El caso es que hoy ha sido noticia que la pareja de padres gays más famosa del mundo (ni me acuerdo los nombres), que además son multimillonarios, se han venido a vivir desde su país, Inglaterra, a España. Concretamente a Elche y se han comprado un hotel en Benidorm. Tienen tres hijos pequeños de los que fueron padres por medio de un vientre de alquiler. Pues bien, en el informativo de Canal 9 han dicho:
"Incluso hablaron y contaron con el apoyo y consejo de su amigo Michael Jackson"
Pues nada, ahora Michael añade a su larga lista de causas solidarias, la gay también. No está mal teniendo en cuenta que, como le ocurre a la Pantoja (perdón, a I.P.) la estadística homosexual se dispara con respecto al total dentro de su colectivo de fans... :meparto: :meparto: :meparto:
¡¡¡Y esoooo!!!
Aquí os dejo la noticia de El Mundo que, aunque no menciona a Michael (ya es raro en este diario), os pondrá en antecedentes...
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LA OTRA CRÓNICA
La extraña familia vive en Elche
LOS BRITANICOS Anthony y Barrie se hicieron mundialmente famosos por ser los primeros homosexuales en contratar un vientre de alquiler para tener hijos propios. Tras «dar a luz» a tres, CRONICA los ha descubierto en Alicante, donde los niños crecen rodeados de cariño, como en una familia modélica
FRANCISCO PASCUAL
Aspen y Saffron, gemelos, tienen cuatro años. Orlando, sólo uno.Los tres son pioneros en España. Y no porque sean, pese a su corta edad, multimillonarios estadounidenses aficandos en una partida rural de Elche (Alicante). Ni porque vayan todos los días al cole en un imponente Mercedes 320 de cristales tintados.Ni siquiera porque hayan dejado de compartir mesa y mantel (de la guardería) con el hijo de David Beckham para pasar a nutrirse de dieta mediterránea en Torrevieja.
Aspen, Saffron y Orlando son únicos porque en su exótica partida de nacimiento figuran dos personas y ninguna es su mamá. O lo que es lo mismo, tienen dos papás. Ellos, Barrie y Anthony, ambos homosexuales, ambos ingleses, casados y ricos, fueron los primeros europeos en contratar un vientre de alquiler. Ultimamente aspiran a convertir Benidorm en la meca del ocio gay y quién sabe si a ser progenitores del primer niño de estas características gestado en España. Hasta ahora han cumplido todos sus desafíos.
El relato de las vidas de Anthony Drewitt, 38 años, alto, discreto y extremadamente educado, y Barrie Barlow, 33 años, más bajo, vivaracho, rubio y socarrón, es un atribulado cuento de hadas para miles de gays de todo el mundo. Se conocieron hace 16 años, cuando ambos eran pujantes empresarios del condado británico de Essex (Reino Unido), y se enamoraron tanto que unieron, no sólo sus vidas, sino hasta sus apellidos.
Ya como matrimonio Drewitt-Barlow, adinerados hasta la hartura, y con poco más de 30 años sobre las espaldas, decidieron prejubilarse para desafiar los límites de la fisiología. Del reto nacieron Aspen y Saffron, dos simpáticos y fotogénicos hermanos gemelos (él y ella) cuyos áureos rasgos en nada se asemejaban a los de la madre que los parió, Rosalind Bellamy, una mexicana de padres españoles, casada y con cuatro hijos.
Rosalind -previo pago de 300.000 libras (456.000 euros) y de comprometerse por escrito a dejar marchar a los bebés- se prestó para engendrar los óvulos de otra mujer, Tracie Maccune, fecundados con el semen de Barrie y Anthony. Complicado, pero así fue. Sólo en California hallaron el amparo legal y el desarrollo biogenético para consumar su sueño reproductor.
