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La última excentricidad de la estrella del pop Michael Jackson llegó ha sido acudir a su cita con los tribunales californianos vestido de esmoquin. Allí fue esperado por una multitud de seguidores y periodistas a los que hizo unas breves declaraciones.
Jackson, de 44 años, debe responder en el tribunal de Santa María (California) a un demanda por valor de 21 millones de dólares presentada por el promotor musical Marcel Avram por la supuesta cancelación de dos conciertos.
El intérprete vestía un esmoquin negro con chaleco y corbata blancos, un atuendo extremadamente elegante para un proceso legal en esta pequeña localidad agrícola.
A su llegada en limusina fue vitoreado por el público congregado ante la puerta del tribunal, al que Jackson saludó e incluso repartió besos.
Sin embargo, entre los vítores, los periodistas congregados intentaron saber algo más del último incidente en la vida del intérprete de "Bad", quien puso en peligro la vida de su tercer hijo, Prince Michael II, al mostrarlo a sus seguidores desde el balcón de un hotel en Alemania en un dudoso equilibrio.
"Es mi hijo y amo a mis hijos", contestó el cantante, algo molesto con las preguntas de la prensa y siempre bajo la sombra de un paraguas con el que uno de sus ayudantes intentó en todo momento protegerlo del sol.
El interés en este juicio, que comenzó a finales de noviembre, parece estar más centrado en el siempre extraño comportamiento de Jackson que en la demanda presentada contra él. De hecho, su primera comparecencia en el tribunal captó inmediatamente la atención general al llegar vestido con una mascarilla quirúrgica.
Cuando a petición del juez se la quitó, el cantante dejó al descubierto una nariz cubierta por una tirita para ocultar lo que ha sido descrito como las consecuencias de demasiadas operaciones faciales.
Fue una apariencia subrayada por una perilla incipiente en alguien sin vello facial y una mata de pelo negro que muchos creen que es una posible peluca. En el apartado legal, Avram asegura que Jackson incumplió su contrato al cancelar los llamados conciertos del milenio previstos para el cambio de siglo.
Durante su testimonio, Jackson ha indicado que desconocía estos compromisos laborales y que, según recuerda, fue el propio Abraham el que canceló estas citas con el público que el intérprete deseaba cumplir.
Jackson, de 44 años, debe responder en el tribunal de Santa María (California) a un demanda por valor de 21 millones de dólares presentada por el promotor musical Marcel Avram por la supuesta cancelación de dos conciertos.
El intérprete vestía un esmoquin negro con chaleco y corbata blancos, un atuendo extremadamente elegante para un proceso legal en esta pequeña localidad agrícola.
A su llegada en limusina fue vitoreado por el público congregado ante la puerta del tribunal, al que Jackson saludó e incluso repartió besos.
Sin embargo, entre los vítores, los periodistas congregados intentaron saber algo más del último incidente en la vida del intérprete de "Bad", quien puso en peligro la vida de su tercer hijo, Prince Michael II, al mostrarlo a sus seguidores desde el balcón de un hotel en Alemania en un dudoso equilibrio.
"Es mi hijo y amo a mis hijos", contestó el cantante, algo molesto con las preguntas de la prensa y siempre bajo la sombra de un paraguas con el que uno de sus ayudantes intentó en todo momento protegerlo del sol.
El interés en este juicio, que comenzó a finales de noviembre, parece estar más centrado en el siempre extraño comportamiento de Jackson que en la demanda presentada contra él. De hecho, su primera comparecencia en el tribunal captó inmediatamente la atención general al llegar vestido con una mascarilla quirúrgica.
Cuando a petición del juez se la quitó, el cantante dejó al descubierto una nariz cubierta por una tirita para ocultar lo que ha sido descrito como las consecuencias de demasiadas operaciones faciales.
Fue una apariencia subrayada por una perilla incipiente en alguien sin vello facial y una mata de pelo negro que muchos creen que es una posible peluca. En el apartado legal, Avram asegura que Jackson incumplió su contrato al cancelar los llamados conciertos del milenio previstos para el cambio de siglo.
Durante su testimonio, Jackson ha indicado que desconocía estos compromisos laborales y que, según recuerda, fue el propio Abraham el que canceló estas citas con el público que el intérprete deseaba cumplir.