OTRA VUELTA DE TUERCA
Michael Jackson anuncia que no grabará más discos y que quiere ir a la Luna
MERCÈ BELTRAN
Este muchacho cuarentón, que se mueve como una culebra y que cada vez se asemeja más a una parodia de sí mismo, acaba de anunciar que no piensa grabar ni un disco más y que va a dedicar todos sus esfuerzos a la producción de películas y a prepararse para ir a la Luna. Sin poner en duda su palabra, lo cierto es que a estas alturas ya no se sabe si se trata de una nueva estrategia publicitaria de Michael Jackson, a la vista de los exiguos beneficios que está obteniendo con su último disco, "Invincible", o dé un paso más en busca de no se sabe demasiado bien qué para alcanzar unas ciertas dosis de esa felicidad que parece estar buscando de manera incansable desde hace años.
Tras anunciar que ha tenido un tercer hijo, "siguiendo los métodos tradicionales", explicar que será Edgar Allan Poe y que producirá la adaptación cinematográfica de una novela de Alejandro Dumas, en la que hará de hombre lobo, convenientemente transformado por Rick Baker (que fue el responsable de los efectos de licantropía del vídeo de Michael "Thriller"), Jackson no deja de sorprender a propios y extraños. Katharine Hepburn dijo que cuando él hace algo resulta imposible no mirarlo, y eso es precisamente lo que le convierte en una gran estrella. Nadie pone en duda su gran talento, algo que él considera un don divino, aunque a veces parece que cuando su fuente de inspiración se agota o pasa por periodos de sequía se ve obligado a recurrir a artimañas poco comprensibles para seguir en el candelero.
Una de sus últimas añagazas podría ser la bronca que mantiene con el todopoderoso Tommy Mottola, presidente de la compañía discográfica Sony, la misma que edita sus discos. El cantante acusó al ejecutivo de ser un racista y de explotar a los artistas, especialmente a los negros. Hay quien ha visto en esta denuncia un intento, por parte de Jackson, de justificar el escaso éxito de su último disco y el descenso que está sufriendo su popularidad. Tanto es así, que a la vista de las críticas que le llovían desde distintos ámbitos, el propio Michael se ha visto obligado a afirmar que "sé a qué raza pertenezco. Me miro al espejo y sé que soy negro", para acto seguido denunciar que la industria cinematográfica y los medios se habían aliado y urdido un complot para desacreditarlo. Sea lo que sea, triquiñuela, denuncia cierta o contubernio, el tiempo se encargará de poner las cosas en su sitio, aunque él difícilmente recuperará el color perdido. Mientras, Michael Jackson se entrenará para llegar a la luna y maquinar nuevas aventuras. Tal vez se decida a someterse a una nueva operación de estética, aunque él asegura que sólo se ha operado la nariz y realizado pequeños "retoques" para solventar los desaguisados que le provocó el accidente que sufrió en 1984 mientras rodaba un anuncio.
Nacido el 29 de agosto de 1959 en Gary, Indiana, en el seno de una familia modesta de nueve hijos, con un padre que cantaba en un conjunto de blues los ratos que le dejaba su oficio en una empresa metalúrgica y una madre clarinetista y cantante de country, a este Michael Jackson que cada dos por tres ocupa un espacio en los medios a causa de sus excentricidades, poco le queda de aquel chaval de los Jackson 5, aunque nadie le podrá quitar su título de "estrella del siglo" y el haber pulverizado los récords de ventas. Ha superado los 200 millones de discos vendidos.
LA ANÉCDOTA
Tal vez el secreto de este tipo extraño es que a penas tuvo infancia, porque desde crío se vio ya metido en la industria de la música. No hace mucho afirmaba: "Si no tienes ese recurso de amor de la infancia, estás condenado a buscar por todo el mundo algo para llenar ese vacío. Pero no importa cuánto dinero ganes o lo famoso que te vuelvas, siempre seguirás sintiéndote vacío". Es posible que Michael Jackson intente llenar ese agujero que siente en su interior con un viaje a la Luna. Aunque allí, por lo que cuentan, también hace frío.
