
La euforia de dos fans incondicionales
La catalana Vanessa Casal y la madrileña Alba París vivieron el desenlace del juicio contra el autor de ´Thriller´ con gran emoción
IDOYA NOAIN SANTA MARIA E. ESPECIAL 15/06/2005
"¡Veredicto, veredicto!". El grito empezó a correr el lunes por el desangelado centro comercial de Santa María donde algunos fans de Michael Jackson se tomaban un respiro de la guardia bajo un sol de verdadera justicia a las puertas del juzgado. Entre esos fans estaba Vanessa Casal, una joven de 25 años que hace casi tres meses aparcó su trabajo en una agencia de aduanas, cogió casi 4.000 euros de ahorros y cambió la casa que comparte con sus padres y sus dos hermanas por una habitación en el destartalado motel Sundown para seguir a un ídolo al que apoya "en lo bueno y en lo malo".
Sin saber aún cuál era ese veredicto, a Vanessa le conquistaron "nervios y angustia". Lloró. Y cerca de hora y media después, cuando a través de una radio escuchó hasta 14 veces "no culpable", las lágrimas siguieron rodando. "Pero entonces ya era de alegría y de emoción".
"El 13 de junio del 2005 será un día que no olvidaré nunca", decía emocionada ayer rememorando las últimas horas. "El 13-J será a partir de ahora el día del orgullo fan, la fiesta nacional de todos los fans, el día de la liberación".
"Michael me ha dado los mejores momentos de mi vida. ¿Cuándo? Cuando lo he visto contento, cuando lo he visto sonreír, las cuatro veces que me ha abierto las puertas de su casa sin conocerme y cuando me ha dado la oportunidad de ver a sus hijos, que no suele enseñar a nadie", dice orgullosa. Ni siquiera se cree lo que ha anunciado Thomas Mesereau de que, escaldado, su ídolo va a ser un poco más precavido en las relaciones con extraños.
De momento, ayer ni siquiera pensaba en acercarse a Neverland. El lunes, tras el veredicto, fue una de las muchas que en su coche de alquiler se sumó a la caravana que recorrió los casi 50 kilómetros que separan el centro de Santa María de la propiedad de Jackson en Los Olivos.
El cantante es la misma pasión que mueve a su amiga Alba, que también está dispuesta a intentar explicarla sin justificarse. "A mí me da igual lo que piensen los demás", dice esta rubia que el lunes captó la atención de muchos fotógrafos. "Yo estoy feliz conmigo misma. Y soy feliz cuando Michael está feliz".
Alba, que tiene 22 años y trabaja en un Starbucks en Madrid, empezó a viajar siguiendo a Jackson "antes de que empezara todo esto". Y el lunes fue el día más feliz de su vida. "Llevábamos 12 años esperando esto. Estamos un poco alucinados todavía".
Ahora, ambas regresarán a España, al trabajo y al ahorro. La próxima vez quieren seguir a Jackson de gira, no en un tribunal.