Hola, cómo están ustedes. Mucho mejor que yo, espero El otro día The Statesman, un periódico de Nueva Delhi, publicó este artículo de Iswar Pati y me gustaría compartirlo Muchas gracias a Mihn Tam por ponerlo en el foro de E-Sangha. Lo traduzco:
"Cuando un estadounidense oyó hablar sobre la legendaria vagancia de cierta tribu en un remoto rincón de la India, prontamente tomó un vuelo y allá aterrizó. Su intención era estudiar minuciosamente las características de esta tribu y preparar un reportaje sobre cómo combatir su letargo, para que no pudieran "quedarse atrás" en el camino hacia la civilización.
Tras una serie de trayectos en taxis, autobuses y jeeps en carreteras hostiles, el estadounidense llegó a un pequeño poblado sobre el mediodía. La mayoría de los hombres habían salido al campo y las mujeres eran demasiado tímidas para salir de sus chozas a hablar con el extranjero blanco.
Paseando por allí con su intérprete, el americano se encontró con un joven que dormía bajo un árbol a orillas de un gran lago, disfrutando del aire fresco.
"¿Qué haces?", preguntó el americano, emocionado por haber encontrado un auténtico especímen de vagancia tan pronto, aunque en el fondo se sentía molesto por que un joven estuviese malgastando su horario de trabajo en holgazanear.
"¿No lo estás viendo? Estoy echando una cabezada", contestó el joven, molesto al comprobar cómo su siesta era interrumpida de manera tan poco ceremoniosa.
"Sí, pero ¿qué haces para ganarte la vida?", preguntó el americano a través de su intérprete.
"Cogiendo peces", dijo el hombre, señalando el lago.
"¿Cuántos has cogido hoy?"
"Dos, ¡muy grandes!", contestó con una sonrisa.
"¿Qué hiciste con ellos?"
"Los vendí en el mercado".
"Entonces, ¿por qué no estás pescando ahora? Fácilmente podrías coger dos más..."
Entonces el joven pescador empezó a parecer fastidiado: ¿Para qué?", preguntó.
"Puedes venderlos también para ganar más dinero".
"¿Para qué?", contestó el vago.
"Bueno, para comprarte mejores materiales para pescar".
"¿Para qué?"
"Para coger más peces, obviamente..."
"¿Para qué?"
"¿Para qué? ¡Para ganar más dinero, majadero!"
"¿Para qué?"
"¡Para que te puedas comprar una bici, un móvil, una tele, y hasta una casita de Pucca!"
"¿Para qué?"
"¡¡¡Maldita sea, pues para ser feliz!!!", estalló de ira el americano.
"Soy todo lo feliz que pueda ser", respondió tranquilamente el especímen de vagancia, sacando su flauta para hacer sonar algunas notas. "¿Para qué necesito meterme en tanto lío para conseguir algo que ya tengo de sobra?"
"Cuando un estadounidense oyó hablar sobre la legendaria vagancia de cierta tribu en un remoto rincón de la India, prontamente tomó un vuelo y allá aterrizó. Su intención era estudiar minuciosamente las características de esta tribu y preparar un reportaje sobre cómo combatir su letargo, para que no pudieran "quedarse atrás" en el camino hacia la civilización.
Tras una serie de trayectos en taxis, autobuses y jeeps en carreteras hostiles, el estadounidense llegó a un pequeño poblado sobre el mediodía. La mayoría de los hombres habían salido al campo y las mujeres eran demasiado tímidas para salir de sus chozas a hablar con el extranjero blanco.
Paseando por allí con su intérprete, el americano se encontró con un joven que dormía bajo un árbol a orillas de un gran lago, disfrutando del aire fresco.
"¿Qué haces?", preguntó el americano, emocionado por haber encontrado un auténtico especímen de vagancia tan pronto, aunque en el fondo se sentía molesto por que un joven estuviese malgastando su horario de trabajo en holgazanear.
"¿No lo estás viendo? Estoy echando una cabezada", contestó el joven, molesto al comprobar cómo su siesta era interrumpida de manera tan poco ceremoniosa.
"Sí, pero ¿qué haces para ganarte la vida?", preguntó el americano a través de su intérprete.
"Cogiendo peces", dijo el hombre, señalando el lago.
"¿Cuántos has cogido hoy?"
"Dos, ¡muy grandes!", contestó con una sonrisa.
"¿Qué hiciste con ellos?"
"Los vendí en el mercado".
"Entonces, ¿por qué no estás pescando ahora? Fácilmente podrías coger dos más..."
Entonces el joven pescador empezó a parecer fastidiado: ¿Para qué?", preguntó.
"Puedes venderlos también para ganar más dinero".
"¿Para qué?", contestó el vago.
"Bueno, para comprarte mejores materiales para pescar".
"¿Para qué?"
"Para coger más peces, obviamente..."
"¿Para qué?"
"¿Para qué? ¡Para ganar más dinero, majadero!"
"¿Para qué?"
"¡Para que te puedas comprar una bici, un móvil, una tele, y hasta una casita de Pucca!"
"¿Para qué?"
"¡¡¡Maldita sea, pues para ser feliz!!!", estalló de ira el americano.
"Soy todo lo feliz que pueda ser", respondió tranquilamente el especímen de vagancia, sacando su flauta para hacer sonar algunas notas. "¿Para qué necesito meterme en tanto lío para conseguir algo que ya tengo de sobra?"