¿Por qué nos atrae el morbo?
Es una reacción instintiva ante situaciones que despiertan sentimientos encontrados. ¿No ha sentido pena, sufrimiento, por un daño ajeno y, al mismo tiempo, placer por saber que ha usted no he ha pasado nada? ¿Cuándo deja de ser normal?
¿Te detienes en lugares donde ha ocurrido un accidente o un asalto?
¿Te gustan las películas que hacen sufrir?
¿Indagas sobre la más reciente pelea de tus vecinos o compañeros de trabajo?
¿Te atraen las primeras planas de los periódicos amarillistas o los noticiarios policíacos de los medios?
Según psiquiatras y otros especialistas, todas las preguntas se refieren a situaciones que despiertan sentimientos encontrados: por una parte, pena por el daño ajeno y, por otro, placer por que a uno no le ha pasado nada.
A ese comportamiento lo llaman “” morbo “”. Es “el simple atractivo de lo siniestro, el interés que despierta lo trágico, lo dramático…” Ningún ser humano se escapa. Las diferencias radican en la forma de reaccionar ante esas situaciones, matizadas por la educación y por la capacidad individual de controlar, regular y, en ocasiones, reprimir el morbo. Para los sociólogos, las diferentes sociedades y culturas determinan qué es lo morboso. Por supuesto, en cada una de ellas se buscan maneras distintas de expresarlo.
Por lo general, la primera sensación en el espectador es de temor, de miedo de que a él le suceda lo mismo, pero luego surge el placer de estar libre de esa sensación, aunque dañe a otro.
En El malestar de la cultura, Sigmund Freíd observa que, ante la incapacidad de alcanzar la felicidad plena, el ser humano ha buscado y encontrado por otros caminos la forma de reducir sus miserias y así ser, en todo caso, menos infeliz. Una de estas vías es la búsqueda del placer mientras sacia sus pulsiones instintivas, entendidas estas como <<las manifestaciones de energia que provienen del interior del hombre y que son trasferidas a la mente>>.
Al analizar <<el sector más oscuro e impenetrable de la vida anímica>>, Freíd destaca la inclinación humana por buscar experiencias intensas que compenses el temor hacia la muerte, el daño mayor que cualquier ser humano puede experimentar.
Por lo general, cuando en la calle, por televisión o en una pantalla cinematográfica presenciamos un crimen, una desgracia ajena, una situación agresiva…, la primera sensación que tenemos es de temor, de miedo de que nos suceda lo mismo, pero luego surge el placer de estar libre de esa sensación, aunque dañe a otro. Por ejemplo, cuando presenciamos un accidente o un crimen, surge un comentario no expresado: “Que bueno que no soy yo!” Freíd lo llamo el goce por el daño estereotipado cuando el <<yo>> asume su papel externo”. Enseguida, sobreviene la irresistible curiosidad de conocer los pormenores. Muy pocos son capaces de superarla.
Este juego y rejuego de emociones contradictorias tiene un efecto consolador. Al contemplar maltratos, insultos, huidas de casa o miserias de otros, la gente se ennoblece y se identifica con las víctimas. Ante las desdichas ajenas, las propias parecen menores y más llevaderas. El morbo puede estar ligado, sobre todo, a la vida vacía y rutinaria de algunas personas. Ya que cumple una función de catarsis, de purificación. Al hacerlo se descarga una tensión emocional, se compensan las frustraciones y se encuentra la posibilidad de comentarlas, lo cual es un desahogo. En tales casos, esta conducta no es perjudicial y ofrece una mínima satisfacción. Las catarsis y desahogos que provocan las imágenes crueles del cine, las revistas ilustradas o algunos programas de televisión en las personas. “Pueden satisfacer así, en el plano imaginario, sus pulsiones agresivas, pues las descargas afectivas liberarán las frustraciones acumuladas durante los contratiempos de la vida cotidiana.”
En contrapartida son muchos los expertos que consideran que una exagerada tendencia a lo morboso es como una máscara que oculta serios problemas de personalidad: sadismo, destructividad o perversiones sexuales… Un gran número de criminales tuvo como antecedente el haber “consumido” demasiado morbo en las calles o en los medios de comunicación.
En 1993, en Inglaterra, dos niños de once años secuestraron, torturaron, asesinaron, asesinaron con saña y amarraron a las vías del tren a un pequeño de dos años de edad.
En Arkansas, Estados Unidos, los niños Andrew Goleen y Michael Jonson, de once y trece años, respectivamente, empuñaron dispararon sus rifles contra sus compañeros de colegio. Tres muertos.
En estos casos, la opinión pública acusó a los medios televisivos de ser los causantes indirectos de que surjan “estos monstruos de esa magnitud y de esa edad”.
Que explicación se da ha estos hechos?
La repetición incesante de imágenes crueles insensibiliza al espectador, le hace perder su capacidad de asombro. En otras palabras, se pierde la contradicción emotiva del morbo: dolor-placer. El resorte queda sin elasticidad. Por su parte, la persona entra aun estado muy cercano a lo patológico.
