“Empecé a trabajar con Michael cuando él tenía 11 años y yo era productor y compositor en Motown Records. Cuando veía a Michael siempre estaba feliz. Cuando estábamos grabando en el estudio siempre le gustaba gastar bromas. Tenía un gran sentido del humor. Yo llevaba una chaqueta de beisbol que se ponía, aunque era demasiado grande para él. Yo llevaba tres anillos en cada mano y él cogía uno que quería ponerse y yo se lo dejaba llevar el resto del día. Nos divertíamos grabando. Era también un excelente artista y como a mí me gusta dibujar bocetos y personajes de dibujos animados, nos los intercambiábamos. A veces él me dibujaba a mí y me hacía una nariz muy larga.
Lo más sorprendente de su talento en aquellos días era que podía aprender una canción escuchándola tres o cuatro veces, y la conocía y la grababa perfectamente. Un ejemplo de su gran habilidad natural para cantar era cuando grabamos el clásico “All The Things You Are”, de Rogers y Hammerstein, que es difícil de cantar en principio con tantos cambios en los coros y el rango vocal, él la escuchaba y la repasaba un par de veces y la cantaba perfectamente. Me decepcioné un poco años más tarde cuando se convirtió en la gran estrella que fue y nunca cantó con la misma dinámica con que lo hacía de niño.
Fue siempre tan infantil como todos sabemos. Para un chico cuya vida fue tan solitaria; estaba solo mucho tiempo, no hacía las cosas normales que hacen los niños de su edad. Se refugiaba en su imaginación. Y otra cosa. Él solía llamarme y si uno de mis hijos contestaba, le decía que era Michael. Si era yo el que contestaba, usaba una voz falsa y decía que era el Sr. Johnson o el Sr. Smith, yo sabía quién era y nos reíamos y hablábamos”.
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