En diciembre de 1999 y tras nueve meses de embarazo plagados de intentos de chantaje por parte de la familia de la madre alquilada, Aspen y Saffron vieron por primera vez la luz. La pareja recuerda con amargura las veladas amenazas «con abortos» de ignorado origen.«No tenía ganas de trabajar y lo podía haber dicho desde el principio», afirma Barrie, el más extrovertido de los dos. Para esas fechas Anthony y Barrie ya estaban locos por España. «Teníamos una propiedad en Barajas e íbamos mucho a Madrid», aseguran desde Benidorm.Su prejubilación era ya más un hecho que un objetivo. El negocio de los productos farmacéuticos y los tratamientos contra hemorroides habían terminado por desbordar sus cuentas y decidieron vender parte del capital para engendrar a su tercer hijo y buscar un cómodo retiro en la costa.
Tres años después que sus hermanos, y de otro vientre pero de los mismos mimbres, llegaría al mundo Orlando, un bebé rollizo que está aprendiendo a decir «papá» antes que «daddy». Y no es extraño, puesto que el pequeño de la familia ha pasado más tiempo en España que en cualquier parte. Anthony y Barrie asumen su paternidad con celo y responsabilidad extremos. Sin embargo, su peculiar condición familiar les hace continuo objetivo de la prensa sensacionalista inglesa.
La última en sacar tajada por contar las interioridades del clan fue la madre biológica (la que vendió los óvulos), Tracy Maccune, quien tras ser invitada por la pareja para pasar las vacaciones junto a los niños, se marchó derecha a la redacción del Daily Mail para denunciar, al parecer por un puñado de libras, la lujosa vida que envuelve a los menores.
Así que el matrimonio decidió poner tierra de por medio. Hallaron un recoleto chalé de exteriores minimalistas en una exclusiva partida rural del Elche y la convirtieron en lo que ahora es cuartel de operaciones familiar, centro neurálgico de sus negocios, nido de amor y parque de juegos para los niños.
El trasiego cotidiano de éstos transcurre plácido entre el colegio y la finca. La austeridad del aspecto de la vivienda contrasta con el lujo de su parque móvil, integrado por vehículos Mercedes y Chrisler de opacos cristales. El interior tampoco exuda el poderío económico que se le supone a la pareja de gays más famosa del mundo. Aparte de una cuidada colección de cuadros y de unos buenos electrodomésticos, nada a la vista hace sospechar la fortuna que atesoran sus propietarios.La parcela, amurallada por una reja automática, está integrada por un chalé, una pista de tenis, una piscina y un invernadero.Nada es ostentoso, todo muy discreto, todo muy inglés, pero no isabelino.
El matrimonio no deja en el aire nada que pueda afectar al bienestar de la familia. Cuenta con un séquito de asesores y la ayuda de sus allegados para el cuidado de los niños mientras ellos están fuera. Orlando todavía no gatea, de hecho ni llora, tan sólo ríe. Entretanto sus hermanos hacen vida entre Elche y Torrevieja.
En este último municipio es donde sus padres han hallado un colegio bilingüe de transición, en el que los niños desarrollan el idioma paterno y aprenden a balbucear el de adopción. Hasta él les llevan todas las mañanas en el Mercedes y de él les traen a media tarde.«Nos gusta mucho España porque todavía se respetan muchas cosas, existe el respeto a los mayores y temas así que en Gran Bretaña se han perdido. Queremos que nuestros hijos aprendan estos valores.Estamos en conversaciones con otros padres extranjeros para construir un colegio en Alicante, donde tengan una educación bilingüe», explican. Solucionado un último fleco administrativo, la escuela podría empezar a funcionar en septiembre.
Los Drewitt-Barlow no han encontrado en la provincia de Alicante barrera homófoba alguna. «No dejamos que nos amenacen», dicen.Pero gran parte de culpa de la buena aceptación que han tenido entre otros padres, nada reacios a su condición de matrimonio homosexual, la tiene su abultada cuenta corriente
Anthony y Barrie quisieron destapar a CRONICA lo que siempre quiso saber la prensa inglesa y nunca pudo descubrir: los lazos de paternidad que revelaron las pruebas de ADN. Ambos padres prestaron su semen para fecundar los óvulos y la biología ha querido que Anthony sea el padre de Orlando, el menor, y Aspen, el varón de los gemelos. Mientras que Barrie es el progenitor de Saffron, la única fémina.
