DAVID NORDAHL. COMPAÑERISMO.
En Febrero de 1988 estaba trabajando hasta bien entrada la noche pintando en mi estudio, cuando sonó el teléfono. La voz al otro lado era Michael Jackson. Bueno, eso dijo.
“Vale, de acuerdo”, pensé, pero no pasó mucho tiempo hasta darme cuenta de que no era ninguna broma.
Michael me dijo que había visitado la oficina de Steven Spielberg y admiró uno de mis cuadros, tropas del ejército invadiendo un campamento Apache mientras un joven cabo protegía a dos pequeños niños indios. Me preguntó si yo podría darle lecciones de arte. Esa llamada demostró ser el comienzo de una asociación de trabajo que duraría casi 17 años.
Irónicamente, muchos proyectos que hice con Michael no tenían relación con la pintura, incluyendo tanto el diseño del parque de atracciones de Neverland como hoteles en Las Vegas (trabajamos en “Atracciones de Las Vegas”, para algunos hoteles desde los años 80). Estuve también involucrado en muchos proyectos relacionados con sus adquisiciones, como Harvey Comics y planes para librerías.
Michael era un gran creyente en la visualización, de manera que hice dibujos y bocetos que reforzaran su propósito de hacer esos proyectos una realidad. También trabajé en lo que iba a ser la compañía de producción cinematográfica de Michael, llamada Lost Boys Producciones.
En 1993, todos mis dibujos y planes de ingeniería le fueron enviados, todos esos cientos de dibujos deben estar disponibles en alguna parte!
Realicé miles de dibujos y aproximadamente una docena de épicos encargos para Michael. Más que eso, él se convirtió en un verdadero amigo, un amigo que será extrañado de un modo indecible.
MI INSPIRACIÓN. CÉLINE LAVAIL
Yo tenía sólo 17 años cuando conocí a Michael Jackson. Fue en 1996 y él estaba en Monte Carlo por algunos días. Siempre había sido una fan de su música y había oído que él era un extraordinario amante del arte. En aquel momento yo solía hacer bastantes dibujos y bocetos como hobby. Mi plan era ir a su hotel y darle alguno de mis dibujos a alguien de su personal de seguridad con la esperanza de que se lo hicieran llegar de alguna manera.
Cuando llegué allí con las pinturas, los guardias de seguridad se las dieron a un miembro de su personal de seguridad. Sorprendentemente, me dijo que Michael quería verme. No podía creerlo. Estaba temblando. Gracias a Dios tenía los dibujos; si pasaba lo peor, siempre podía esconderme detrás de ellas.
De repente, me hicieron pasar a su suite. Ahora estaba aterrorizada. Mientras entraba a la habitación, rodeada por sus asistentes, todos trajeados, Michael estaba allí de pie, dándome la bienvenida con una gran sonrisa. Eso me calmó un poco, pero sabía que las cosas serían difíciles porque mi inglés no era muy bueno. Yo vivía en Perpignan, Francia, en ese momento, una ciudad cerca de la frontera con España, pero había aprendido algo de inglés en el colegio.
“He hecho algo para ti”, dije.
Él miró detenidamente mis dibujos, había llevado cinco o seis bocetos. No eran muy buenos pero estaba contenta con ellos.
“¿Estudias arte?” me dijo.
Le dije que no y eso causó en él la más inusual de las reacciones: empezó a aplaudir.
“Tienes un don”, dijo, “procede de Dios, tienes que apreciarlo y cuidarlo. Por favor, sigue creando, quiero ver más.”
Me sentí orgullosa y avergonzada al mismo tiempo. Fue una experiencia tan surrealista. Mientras salía de la habitación un miembro de seguridad me dio un trozo de papel. En él estaba el nombre del asistente de Michael y un número de teléfono. Me dijo que “Al señor Jackson le encantaría ver más dibujos” y yo salí del hotel con mi cabeza dando vueltas y sin palabras.
