18/4/2007
LA VISTA ORAL
Víctimas del 11-M narran su dolor y piden responsabilidades a Aznar
MADRID
Todo el dolor del mundo se concentró ayer en el juicio del 11-M. Media docena de víctimas de la tragedia contaron ante un público demudado cómo vivieron los primeros momentos de la tragedia, cuando imperaban el caos y el terror. Algunos perdieron a seres queridos. Otros permanecen con traumas psíquicos. Uno tuvo la fortuna de encontrar con vida a su mujer entre los escombros. Con ira contenida, tres de los testigos exigieron responsabilidades al Gobierno de José María Aznar. También se alzaron voces por la cadena perpetua para los culpables.
"Era como un baile de sonámbulos. Nadie hablaba. Todos miraban a la nada". Antonio Miguel Utrera, de 21 años, estudiante de historia, sintetizó con esta descripción dramática la escena en la calle Téllez tras la explosión del tren donde viajaba. Utrera se dirigía, como todos los días, a la universidad, cuando estallaron los cuatro artefactos. Lo primero que hizo al bajarse del tren fue llamar a su madre, a la que dijo que había ocurrido un accidente. Enseguida comprobó que era un atentado y experimentó una extraña sensación: "Estaba cansado, quería dormir, mis padres me llamaban y yo les decía que no quería hablar".
"NO HABLABA" Se apoyó en un muro y preguntó a una mujer dónde estaban los servicios médicos. "La mujer no hablaba. Tenía la cara ensangrentada. Señaló la dirección de donde venían los camilleros", recordó Utrera. Cuando arribó el auxilio, perdió la conciencia durante unos minutos.
Con una entereza sobrecogedora, narró las secuelas del atentado. Sufrió tres infartos cerebrales que desembocaron en una hemiplejía en el lado izquierdo de la cara; perdió por completo el oído izquierdo, y está aquejado de estrabismo. En lo emocional, toma medicación contra la depresión y sigue en tratamiento psiquiátrico. "Hay situaciones en que mi relación con la humanidad choca. Me he vuelto un poco misántropo", dijo.
"¿Reclama responsabilidades?", preguntó la abogada de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, que preside Pilar Manjón. En medio del silencio sepulcral de la sala, el muchacho respondió: "Reclamo la máxima pena para los culpables y responsabilidades políticas para el anterior Gobierno".
UNA PARTE Las víctimas comparecieron a petición de la citada asociación, y solo sus letrados interrogaron. Ningún otro abogado abrió la boca; ni siquiera el representante del Estado, pese a que los testigos apuntaban sus responsabilidades. La emoción ambiental alcanzó incluso a los procesados, que escuchaban cabizbajos en la pecera de cristal.
Eulogio Paz, exmarido de Pilar Manjón, contó cómo intentó dar con su hijo Daniel con mensajes de móvil: "Llámame". El muchacho apareció más tarde en el Ifema, entre los cadáveres. Dijo Paz que, mientras buscaba a su hijo, pensó en una idea que lo perseguía desde días atrás: "Algún día, por culpa de las Azores, nos van a pegar un pepinazo; y nos lo pegaron".
FUNDACIÓN Paz pidió responsabilidades al anterior Gobierno. Argumentó que la FAES --"la fundación que preside Aznar"--, publicó en el 2003 un análisis que preveía un aumento de la amenaza terrorista por la implicación de España en la guerra de Irak. También mencionó un pasaje de un libro del expresidente que afirma que "la sociedad española no era suficientemente consciente de la amenaza islamista".
Isabel Casanovas, que perdió a su hijo y su exmarido en el tren de El Pozo, reclamó cadena perpetua para los culpables, responsabilidades a "los gobernantes de ese momento" y "respeto a las víctimas". Álvaro Vega habló de su hermana Laura, hoy de 28 años, que quedó en "estado vegetativo". Criticó las dificultades para recibir ayudas de la Administración. Y censuró a El Mundo por usar fotos de su hermana en un reportaje con "valoraciones" que él no compartía.
Francisco Javier García tuvo la suerte de hallar viva a su mujer en El Pozo, entre grupos de muertos y heridos. "Sentí rabia de que alguien pudiera hacer esto en un barrio emblemático de la lucha de los trabajadores", dijo. Jesús Ramírez, herido, reclamó "justicia".