VIAJE A EEUU
«Podríamos tener uno más», dice uno de los padres, «y sería maravilloso que fuese español». Barrie y Anthony asumen la nacionalidad estadounidense de sus gemelos con un híbrido de orgullo y fastidio. Hasta EEUU viajaron después de que las agencias de adopción británicas les negaran, una tras otra, su petición. Y una vez al otro lado del Atlántico, tener un hijo mediante un vientre de alquiler les costó un millón de dólares en pleitos.
Les gustaría que los suyos fuesen miembros de la Unión Europea.Pero creen que las convicciones «religiosas de la mujer española» harían inviable la procreación por vientres de alquiler. «Una madre así suele tener una condición social baja y necesitar dinero para dejar que la separen de su hijo», aclaran. Aún así, les gusta España por el sentimiento de respeto a lo gay que, según el matrimonio, se desarrolla en este país a velocidad de vértigo.La homosexualidad «estuvo muy reprimida en la dictadura y después se ha lanzado a tal velocidad que está sobrepasando al resto de la UE», explican. Pero también por las expectativas de negocio que han descubierto en la Costa Blanca.
La pareja ha decidido abrir un paréntesis en su precoz jubilación para emprender una considerable inversión que les traerá más que posibles réditos: «Crear el mayor hotel gay de Benidorm».La pareja pretende forrarse con la «libra rosa» y destronar a Sitges de su lugar de privilegio del turismo homosexual. «Antes Benidorm estaba considerado como un sitio hortera de chiste, ahora viene mucha gente con dinero, que antes iba a Francia o Italia», recuerdan.
Se confiesan absolutamente seducidos por el colorido cosmopolita y el bullicio gay de la capital turística de la Costa Blanca.Benidorm acoge la zona de ambiente en una de sus partes más hermosas: el enjambre de callejuelas que teje el casco antiguo de la ciudad.Decenas de bares y hostales conforman una pequeña Chueca, pero con acento guiri y a 200 metros del mar. En este centro neurálgico la pareja ha comprado Les Roques, su futuro hotel.
En el inmueble, situado en la calle de Alicante, los obreros pican paredes, tiran tabiques y levantan suelos bajo la atenta mirada de sus propietarios, que no descuidan detalle. Se llamará Hotel Babylon Café and Restaurant, y tendrá tres estrellas y 16 habitaciones. «Debe ser un sitio al que la gente pase sin vergüenza. Todo el mundo asocia lo homosexual a una puerta oscura y escondida, pero el hotel debe tener una gran puerta, que la vea todo el mundo», explican.
EL SENTIMIENTO FAMILIAR
Pero, como en todos los aspectos de sus vidas, el hemisferio empresarial del cerebro de los Drewitt-Barlow tiene un hueco para el sentimiento familiar: «También lo hacemos para nuestra hija, la vemos en este negocio, quiero que se desenvuelva en este tipo de trabajo», añade Barrie.
Actualmente, del tranquilo retiro de prejubilado que el matrimonio se proponía no queda ni el recuerdo. Cubren los 90 kilómetros que separan Benidorm de Torrevieja muchos días y supervisan las obras de su negocio con insistente esmero. Que no lleven constantemente el móvil pegado a la mano es un detalle que no todos los empresarios pueden permitirse. Pero ellos son así. Se miran constantemente a los ojos y, obviamente, después de tener tres hijos con una madre de alquiler, poco les importa que alguien se quede escrutándoles entre besos y carantoñas en la playa de Poniente de Benidorm.
Pocos residentes en la Costa Blanca pueden presumir de conocer a David y Victoria Beckham («nos gustaría conocerlos aún más», confiesan) y pocos hombres están en condiciones de hacer de su way of life un ejercicio cotidiano de funambulismo: los trapecistas son ellos y el fino cable, su camino a la felicidad. Eso sí, para no caer en el abismo de la incomprensión, bien vale una buena red de cientos de miles de libras.
