Se la pasan exclamando: "no hay hombres". Buscan tipos maduros porque, según dicen, los menores de 35 todavía están en la adolescencia y no quieren relaciones serias. Pero cuando un varón de verdad (de cualquier edad) les dice: "te amo, vivamos juntos, casémonos", rajan levantando polvo como el correcaminos.
Los síntomas de fobia al compromiso de las mujeres de hoy son claros e innegables. A simple vista se presentan los siguientes tipos de novias fugitivas:
UNO. La que espera al hombre ideal, modelo inexistente porque tiene que ser: físicamente agradable, pero tampoco un modelito;
protector pero que no asfixie;
compañero pero no demasiado comprensivo;
trabajador pero no adicto al laburo;
romántico pero no pegajoso;
intenso sexualmente pero no insistente;
paternal pero no autoritario;
cuidadoso de su aspecto pero no "producido";
atento a los estados de ánimo femeninos pero que no haga preguntas;
generoso pero no reclamante;
inteligente pero que no venga con planteos;
con modales pero que las deje chupar el tuco del cuchillo o del plato;
familiero, pero sólo con la parentela política;
levemente celoso pero inmutable ante los chistes eróticos que otros le hacen a ella;
con mucho dinero pero que no la trate como parte de su hacienda, "ni que le sobre para gastárselo con otra";
que no tenga amigas pero que soporte sus amigos varones que siempre la invitan a salir sólo a ella;
que sea celoso pero que la deje ir a bailar sola con sus amigas...
Y así sucesivamente. Si sigo no me alcanza el abecedario.
DOS. La que le tiene miedo a la completud. Es aquella mujer que piensa que unirse al hombre soñado la va a llevar a un estado de plenitud biológica y psicológica existencial... pero del cual no hay retorno. Ya no va a poder gritar: "¡estoy tan contenta de no ser feliz!". Y la verdad verdadera es que cuando una mujer no tiene de qué quejarse, siente que se le acabó la vida. El ejemplo ideal de esto es la relación que se da entre Woody Allen y Julia Roberts en el film Todos dicen te quiero.
TRES. La que construye su propio pedestal, se lo pega en los pies y lo lleva a todos lados. Actúa permanentemente, mostrándose como la mejor, la superwoman. Se sabe que cría ocho hijos sin niñera, conduce dos empresas, seduce a Richard Gere por teléfono y comulga siempre en el Vaticano. Sus novios anteriores fueron Napoleón, Freud y Lando Buzzanca, y se los dice a todos los candidatos para que piensen: "demasiada arena para este camión".
CUATRO. La fantasiosa que escribe el guión de su romance antes de que el tipo se le siente delante por primera vez. Vive interrogándose maliciosamente: "¿y si no la paso bien y después no me lo puedo sacar de encima?". "¿Y si me enamoro y él resulta ser casado o con novia?". "¿Y si se da cuenta que no soy perfecta?". Entonces decide que es mejor primero terminar la carrera de dentista, luego de farmacéutica, después hacer el posgrado en litotricia y entonces, ya será el momento de buscar un novio.
CINCO. La chica estilo "no hay historia que me venga bien". Abandona a un pelirrojo ketchup porque vive deseando conocer un rubio lampiño descendiente de holandeses y vikingos... Y cuando lo encuentra declara que en realidad le gustaría toparse con un jíbaro africano oriundo de Uganda, bien peludo. Y cuando regresa del continente negro afirma, suspirando: "Ya no quedan tipos de verdad". Es la típica mujer que termina saliendo con dos o tres al mismo tiempo, porque cada uno le da un porcentaje de contención, placer o dinero, que el resto no puede cumplir. Así llega al 100% masculino deseado, sin tener deveras a alguno.
SEIS. La mujer que odia las ataduras. Nunca vio El amor tiene cara de mujer, ni tampoco las telenovelas de Migré, entonces no se emociona cuando le proponen casamiento. Al contrario, se siente una mulata antes de la Asamblea del año 1813. Aunque viviera en una tribu del Amazonas sería feminista. Es la típica dama que no se conforma con haber conocido el voto y el orgasmo en el siglo XX; vive reclamando autonomía, independencia, buscando un novio versión "monolito inerte" que no se incomode si ella le manifiesta su deseo de pasar la noche comiendo apio y nueces en la mansión secreta del Marqués de Sade (con el Marqués y Tom Cruise en celo, por supuesto). Su filosofía es: "quiero que me den libertad para ansiarlo todo, aunque después no haga nada".
SIETE. La que traduce casamiento como "planchar camisas y cuidar enfermos".Y un hombre con camisas arrugadas y estornudos ruidosos, le quita siempre el lugar de demandante que ella necesita conservar. También es la que considera que el matrimonio la obliga a tener que responder preguntas personales como: "¿de dónde venís? ¿Quién es ese tipo que te llama siempre? ¿No te parece que ese supuesto amigo te está tirando los galgos?". Ella se mira al espejo y grita: "¡yo soy una chica que no nació para dar explicaciones!". Y se sale con la suya. Al silencio sepulcral que la rodea siempre, no tiene que darle explicaciones.
