS para decidir la portada del álbum Victory. Me pidieron que me quedara.
Cuando llegó el director de arte, entregó las carpetas a los cinco artistas, realizadas con una cuidada presentación y cada una de ellas de un legendario artista en la cima de su profesión.
El director alargó la primera carpeta hacia Michael. Él abrió la primera página, lentamente…justo lo suficiente para ver un centímetro de la imagen. Mientras veía el trabajo artístico sus rodillas empezaron a curvarse, sus hombros a inclinarse y todo lo que podía decir era “ooooohhhhh.” Un suave, orgásmico “oooooh.” En esa única sílaba y en su lenguaje corporal, podías sentir lo que él estaba sintiendo.
¿Conocen el poema de William Blake?:
“Para ver el mundo en un grano de arena,
Y el Cielo en una flor silvestre,
Acoge el Infinito en la palma de tu mano,
Y la Eternidad en una hora…”
La intensa ambición de ese poema, el intenso deseo de admiración, estaba vivo en Michael. Más vivo que en nada de lo que yo haya podido ver.
Michael veía el Infinito en una pulgada.
A medida que Michael abría las páginas, sus rodillas y hombros se inclinaban más y más y sus “ooohs” crecían en intensidad. Estando hombro con hombro con él podías sentir que estaba descubriendo cosas que ni siquiera el propio artista nunca vio. Para el momento en que abrió la página al completo su cuerpo entero y su voz expresaban un éxtasis.
Nunca he visto nada así. Michael sentía la belleza de la página con cada célula de su ser. ´´El veía el prodigio en cada cosa. Su cualidad para asombrarse iba más allá de lo que cualquier ser humano puede concebir".
Existen dos reglas científicas, incluso artísticas y de vida. 1) La verdad a cualquier precio, incluida tu propia vida. 2) Mira las cosas que tienes ante ti como si nunca antes las hubieras visto y avanza desde ahí. Poca gente hace eso. Michael sí, él lo personificaba en cada folículo de su ser.
Michael era lo más cercano que he visto nunca a un ángel seglar. Un santo seglar.
Verán, yo soy ateo, pero Michael no lo era. Él creía que había recibido el talento de Dios. Él creía que le habían sido dados el talento y el asombro que raramente se nos suelen conceder a nosotros los frágiles seres humanos. Cómo Dios le había concedido ese talento él creía que debía devolverlo. Pero para Michael devolver a los demás no era una cosa a tiempo parcial.
La necesidad de darse a los demás estaba presente en cada aliento de cada día de su vida.
***
En la noche del 25 de junio, mientras hacía mi paseo nocturno por Prospect Park, Brooklyn, pasé por delante de una pareja de unos 18 años sentada a esta solitaria hora de la noche. El chico me dijo algo al pasar. Me volvía atrás, me quité los auriculares y le pedí que me lo repitiera. Dijo, “Michael Jackson ha muerto.”
Le pregunté por qué me decía eso a mí. Me preguntaba si me conocería por mi conexión con Michael Jackson. No, no era eso. Se lo estaba diciendo a todo el mundo. No quería que nadie ignorara la noticia.
Estaba particularmente interesado en asegurarse de que nadie que pasara dejara de saberlo. La muerte de Michael Jackson, para él, era una pérdida para todos nosotros, nos diéramos cuenta o no.
***
Parece extraño decir esto, pero Michael siempre formará parte de mí.
Ninguna otra estrella con la que he trabajado ha tocado las fibras de mi corazón como él lo hizo. Michael abrió una ventana a la admiración como nadie que haya visto en mi vida. Por ese regalo, estaba en deuda con él. Creo que todos estábamos en deuda con él.
Y todavía lo estamos.
Le debemos una honesta mirada a quién era en realidad. Se lo debemos hasta que finalmente se haya barrido la basura de los titulares y se vea claramente por qué aquellos que le aman saben más sobre él que cualquier periodista que proclama haber investigado su vida a fondo. Esos periodistas y expertos no conocen a Michael Jackson.
Pero si ustedes le aman, tienen una buena oportunidad para hacerlo.
***
The Happiest Medium » One Year Later – Remembering Michael (by Howard Bloom)
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