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Víctimas del 11-M narran su dolor y piden responsabilidades a Aznar
- • "Por culpa del encuentro de las Azores nos pegaron el pepinazo", denuncia el padre de un joven fallecido
- • Los afectados ofrecen testimonios estremecedores y reclaman el máximo castigo para los culpables
MADRID
Todo el dolor del mundo se concentró ayer en el juicio del 11-M. Media docena de víctimas de la tragedia contaron ante un público demudado cómo vivieron los primeros momentos de la tragedia, cuando imperaban el caos y el terror. Algunos perdieron a seres queridos. Otros permanecen con traumas psíquicos. Uno tuvo la fortuna de encontrar con vida a su mujer entre los escombros. Con ira contenida, tres de los testigos exigieron responsabilidades al Gobierno de José María Aznar. También se alzaron voces por la cadena perpetua para los culpables.
"Era como un baile de sonámbulos. Nadie hablaba. Todos miraban a la nada". Antonio Miguel Utrera, de 21 años, estudiante de historia, sintetizó con esta descripción dramática la escena en la calle Téllez tras la explosión del tren donde viajaba. Utrera se dirigía, como todos los días, a la universidad, cuando estallaron los cuatro artefactos. Lo primero que hizo al bajarse del tren fue llamar a su madre, a la que dijo que había ocurrido un accidente. Enseguida comprobó que era un atentado y experimentó una extraña sensación: "Estaba cansado, quería dormir, mis padres me llamaban y yo les decía que no quería hablar".
"NO HABLABA" Se apoyó en un muro y preguntó a una mujer dónde estaban los servicios médicos. "La mujer no hablaba. Tenía la cara ensangrentada. Señaló la dirección de donde venían los camilleros", recordó Utrera. Cuando arribó el auxilio, perdió la conciencia durante unos minutos.
Con una entereza sobrecogedora, narró las secuelas del atentado. Sufrió tres infartos cerebrales que desembocaron en una hemiplejía en el lado izquierdo de la cara; perdió por completo el oído izquierdo, y está aquejado de estrabismo. En lo emocional, toma medicación contra la depresión y sigue en tratamiento psiquiátrico. "Hay situaciones en que mi relación con la humanidad choca. Me he vuelto un poco misántropo", dijo.
"¿Reclama responsabilidades?", preguntó la abogada de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, que preside Pilar Manjón. En medio del silencio sepulcral de la sala, el muchacho respondió: "Reclamo la máxima pena para los culpables y responsabilidades políticas para el anterior Gobierno".
UNA PARTE Las víctimas comparecieron a petición de la citada asociación, y solo sus letrados interrogaron. Ningún otro abogado abrió la boca; ni siquiera el representante del Estado, pese a que los testigos apuntaban sus responsabilidades. La emoción ambiental alcanzó incluso a los procesados, que escuchaban cabizbajos en la pecera de cristal.
Eulogio Paz, exmarido de Pilar Manjón, contó cómo intentó dar con su hijo Daniel con mensajes de móvil: "Llámame". El muchacho apareció más tarde en el Ifema, entre los cadáveres. Dijo Paz que, mientras buscaba a su hijo, pensó en una idea que lo perseguía desde días atrás: "Algún día, por culpa de las Azores, nos van a pegar un pepinazo; y nos lo pegaron".
FUNDACIÓN Paz pidió responsabilidades al anterior Gobierno. Argumentó que la FAES --"la fundación que preside Aznar"--, publicó en el 2003 un análisis que preveía un aumento de la amenaza terrorista por la implicación de España en la guerra de Irak. También mencionó un pasaje de un libro del expresidente que afirma que "la sociedad española no era suficientemente consciente de la amenaza islamista".
Isabel Casanovas, que perdió a su hijo y su exmarido en el tren de El Pozo, reclamó cadena perpetua para los culpables, responsabilidades a "los gobernantes de ese momento" y "respeto a las víctimas". Álvaro Vega habló de su hermana Laura, hoy de 28 años, que quedó en "estado vegetativo". Criticó las dificultades para recibir ayudas de la Administración. Y censuró a El Mundo por usar fotos de su hermana en un reportaje con "valoraciones" que él no compartía.
Francisco Javier García tuvo la suerte de hallar viva a su mujer en El Pozo, entre grupos de muertos y heridos. "Sentí rabia de que alguien pudiera hacer esto en un barrio emblemático de la lucha de los trabajadores", dijo. Jesús Ramírez, herido, reclamó "justicia".