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S@ludos...
"Incluso hablaron y contaron con el apoyo y consejo de su amigo Michael Jackson"
Pues nada, ahora Michael añade a su larga lista de causas solidarias, la gay también. No está mal teniendo en cuenta que, como le ocurre a la Pantoja (perdón, a I.P.) la estadística homosexual se dispara con respecto al total dentro de su colectivo de fans... :meparto: :meparto: :meparto:
¡¡¡Y esoooo!!!
Aquí os dejo la noticia de El Mundo que, aunque no menciona a Michael (ya es raro en este diario), os pondrá en antecedentes...
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LA OTRA CRÓNICA
La extraña familia vive en Elche
LOS BRITANICOS Anthony y Barrie se hicieron mundialmente famosos por ser los primeros homosexuales en contratar un vientre de alquiler para tener hijos propios. Tras «dar a luz» a tres, CRONICA los ha descubierto en Alicante, donde los niños crecen rodeados de cariño, como en una familia modélica
FRANCISCO PASCUAL
Aspen y Saffron, gemelos, tienen cuatro años. Orlando, sólo uno.Los tres son pioneros en España. Y no porque sean, pese a su corta edad, multimillonarios estadounidenses aficandos en una partida rural de Elche (Alicante). Ni porque vayan todos los días al cole en un imponente Mercedes 320 de cristales tintados.Ni siquiera porque hayan dejado de compartir mesa y mantel (de la guardería) con el hijo de David Beckham para pasar a nutrirse de dieta mediterránea en Torrevieja.
Aspen, Saffron y Orlando son únicos porque en su exótica partida de nacimiento figuran dos personas y ninguna es su mamá. O lo que es lo mismo, tienen dos papás. Ellos, Barrie y Anthony, ambos homosexuales, ambos ingleses, casados y ricos, fueron los primeros europeos en contratar un vientre de alquiler. Ultimamente aspiran a convertir Benidorm en la meca del ocio gay y quién sabe si a ser progenitores del primer niño de estas características gestado en España. Hasta ahora han cumplido todos sus desafíos.
El relato de las vidas de Anthony Drewitt, 38 años, alto, discreto y extremadamente educado, y Barrie Barlow, 33 años, más bajo, vivaracho, rubio y socarrón, es un atribulado cuento de hadas para miles de gays de todo el mundo. Se conocieron hace 16 años, cuando ambos eran pujantes empresarios del condado británico de Essex (Reino Unido), y se enamoraron tanto que unieron, no sólo sus vidas, sino hasta sus apellidos.
Ya como matrimonio Drewitt-Barlow, adinerados hasta la hartura, y con poco más de 30 años sobre las espaldas, decidieron prejubilarse para desafiar los límites de la fisiología. Del reto nacieron Aspen y Saffron, dos simpáticos y fotogénicos hermanos gemelos (él y ella) cuyos áureos rasgos en nada se asemejaban a los de la madre que los parió, Rosalind Bellamy, una mexicana de padres españoles, casada y con cuatro hijos.
Rosalind -previo pago de 300.000 libras (456.000 euros) y de comprometerse por escrito a dejar marchar a los bebés- se prestó para engendrar los óvulos de otra mujer, Tracie Maccune, fecundados con el semen de Barrie y Anthony. Complicado, pero así fue. Sólo en California hallaron el amparo legal y el desarrollo biogenético para consumar su sueño reproductor.
