Buenas Estaba medio aburrido buscando noticias sobre budismo, y me he encontrado con esto que me ha parecido curioso. Topic dedicado al Ratilla
Será posible que con la curiosidad que me ha dao por verlo, y no encuentro ni web ni fotos del restaurante ni del cocinero ni nada, solo la de arriba :cuñao Si pillais un piso de esos de 30 metros, no digáis que es un cuchitril! Decir que es un espacio "en que la que la exclusividad va unida a la máxima sencillez"!
Hiroyoshi Ishida es uno de los más prestigiosos cocineros japoneses admirado por el lujo de su restaurante con una única mesa para ocho personas
Hiroyoshi Ishida es uno de los más prestigiosos cocineros japoneses, venerado por los mejores restauradores del mundo, que admiran cómo este budista regenta en Tokio un restaurante de 20 metros cuadrados, con una única mesa en la que la exclusividad va unida a la máxima sencillez. "Para un occidental es todo un referente", comenta sobre Ishida, Ferrán Adriá, considerado uno de los mejores restauradores del mundo, mientras que otros maestros españoles de los fogones, como Juan Mari Arzak, lo definen como "el más perfecto de los perfectos", o la mejor "armonía entre tradición y creatividad", en palabras de Andoni Luis Aduriz.
Ishida, que visita estos días España para comer con sus "amigos" cocineros españoles como Adriá, Arzak, Aduriz, Pedro Subijana, Koldo Rodero, Martín Berasategui y Miguel Sánchez Romera, explicó a EFE que "Mibu", su restaurante en uno de los barrios más elegantes de Tokio, sólo tiene 20 metros cuadrados y una única mesa para ocho comensales que pagan unos mil euros (unos 1.220 dólares) por un menú vanguardista basado en cocina tradicional japonesa, llamada kaiseki.
Según esta tradición, sólo se pueden cocinar los productos de cada temporada del año, los ingredientes de cada plato tienen que tener un color, sabor y textura distinta, y no pueden repetirse a lo largo del menú.
Su carta, que se renueva cada mes, sorprende a cualquier occidental, ya que se elabora inspirándose en un objeto, normalmente antigüedades relacionadas con la estación del año, y aparentemente tiene muy poco de gastronómica ya que, por ejemplo en abril, puede leerse: Minami Kaze (Viento del sur) junto a una leyenda que comienza: "Entre la primavera y el verano sopla un viento calmado del sur..."
Sus creaciones
Todas sus creaciones se basan por tanto en la cocina kaiseki, cuyo plato más contemporáneo tiene 300 años de antigüedad, y son servidas en recipientes centenarios, pero Ishida, considerado un vanguardista por sus colegas, cree que debe haber una evolución porque los clientes también la reclaman.
"La gran diferencia entre un europeo e Ishida es que el primero puede cocinar con las manos, con los sentidos, con el cerebro e incluso con el cariño, pero nunca con el alma como lo hace él", explicó a EFE Ferrán Adriá, del restaurante El Bulli, en Gerona.
Ishida elabora sus platos con una espiritualidad tal que un día, mientras cocinaba, sintió la calidad de los ingredientes que manipulaba y, acto seguido, supo que tenía que vivir como un monje budista, aunque no se internara en un monasterio.
"Es un hombre que, desde la perspectiva actual, es un icono de lo que podría ser el máximo lujo y la exclusividad, pero es como una pequeña contradicción porque Ishida es la pura sencillez", comentó Andoni Luis Aduriz, del restaurante Mugaritz de Rentería (País Vasco).
El cocinero vasco puso de relieve que Ishida, aunque trabaja desde hace cuarenta años en el mundo de la cocina, tan "difícil" y "sacrificado", es capaz de "hilar muy fino" y está a un nivel gastronómico "absolutamente arrollador", con un equilibrio en "perfecta armonía" de "tradición", "creatividad" y "vanguardia".
Arzak: "Es como asistir a un ritual"
Arzak ensalza también su perfección en todas y cada una de las fases de elaboración gastronómica, "pelando, cortando, sirviendo" y es que ver cocinar a este "sabio", a este "gurú", "es como asistir a un ritual pero a nivel superlativo".
Hay ciertas normas que tanto Ishida como su esposa Tomiko han tenido que idear para que todos sus clientes, los mismos desde hace 30 años, puedan disfrutar de su comida: es imprescindible que sean socios o vayan acompañados de uno de ellos y no pueden acudir más de una vez al mes, siempre con reserva.
El elevado coste del cubierto en "Mibu" no impiden que sus fieles acudan a su cita mensual en este templo de la gastronomía, vetado para los ajenos, lo que envuelve aún más en un aura de misterio a este restaurante, que sí da cabida sin embargo a sus admiradores cocineros, que él considera "personas sensibles que se acaban encontrando" porque así lo manda el destino.
