Rafam
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Este es un articulo muy interesante, que deja en claro cual es el verdadero objetivo de la invasion del Libano...
Las claves de la invasión
x Manuel Freytas
El mito del "triunfo" de EEUU en la conferencia de Roma, la derrota militar de Israel en Líbano y la guerra entre "halcones" y "moderados" en Tel Aviv Ningún analista del sistema (salvo IAR Noticias, que no es del sistema) enfocó los resultados de la conferencia de Roma, el miércoles, como un fracaso de la diplomacia de EEUU para imponer un plan previamente consensuado entre Rice y la plana mayor del Estado judío, sino que, por el contrario, lo interpretaron como "un triunfo" del lobby de presión norteamericano.
La mayoría, interpretó la no imposición de un alto el fuego como un éxito de la presión de EEUU sobre los países y potencias presentes en la conferencia de Roma, sin analizar la trama y el contexto general estratégico de la invasión militar de Israel a Líbano, y el objetivo central que guía a la misma en su desarrollo operativo.
En realidad hay un desarrollo secuencial de los acontecimientos que prueban que el plan agendado por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, no triunfó, sino que, por el contrario, fracasó en la conferencia de Roma del miércoles pasado.
Esto queda en evidencia cuando se analiza el desarrollo, paso por paso, de la escalada militar israelí que ya dejó más de 700 muertos civiles, produjo la destrucción de la infraestructura y de la economía de Líbano, y sumió al país en una devastadora catástrofe humanitaria con cientos de miles de personas huyendo de los bombardeos genocidas del Estado judío.
Veamos un breve desarrollo secuencial táctico de la invasión hasta el momento:
El fracaso del Plan A (la invasión militar)
El 12 de julio Israel lanzó una operación militar a alta escala en Líbano (ataques aéreos masivos complementados, luego, por una invasión terrestre de infantería y blindados) atendiendo a tres objetivos esenciales:
Esta banda de halcones militaristas de Tel Aviv, con radio de influencia en el Likud, en las fuerzas armadas y en complejo militar de Israel, cruza mayor "sintonía" con el lobby judío que controla la Casa Blanca, la Reserva Federal y los resortes claves de la política interna y exterior de EEUU.
Este lobby, dirigido políticamente desde la Casa Blanca por el vicepresidente Dick Cheney, y liderado en la secretaría de Defensa por su titular, Donald Rumsfeld, representa en esencia el interés de las armamentistas, las petroleras y los consorcios de servicios que operan contratos millonarios con el Pentágono estadounidense.
El grupo de neoconservadores (neocons), ejecutor de la línea matriz de la política exterior norteamericana desde el 11–S, defiende abiertamente la intervención militar en todo el mapa de Medio Oriente para eliminar "la amenaza árabe a Israel".
Los neocons del lobby de Washington, como se dijo, sintonizan en la misma frecuencia que el ministro de Defensa israelí, Amir Peretz, y sus halcones militaristas, cuyo objetivo de máxima (en el cual Líbano conforma solo una fase) es el llamado "plan de remodelación del Medio Oriente".
Este lobby defiende abiertamente la intervención militar en todo el mapa de Medio Oriente para eliminar "la amenaza árabe a Israel" e impulsa "la guerra total" y el cambio de régimen en Irán y Siria bajo el marco de la "guerra contraterrorista· lanzada tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Después de planificar la invasión a Afganistán (bajo el pretexto de destruir a la red "Al Qaeda"), y de la ocupación militar de Irak (bajo el pretexto de terminar con las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein) el lobby judío y los halcones norteamericanos, fortificados por la reelección de Bush,, han puesto la mira en tres países claves: Siria, Líbano e Irán.
Siria –como ya anticipó el año pasado IAR Notticias– es un objetivo aún más "inmediato" que Irán, dado que el Pentágono necesita neutralizar una posible convergencia masiva de los guerrilleros islámicos (provenientes de
Siria y el Medio Oriente) a Irán en caso de que éste sea atacado militarmente por EEUU.