Casi inmediatamente empecé a enviar bocetos a Los Ángeles sin saber exactamente si acabarían en manos de Michael. Pronto comprobé que habían conseguido llegar: a menudo obtenía respuesta de su parte o sugerencias. Yo le pedía a Michael indicaciones. Quería saber en qué temas trabajar y sus respuestas variaban de una simple palabra como “realeza” o una muy precisa escena que él quería ver. Sobre todo, él quería de mí que tuviera valor y fuera creativa.
Incluso me llamó un día. Sonó el teléfono y una voz preguntó, “¿Céline?”. Le reconocí inmediatamente, pero no podía creerlo. Michael Jackson, el hombre que hizo Thriller, el bailarín que hizo el Moonwalk en el programa Motown 25 Aniversario, me había llamado. Aún era difícil emparejar a esa persona con la voz, porque era muy humilde y normal.
Le había enviado algunos dibujos de Peter Pan y me dijo que le encantaron. Había dibujado otros personajes de Disney para él, pero me dijo que fuera “más creativa”.
“Tú tienes imaginación, lo sé”, dijo. “Haz algo que nunca haya sido hecho antes.” Él me dijo bastantes veces que estudiara y me inspirara en los grandes artistas. Me sorprendió darme cuenta de lo a fondo que conocía el arte clásico. Me habló de Miguel Ángel, Delacroix, Leonardo Da Vinci y de Nicolas Poussin. Hablamos de famosos ilustradores modernos como Norman Rockwell y Scott Gufftafson. En la habitación de su hotel había pilas de libros de arte. Era muy aficionado al estilo figurativo y disfrutaba con todo lo relacionado con la fantasía. Siguiendo su consejo, recorrí de arriba abajo la mayoría de los museos de París, mirando detenidamente el trabajo de todos los grandes maestros y trabajé duro para mejorar mi arte.
En 1999 decidí que era hora de enseñarle a Michael el nuevo dibujo en el que había estado trabajando; un retrato suyo como Peter Pan. Más tarde sería reproducido en algunos de los coches que se utilizaban para conducir por los alrededores del Rancho Neverland. Sabía que le gustaría, era muy aficionado al personaje de Disney. Estaba alojado en el Ritz de París y concerté una visita. Cuando vio el dibujo sus ojos se abrieron de par en par y me abrazó muy fuertemente.
“Me encanta Peter Pan”, dijo riendo. “Yo soy Peter Pan!”
Eso no fue todo. Michael me quería encargar un cuadro. Me señaló las delicadas molduras de las paredes que representaban querubines en las paredes y suavemente me describió la escena exacta que tenía en su mente. “Pequeños llenos de adoración con amor y afecto hacia mí, que represente paz, amor y armonía entre todas las razas,” dijo. Este trabajo artístico se llamaría más tarde Inspiración.
Durante el proceso creativo de esta pieza recibía de vez en cuando instrucciones de Michael, pidiéndome que añadiera o quitara detalles en la composición. En el cuadro, Michael está representado alcanzando el dedo de uno de los querubines, que es Prince, su primer hijo. Cuando él se dio cuenta de este “detalle” pareció feliz. Él pensaba que me había inspirado en el cuadro de Miguel Ángel, La Creación de Adán.
En principio, este cuadro fue colgado en Neverland. Pero no sé donde se encuentra ahora. En conjunto, creo que él tenía cinco cuadros míos, además de una chaqueta y un libro que hice para él.
Mirando hacia atrás, hay un momento que resume nuestra conexión. Recuerdo que Michael adoraba el hecho de que Miguel Ángel había inspirado a tantas generaciones. Sus grandes logros fueron ampliamente conocidos siglos después de su muerte. Un día teníamos una interesante conversación sobre el poder del arte y el modo en que transciende a la vida, el espacio y las razas. Al final de ese encuentro, Michael me dio un trozo de papel. En él estaba escrito lo siguiente:
“Sé que el creador se irá, pero su trabajo sobrevive, de ese modo escapa de la muerte. Yo intento poner mi alma en mi trabajo.”
Me miró. “Miguel Ángel dijo esto”, explicó. Con la perspectiva del tiempo, ese es probablemente el modo perfecto de describir la vida de Michael Jackson.
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Algunas fotos se ven borrosas, sorry!!