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Hiroyoshi Ishida es uno de los más prestigiosos cocineros japoneses, venerado por los mejores restauradores del mundo, que admiran cómo este budista regenta en Tokio un restaurante de 20 metros cuadrados, con una única mesa en la que la exclusividad va unida a la máxima sencillez. "Para un occidental es todo un referente", comenta sobre Ishida, Ferrán Adriá, considerado uno de los mejores restauradores del mundo, mientras que otros maestros españoles de los fogones, como Juan Mari Arzak, lo definen como "el más perfecto de los perfectos", o la mejor "armonía entre tradición y creatividad", en palabras de Andoni Luis Aduriz.
Ishida, que visita estos días España para comer con sus "amigos" cocineros españoles como Adriá, Arzak, Aduriz, Pedro Subijana, Koldo Rodero, Martín Berasategui y Miguel Sánchez Romera, explicó a EFE que "Mibu", su restaurante en uno de los barrios más elegantes de Tokio, sólo tiene 20 metros cuadrados y una única mesa para ocho comensales que pagan unos mil euros (unos 1.220 dólares) por un menú vanguardista basado en cocina tradicional japonesa, llamada kaiseki.
Según esta tradición, sólo se pueden cocinar los productos de cada temporada del año, los ingredientes de cada plato tienen que tener un color, sabor y textura distinta, y no pueden repetirse a lo largo del menú.
Su carta, que se renueva cada mes, sorprende a cualquier occidental, ya que se elabora inspirándose en un objeto, normalmente antigüedades relacionadas con la estación del año, y aparentemente tiene muy poco de gastronómica ya que, por ejemplo en abril, puede leerse: Minami Kaze (Viento del sur) junto a una leyenda que comienza: "Entre la primavera y el verano sopla un viento calmado del sur..."
Sus creaciones
Todas sus creaciones se basan por tanto en la cocina kaiseki, cuyo plato más contemporáneo tiene 300 años de antigüedad, y son servidas en recipientes centenarios, pero Ishida, considerado un vanguardista por sus colegas, cree que debe haber una evolución porque los clientes también la reclaman.
"La gran diferencia entre un europeo e Ishida es que el primero puede cocinar con las manos, con los sentidos, con el cerebro e incluso con el cariño, pero nunca con el alma como lo hace él", explicó a EFE Ferrán Adriá, del restaurante El Bulli, en Gerona.
Ishida elabora sus platos con una espiritualidad tal que un día, mientras cocinaba, sintió la calidad de los ingredientes que manipulaba y, acto seguido, supo que tenía que vivir como un monje budista, aunque no se internara en un monasterio.
"Es un hombre que, desde la perspectiva actual, es un icono de lo que podría ser el máximo lujo y la exclusividad, pero es como una pequeña contradicción porque Ishida es la pura sencillez", comentó Andoni Luis Aduriz, del restaurante Mugaritz de Rentería (País Vasco).
El cocinero vasco puso de relieve que Ishida, aunque trabaja desde hace cuarenta años en el mundo de la cocina, tan "difícil" y "sacrificado", es capaz de "hilar muy fino" y está a un nivel gastronómico "absolutamente arrollador", con un equilibrio en "perfecta armonía" de "tradición", "creatividad" y "vanguardia".
Arzak: "Es como asistir a un ritual"
Arzak ensalza también su perfección en todas y cada una de las fases de elaboración gastronómica, "pelando, cortando, sirviendo" y es que ver cocinar a este "sabio", a este "gurú", "es como asistir a un ritual pero a nivel superlativo".
Hay ciertas normas que tanto Ishida como su esposa Tomiko han tenido que idear para que todos sus clientes, los mismos desde hace 30 años, puedan disfrutar de su comida: es imprescindible que sean socios o vayan acompañados de uno de ellos y no pueden acudir más de una vez al mes, siempre con reserva.
El elevado coste del cubierto en "Mibu" no impiden que sus fieles acudan a su cita mensual en este templo de la gastronomía, vetado para los ajenos, lo que envuelve aún más en un aura de misterio a este restaurante, que sí da cabida sin embargo a sus admiradores cocineros, que él considera "personas sensibles que se acaban encontrando" porque así lo manda el destino.
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Será posible que con la curiosidad que me ha dao por verlo, y no encuentro ni web ni fotos del restaurante ni del cocinero ni nada, solo la de arriba :cuñao Si pillais un piso de esos de 30 metros, no digáis que es un cuchitril! Decir que es un espacio "en que la que la exclusividad va unida a la máxima sencillez"!