Los Angeles, CA/EFE — Los límites de la decencia desaparecen en boca del director de cine John Waters, quien confesó a EFE su obsesión con Michael Jackson, su preocupación por la “metrosexualidad” de la juventud y su fascinación con Almodóvar. “Es el mejor director que existe, capaz de rodar las mejores escenas de sexo”, exclama el realizador estadounidense, de 59 años, en referencia a su amigo idolatrado, el cineasta español Pedro Almodóvar.
“Además de ser un genio y una gran persona, lo mejor es que hace lo que le da la gana”, añade.
De algún modo, es lo mismo que sienten por Waters los seguidores de este realizador contracultural, homosexual hasta la médula y siempre dispuesto a tomárselo todo, su carrera y sus convicciones, con un grano de sal y otro de sexo.
“Yo no soy más que un cineasta que utiliza el humor como su mejor arma”, resume.
El público puede comprobarlo con el estuche editado en DVD que contiene algunas de las obras centrales de la filmografía de Waters.
Titulado “Very Crudely Yours, John Waters” (Muy cruelmente tuyo, John Waters) la colección incluye títulos como “Pink Flamingos”, “Female Trouble”, “Desperate Living”, “Polyester”, “Hairspray”, “Pecker” y su último estreno, “A Dirty Shame”.
Según el realizador, nacido, criado y que siempre rueda en Baltimore, cada uno de estos llamados clásicos corresponde a un género diferente.
“Pink Flamingos”, una de horror; “Female Trouble”, una biografía; “Desperate Living”, un cuento de hadas; “Polyester”, una comedia melodramática; “Hairspray”, un musical; “Pecker”, de arte y ensayo; y “A Dirty Shame”, al llamado “sexplotation”, detalla.
En todas ellas, el elemento común es el escándalo que levantan, “en especial bajo un gobierno como el de George W. Bush y su defensa de los valores morales”.
Waters no tiene intenciones de pontificar sobre la política.
Como reconoce alguien que vivió en su juventud la presidencia de Richard Nixon, ya está familiarizado con este tipo de momentos históricos.
“Y el tema de la censura es siempre igual. Lo que aún me hace gracia es que en Europa se ríen con mis películas. No se pueden creer que ofendan a nadie”, comenta divertido.
Aún le divierte más cómo ha variado la percepción de su obra con el tiempo.
Por ejemplo, “Hairspray”, filme que en 1988 protagonizó el travesti de 330 libras (unos 150 kilos) “Divine”, es ahora un popular musical de Broadway a punto de ser readaptado al cine para el gran público.
“Hasta sé que Bush y su familia fueron a ver el musical durante la última Convención Republicana en Nueva York”, se vuelve a reír.
Hay otras cosas que fomentan el sentido del humor de Waters, como su mórbido interés en los juicios, cuanto más famosos mejor.
De hecho, lo malo de su fama es que le impide asistir a muchos de estos procesos “para no perjudicar al acusado”, pero la reciente cobertura del juicio a la estrella del pop Michael Jackson le tuvo obsesionado.
“¡Cómo no me va a fascinar alguien que el día que escucha una sentencia que le puede enviar a la cárcel aparece con una doble capa de rímel en las pestañas! ¡Olé su hombría!”, se admira Waters.
El realizador tiene mucho que decir de hombría, acostumbrado a las peticiones de esos seguidores que le ponen encima de la mesa sus miembros viriles para recibir un autógrafo en el pene, algo que Waters suele responder firmando sólo con sus iniciales.
Aún así, el realizador confiesa su preocupación ante la ola de “metrosexualidad” que afecta a la juventud actual, que ni se decide “a salir del armario” o a ser heterosexual, confusos en ese área gris donde no son ni lo uno ni lo otro.
“Me encanta cuando las madres me traen a sus hijos, porque no saben qué hacer con ellos. `Tal vez John Waters te ayude`, les dicen. Soy su última salvación”, se divierte el realizador, que también está preparando una nueva serie de televisión.
Además, al acercarse a los 60, Waters también prepara un nuevo “look”.
