LONDRES.- La famosa novela de Julio Verne 'Viaje al centro de la Tierra' puede hacerse realidad gracias al plan de unos científicos de EEUU para enviar un sensor del tamaño de un pomelo al corazón del planeta, según publica la revista británica 'Nature'.
La idea, que recuerda a la conocida aventura escrita por el gran literato francés, consiste en abrir una grieta en las profundidades de la Tierra mediante una poderosa corriente de hierro fundido que permitiría a dicho artefacto abrirse paso hacia núcleo terrestre.
El sensor servirá para medir datos como la temperatura, la conductibilidad eléctrica y la composición química de esos entornos inexplorados por el hombre y enviará la información a la superficie mediante ondas de sonido.
Aunque el proyecto suena a una película de ciencia ficción, ya ha sido publicado por 'Nature', una de las más prestigiosas revistas científicas del mundo, mientras su responsable, David Stevenson, del Instituto de Tecnología de Pasadena (California, EEUU) mantiene que es totalmente factible.
El profesor Stevenson explicó que la energía necesaria para abrir la grieta es la equivalente a un terremoto de magnitud siete en la escala de Richter, una explosión nuclear o varios millones de toneladas de dinamita.
"El reto tecnológico que supone esta idea es mucho menor que el que supuso el proyecto 'Manhattan", manifestó el científico, refiriéndose al plan desarrollado para construir la primera bomba atómica, lanzada en 1945 por Estados Unidos contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
El hierro necesario para abrir esa grieta sería de entre 100 y 1.000 millones de kilogramos, aproximadamente la cantidad producida en una hora por todas las fundidoras del mundo. Los intentos más ambiciosos realizados hasta ahora para acceder al centro del planeta sólo se han saldado con una penetración de 10 kilómetros.
El sensor tendría que viajar a través de más de 5.000 kilómetros de roca y soportar temperaturas de más de 4.000 grados centígrados para llegar al corazón de la tierra, compuesto probablemente de hierro y níquel en estado sólido.
"Las misiones planetarias -concluyó Stevenson- han mejorado nuestro conocimiento del Sistema Solar y de cómo funcionan los planetas, pero no ha habido un esfuerzo parecido para conocer el centro de la Tierra, que es igual de fascinante para la ciencia".
La idea, que recuerda a la conocida aventura escrita por el gran literato francés, consiste en abrir una grieta en las profundidades de la Tierra mediante una poderosa corriente de hierro fundido que permitiría a dicho artefacto abrirse paso hacia núcleo terrestre.
El sensor servirá para medir datos como la temperatura, la conductibilidad eléctrica y la composición química de esos entornos inexplorados por el hombre y enviará la información a la superficie mediante ondas de sonido.
Aunque el proyecto suena a una película de ciencia ficción, ya ha sido publicado por 'Nature', una de las más prestigiosas revistas científicas del mundo, mientras su responsable, David Stevenson, del Instituto de Tecnología de Pasadena (California, EEUU) mantiene que es totalmente factible.
El profesor Stevenson explicó que la energía necesaria para abrir la grieta es la equivalente a un terremoto de magnitud siete en la escala de Richter, una explosión nuclear o varios millones de toneladas de dinamita.
"El reto tecnológico que supone esta idea es mucho menor que el que supuso el proyecto 'Manhattan", manifestó el científico, refiriéndose al plan desarrollado para construir la primera bomba atómica, lanzada en 1945 por Estados Unidos contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
El hierro necesario para abrir esa grieta sería de entre 100 y 1.000 millones de kilogramos, aproximadamente la cantidad producida en una hora por todas las fundidoras del mundo. Los intentos más ambiciosos realizados hasta ahora para acceder al centro del planeta sólo se han saldado con una penetración de 10 kilómetros.
El sensor tendría que viajar a través de más de 5.000 kilómetros de roca y soportar temperaturas de más de 4.000 grados centígrados para llegar al corazón de la tierra, compuesto probablemente de hierro y níquel en estado sólido.
"Las misiones planetarias -concluyó Stevenson- han mejorado nuestro conocimiento del Sistema Solar y de cómo funcionan los planetas, pero no ha habido un esfuerzo parecido para conocer el centro de la Tierra, que es igual de fascinante para la ciencia".