Las imágenes del primer asesinato <<en vivo>>___ El de Harvey Lee Oswald a manos de Jack Ruby ___ impactaron a la opinión publica y dejaron ver la trascendencia de su impacto psíquico y social. A partir de entonces, poco a poco la ficción quedo atrás. Ya no hubo necesidad de inventar historias. Ahora basta conseguir el crimen del día o su juicio penal.
La realidad es innegable. En Estados Unidos el asesinato de Nicole Brown, la esposa blanca del famoso ex jugador de fútbol americano O. J. Simpson, fue durante 9 meses el asunto que mayor auditorio captó. De rebote, con menor impacto, llegó a los países latinoamericanos. Ni se diga lo que aconteció con el accidente automovilístico en que perdieron la vida la princesa Diana y Doddi Al-Fayed.
En Estados Unidos cuando la ejecución de un condenado a muerte está próxima, las estaciones locales de televisión se enlazan y dan cuenta de sus últimos 7 días de vida.
Según el sociólogo Fernando Butazzoni, el morbo se trasforma a lo largo de tres fases. En la primera, el testigo pierde su carácter de persona. Ajeno al drama, se vuelve pasivo. <<Quien mira un drama, quien lo lee o lo recibe a través de los medios de telecomunicación de alguna manera se coloca en el terreno de la irresponsabilidad. Desde allí, desde ese curioso limbo resulta factible asistir y aun compadecer a los actores, aunque nunca, claro está, comprometerse>>.
En la segunda fase, las víctimas del morbo dejan de ser personas para convertirse en personajes ficticios. “Dicho de otra manera, la individualización de los morbos da paso a la indiferencia. Las victimas ya no son individuos. Los caídos pasan a ser personajes de una historia ajena, tal vez real, pero tan lejana que termina resultando ficticia”.
Por ultimo en la tercera fase, “quienes miran pasan a ser parte de un enorme cuerpo social que observa desde sus individualidades respectivas. Así es como se genera un espectáculo… Las fotografías de diarios y revistas, las imágenes de televisión y las crónicas de los periódicos alcanzan a decenas y aun cientos de millones de personas en todo el mundo. Ese carácter masivo le otorga un rango de espectáculo al suceso que da fin al proceso”.
“Rebaño de ovejas felices que miramos sin inquietud otros mataderos.”
“Romper esa complicidad acrítica, rechazar la frivolidad y mantener viva la capacidad de compromiso es una manera de ganarle terreno al morbo”.
Es una reacción instintiva ante situaciones que despiertan sentimientos encontrados. ¿No ha sentido pena, sufrimiento, por un daño ajeno y, al mismo tiempo, placer por saber que ha usted no he ha pasado nada? ¿Cuándo deja de ser normal?
¿Te detienes en lugares donde ha ocurrido un accidente o un asalto?
¿Te gustan las películas que hacen sufrir?
¿Indagas sobre la más reciente pelea de tus vecinos o compañeros de trabajo?
¿Te atraen las primeras planas de los periódicos amarillistas o los noticiarios policíacos de los medios?
Según psiquiatras y otros especialistas, todas las preguntas se refieren a situaciones que despiertan sentimientos encontrados: por una parte, pena por el daño ajeno y, por otro, placer por que a uno no le ha pasado nada.
A ese comportamiento lo llaman “” morbo “”. Es “el simple atractivo de lo siniestro, el interés que despierta lo trágico, lo dramático…” Ningún ser humano se escapa. Las diferencias radican en la forma de reaccionar ante esas situaciones, matizadas por la educación y por la capacidad individual de controlar, regular y, en ocasiones, reprimir el morbo. Para los sociólogos, las diferentes sociedades y culturas determinan qué es lo morboso. Por supuesto, en cada una de ellas se buscan maneras distintas de expresarlo.
Por lo general, la primera sensación en el espectador es de temor, de miedo de que a él le suceda lo mismo, pero luego surge el placer de estar libre de esa sensación, aunque dañe a otro.
En El malestar de la cultura, Sigmund Freíd observa que, ante la incapacidad de alcanzar la felicidad plena, el ser humano ha buscado y encontrado por otros caminos la forma de reducir sus miserias y así ser, en todo caso, menos infeliz. Una de estas vías es la búsqueda del placer mientras sacia sus pulsiones instintivas, entendidas estas como <<las manifestaciones de energia que provienen del interior del hombre y que son trasferidas a la mente>>.
Al analizar <<el sector más oscuro e impenetrable de la vida anímica>>, Freíd destaca la inclinación humana por buscar experiencias intensas que compenses el temor hacia la muerte, el daño mayor que cualquier ser humano puede experimentar.
