La asociación humanitaria Fundación Intervida ha alertado sobre el alarmante incremento de los ataques con ácido sulfúrico contra las mujeres en Bangladesh. Asimismo, ha denunciado que solamente el año pasado más de 300 mujeres denunciaron haber sido víctimas de esta brutal agresión, aunque la mayoría lo mantienen en secreto y ocultan su rostro detrás de un velo. El principal motivo de este ataque es la venganza por el rechazo a una propuesta sexual o de matrimonio. Por otra parte, la organización advirtió que, a pesar de los esfuerzos del gobierno en contra de esta agresión y de la fuerte persecución judicial que pesa sobre ellos, el bajo precio del ácido (un euro cada envase) y la posibilidad de adquirirlo fácilmente hacen que acabar con estos ataques sea muy complicado.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno, con el establecimiento de condenas que van desde los siete años hasta la pena de muerte, Intervida ha constatado un aumento de casos, muchos de ellos no registrados al cometerse en comunidades rurales aisladas, donde las mujeres no son conscientes de sus derechos y permanecen encerradas en casa después de la agresión.
Las consecuencias de esta forma de violencia son nefastas: la huella de la agresión permanece de por vida no solamente en el cuerpo de la víctima -que en los casos más graves puede quedar ciega, sorda o incluso morir si el ácido llega a afectar a órganos vitales- y en su autoestima, sino que también la estigmatiza a nivel social e incluso dentro de la propia familia, ya que existe un rechazo generalizado a tener una mujer soltera en casa. Por otra parte, en el caso de las mujeres solteras, la agresión supone la pérdida de las posibilidades de casarse.
Mientras, los agresores suelen resultar impunes. Basta recordar que, según la Fundación de Supervivientes del Ácido, sólo uno de cada diez agresores es juzgado.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno, con el establecimiento de condenas que van desde los siete años hasta la pena de muerte, Intervida ha constatado un aumento de casos, muchos de ellos no registrados al cometerse en comunidades rurales aisladas, donde las mujeres no son conscientes de sus derechos y permanecen encerradas en casa después de la agresión.
Las consecuencias de esta forma de violencia son nefastas: la huella de la agresión permanece de por vida no solamente en el cuerpo de la víctima -que en los casos más graves puede quedar ciega, sorda o incluso morir si el ácido llega a afectar a órganos vitales- y en su autoestima, sino que también la estigmatiza a nivel social e incluso dentro de la propia familia, ya que existe un rechazo generalizado a tener una mujer soltera en casa. Por otra parte, en el caso de las mujeres solteras, la agresión supone la pérdida de las posibilidades de casarse.
Mientras, los agresores suelen resultar impunes. Basta recordar que, según la Fundación de Supervivientes del Ácido, sólo uno de cada diez agresores es juzgado.