mjj2021
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Cuando se trata de seleccionar a mujeres guardaespaldas, los caballeros, al menos en el caso de los empresarios rusos, prefieren a rubias atractivas.
Un buen ejemplo es Viktoria Korchagina, que dirige la división noroeste de la Asociación Nacional de Guardaespaldas rusa. A primera vista cuesta creer que esta mujer rubia, delgada, de unos cuarenta años, licenciada en Educación Física y madre de tres hijos lleve diez años dedicándose a esto.
Según los expertos, las mujeres representan menos del 7% del total de los escoltas rusos y los clientes varones que las contratan saben exactamente lo que quieren.
"Lo primero que mira es el físico y, normalemente, preferirá a una rubia", mientras que una mujer "masculina, de aspecto duro" tendrá serias dificultades para encontrar trabajo, asegura Korchagina.
Es muy frecuente que los empresarios contraten estos servicios, por los que en San Petesburgo, apodada la capital del crimen, suelen pagarse entre 500 y 2.000 euros mensuales.
Aparte de los riesgos reales, otras personas intentan poner de manifiesto su estatus social o impresionar, dice Korchagina.
Pero también hay problemas. "Las mujeres de mis clientes a veces son celosas, pero después se dan cuenta de que no tengo un interés romántico en sus maridos y puedo trabajar con normalidad", añade Korchagina, que también ha trabajado para mujeres, entre ellas Sarah Ferguson, duquesa de York, en 1998, durante su visita a San Petesburgo.
En otros casos, los empresarios prefieren a mujeres para cuidar de sus familias. "Quería proteger a mi esposa, pero no quería que un hombre estuviera con ella todo el día", confiesa Alexei
Según los expertos, las mujeres representan menos del 7% del total de los escoltas rusos y los clientes varones que las contratan saben exactamente lo que quieren.
"Lo primero que mira es el físico y, normalemente, preferirá a una rubia", mientras que una mujer "masculina, de aspecto duro" tendrá serias dificultades para encontrar trabajo, asegura Korchagina.
Es muy frecuente que los empresarios contraten estos servicios, por los que en San Petesburgo, apodada la capital del crimen, suelen pagarse entre 500 y 2.000 euros mensuales.
Aparte de los riesgos reales, otras personas intentan poner de manifiesto su estatus social o impresionar, dice Korchagina.
Pero también hay problemas. "Las mujeres de mis clientes a veces son celosas, pero después se dan cuenta de que no tengo un interés romántico en sus maridos y puedo trabajar con normalidad", añade Korchagina, que también ha trabajado para mujeres, entre ellas Sarah Ferguson, duquesa de York, en 1998, durante su visita a San Petesburgo.
En otros casos, los empresarios prefieren a mujeres para cuidar de sus familias. "Quería proteger a mi esposa, pero no quería que un hombre estuviera con ella todo el día", confiesa Alexei