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Objetos inéditos del Titanic serán exhibidos en Inglaterra

Objetos nunca vistos rescatados de los restos del Titanic por un equipo de exploradores serán puestos en exhibición en Inglaterra.

Las piezas fueron recuperadas durante la última expedición, en el año 2000, al lugar donde se encuentra hundido el Titanic y serán exhibidas en el Museo de la Ciencia y la Industria en Manchester.

La muestra incluye un botón con el logo de la empresa White Star Line que pertenecía al tercer oficial Henry Pitman.

El distintivo se encontraba junto a una colección de otros botones y una pipa en un bolso de cuero hallado cerca de los restos del Titanic.

Otros objetos en la exhibición son un ojo de buey de una cabina de tercer clase, un billete de cinco libras esterlinas, un par de calcetines de seda, un billete de autobús londinense, botellas de perfune y una billetera de cuero.

Las piezas fueron reveladas el viernes por Mark Lach, quien formó parte de la excursión submarina en el 2000. La exhibición -Titanic: The Artifact Expedition- se abrirá al público el 25 de junio y permanecerá abierta hasta el 16 de enero de 2005.

Lach, diseñador de la muestra, dijo que "la exhibición y estos artefactos dan dignidad, honor y respeto a esta historia y a aquellos que perdieron sus vidas y a aquellos cuyas vidas cambiaron para siempre".

"Los objetos son piezas del Titanic y piezas de la vida de la gente".

Al ingresar a la exhibición, los visitantes recibirán un billete con el nombre de uno de los 2.228 pasajeros del transatlántico hundido.

En el final de la muestra, podrán saber si el pasajero en el billete era una de las 705 personas que sobrevivieron.

El Titanic se hundió después de chocar contra un iceberg al sur de Terranova poco antes de la medianoche del 14 de abril de 1912.

 
Es interesante aunque no deja de darme penita al acordarme de la cantidad de peronas que murieron aquella noche :(
 
Muy interesante Betty, me encanta la historia que rodea al Titanic, no por el echo de que murieran toda esa gente sino por saber lo que simbolizaba ese trasatlántico entonces y cómo fue su verdadera historia.
 
Muy buen post Betty;) .A mi siempre me ha fascinado toda la historia del Titanic,tiene que estar muy interesante la exposicion.:) .Un saludo.
 
Mi padre se va a volver loco, digamos que es un "historiador" del titanic, incluso tiene un libro del Titanic firmado por el hombre que descubrio el barco bajo el mar e hizo dicho libro, tambien tiene todas las peliculas y reportajes que se han creado jamas sobre ese barco :D
 
Pues a mí también me fascina toda la historia sobre el titanic.

Siempre me apenará recordar los terribles momentos que tuvieron que sufrir desde el momento de la colisión contra el iceberg hasta su posterior hundimiento :llorando:

Y siempre me he preguntado que si el titanic hubiera generado tanto interés de no haber sido por la maldita catástrofe.

PD:Asistiría encantado a ver la exposición :)
 
pues si quereis os cuento... algo del titanic.. vamos.. una historia real... Yo vivi hace unos cuantos años en Tomelloso.... y resulta, que una pareja MUY adinerada de alli (que la gente de tomelloso esta subida en el dolar...sin cachondeo), se embarco en el Titanic, estuvieron haciendo todo el crucero o recorrido de aquel viaje...

Al tener aquel accidente... solo ella logro salvar su vida... el marido ni siquiera se encontro... se dio por desaparecido... y sabeis que hizo la mujer en aquel entonces?? dejo pasar unos cuantos años... y compro un cadaver de los encontrados en el hundimiento, y sabeis el porque? porque si no hay cadaver... no hay seguro... si no hay cadaver.. esta mujer no se podia considerar ni viuda ni separada... ni divorciada... con lo que no se podia volver a casar...

Lo cual... compro un cadaver a una familia que tambien iba en el Titanic... y asi esta mujer.. se volvio a casar... y cobro la cuantia del seguro de vida de su marido.

A este matrimonio, se les dedico un paseo muy importante en Tomelloso...que lleva su nombre, en memoria del fatal accidente del trasatlantico...

Que me parezca bien o mal o que juzguemos a esta mujer.. no es el caso de mi post.. si no el que sepais una de las pocas historias reales que en nuestra edades podamos saber.

A mi en particular, me gustaria saber la vida de aquellos viajeros.. quienes eran... porque se subieron alli... cada historia es un mundo... y tengo curisidad, lo de Tomelloso me lo conto mi madre hara poco... esta señora ya falleció... y se llevo una gran vivencia.