Por lo general, cuando en la calle, por televisión o en una pantalla cinematográfica presenciamos un crimen, una desgracia ajena, una situación agresiva…, la primera sensación que tenemos es de temor, de miedo de que nos suceda lo mismo, pero luego surge el placer de estar libre de esa sensación, aunque dañe a otro. Por ejemplo, cuando presenciamos un accidente o un crimen, surge un comentario no expresado: “Que bueno que no soy yo!” Freíd lo llamo el goce por el daño estereotipado cuando el <<yo>> asume su papel externo”. Enseguida, sobreviene la irresistible curiosidad de conocer los pormenores. Muy pocos son capaces de superarla.
Este juego y rejuego de emociones contradictorias tiene un efecto consolador. Al contemplar maltratos, insultos, huidas de casa o miserias de otros, la gente se ennoblece y se identifica con las víctimas. Ante las desdichas ajenas, las propias parecen menores y más llevaderas. El morbo puede estar ligado, sobre todo, a la vida vacía y rutinaria de algunas personas. Ya que cumple una función de catarsis, de purificación. Al hacerlo se descarga una tensión emocional, se compensan las frustraciones y se encuentra la posibilidad de comentarlas, lo cual es un desahogo. En tales casos, esta conducta no es perjudicial y ofrece una mínima satisfacción. Las catarsis y desahogos que provocan las imágenes crueles del cine, las revistas ilustradas o algunos programas de televisión en las personas. “Pueden satisfacer así, en el plano imaginario, sus pulsiones agresivas, pues las descargas afectivas liberarán las frustraciones acumuladas durante los contratiempos de la vida cotidiana.”
En contrapartida son muchos los expertos que consideran que una exagerada tendencia a lo morboso es como una máscara que oculta serios problemas de personalidad: sadismo, destructividad o perversiones sexuales… Un gran número de criminales tuvo como antecedente el haber “consumido” demasiado morbo en las calles o en los medios de comunicación.
En 1993, en Inglaterra, dos niños de once años secuestraron, torturaron, asesinaron, asesinaron con saña y amarraron a las vías del tren a un pequeño de dos años de edad.
En Arkansas, Estados Unidos, los niños Andrew Goleen y Michael Jonson, de once y trece años, respectivamente, empuñaron dispararon sus rifles contra sus compañeros de colegio. Tres muertos.
En estos casos, la opinión pública acusó a los medios televisivos de ser los causantes indirectos de que surjan “estos monstruos de esa magnitud y de esa edad”.
Que explicación se da ha estos hechos?
La repetición incesante de imágenes crueles insensibiliza al espectador, le hace perder su capacidad de asombro. En otras palabras, se pierde la contradicción emotiva del morbo: dolor-placer. El resorte queda sin elasticidad. Por su parte, la persona entra aun estado muy cercano a lo patológico.
Las imágenes del primer asesinato <<en vivo>>___ El de Harvey Lee Oswald a manos de Jack Ruby ___ impactaron a la opinión publica y dejaron ver la trascendencia de su impacto psíquico y social. A partir de entonces, poco a poco la ficción quedo atrás. Ya no hubo necesidad de inventar historias. Ahora basta conseguir el crimen del día o su juicio penal.
La realidad es innegable. En Estados Unidos el asesinato de Nicole Brown, la esposa blanca del famoso ex jugador de fútbol americano O. J. Simpson, fue durante 9 meses el asunto que mayor auditorio captó. De rebote, con menor impacto, llegó a los países latinoamericanos. Ni se diga lo que aconteció con el accidente automovilístico en que perdieron la vida la princesa Diana y Doddi Al-Fayed.
En Estados Unidos cuando la ejecución de un condenado a muerte está próxima, las estaciones locales de televisión se enlazan y dan cuenta de sus últimos 7 días de vida.
Según el sociólogo Fernando Butazzoni, el morbo se trasforma a lo largo de tres fases. En la primera, el testigo pierde su carácter de persona. Ajeno al drama, se vuelve pasivo. <<Quien mira un drama, quien lo lee o lo recibe a través de los medios de telecomunicación de alguna manera se coloca en el terreno de la irresponsabilidad. Desde allí, desde ese curioso limbo resulta factible asistir y aun compadecer a los actores, aunque nunca, claro está, comprometerse>>.
En la segunda fase, las víctimas del morbo dejan de ser personas para convertirse en personajes ficticios. “Dicho de otra manera, la individualización de los morbos da paso a la indiferencia. Las victimas ya no son individuos. Los caídos pasan a ser personajes de una historia ajena, tal vez real, pero tan lejana que termina resultando ficticia”.
Por ultimo en la tercera fase, “quienes miran pasan a ser parte de un enorme cuerpo social que observa desde sus individualidades respectivas. Así es como se genera un espectáculo… Las fotografías de diarios y revistas, las imágenes de televisión y las crónicas de los periódicos alcanzan a decenas y aun cientos de millones de personas en todo el mundo. Ese carácter masivo le otorga un rango de espectáculo al suceso que da fin al proceso”.
“Rebaño de ovejas felices que miramos sin inquietud otros mataderos.”
“Romper esa complicidad acrítica, rechazar la frivolidad y mantener viva la capacidad de compromiso es una manera de ganarle terreno al morbo”.