IAR Noticias, en sucesivos informes, viene adelantando que el verdadero objetivo de la escalada militarista de Israel en Líbano es la destrucción de Hezbollah y la preparación de una plataforma de lanzamiento de un ataque a Siria, con una "cabecera de playa" situada en Líbano, Jordania e Irak (las tres fronteras). (Ver: objetivo Siria)
Las ideas fuerza de "Siria protectora del terrorismo de Hezbollah", lanzadas masivamente por medio de consignas periodísticas desde las cadenas norteamericanas, "cierran" con el plan madre del sionismo judeo–norteamericano de Washington fogoneado por la troyka de expertos neoconservadores del lobby judío de la Casa Blanca y el Pentágono.
En esa fuentes y objetivos estratégicos abrevan los halcones israelíes que lanzaron la operación militar de exterminio en Líbano, el 12 de julio pasado, lo que demuestra que la escalada militar a Líbano no fue improvisada ni coyuntural, fue parte de un plan estratégico diseñado a largo y mediano lazo, y cuyo objetivo es el control político y militar de Medio Oriente.
Después de 16 días de bombardeos consecutivos que causaron más de 700 civiles muertos, la devastación de la economía y de la infraestructura libanesa, y una crisis humanitaria que ya suma cerca de un millón de personas huyendo de sus hogares, Israel no pudo conseguir sus objetivos.
No obstante esa masacre militar, los halcones de Tel Aviv no pudieron lograr los dos objetivos prioritarios del Plan A de invasión militar:
Destrucción de Hezbollah y control político y militar de Líbano.
Por lo que hubo que implementar un Plan B, que buscaba alcanzar los mismos objetivos, pero por vía diplomática.
El fracaso del Plan B (la vía diplomática)
Tras el enpantanamiento de la invasión militar, la estrategia del eje Washington–Tel Aviv intentó imponer sus objetivos primero, ejerciendo una presión directa sobre el gobierno de Beirut, y segundo por medio de un "lobby de presión" diplomática en la conferencia de Roma, el miércoles pasado, a través de EEUU y Gran Bretaña (aliado estratégico principal de la dupla Washington – Tel Aviv).
En Beirut, esta semana, Rice ejecutó la primera fase del plan que fracasó con la negativa del gobierno libanés de suscribir un acuerdo del cese del fuego con la aceptación de los tres puntos centrales descriptos del Plan B, que representaban una capitulación de Líbano y una derrota de Hezbollah que no fue aceptado por los propios interesados: Hezbollah y el gobierno de Líbano.
Ante el fracaso de la presión "diplomática" sobre Beirut, Rice y Tel Aviv pasaron a la segunda fase del plan B, diseñando una estrategia para imponerlo en la conferencia de Roma, el miércoles pasado.
Repasemos nuevamente los objetivos, esta vez del Plan B:
Como se sabe, la conferencia de Roma, en su comunicado resolutorio, solo consiguió consenso para un "abstracto" pedido de cese el fuego a futuro, y un, también pedido a futuro, de despliegue de una fuerza multinacional en el sur de Líbano, además de "ayuda humanitaria" para las víctimas.
La decisión de la conferencia no precisó nada sobre el punto esencial, de interés prioritario para la dupla Washington–Tel Aviv: el desarme y retiro del sur de Líbano de la guerrilla de Hezbollah ordenado por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Esta es la prueba más fehaciente de que la estrategia diplomática de EEUU no salió victoriosa de la conferencia en Roma, sino que fracasó estrepitosamente al no poder imponer el objetivo prioritario y central que guió la invasión militar a Líbano.
Esta situación, a su vez, detonaría (a partir del jueves) un nuevo marco de situación internacional en torno a Líbano, y un nuevo escenario de correlación de fuerzas en Israel, donde, a raíz del fracaso militar, comenzó un proceso de guerra interna entre halcones y moderados por el control de los resortes políticos de decisión.
Los emergentes del fracaso militar
El objetivo prioritario del fracasado Plan B en la conferencia de Roma, buscaba conseguir el repliegue "honroso" de las fuerzas israelíes tras el llamado del Consejo de Seguridad a un cese del fuego, convirtiendo la derrota militar (la no consecución del objetivo central de destruir a Hezbollah en 16 día de ataques y bombardeos) en un triunfo militar por vía diplomática.
En el actual cuadro de situación tres causas principales enmarcan la crisis israelí que surgió como consecuencia del fracaso militar y diplomático:
En lo político, el fracaso militar, la no destrucción militar de Hezbollah y su estructura, así como la enorme presión internacional en contra que están generando los asesinatos a civiles, creó una fisura entre los halcones militaristas encabezada por el ministro de Defensa, y la franja moderada de los políticos del Likud y del partido de Olmert.