OCHO. La que cuando estaba sola vivía enclaustrada, rogando que un tipo la invitara a tomar un café y lo único interesante que hacía era pasearse con los brazos cruzados por algún shopping de Barrio Norte, mirando ropa dos tallas más chicas que la suya. Ahora que tiene novio, de golpe se le ocurre ir a jugar al paddle con su amigo Walter, tomarse vacaciones en Brasil con su compañera de trabajo Flopi, cenar ravioles en el departamento de su primo segundo Sebastián, salir a bailar con las compañeras del secundario, y todo sin su novio, el cual no entiende que ella buscaba al hombre de su vida para después salir con el resto del planeta y dejarlo en el placard. Y lo peor es que va a terapia y su psicóloga la alienta: "¡vos tenés que realizar todos tus deseos, pase lo que pase y caiga quien caiga!", actitud que las lleva a recuperar su autoestima... y la soledad.
NUEVE. La misma anterior, pero que además ahora que no está sola se siente feliz. Entonces comienza a estudiar maquillaje los lunes, practica gimnasia los martes, realiza actos de caridad los miércoles, hace teatro los jueves, cocina para toda la semana los viernes, y se va a descansar al campito que tiene su familia en Pergamino los sábados y domingos. "¡Pero así no nos vemos nunca!", grita el muchacho, y ella se queja imitando a una ex presidenta argentina: "no me atosiguéis".
DIEZ. La que tiene todas las variantes del Edipo (el temprano, según Melanie Klein; el de la etapa fálica, al decir de Freud; el metabolizado o digerido y enfocado hacia los otros hombres, si le hacemos caso a Lacán). No hay novio que sea más importante que el "papi"; y si el "papi" la llama para que le rasque la espalda, ella los deja plantados a todos hasta en la puerta del Registro Civil.
Las restantes: son las que no se escapan de la boda, tal vez porque el mandato familiar las atraviesa culturalmente y deben casarse y tener hijos, sí o sí. Van al psicólogo para seguir amándose cada día más a sí mismas, pero no al prójimo cercano, es decir, al hombre. Porque quererlo demasiado significaría decir gracias, perdón, ser humildes. Estas son las que asumen su condición de esposas y reducen el pánico blasfemando al pobre consorte, que a partir de ese instante dejará de llevar la cuenta de sus defectos, miserias y debilidades, pues no tiene sentido que dos personas que comparten el mismo techo vivan recordando lo mismo, en voz alta, todos los días.
UN LIO LAS MUJERES NO?? 8Ð
...pero quien podría vivir sin ellas un besazo!! a todas las del Foro 
Los síntomas de fobia al compromiso de las mujeres de hoy son claros e innegables. A simple vista se presentan los siguientes tipos de novias fugitivas:
UNO. La que espera al hombre ideal, modelo inexistente porque tiene que ser: físicamente agradable, pero tampoco un modelito;
protector pero que no asfixie;
compañero pero no demasiado comprensivo;
trabajador pero no adicto al laburo;
romántico pero no pegajoso;
intenso sexualmente pero no insistente;
paternal pero no autoritario;
cuidadoso de su aspecto pero no "producido";
atento a los estados de ánimo femeninos pero que no haga preguntas;
generoso pero no reclamante;
inteligente pero que no venga con planteos;
con modales pero que las deje chupar el tuco del cuchillo o del plato;
familiero, pero sólo con la parentela política;
levemente celoso pero inmutable ante los chistes eróticos que otros le hacen a ella;
con mucho dinero pero que no la trate como parte de su hacienda, "ni que le sobre para gastárselo con otra";
que no tenga amigas pero que soporte sus amigos varones que siempre la invitan a salir sólo a ella;
que sea celoso pero que la deje ir a bailar sola con sus amigas...
Y así sucesivamente. Si sigo no me alcanza el abecedario.
DOS. La que le tiene miedo a la completud. Es aquella mujer que piensa que unirse al hombre soñado la va a llevar a un estado de plenitud biológica y psicológica existencial... pero del cual no hay retorno. Ya no va a poder gritar: "¡estoy tan contenta de no ser feliz!". Y la verdad verdadera es que cuando una mujer no tiene de qué quejarse, siente que se le acabó la vida. El ejemplo ideal de esto es la relación que se da entre Woody Allen y Julia Roberts en el film Todos dicen te quiero.
TRES. La que construye su propio pedestal, se lo pega en los pies y lo lleva a todos lados. Actúa permanentemente, mostrándose como la mejor, la superwoman. Se sabe que cría ocho hijos sin niñera, conduce dos empresas, seduce a Richard Gere por teléfono y comulga siempre en el Vaticano. Sus novios anteriores fueron Napoleón, Freud y Lando Buzzanca, y se los dice a todos los candidatos para que piensen: "demasiada arena para este camión".