Yo.. no creo que fuera capaz de comprar un cadaver... para que se hiciera pasar por el cadaver de mi marido.. pero eran otros tiempos... otra forma de pensar...

espero que os haya gustado... no se mucho mas... salvo que me gustaria saber mas de aquel barco, veo fotos por internet de cuando sucedio... en los periodicos... de aquella epoca.. y es bestial, la cantidad de historias que estan sumergidas en esas aguas.
 
haber... es muy largo.. pero lo he encontrado... el nombre del paseo es D.Victor y Dña Crisanta... he leido esta historia... entera... y es la misma.. con lo que pienso que en la pagina esta equivocada el nombre de ella.. puesto que la historia viendola con mi padre es esa...se casaron en madrid.. tenian dinero a rabiar...pero vivieron en Tomelloso... eran jovencillos... y vamos.. que la historia es esa.. salvo elnombre de ella que no concuerda...

ahi va: (paciencia)

Si James Cameron, director de la película "Titanic", hubiera conocido con anterioridad la historia de los Peñasco, una rica y aristocrática pareja española que se embarcó en el último momento en el «Titanic» ,estamos seguros de que la hubiera escogido como argumento central de su historia cinematográfica. No falta de nada en esta gran historia de amor envuelta en el lujo descarado de la época: Víctor Peñasco, de 24 años, de profesión «gentleman», tal y como figura en su certificado de defunción, y su esposa, María Josefa Pérez de Soto, de 22, embarcaron por casualidad en el «Titanic» como colofón a un viaje de luna de miel que duraba ya 17 meses, siempre acompañados de su sirvienta, Fermina. Mientras, otro criado se quedaba en París para fingir la coartada de que seguían en la Ciudad de la Luz y no se habían embarcado como les habían prohibido sus padres; ella se salvó y él perdió la vida por ceder su sitio en los botes a otra mujer con un niño en brazos. Por si esto fuera poco, hay incluso una negra trama en la que, por motivos de herencias, la familia se ve obligada a comprar un cadáver para hacerlo pasar por el hombre fallecido en el naufragio y cuyos restos nunca se recuperaron.
Ocho españoles figuraban registrados. como tales en el libro de pasajeros del «Titanic», el gigantesco buque que, en abril de 1912, se dirigía desde Europa a Nueva York en su viaje inaugural. Todos viajaban en segunda clase, excepto una pareja de recién casados, Josefa y Víctor Peñasco, los únicos españoles que, junto con su doncella, se acomodaron en la lujosa primera clase. Elena Ugarte, sobrina de la pareja y miembro de honor de la Asociación Internacional Titanic, que intenta recuperar las historias personales de todos los pasajeros del mítico buque, narra los recuerdos que su tía, una de las supervivientes de la catástrofe y fallecida en 1972, relataba a la familia. «Una historia que no quiso contar hasta muchos años después de que sucediera».


penasco.jpg
Víctor Peñasco y Josefa Pérez de Soto se encontraban en plena luna de miel.
Como en la famosa película, ella se salvó y él murió.
Matrimonio Peñasco, Víctor y Josefa.
(Foto de la época)​