Los moderados buscan un repliegue honroso de sus tropas en Líbano antes de que sufran más bajas y se empantanen definitivamente en ese país como le está sucediendo a las fuerzas norteamericanas en Irak.
Los halcones militaristas intentan aprovechar el no establecimiento de un alto el fuego en Roma interpretando que la situación representó una "luz verde" para una ampliación de la ofensiva aérea y terrestre orientada a la destrucción de Hezbollah por la vía militar.
Sobre este punto central, profundizar la ofensiva o buscar un repliegue "honroso" gira la actual interna política en Tel Aviv, corazón estratégico del poder israelí.
La estrategia que Rice llevó agendada a la conferencia de Roma, fue consensuada con el primer ministro Olmert y los sectores políticos más moderados, y contó con la resistencia de los sectores ultraderechistas del Likud y de las fuerzas armadas israelíes.
Esto explica porque, el jueves a primera hora, el ministro de Defensa, Amir Peretz, anunció un ampliación de la ofensiva militar en Líbano, aduciendo (falsamente) que la conferencia de Roma le había dado "luz verde" a Israel para continuar hasta el fin con sus operaciones de exterminio de Hezbollah.
Horas después, y como producto de las contradicciones internas entre partidarios de la contraofensiva y partidarios del repliegue militar, surgió otro comunicado oficial, esta vez del gabinete de seguridad de Olmert, anunciando que no se iba a ampliar la ofensiva.
De esta manera, en horas de la tarde del jueves en Tel Aviv,se desmentía el primer comunicado emitido por el sector de los halcones militaristas que hablaba de una contraofensiva a a escala global para acabar con Hezbollah por la vía militar.
Fue un triunfo de la línea "moderada" del Estado judío, en base a una evaluación de las reacciones internacionales de condena y rechazo que está generando la "opción militar" de los ultra halcones, incluso entre países aliados en la ONU, como es el caso de Francia y Alemania, cuyos gobiernos han expresado posturas críticas a la ampliación de la escalada militar.
Y en escenario se plantea la disyuntiva principal: si Israel produce un repliegue unilateral de sus tropas, concede tácitamente la victoria a Hezbollah y a todo el espectro de la resistencia en Medio Oriente y en Gaza, además de fortalecer a Irán y a Siria, países claves en los futuros objetivos de Israel y del lobby judío de la Casa Blanca.
Si, por el contrario, Israel no repliega sus tropas y amplia la ofensiva difícilmente va conseguir los objetivos que en 16 días de bombardeos y acciones militaresde destrucción no pudo conseguir.
Finalmente, y como consecuencia de la lucha interna, el Estado judío parece haber adoptado una posición intermedia: mantener la ofensiva invasora dentro de un statu quo, sin ampliar las operaciones militares, hasta la consecución de una nueva estrategia y un Plan C, que por estas horas los arquitectos judíos de Washington y Tel Aviv parecen no tenerlo.
Estratégicamente las condiciones internacionales variaron hacia dos ejes principales:
De cualquier manera, ni en Israel ni en el campo internacional existe hoy una estrategia y un plan claro para salir del genocidio militar que ha asesinado indiscriminadamente a civiles y creado una catástrofe humanitaria y económica de dimensiones siderales en Líbano.
Habíamos señalado que una extensión del tiempo en la destrucción militar de Hezbollah iba perjudicar el plan de conquista militar de Israel, con su consecuente derrota en el plano internacioanal. (Ver: Cuál es el plan y qué puede pasar en la invasión terrestre de Israel a Líbano).
Y ese es el marco estratégico que engloba la actual situación de empantamiento de los tanques y la infantería israelí que está viviendo la sensación de estar en una ratonera. Y las evidencias muestran que están en una ratonera.
IAR–Noticias, 29/07/06
Esto es mas terrible de lo que parece :|
Las claves de la invasión
x Manuel Freytas
El mito del "triunfo" de EEUU en la conferencia de Roma, la derrota militar de Israel en Líbano y la guerra entre "halcones" y "moderados" en Tel Aviv Ningún analista del sistema (salvo IAR Noticias, que no es del sistema) enfocó los resultados de la conferencia de Roma, el miércoles, como un fracaso de la diplomacia de EEUU para imponer un plan previamente consensuado entre Rice y la plana mayor del Estado judío, sino que, por el contrario, lo interpretaron como "un triunfo" del lobby de presión norteamericano.