Michael Jackson anuncia que no grabará más discos y que quiere ir a la Luna
MERCÈ BELTRAN
Este muchacho cuarentón, que se mueve como una culebra y que cada vez se asemeja más a una parodia de sí mismo, acaba de anunciar que no piensa grabar ni un disco más y que va a dedicar todos sus esfuerzos a la producción de películas y a prepararse para ir a la Luna. Sin poner en duda su palabra, lo cierto es que a estas alturas ya no se sabe si se trata de una nueva estrategia publicitaria de Michael Jackson, a la vista de los exiguos beneficios que está obteniendo con su último disco, "Invincible", o dé un paso más en busca de no se sabe demasiado bien qué para alcanzar unas ciertas dosis de esa felicidad que parece estar buscando de manera incansable desde hace años.
Tras anunciar que ha tenido un tercer hijo, "siguiendo los métodos tradicionales", explicar que será Edgar Allan Poe y que producirá la adaptación cinematográfica de una novela de Alejandro Dumas, en la que hará de hombre lobo, convenientemente transformado por Rick Baker (que fue el responsable de los efectos de licantropía del vídeo de Michael "Thriller"), Jackson no deja de sorprender a propios y extraños. Katharine Hepburn dijo que cuando él hace algo resulta imposible no mirarlo, y eso es precisamente lo que le convierte en una gran estrella. Nadie pone en duda su gran talento, algo que él considera un don divino, aunque a veces parece que cuando su fuente de inspiración se agota o pasa por periodos de sequía se ve obligado a recurrir a artimañas poco comprensibles para seguir en el candelero.
Una de sus últimas añagazas podría ser la bronca que mantiene con el todopoderoso Tommy Mottola, presidente de la compañía discográfica Sony, la misma que edita sus discos. El cantante acusó al ejecutivo de ser un racista y de explotar a los artistas, especialmente a los negros. Hay quien ha visto en esta denuncia un intento, por parte de Jackson, de justificar el escaso éxito de su último disco y el descenso que está sufriendo su popularidad. Tanto es así, que a la vista de las críticas que le llovían desde distintos ámbitos, el propio Michael se ha visto obligado a afirmar que "sé a qué raza pertenezco. Me miro al espejo y sé que soy negro", para acto seguido denunciar que la industria cinematográfica y los medios se habían aliado y urdido un complot para desacreditarlo. Sea lo que sea, triquiñuela, denuncia cierta o contubernio, el tiempo se encargará de poner las cosas en su sitio, aunque él difícilmente recuperará el color perdido. Mientras, Michael Jackson se entrenará para llegar a la luna y maquinar nuevas aventuras. Tal vez se decida a someterse a una nueva operación de estética, aunque él asegura que sólo se ha operado la nariz y realizado pequeños "retoques" para solventar los desaguisados que le provocó el accidente que sufrió en 1984 mientras rodaba un anuncio.
Nacido el 29 de agosto de 1959 en Gary, Indiana, en el seno de una familia modesta de nueve hijos, con un padre que cantaba en un conjunto de blues los ratos que le dejaba su oficio en una empresa metalúrgica y una madre clarinetista y cantante de country, a este Michael Jackson que cada dos por tres ocupa un espacio en los medios a causa de sus excentricidades, poco le queda de aquel chaval de los Jackson 5, aunque nadie le podrá quitar su título de "estrella del siglo" y el haber pulverizado los récords de ventas. Ha superado los 200 millones de discos vendidos.
LA ANÉCDOTA
Tal vez el secreto de este tipo extraño es que a penas tuvo infancia, porque desde crío se vio ya metido en la industria de la música. No hace mucho afirmaba: "Si no tienes ese recurso de amor de la infancia, estás condenado a buscar por todo el mundo algo para llenar ese vacío. Pero no importa cuánto dinero ganes o lo famoso que te vuelvas, siempre seguirás sintiéndote vacío". Es posible que Michael Jackson intente llenar ese agujero que siente en su interior con un viaje a la Luna. Aunque allí, por lo que cuentan, también hace frío.