«¿Porqué no nos embarcamos en el Titanic?»
Víctor Peñasco y Castellana, rico heredero de una de las grandes fortunas españolas, nieto de José Canalejas, primer ministro de Alfonso XIII, se casó con otra rica heredera, Josefa Pérez de Soto. «Tras la boda celebrada en Madrid salieron de luna de miel por toda Europa acompañados de su criado, Eulogio, y su doncella, Fermina Oliva, en un viaje que iba durar 17meses. Antes de salir de viaje, la madre de Víctor le hizo una advertencia tras tener una premonición: "Ir en todo lo que queráis, menos en barco... "».
La ruta les llevó por todos los grandes centros de moda de la época: Biarritz, Viena (donde tenían un palco en la Opera), jugaron en el casino de Montecarlo, visitaron Londres, viajaron en el «Orient Express» y, por supuesto, todo acababa en el Maxim's de París "Allí se encuentran con toda la propaganda del "Titanic': Que si el barco más grande del mundo> que si una preciosidad... Les entra el gusanillo del viaje en barco, pero, como aún faltaban unos días para que zarpara, deciden embarcarse en otro lujoso buque que partía inmediatamente Mandan a su criado a por los pasajes, pero ya estaba completo. Y en el Titanic aún quedaban plazas... ¿Porqué no?».
En aquel año y medio de viaje de novios se habían gastado, al equivalente actual 111 millones de pesetas, así que no les impresionó demasiado que el billete de su camarote de lujo costara 108 libras de entonces (equivalentes hoy a 1.122.145 pesetas), para un viaje de una semana. «. Su madre les había dicho que no subieran a un barco, así que tramaron una coartada. Compraron un montón de postales de París y les pusieron las fechas de los siguientes días. Dejarían a su criado, Eulogio, en París con el único encargo de que, cada día, enviara a Madrid una de las postales donde decían que hoy habían ido a la Opera, otro a Versalles... Y aquí no ha pasado nada».
Así lo hicieron y la feliz pareja, acompañada de la sirvienta, se dirigió al puerto francés de Cherburgo, segunda escala del "Titanic" en su viaje desde Southampton (Inglaterra) a Nueva York. Josefa, a pesar de estar acostumbrada al lujo explicaría años después lo maravilloso que era aquel buque. «Era todo increíblemente precioso y la gente, bueno, lo mejor de lo mejor de todo el mundo ... ».
«Ella estaba ya en la cama y él todavía se desvestía»
Y llegó el fatídico 12 de abril de 1912. El «Titanic», el mejor y más seguro barco de la historia, orgullo de Inglaterra, debía romper el récord de travesía del Atlántico para obtener la ansiada «blue ribbon»(cinta azul) y así acreditarse también como el barco más rápido. Normalmente se necesitaban siete días para atravesar el océano y su capitán quiso hacerlo en cinco. Para ello se fue muy al norte, para hacer el camino más corto, y con las máquinas a toda potencia, desoyendo los mensajes de otros barcos que avisaban de la presencia de «icebergs» en la ruta. El capitán creía que era una estratagema de las otras compañías para obligarle a ir más despacio. Ya con el récord en la mano, la víspera de la llegada, el capitán, como era costumbre, organizó la cena de gala de despedida a los pasajeros de primera.
«Aquello era una muestra del mayor lujo que podía verse. Los hombres, de rigurosa etiqueta, las mujeres con sus mejores galas y todas las joyas que sus cuerpos fueran capaces de cargar explicaba Josefa a sus familiares. Una gran cena amenizada con una gran orquesta. Como buenos españoles, fuimos los últimos en abandonar el salón, ya que nos quedamos charlando con un matrimonio argentino, los únicos con los que hablamos congeniado en el viaje».
Eran las 11 de la noche cuando se dirigieron hacia su camarote. Pocos minutos después, uno de los vigías divisaba una montaña de hielo apenas a 600 metros de la proa del buque. No le dio tiempo a virar...
«Mi tía estaba ya en la cama y mi tío todavía estaba desvistiéndose - explica Elena Ugarte siguiendo el relato de Josefa - Oyeron un ruido enorme que no le gustó nada a mi tío. Salió del camarote y se dirigió a cubierta, donde se encontró con un marinero al que le preguntó qué pasaba y dónde estaban los chalecos salvavidas. El marinero simplemente se echó a reír. Volvió al camarote, recogió a Josefa, que sólo tuvo tiempo de ponerse un chal por encima del camisón y a la doncella, que se encontraba en el camarote de enfrente».
Todos se dirigieron a cubierta. El mar estaba tranquilo, como un espejo, pero las máquinas habían parado.«A los diez minutos aquello era una casa de locos, toda la gente gritando y corriendo, prisas y peleas, no había botes para todos... Alguien dio la orden de que primero subieran a los botes las mujeres y los niños, los de primera y, luego los de segunda y tercera clase. Recordaba un oficial sacando una pistola y disparando al aire para intentar poner orden en aquel caos». A Josefa, y su doncella las metieron en el bote número 8. «Víctor se dispuso a subir, pero vio a una mujer con un niño en brazos y le dejó paso para que entrara en el bote. Josefa ya no volvió a ver a su esposo, se perdió en el barullo».