La mayoría, interpretó la no imposición de un alto el fuego como un éxito de la presión de EEUU sobre los países y potencias presentes en la conferencia de Roma, sin analizar la trama y el contexto general estratégico de la invasión militar de Israel a Líbano, y el objetivo central que guía a la misma en su desarrollo operativo.
En realidad hay un desarrollo secuencial de los acontecimientos que prueban que el plan agendado por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, no triunfó, sino que, por el contrario, fracasó en la conferencia de Roma del miércoles pasado.
Esto queda en evidencia cuando se analiza el desarrollo, paso por paso, de la escalada militar israelí que ya dejó más de 700 muertos civiles, produjo la destrucción de la infraestructura y de la economía de Líbano, y sumió al país en una devastadora catástrofe humanitaria con cientos de miles de personas huyendo de los bombardeos genocidas del Estado judío.
Veamos un breve desarrollo secuencial táctico de la invasión hasta el momento:
El fracaso del Plan A (la invasión militar)
El 12 de julio Israel lanzó una operación militar a alta escala en Líbano (ataques aéreos masivos complementados, luego, por una invasión terrestre de infantería y blindados) atendiendo a tres objetivos esenciales:
1) la destrucción de Hezbollah y de sus estructuras militares y políticas operativas en Líbano,
2) (como consecuencia de la derrota de Hezbollah) conseguir el control territorial y político de Líbano mediante una ocupación "legal" con las fuerzas de la ONU,
3) en control de Líbano, y destruida Hezbollah, proceder al objetivo encubierto de la operación militar: utilizar a Líbano como plataforma y cabecera de playa para un ataque militar a Siria, en una segunda fase complementaria de la invasión. (Ver: Las claves ocultas de la invasión al Líbano: el objetivo es Siria).
La operación fue diseñada y planeada por los sectores ultra–militaristas de Tel Aviv, en sintonía con los tecnócrata del lobby judío que controla la Casa Blanca y los resortes estratégicos e institucionales de la política exterior norteamericana.2) (como consecuencia de la derrota de Hezbollah) conseguir el control territorial y político de Líbano mediante una ocupación "legal" con las fuerzas de la ONU,
3) en control de Líbano, y destruida Hezbollah, proceder al objetivo encubierto de la operación militar: utilizar a Líbano como plataforma y cabecera de playa para un ataque militar a Siria, en una segunda fase complementaria de la invasión. (Ver: Las claves ocultas de la invasión al Líbano: el objetivo es Siria).
Esta banda de halcones militaristas de Tel Aviv, con radio de influencia en el Likud, en las fuerzas armadas y en complejo militar de Israel, cruza mayor "sintonía" con el lobby judío que controla la Casa Blanca, la Reserva Federal y los resortes claves de la política interna y exterior de EEUU.
Este lobby, dirigido políticamente desde la Casa Blanca por el vicepresidente Dick Cheney, y liderado en la secretaría de Defensa por su titular, Donald Rumsfeld, representa en esencia el interés de las armamentistas, las petroleras y los consorcios de servicios que operan contratos millonarios con el Pentágono estadounidense.
El grupo de neoconservadores (neocons), ejecutor de la línea matriz de la política exterior norteamericana desde el 11–S, defiende abiertamente la intervención militar en todo el mapa de Medio Oriente para eliminar "la amenaza árabe a Israel".
Los neocons del lobby de Washington, como se dijo, sintonizan en la misma frecuencia que el ministro de Defensa israelí, Amir Peretz, y sus halcones militaristas, cuyo objetivo de máxima (en el cual Líbano conforma solo una fase) es el llamado "plan de remodelación del Medio Oriente".
