dowjones
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Una operación a vida o muerte cambia el rudo acento de un joven británico por una refinada forma de hablar El joven desarrolla también habilidades para tocar el piano y la trompeta
http://www.larazon.es/noticias/noti_soc7905.htm#
William, tras la operación
Celia Maza
londres- Cuando su hijo de nueve años se debatía entre la vida y la muerte en un hospital del Reino Unido, Ruth McCartney-Moore sólo rezaba para volver a escuchar algún día su voz. Contra todo pronóstico, el pequeño William sobrevivió.
Sin embargo, cuando su madre pudo hablar con él, el encuentro no fue tal y como ella esperaba. Volvió a escuchar la voz de su hijo, sí, pero el shock fue indescriptible cuando se dio cuenta de que el pequeño había cambiado su rudo acento de Yorkshire por un fino inglés, propio del mismísimo círculo de la reina. Y no sólo eso. Al salir de la operación, el niño había adquirido unas habilidades fuera de lo común para tocar el piano y la trompeta.
«Nos dimos cuenta de que alargaba las vocales en palabras como ‘‘el baño’’ y otras del estilo cuando nunca antes había pronunciado nada así», cuenta McCartney-Moore, profesora de música de profesión. «Era muy extraño escucharle».
¿Qué le pasó realmente a William en el quirófano? Su historia comenzó en marzo del año pasado. El menor empezó a sentirse mal. Tenía un fuerte dolor de cabeza, una sensación muy extraña encima del ojo y una fiebre que aumentaba por momentos. Había un virus circulando por su colegio y su padre, que trabajaba como ATS en una clínica, no le dio más importancia. Pero días más tarde, la salud del menor empeoró de manera acelerada.
Pocas esperanzas
Los doctores descubrieron que él tenía exceso de un líquido en el cerebro provocado por un raro tipo de meningitis. La operación debía ser inmediata para quitar aquel fluido. «Todos pensaron que iba a morir. Nos dejaron bien claro que las posibilidades de que William sobreviviese a la cirugía eran mínimas», explica su madre.
Ruth McCartney-Moore recuerda que incluso llegó a despedirse de él y le cortó un mechón de su cabello para guardarlo. Después de salir milagrosamente de la operación, el joven alumno de Primaria pasó cuatro semanas en el hospital. William apenas sabía leer y le resultaba difícil recordar las cosas. Sin embargo, su habilidad para tocar la trompeta y el piano eran extraordinarias. El pequeño ya tocaba estos instrumentos antes de la operación, pero su capacidad musical no se podía ni comparar con la que demostraba tras pasar por el quirófano.
Al salir del hospital, sus padres pensaron que sería buena idea llevárselo de vacaciones con sus dos hermanos. Fue entonces cuando ocurrió. «Estaba jugando en la playa y de repente empezó a hablar y nos dijo: «Mirad, he hecho un castillo de arena». Pero su acento era tan realmente pijo que mi marido y yo nos miramos extrañados y le preguntamos “¿qué te pasa?”», cuenta la madre. El pequeño no tenía ni idea de por qué estaban tan atónitos sus padres. «Hablo normal», decía. «No me pasa nada». Pero su familia no paraba de mirarle con la boca abierta, ya que en aquel muchacho no había ni resquicio del fuerte acento del norte de Inglaterra.
Como diria Paquirrín, yo flipo.
Celia Maza
londres- Cuando su hijo de nueve años se debatía entre la vida y la muerte en un hospital del Reino Unido, Ruth McCartney-Moore sólo rezaba para volver a escuchar algún día su voz. Contra todo pronóstico, el pequeño William sobrevivió.
Sin embargo, cuando su madre pudo hablar con él, el encuentro no fue tal y como ella esperaba. Volvió a escuchar la voz de su hijo, sí, pero el shock fue indescriptible cuando se dio cuenta de que el pequeño había cambiado su rudo acento de Yorkshire por un fino inglés, propio del mismísimo círculo de la reina. Y no sólo eso. Al salir de la operación, el niño había adquirido unas habilidades fuera de lo común para tocar el piano y la trompeta.
«Nos dimos cuenta de que alargaba las vocales en palabras como ‘‘el baño’’ y otras del estilo cuando nunca antes había pronunciado nada así», cuenta McCartney-Moore, profesora de música de profesión. «Era muy extraño escucharle».
¿Qué le pasó realmente a William en el quirófano? Su historia comenzó en marzo del año pasado. El menor empezó a sentirse mal. Tenía un fuerte dolor de cabeza, una sensación muy extraña encima del ojo y una fiebre que aumentaba por momentos. Había un virus circulando por su colegio y su padre, que trabajaba como ATS en una clínica, no le dio más importancia. Pero días más tarde, la salud del menor empeoró de manera acelerada.
Pocas esperanzas
Los doctores descubrieron que él tenía exceso de un líquido en el cerebro provocado por un raro tipo de meningitis. La operación debía ser inmediata para quitar aquel fluido. «Todos pensaron que iba a morir. Nos dejaron bien claro que las posibilidades de que William sobreviviese a la cirugía eran mínimas», explica su madre.
Ruth McCartney-Moore recuerda que incluso llegó a despedirse de él y le cortó un mechón de su cabello para guardarlo. Después de salir milagrosamente de la operación, el joven alumno de Primaria pasó cuatro semanas en el hospital. William apenas sabía leer y le resultaba difícil recordar las cosas. Sin embargo, su habilidad para tocar la trompeta y el piano eran extraordinarias. El pequeño ya tocaba estos instrumentos antes de la operación, pero su capacidad musical no se podía ni comparar con la que demostraba tras pasar por el quirófano.
Al salir del hospital, sus padres pensaron que sería buena idea llevárselo de vacaciones con sus dos hermanos. Fue entonces cuando ocurrió. «Estaba jugando en la playa y de repente empezó a hablar y nos dijo: «Mirad, he hecho un castillo de arena». Pero su acento era tan realmente pijo que mi marido y yo nos miramos extrañados y le preguntamos “¿qué te pasa?”», cuenta la madre. El pequeño no tenía ni idea de por qué estaban tan atónitos sus padres. «Hablo normal», decía. «No me pasa nada». Pero su familia no paraba de mirarle con la boca abierta, ya que en aquel muchacho no había ni resquicio del fuerte acento del norte de Inglaterra.
Como diria Paquirrín, yo flipo.