En Febrero de 1988 estaba trabajando hasta bien entrada la noche pintando en mi estudio, cuando sonó el teléfono. La voz al otro lado era Michael Jackson. Bueno, eso dijo.
“Vale, de acuerdo”, pensé, pero no pasó mucho tiempo hasta darme cuenta de que no era ninguna broma.
Michael me dijo que había visitado la oficina de Steven Spielberg y admiró uno de mis cuadros, tropas del ejército invadiendo un campamento Apache mientras un joven cabo protegía a dos pequeños niños indios. Me preguntó si yo podría darle lecciones de arte. Esa llamada demostró ser el comienzo de una asociación de trabajo que duraría casi 17 años.
Irónicamente, muchos proyectos que hice con Michael no tenían relación con la pintura, incluyendo tanto el diseño del parque de atracciones de Neverland como hoteles en Las Vegas (trabajamos en “Atracciones de Las Vegas”, para algunos hoteles desde los años 80). Estuve también involucrado en muchos proyectos relacionados con sus adquisiciones, como Harvey Comics y planes para librerías.
Michael era un gran creyente en la visualización, de manera que hice dibujos y bocetos que reforzaran su propósito de hacer esos proyectos una realidad. También trabajé en lo que iba a ser la compañía de producción cinematográfica de Michael, llamada Lost Boys Producciones.
En 1993, todos mis dibujos y planes de ingeniería le fueron enviados, todos esos cientos de dibujos deben estar disponibles en alguna parte!
Realicé miles de dibujos y aproximadamente una docena de épicos encargos para Michael. Más que eso, él se convirtió en un verdadero amigo, un amigo que será extrañado de un modo indecible.


MI INSPIRACIÓN. CÉLINE LAVAIL
Yo tenía sólo 17 años cuando conocí a Michael Jackson. Fue en 1996 y él estaba en Monte Carlo por algunos días. Siempre había sido una fan de su música y había oído que él era un extraordinario amante del arte. En aquel momento yo solía hacer bastantes dibujos y bocetos como hobby. Mi plan era ir a su hotel y darle alguno de mis dibujos a alguien de su personal de seguridad con la esperanza de que se lo hicieran llegar de alguna manera.
Cuando llegué allí con las pinturas, los guardias de seguridad se las dieron a un miembro de su personal de seguridad. Sorprendentemente, me dijo que Michael quería verme. No podía creerlo. Estaba temblando. Gracias a Dios tenía los dibujos; si pasaba lo peor, siempre podía esconderme detrás de ellas.
De repente, me hicieron pasar a su suite. Ahora estaba aterrorizada. Mientras entraba a la habitación, rodeada por sus asistentes, todos trajeados, Michael estaba allí de pie, dándome la bienvenida con una gran sonrisa. Eso me calmó un poco, pero sabía que las cosas serían difíciles porque mi inglés no era muy bueno. Yo vivía en Perpignan, Francia, en ese momento, una ciudad cerca de la frontera con España, pero había aprendido algo de inglés en el colegio.
“He hecho algo para ti”, dije.
Él miró detenidamente mis dibujos, había llevado cinco o seis bocetos. No eran muy buenos pero estaba contenta con ellos.
“¿Estudias arte?” me dijo.
Le dije que no y eso causó en él la más inusual de las reacciones: empezó a aplaudir.
“Tienes un don”, dijo, “procede de Dios, tienes que apreciarlo y cuidarlo. Por favor, sigue creando, quiero ver más.”
Me sentí orgullosa y avergonzada al mismo tiempo. Fue una experiencia tan surrealista. Mientras salía de la habitación un miembro de seguridad me dio un trozo de papel. En él estaba el nombre del asistente de Michael y un número de teléfono. Me dijo que “Al señor Jackson le encantaría ver más dibujos” y yo salí del hotel con mi cabeza dando vueltas y sin palabras.