Este lobby defiende abiertamente la intervención militar en todo el mapa de Medio Oriente para eliminar "la amenaza árabe a Israel" e impulsa "la guerra total" y el cambio de régimen en Irán y Siria bajo el marco de la "guerra contraterrorista· lanzada tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Después de planificar la invasión a Afganistán (bajo el pretexto de destruir a la red "Al Qaeda"), y de la ocupación militar de Irak (bajo el pretexto de terminar con las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein) el lobby judío y los halcones norteamericanos, fortificados por la reelección de Bush,, han puesto la mira en tres países claves: Siria, Líbano e Irán.
Siria –como ya anticipó el año pasado IAR Notticias– es un objetivo aún más "inmediato" que Irán, dado que el Pentágono necesita neutralizar una posible convergencia masiva de los guerrilleros islámicos (provenientes de
Siria y el Medio Oriente) a Irán en caso de que éste sea atacado militarmente por EEUU.
IAR Noticias, en sucesivos informes, viene adelantando que el verdadero objetivo de la escalada militarista de Israel en Líbano es la destrucción de Hezbollah y la preparación de una plataforma de lanzamiento de un ataque a Siria, con una "cabecera de playa" situada en Líbano, Jordania e Irak (las tres fronteras). (Ver: objetivo Siria)
Las ideas fuerza de "Siria protectora del terrorismo de Hezbollah", lanzadas masivamente por medio de consignas periodísticas desde las cadenas norteamericanas, "cierran" con el plan madre del sionismo judeo–norteamericano de Washington fogoneado por la troyka de expertos neoconservadores del lobby judío de la Casa Blanca y el Pentágono.
En esa fuentes y objetivos estratégicos abrevan los halcones israelíes que lanzaron la operación militar de exterminio en Líbano, el 12 de julio pasado, lo que demuestra que la escalada militar a Líbano no fue improvisada ni coyuntural, fue parte de un plan estratégico diseñado a largo y mediano lazo, y cuyo objetivo es el control político y militar de Medio Oriente.
Después de 16 días de bombardeos consecutivos que causaron más de 700 civiles muertos, la devastación de la economía y de la infraestructura libanesa, y una crisis humanitaria que ya suma cerca de un millón de personas huyendo de sus hogares, Israel no pudo conseguir sus objetivos.
No obstante esa masacre militar, los halcones de Tel Aviv no pudieron lograr los dos objetivos prioritarios del Plan A de invasión militar:
Destrucción de Hezbollah y control político y militar de Líbano.
Por lo que hubo que implementar un Plan B, que buscaba alcanzar los mismos objetivos, pero por vía diplomática.
El fracaso del Plan B (la vía diplomática)
Tras el enpantanamiento de la invasión militar, la estrategia del eje Washington–Tel Aviv intentó imponer sus objetivos primero, ejerciendo una presión directa sobre el gobierno de Beirut, y segundo por medio de un "lobby de presión" diplomática en la conferencia de Roma, el miércoles pasado, a través de EEUU y Gran Bretaña (aliado estratégico principal de la dupla Washington – Tel Aviv).
En Beirut, esta semana, Rice ejecutó la primera fase del plan que fracasó con la negativa del gobierno libanés de suscribir un acuerdo del cese del fuego con la aceptación de los tres puntos centrales descriptos del Plan B, que representaban una capitulación de Líbano y una derrota de Hezbollah que no fue aceptado por los propios interesados: Hezbollah y el gobierno de Líbano.
Ante el fracaso de la presión "diplomática" sobre Beirut, Rice y Tel Aviv pasaron a la segunda fase del plan B, diseñando una estrategia para imponerlo en la conferencia de Roma, el miércoles pasado.
Repasemos nuevamente los objetivos, esta vez del Plan B:
1) establecimiento de un cese el fuego ordenado por la ONU,
2) creación de una "franja de seguridad" en la frontera de Líbano con Israel, y despliegue de una fuerza multinacional bajo control operativo de la OTAN,
3) desarme y retiro del sur de Líbano de la guerrilla de Hezbollah ordenado por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Si la estrategia de Rice para conseguir los tres puntos del plan (consignados más arriba) triunfaba por vía diplomática en la conferencia de Roma, el Plan B judeo–norteamericano (que sustituía al Plan A del mando militar israelí) hubiera alcanzado su objetivo: Washington y Tel Aviv se hubieran apoderado de Líbano sin disparar un solo tiro más.2) creación de una "franja de seguridad" en la frontera de Líbano con Israel, y despliegue de una fuerza multinacional bajo control operativo de la OTAN,
3) desarme y retiro del sur de Líbano de la guerrilla de Hezbollah ordenado por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Como se sabe, la conferencia de Roma, en su comunicado resolutorio, solo consiguió consenso para un "abstracto" pedido de cese el fuego a futuro, y un, también pedido a futuro, de despliegue de una fuerza multinacional en el sur de Líbano, además de "ayuda humanitaria" para las víctimas.