“Afeitarme el bigote, nunca. Pero quizá teñirlo de azul para eliminar las canas... Seguro que cuando lo vea así me quedaré horrorizado”, aventura de su próxima moda.
http://www.eldiariony.com/noticias/detail.aspx?section=21&desc=ESPECTACULOS&id=1179576
“Además de ser un genio y una gran persona, lo mejor es que hace lo que le da la gana”, añade.
De algún modo, es lo mismo que sienten por Waters los seguidores de este realizador contracultural, homosexual hasta la médula y siempre dispuesto a tomárselo todo, su carrera y sus convicciones, con un grano de sal y otro de sexo.
“Yo no soy más que un cineasta que utiliza el humor como su mejor arma”, resume.
El público puede comprobarlo con el estuche editado en DVD que contiene algunas de las obras centrales de la filmografía de Waters.
Titulado “Very Crudely Yours, John Waters” (Muy cruelmente tuyo, John Waters) la colección incluye títulos como “Pink Flamingos”, “Female Trouble”, “Desperate Living”, “Polyester”, “Hairspray”, “Pecker” y su último estreno, “A Dirty Shame”.
Según el realizador, nacido, criado y que siempre rueda en Baltimore, cada uno de estos llamados clásicos corresponde a un género diferente.
“Pink Flamingos”, una de horror; “Female Trouble”, una biografía; “Desperate Living”, un cuento de hadas; “Polyester”, una comedia melodramática; “Hairspray”, un musical; “Pecker”, de arte y ensayo; y “A Dirty Shame”, al llamado “sexplotation”, detalla.
En todas ellas, el elemento común es el escándalo que levantan, “en especial bajo un gobierno como el de George W. Bush y su defensa de los valores morales”.
Waters no tiene intenciones de pontificar sobre la política.
Como reconoce alguien que vivió en su juventud la presidencia de Richard Nixon, ya está familiarizado con este tipo de momentos históricos.
“Y el tema de la censura es siempre igual. Lo que aún me hace gracia es que en Europa se ríen con mis películas. No se pueden creer que ofendan a nadie”, comenta divertido.
Aún le divierte más cómo ha variado la percepción de su obra con el tiempo.
Por ejemplo, “Hairspray”, filme que en 1988 protagonizó el travesti de 330 libras (unos 150 kilos) “Divine”, es ahora un popular musical de Broadway a punto de ser readaptado al cine para el gran público.
“Hasta sé que Bush y su familia fueron a ver el musical durante la última Convención Republicana en Nueva York”, se vuelve a reír.
Hay otras cosas que fomentan el sentido del humor de Waters, como su mórbido interés en los juicios, cuanto más famosos mejor.
De hecho, lo malo de su fama es que le impide asistir a muchos de estos procesos “para no perjudicar al acusado”, pero la reciente cobertura del juicio a la estrella del pop Michael Jackson le tuvo obsesionado.
“¡Cómo no me va a fascinar alguien que el día que escucha una sentencia que le puede enviar a la cárcel aparece con una doble capa de rímel en las pestañas! ¡Olé su hombría!”, se admira Waters.
El realizador tiene mucho que decir de hombría, acostumbrado a las peticiones de esos seguidores que le ponen encima de la mesa sus miembros viriles para recibir un autógrafo en el pene, algo que Waters suele responder firmando sólo con sus iniciales.
Aún así, el realizador confiesa su preocupación ante la ola de “metrosexualidad” que afecta a la juventud actual, que ni se decide “a salir del armario” o a ser heterosexual, confusos en ese área gris donde no son ni lo uno ni lo otro.
“Me encanta cuando las madres me traen a sus hijos, porque no saben qué hacer con ellos. `Tal vez John Waters te ayude`, les dicen. Soy su última salvación”, se divierte el realizador, que también está preparando una nueva serie de televisión.
Además, al acercarse a los 60, Waters también prepara un nuevo “look”.
“Afeitarme el bigote, nunca. Pero quizá teñirlo de azul para eliminar las canas... Seguro que cuando lo vea así me quedaré horrorizado”, aventura de su próxima moda.
http://www.eldiariony.com/noticias/detail.aspx?section=21&desc=ESPECTACULOS&id=1179576