Casi inmediatamente empecé a enviar bocetos a Los Ángeles sin saber exactamente si acabarían en manos de Michael. Pronto comprobé que habían conseguido llegar: a menudo obtenía respuesta de su parte o sugerencias. Yo le pedía a Michael indicaciones. Quería saber en qué temas trabajar y sus respuestas variaban de una simple palabra como “realeza” o una muy precisa escena que él quería ver. Sobre todo, él quería de mí que tuviera valor y fuera creativa.
Incluso me llamó un día. Sonó el teléfono y una voz preguntó, “¿Céline?”. Le reconocí inmediatamente, pero no podía creerlo. Michael Jackson, el hombre que hizo Thriller, el bailarín que hizo el Moonwalk en el programa Motown 25 Aniversario, me había llamado. Aún era difícil emparejar a esa persona con la voz, porque era muy humilde y normal.
Le había enviado algunos dibujos de Peter Pan y me dijo que le encantaron. Había dibujado otros personajes de Disney para él, pero me dijo que fuera “más creativa”.
“Tú tienes imaginación, lo sé”, dijo. “Haz algo que nunca haya sido hecho antes.” Él me dijo bastantes veces que estudiara y me inspirara en los grandes artistas. Me sorprendió darme cuenta de lo a fondo que conocía el arte clásico. Me habló de Miguel Ángel, Delacroix, Leonardo Da Vinci y de Nicolas Poussin. Hablamos de famosos ilustradores modernos como Norman Rockwell y Scott Gufftafson. En la habitación de su hotel había pilas de libros de arte. Era muy aficionado al estilo figurativo y disfrutaba con todo lo relacionado con la fantasía. Siguiendo su consejo, recorrí de arriba abajo la mayoría de los museos de París, mirando detenidamente el trabajo de todos los grandes maestros y trabajé duro para mejorar mi arte.
En 1999 decidí que era hora de enseñarle a Michael el nuevo dibujo en el que había estado trabajando; un retrato suyo como Peter Pan. Más tarde sería reproducido en algunos de los coches que se utilizaban para conducir por los alrededores del Rancho Neverland. Sabía que le gustaría, era muy aficionado al personaje de Disney. Estaba alojado en el Ritz de París y concerté una visita. Cuando vio el dibujo sus ojos se abrieron de par en par y me abrazó muy fuertemente.
“Me encanta Peter Pan”, dijo riendo. “Yo soy Peter Pan!”
Eso no fue todo. Michael me quería encargar un cuadro. Me señaló las delicadas molduras de las paredes que representaban querubines en las paredes y suavemente me describió la escena exacta que tenía en su mente. “Pequeños llenos de adoración con amor y afecto hacia mí, que represente paz, amor y armonía entre todas las razas,” dijo. Este trabajo artístico se llamaría más tarde Inspiración.
Durante el proceso creativo de esta pieza recibía de vez en cuando instrucciones de Michael, pidiéndome que añadiera o quitara detalles en la composición. En el cuadro, Michael está representado alcanzando el dedo de uno de los querubines, que es Prince, su primer hijo. Cuando él se dio cuenta de este “detalle” pareció feliz. Él pensaba que me había inspirado en el cuadro de Miguel Ángel, La Creación de Adán.
En principio, este cuadro fue colgado en Neverland. Pero no sé donde se encuentra ahora. En conjunto, creo que él tenía cinco cuadros míos, además de una chaqueta y un libro que hice para él.
Mirando hacia atrás, hay un momento que resume nuestra conexión. Recuerdo que Michael adoraba el hecho de que Miguel Ángel había inspirado a tantas generaciones. Sus grandes logros fueron ampliamente conocidos siglos después de su muerte. Un día teníamos una interesante conversación sobre el poder del arte y el modo en que transciende a la vida, el espacio y las razas. Al final de ese encuentro, Michael me dio un trozo de papel. En él estaba escrito lo siguiente:
“Sé que el creador se irá, pero su trabajo sobrevive, de ese modo escapa de la muerte. Yo intento poner mi alma en mi trabajo.”
Me miró. “Miguel Ángel dijo esto”, explicó. Con la perspectiva del tiempo, ese es probablemente el modo perfecto de describir la vida de Michael Jackson.



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Algunas fotos se ven borrosas, sorry!!