La decisión de la conferencia no precisó nada sobre el punto esencial, de interés prioritario para la dupla Washington–Tel Aviv: el desarme y retiro del sur de Líbano de la guerrilla de Hezbollah ordenado por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Esta es la prueba más fehaciente de que la estrategia diplomática de EEUU no salió victoriosa de la conferencia en Roma, sino que fracasó estrepitosamente al no poder imponer el objetivo prioritario y central que guió la invasión militar a Líbano.
Esta situación, a su vez, detonaría (a partir del jueves) un nuevo marco de situación internacional en torno a Líbano, y un nuevo escenario de correlación de fuerzas en Israel, donde, a raíz del fracaso militar, comenzó un proceso de guerra interna entre halcones y moderados por el control de los resortes políticos de decisión.
Los emergentes del fracaso militar
El objetivo prioritario del fracasado Plan B en la conferencia de Roma, buscaba conseguir el repliegue "honroso" de las fuerzas israelíes tras el llamado del Consejo de Seguridad a un cese del fuego, convirtiendo la derrota militar (la no consecución del objetivo central de destruir a Hezbollah en 16 día de ataques y bombardeos) en un triunfo militar por vía diplomática.
En el actual cuadro de situación tres causas principales enmarcan la crisis israelí que surgió como consecuencia del fracaso militar y diplomático:
1) El empantanamiento de sus fuerzas terrestres en el sur de Líbano (infantería y blindados), donde han fracasado en el operativo de destrucción de las fuerzas, búnkeres y refugios de la guerrilla de Hezbollah, y están sufriendo severas bajas a mano de la guerrilla irregular.
2) el impacto social, político y económico que están produciendo en la población y en el gobierno israelí los ataques con cohetes de Hezbollah.
3) Las presiones y condenas internacionales que están produciendo las muertes civiles y la destrucción de Líbano por los bombardeos israelíes.
Desde el punto de vista social los cohetes de Hezbollah sobre ciudades israelíes fronterizas está generando entre la población israelí el pánico a los ataques con cohetes que hasta el momento han producido más de 70 muertos entre civiles y soldados. La oposición política culpa de esta situación a la ofensiva militar en alta escala desatada por los halcones militaristas en Líbano, el 12 de julio.2) el impacto social, político y económico que están produciendo en la población y en el gobierno israelí los ataques con cohetes de Hezbollah.
3) Las presiones y condenas internacionales que están produciendo las muertes civiles y la destrucción de Líbano por los bombardeos israelíes.
En lo político, el fracaso militar, la no destrucción militar de Hezbollah y su estructura, así como la enorme presión internacional en contra que están generando los asesinatos a civiles, creó una fisura entre los halcones militaristas encabezada por el ministro de Defensa, y la franja moderada de los políticos del Likud y del partido de Olmert.
Los moderados buscan un repliegue honroso de sus tropas en Líbano antes de que sufran más bajas y se empantanen definitivamente en ese país como le está sucediendo a las fuerzas norteamericanas en Irak.
Los halcones militaristas intentan aprovechar el no establecimiento de un alto el fuego en Roma interpretando que la situación representó una "luz verde" para una ampliación de la ofensiva aérea y terrestre orientada a la destrucción de Hezbollah por la vía militar.
Sobre este punto central, profundizar la ofensiva o buscar un repliegue "honroso" gira la actual interna política en Tel Aviv, corazón estratégico del poder israelí.
La estrategia que Rice llevó agendada a la conferencia de Roma, fue consensuada con el primer ministro Olmert y los sectores políticos más moderados, y contó con la resistencia de los sectores ultraderechistas del Likud y de las fuerzas armadas israelíes.
Esto explica porque, el jueves a primera hora, el ministro de Defensa, Amir Peretz, anunció un ampliación de la ofensiva militar en Líbano, aduciendo (falsamente) que la conferencia de Roma le había dado "luz verde" a Israel para continuar hasta el fin con sus operaciones de exterminio de Hezbollah.
