De acuerdo con el Papa, la teoría de la evolución implica cuestiones que atañen a la filosofía y van más allá de la ciencia
Berlín, Alemania (12 abril 2007).- El papa Benedicto XVI subraya las incoherencias de la teoría de la evolución de Darwin que, a su juicio, deja sin resolver cuestiones fundamentales sobre el origen del hombre, si bien alaba el papel de la ciencia en el progreso de la razón, en un libro publicado en Alemania.
"La teoría de la evolución no es demostrable empíricamente, puesto que es imposible meter en el laboratorio a 10 mil generaciones", indica el Papa en esta obra titulada "Creación y evolución".
El libro, que salió el miércoles a la venta en Alemania, recoge las opiniones del Papa expresadas durante una conferencia de dos días mantenida en septiembre de 2006 en la residencia de verano papal de Castel Gandolfo (Italia) sobre la evolución.
"La verosimilitud" de la teoría de Darwin "no es igual a cero, pero tampoco a uno", puesto que deja "muchas cuestiones abiertas", recalca.
"Estimo importante subrayar que la teoría de la evolución implica cuestiones que atañen a la filosofía y que van más allá de la ciencia", escribe el Papa.
Charles Darwin, biólogo británico (1809-1882), desarrolló la primera teoría del mecanismo biológico de la evolución, basada en la selección natural que explica la diversificación de la vida a través de un lento proceso de modificación y adaptación.
Al mismo tiempo, Benedicto XVI aplaude los progresos realizados gracias a la ciencia.
"Las ciencias naturales han abierto grandes dimensiones de la razón y nos han transmitido nuevos conocimientos". Plantean cuestiones que "deben ser dirigidas a la razón y que no debemos dejar al sentimiento religioso", dice el jefe de la Iglesia católica.
El debate sobre este asunto fue relanzado en julio de 2005, cuando el arzobispo de Viena, Christoph von Schoenborn, estimó en el diario New York Times que no se podía interpretar el discurso de Juan Pablo II como un reconocimiento al evolucionismo, pese a que el predecesor del actual Papa afirmó en 1996 que "la teoría de la evolución es más que una hipótesis".
En su artículo, el arzobispo vienés retomó los argumentos del "creacionismo suave" que se refiere al "diseño inteligente", una doctrina detallada sobre el origen de la Tierra.
"No se trata de escoger entre un creacionismo que excluye categóricamente a la ciencia y una teoría de la evolución que disimula sus propias grietas y no quiere ver las cuestiones que se plantean más allá de las posibilidades metodológicas de la ciencia natural", concluye Benedicto XVI.
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Berlín, Alemania (12 abril 2007).- El papa Benedicto XVI subraya las incoherencias de la teoría de la evolución de Darwin que, a su juicio, deja sin resolver cuestiones fundamentales sobre el origen del hombre, si bien alaba el papel de la ciencia en el progreso de la razón, en un libro publicado en Alemania.
"La teoría de la evolución no es demostrable empíricamente, puesto que es imposible meter en el laboratorio a 10 mil generaciones", indica el Papa en esta obra titulada "Creación y evolución".
El libro, que salió el miércoles a la venta en Alemania, recoge las opiniones del Papa expresadas durante una conferencia de dos días mantenida en septiembre de 2006 en la residencia de verano papal de Castel Gandolfo (Italia) sobre la evolución.
"La verosimilitud" de la teoría de Darwin "no es igual a cero, pero tampoco a uno", puesto que deja "muchas cuestiones abiertas", recalca.
"Estimo importante subrayar que la teoría de la evolución implica cuestiones que atañen a la filosofía y que van más allá de la ciencia", escribe el Papa.
Charles Darwin, biólogo británico (1809-1882), desarrolló la primera teoría del mecanismo biológico de la evolución, basada en la selección natural que explica la diversificación de la vida a través de un lento proceso de modificación y adaptación.
Al mismo tiempo, Benedicto XVI aplaude los progresos realizados gracias a la ciencia.
"Las ciencias naturales han abierto grandes dimensiones de la razón y nos han transmitido nuevos conocimientos". Plantean cuestiones que "deben ser dirigidas a la razón y que no debemos dejar al sentimiento religioso", dice el jefe de la Iglesia católica.
El debate sobre este asunto fue relanzado en julio de 2005, cuando el arzobispo de Viena, Christoph von Schoenborn, estimó en el diario New York Times que no se podía interpretar el discurso de Juan Pablo II como un reconocimiento al evolucionismo, pese a que el predecesor del actual Papa afirmó en 1996 que "la teoría de la evolución es más que una hipótesis".
En su artículo, el arzobispo vienés retomó los argumentos del "creacionismo suave" que se refiere al "diseño inteligente", una doctrina detallada sobre el origen de la Tierra.
"No se trata de escoger entre un creacionismo que excluye categóricamente a la ciencia y una teoría de la evolución que disimula sus propias grietas y no quiere ver las cuestiones que se plantean más allá de las posibilidades metodológicas de la ciencia natural", concluye Benedicto XVI.