«Víctor dejó pasar a una mujer con un niño en brazos»
Josefa era incapaz de recordar lo que pasó después pero, curiosamente, en aquel mismo bote le tocó subir a la famosa condesa de Rhodes, personaje que, por cierto, también sale en la película de James Cameron, y hizo un relato de aquellos momentos en una revista publicada en el «New York Herald» el 20 de abril de 1912 en al que habla, precisamente, de Josefa: «... Entonces la señora Peñasco empieza a chillar el nombre de su marido. Fué terrible. Le pasé el timón a mi prima y me puse acurrucada junto a la señora Peñasco, tratando en lo posible de consolarla. Pobre mujer. Sus sollozos ablandaron nuestros corazones y sus palabras eran imposibles de entender debido a su tristeza (...) Cuando el terrible final llegó, utilicé lo mejor de mi misma para intentar distraer a la señora española y que no oyese los agonizantes sonidos de los que se ahogaban en el mar».
A Josefa, no se le borró nunca la imagen de «Aquel coloso, totalmente iluminado y que poco a poco se iba hundiendo junto a ella. Oyó a la orquesta que había subido a cubierta tocando música para intentar calmar a los pasajeros y las órdenes de que se retiraran del barco para evitar que se les tragara el remolino que produciría al hundirse. Vio gente saltar al agua y gritar de dolor». La temperatura del agua, de 4 grados, los mataba en 15 minutos interminables. Ella y su doncella no fueron capaces de mirar cuando el imponente navío se fue hacia el fondo del mar, cuatro mil metros por debajo de ellas.
«De pronto, se oyó un ruido enorme. Como si una montaña se viniera abajo. Cuando me decidí a volver la cabeza, el barco había desaparecido como si se le hubiera tragado una garganta misteriosa». Habían pasado dos horas desde el brutal choque.
«La compra de un Cadáver»
La única esperanza de doña Josefa y de su doncella era que don Víctor hubiera subido en otro bote. Cuando amaneció, fueron recogidos por el vapor «Carpathia», el buque que oyó las llamadas de socorro del «Titanic» y que acudió a toda maquina a auxiliarles. Cuando llegó solo pudo recoger a los que habían logrado subir a los botes, los únicos supervivientes, 705 personas de un total de 2.228. Ninguno era Víctor Peñasco.
Al llegar a Nueva York, Josefa y su doncella se dirigieron al hotel «Plaza», donde habían reservado habitaciones desde París. Aún no había pasado todo. Tenía que llegar otro barco con los muertos del «Titanic». «La doncella fue a identificar los cadáveres. Tuvo que mirar uno por uno, pero don Víctor no estaba». Nunca apareció.
Superada la primera impresión de la tragedia, surge un nuevo problema que se encargaría de resolver la propia madre de Víctor. Si no aparecía el cadáver, según las leyes de época, no se podía declarar la muerte hasta 20 años después de la desaparición. Eso era un problema para una chica que se había quedado viuda con 23 años y que tenía todo el derecho a rehacer su vida. No podría casarse hasta que tuviera 43. Y, además, no sería heredera de los bienes de su marido hasta pasada la fecha. Así que decidieron comprar un cadáver...
«Uno o dos meses después, apareció un cadáver flotando en la zona de la tragedia. Pertenecía al «Titanic». La madre de Víctor pagó mucho dinero por él y la doncella fué la encargada de "reconocerlo". El condado de Halifax pudo así expedir un certificado de defunción a nombre de Víctor Peñasco y Castellana. Curiosamente. aún hoy día no se ha podido encontrar la tumba donde está enterrado este supuesto Víctor, ya que el cementerio de Halifax que se nombra en el certificado de defunción no existe, y en el de Fairview, donde está enterradas las víctimas del "Titanic", no hay ninguna tumba con el nombre de Víctor Peñasco».
Josefa pudo rehacer su vida y se casó de segundas nupcias en 1918 con Juan Barriobero y Armas Ortuño y Fernández de Arteaga, barón del Río Tovía, con el que tuvo tres hijos. Falleció en 1972 a los 83 años de edad. Fermina Oliva, la doncella que también sobrevivió al «Titanic», murió en 1968 en su casa de Uclés (Cuenca), cuando contaba 98 años de edad. Ella nunca se casó.
Como se ha dicho al principio de este Relato, había un total de Ocho Españoles (contabilizados, pues la lista no es fiel, ya que la servidumbre no consta con nombres y apellidos y es posible que entre ellos hubiese algún español, pero esto es imposible saberlo) de los cuales todos se salvaron exceptuando Víctor Peñasco. Ahora paso a citar los nombres de dichos pasajeros.
 
WoW...menuda historia Honey23.
La verdad es que tenía constancia de ella,aunque apenas la recordaba ya :p

Gracias por compartirla :D

PD:La de historias que habran y que nunca llegaremos a saber...
 
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