Horas después, y como producto de las contradicciones internas entre partidarios de la contraofensiva y partidarios del repliegue militar, surgió otro comunicado oficial, esta vez del gabinete de seguridad de Olmert, anunciando que no se iba a ampliar la ofensiva.
De esta manera, en horas de la tarde del jueves en Tel Aviv,se desmentía el primer comunicado emitido por el sector de los halcones militaristas que hablaba de una contraofensiva a a escala global para acabar con Hezbollah por la vía militar.
Fue un triunfo de la línea "moderada" del Estado judío, en base a una evaluación de las reacciones internacionales de condena y rechazo que está generando la "opción militar" de los ultra halcones, incluso entre países aliados en la ONU, como es el caso de Francia y Alemania, cuyos gobiernos han expresado posturas críticas a la ampliación de la escalada militar.
Y en escenario se plantea la disyuntiva principal: si Israel produce un repliegue unilateral de sus tropas, concede tácitamente la victoria a Hezbollah y a todo el espectro de la resistencia en Medio Oriente y en Gaza, además de fortalecer a Irán y a Siria, países claves en los futuros objetivos de Israel y del lobby judío de la Casa Blanca.
Si, por el contrario, Israel no repliega sus tropas y amplia la ofensiva difícilmente va conseguir los objetivos que en 16 días de bombardeos y acciones militaresde destrucción no pudo conseguir.
Finalmente, y como consecuencia de la lucha interna, el Estado judío parece haber adoptado una posición intermedia: mantener la ofensiva invasora dentro de un statu quo, sin ampliar las operaciones militares, hasta la consecución de una nueva estrategia y un Plan C, que por estas horas los arquitectos judíos de Washington y Tel Aviv parecen no tenerlo.
Estratégicamente las condiciones internacionales variaron hacia dos ejes principales:
1) el fracaso militar y diplomático de la invasión militar fortaleció en lo político interno y en el plano internacional a Hezbollah, que, hasta ahora, emergió como la gran triunfadora enarbolando la causa y la bandera de la resistencia de Líbano invadido por las fuerzas sionistas.
2) A la luz del fracaso de la estrategia diplomática en Roma, ya se conformó un bloque de potencias, por ahora "críticas" a la invasión, que rechazan puntualmente la ampliación de la invasión por aire y por tierra, y cuyos líderes en la conferencia de Roma fueron claramente, Rusia, Francia y Alemania, quienes frenaron el plan de Condoleezza Rice para establecer un inmediato cese del fuego, el desarme y el aislamiento de Hezbollah.
Y aquí hay que aclarar un detalle: ese bloque de potencias occidentales no se opone a un alto el fuego (de hecho lo solicitaron) sino al punto complementario del plan diplomático presentado por Rice en Roma: el desarme y la destrucción de Hezbollah y el establecimiento de una "franja de seguridad" en el sur de Líbano que favorecía la expansión imperial de Israel.2) A la luz del fracaso de la estrategia diplomática en Roma, ya se conformó un bloque de potencias, por ahora "críticas" a la invasión, que rechazan puntualmente la ampliación de la invasión por aire y por tierra, y cuyos líderes en la conferencia de Roma fueron claramente, Rusia, Francia y Alemania, quienes frenaron el plan de Condoleezza Rice para establecer un inmediato cese del fuego, el desarme y el aislamiento de Hezbollah.
De cualquier manera, ni en Israel ni en el campo internacional existe hoy una estrategia y un plan claro para salir del genocidio militar que ha asesinado indiscriminadamente a civiles y creado una catástrofe humanitaria y económica de dimensiones siderales en Líbano.
Habíamos señalado que una extensión del tiempo en la destrucción militar de Hezbollah iba perjudicar el plan de conquista militar de Israel, con su consecuente derrota en el plano internacioanal. (Ver: Cuál es el plan y qué puede pasar en la invasión terrestre de Israel a Líbano).
Y ese es el marco estratégico que engloba la actual situación de empantamiento de los tanques y la infantería israelí que está viviendo la sensación de estar en una ratonera. Y las evidencias muestran que están en una ratonera.
IAR–Noticias, 29/07/06
Esto es mas terrible de lo que parece :|