En diciembre de 1999 y tras nueve meses de embarazo plagados de intentos de chantaje por parte de la familia de la madre alquilada, Aspen y Saffron vieron por primera vez la luz. La pareja recuerda con amargura las veladas amenazas «con abortos» de ignorado origen.«No tenía ganas de trabajar y lo podía haber dicho desde el principio», afirma Barrie, el más extrovertido de los dos. Para esas fechas Anthony y Barrie ya estaban locos por España. «Teníamos una propiedad en Barajas e íbamos mucho a Madrid», aseguran desde Benidorm.Su prejubilación era ya más un hecho que un objetivo. El negocio de los productos farmacéuticos y los tratamientos contra hemorroides habían terminado por desbordar sus cuentas y decidieron vender parte del capital para engendrar a su tercer hijo y buscar un cómodo retiro en la costa.
Tres años después que sus hermanos, y de otro vientre pero de los mismos mimbres, llegaría al mundo Orlando, un bebé rollizo que está aprendiendo a decir «papá» antes que «daddy». Y no es extraño, puesto que el pequeño de la familia ha pasado más tiempo en España que en cualquier parte. Anthony y Barrie asumen su paternidad con celo y responsabilidad extremos. Sin embargo, su peculiar condición familiar les hace continuo objetivo de la prensa sensacionalista inglesa.
La última en sacar tajada por contar las interioridades del clan fue la madre biológica (la que vendió los óvulos), Tracy Maccune, quien tras ser invitada por la pareja para pasar las vacaciones junto a los niños, se marchó derecha a la redacción del Daily Mail para denunciar, al parecer por un puñado de libras, la lujosa vida que envuelve a los menores.
Así que el matrimonio decidió poner tierra de por medio. Hallaron un recoleto chalé de exteriores minimalistas en una exclusiva partida rural del Elche y la convirtieron en lo que ahora es cuartel de operaciones familiar, centro neurálgico de sus negocios, nido de amor y parque de juegos para los niños.
El trasiego cotidiano de éstos transcurre plácido entre el colegio y la finca. La austeridad del aspecto de la vivienda contrasta con el lujo de su parque móvil, integrado por vehículos Mercedes y Chrisler de opacos cristales. El interior tampoco exuda el poderío económico que se le supone a la pareja de gays más famosa del mundo. Aparte de una cuidada colección de cuadros y de unos buenos electrodomésticos, nada a la vista hace sospechar la fortuna que atesoran sus propietarios.La parcela, amurallada por una reja automática, está integrada por un chalé, una pista de tenis, una piscina y un invernadero.Nada es ostentoso, todo muy discreto, todo muy inglés, pero no isabelino.
El matrimonio no deja en el aire nada que pueda afectar al bienestar de la familia. Cuenta con un séquito de asesores y la ayuda de sus allegados para el cuidado de los niños mientras ellos están fuera. Orlando todavía no gatea, de hecho ni llora, tan sólo ríe. Entretanto sus hermanos hacen vida entre Elche y Torrevieja.
En este último municipio es donde sus padres han hallado un colegio bilingüe de transición, en el que los niños desarrollan el idioma paterno y aprenden a balbucear el de adopción. Hasta él les llevan todas las mañanas en el Mercedes y de él les traen a media tarde.«Nos gusta mucho España porque todavía se respetan muchas cosas, existe el respeto a los mayores y temas así que en Gran Bretaña se han perdido. Queremos que nuestros hijos aprendan estos valores.Estamos en conversaciones con otros padres extranjeros para construir un colegio en Alicante, donde tengan una educación bilingüe», explican. Solucionado un último fleco administrativo, la escuela podría empezar a funcionar en septiembre.
Los Drewitt-Barlow no han encontrado en la provincia de Alicante barrera homófoba alguna. «No dejamos que nos amenacen», dicen.Pero gran parte de culpa de la buena aceptación que han tenido entre otros padres, nada reacios a su condición de matrimonio homosexual, la tiene su abultada cuenta corriente
Anthony y Barrie quisieron destapar a CRONICA lo que siempre quiso saber la prensa inglesa y nunca pudo descubrir: los lazos de paternidad que revelaron las pruebas de ADN. Ambos padres prestaron su semen para fecundar los óvulos y la biología ha querido que Anthony sea el padre de Orlando, el menor, y Aspen, el varón de los gemelos. Mientras que Barrie es el progenitor de Saffron, la única fémina.