CUATRO. La fantasiosa que escribe el guión de su romance antes de que el tipo se le siente delante por primera vez. Vive interrogándose maliciosamente: "¿y si no la paso bien y después no me lo puedo sacar de encima?". "¿Y si me enamoro y él resulta ser casado o con novia?". "¿Y si se da cuenta que no soy perfecta?". Entonces decide que es mejor primero terminar la carrera de dentista, luego de farmacéutica, después hacer el posgrado en litotricia y entonces, ya será el momento de buscar un novio.
CINCO. La chica estilo "no hay historia que me venga bien". Abandona a un pelirrojo ketchup porque vive deseando conocer un rubio lampiño descendiente de holandeses y vikingos... Y cuando lo encuentra declara que en realidad le gustaría toparse con un jíbaro africano oriundo de Uganda, bien peludo. Y cuando regresa del continente negro afirma, suspirando: "Ya no quedan tipos de verdad". Es la típica mujer que termina saliendo con dos o tres al mismo tiempo, porque cada uno le da un porcentaje de contención, placer o dinero, que el resto no puede cumplir. Así llega al 100% masculino deseado, sin tener deveras a alguno.
SEIS. La mujer que odia las ataduras. Nunca vio El amor tiene cara de mujer, ni tampoco las telenovelas de Migré, entonces no se emociona cuando le proponen casamiento. Al contrario, se siente una mulata antes de la Asamblea del año 1813. Aunque viviera en una tribu del Amazonas sería feminista. Es la típica dama que no se conforma con haber conocido el voto y el orgasmo en el siglo XX; vive reclamando autonomía, independencia, buscando un novio versión "monolito inerte" que no se incomode si ella le manifiesta su deseo de pasar la noche comiendo apio y nueces en la mansión secreta del Marqués de Sade (con el Marqués y Tom Cruise en celo, por supuesto). Su filosofía es: "quiero que me den libertad para ansiarlo todo, aunque después no haga nada".
SIETE. La que traduce casamiento como "planchar camisas y cuidar enfermos".Y un hombre con camisas arrugadas y estornudos ruidosos, le quita siempre el lugar de demandante que ella necesita conservar. También es la que considera que el matrimonio la obliga a tener que responder preguntas personales como: "¿de dónde venís? ¿Quién es ese tipo que te llama siempre? ¿No te parece que ese supuesto amigo te está tirando los galgos?". Ella se mira al espejo y grita: "¡yo soy una chica que no nació para dar explicaciones!". Y se sale con la suya. Al silencio sepulcral que la rodea siempre, no tiene que darle explicaciones.
OCHO. La que cuando estaba sola vivía enclaustrada, rogando que un tipo la invitara a tomar un café y lo único interesante que hacía era pasearse con los brazos cruzados por algún shopping de Barrio Norte, mirando ropa dos tallas más chicas que la suya. Ahora que tiene novio, de golpe se le ocurre ir a jugar al paddle con su amigo Walter, tomarse vacaciones en Brasil con su compañera de trabajo Flopi, cenar ravioles en el departamento de su primo segundo Sebastián, salir a bailar con las compañeras del secundario, y todo sin su novio, el cual no entiende que ella buscaba al hombre de su vida para después salir con el resto del planeta y dejarlo en el placard. Y lo peor es que va a terapia y su psicóloga la alienta: "¡vos tenés que realizar todos tus deseos, pase lo que pase y caiga quien caiga!", actitud que las lleva a recuperar su autoestima... y la soledad.
NUEVE. La misma anterior, pero que además ahora que no está sola se siente feliz. Entonces comienza a estudiar maquillaje los lunes, practica gimnasia los martes, realiza actos de caridad los miércoles, hace teatro los jueves, cocina para toda la semana los viernes, y se va a descansar al campito que tiene su familia en Pergamino los sábados y domingos. "¡Pero así no nos vemos nunca!", grita el muchacho, y ella se queja imitando a una ex presidenta argentina: "no me atosiguéis".
DIEZ. La que tiene todas las variantes del Edipo (el temprano, según Melanie Klein; el de la etapa fálica, al decir de Freud; el metabolizado o digerido y enfocado hacia los otros hombres, si le hacemos caso a Lacán). No hay novio que sea más importante que el "papi"; y si el "papi" la llama para que le rasque la espalda, ella los deja plantados a todos hasta en la puerta del Registro Civil.
Las restantes: son las que no se escapan de la boda, tal vez porque el mandato familiar las atraviesa culturalmente y deben casarse y tener hijos, sí o sí. Van al psicólogo para seguir amándose cada día más a sí mismas, pero no al prójimo cercano, es decir, al hombre. Porque quererlo demasiado significaría decir gracias, perdón, ser humildes. Estas son las que asumen su condición de esposas y reducen el pánico blasfemando al pobre consorte, que a partir de ese instante dejará de llevar la cuenta de sus defectos, miserias y debilidades, pues no tiene sentido que dos personas que comparten el mismo techo vivan recordando lo mismo, en voz alta, todos los días.
UN LIO LAS MUJERES NO?? 8Ð