VIAJE A EEUU
«Podríamos tener uno más», dice uno de los padres, «y sería maravilloso que fuese español». Barrie y Anthony asumen la nacionalidad estadounidense de sus gemelos con un híbrido de orgullo y fastidio. Hasta EEUU viajaron después de que las agencias de adopción británicas les negaran, una tras otra, su petición. Y una vez al otro lado del Atlántico, tener un hijo mediante un vientre de alquiler les costó un millón de dólares en pleitos.
Les gustaría que los suyos fuesen miembros de la Unión Europea.Pero creen que las convicciones «religiosas de la mujer española» harían inviable la procreación por vientres de alquiler. «Una madre así suele tener una condición social baja y necesitar dinero para dejar que la separen de su hijo», aclaran. Aún así, les gusta España por el sentimiento de respeto a lo gay que, según el matrimonio, se desarrolla en este país a velocidad de vértigo.La homosexualidad «estuvo muy reprimida en la dictadura y después se ha lanzado a tal velocidad que está sobrepasando al resto de la UE», explican. Pero también por las expectativas de negocio que han descubierto en la Costa Blanca.
La pareja ha decidido abrir un paréntesis en su precoz jubilación para emprender una considerable inversión que les traerá más que posibles réditos: «Crear el mayor hotel gay de Benidorm».La pareja pretende forrarse con la «libra rosa» y destronar a Sitges de su lugar de privilegio del turismo homosexual. «Antes Benidorm estaba considerado como un sitio hortera de chiste, ahora viene mucha gente con dinero, que antes iba a Francia o Italia», recuerdan.
Se confiesan absolutamente seducidos por el colorido cosmopolita y el bullicio gay de la capital turística de la Costa Blanca.Benidorm acoge la zona de ambiente en una de sus partes más hermosas: el enjambre de callejuelas que teje el casco antiguo de la ciudad.Decenas de bares y hostales conforman una pequeña Chueca, pero con acento guiri y a 200 metros del mar. En este centro neurálgico la pareja ha comprado Les Roques, su futuro hotel.
En el inmueble, situado en la calle de Alicante, los obreros pican paredes, tiran tabiques y levantan suelos bajo la atenta mirada de sus propietarios, que no descuidan detalle. Se llamará Hotel Babylon Café and Restaurant, y tendrá tres estrellas y 16 habitaciones. «Debe ser un sitio al que la gente pase sin vergüenza. Todo el mundo asocia lo homosexual a una puerta oscura y escondida, pero el hotel debe tener una gran puerta, que la vea todo el mundo», explican.
EL SENTIMIENTO FAMILIAR
Pero, como en todos los aspectos de sus vidas, el hemisferio empresarial del cerebro de los Drewitt-Barlow tiene un hueco para el sentimiento familiar: «También lo hacemos para nuestra hija, la vemos en este negocio, quiero que se desenvuelva en este tipo de trabajo», añade Barrie.
Actualmente, del tranquilo retiro de prejubilado que el matrimonio se proponía no queda ni el recuerdo. Cubren los 90 kilómetros que separan Benidorm de Torrevieja muchos días y supervisan las obras de su negocio con insistente esmero. Que no lleven constantemente el móvil pegado a la mano es un detalle que no todos los empresarios pueden permitirse. Pero ellos son así. Se miran constantemente a los ojos y, obviamente, después de tener tres hijos con una madre de alquiler, poco les importa que alguien se quede escrutándoles entre besos y carantoñas en la playa de Poniente de Benidorm.
Pocos residentes en la Costa Blanca pueden presumir de conocer a David y Victoria Beckham («nos gustaría conocerlos aún más», confiesan) y pocos hombres están en condiciones de hacer de su way of life un ejercicio cotidiano de funambulismo: los trapecistas son ellos y el fino cable, su camino a la felicidad. Eso sí, para no caer en el abismo de la incomprensión, bien vale una buena red de cientos de miles de libras.
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S@ludos...
