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"Para arreglar el mundo, hay que llegar a los corazones"

Os dejo con extractos de una entrevista que he leído hoy. No conozco gran cosa sobre Ingrid Betancourt más allá de lo básico que se sabe por los medios, pero me han llamado positivamente la atención algunas de las cosas que dice, sobre todo teniendo en cuenta la situación tan dura por la que ha tenido que pasar: más de 6 años secuestrada.

Su sonrisa y la expresión pacífica de su cara, siempre visibles desde que su caso se hizo más conocido tras su liberación, me dieron una "pista" sobre el ser humano que hay detrás, y que se trasluce en la entrevista que ahora os comparto. Seguro que podéis sacar algo valioso de entre sus palabras...


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Fuente: 20minutos.es

La pregunta es obligada, ¿Cómo se encuentra?
Estoy bien, muy bien. Me siento muy realizada.


Seis años, cuatro meses y nueve días de cautiverio ¿Cómo no llegó a perder la cuenta?
En la selva los días pasan muy lentamente pero los años, más lentamente aún. Y de pronto, cuando te das cuenta, ves que has vivido mucho en pocos años, mucho y muy rápidamente.


Al comienzo de su cautiverio, las FARC se encargaron de hacerle saber al mundo que usted era un bien canjeable ¿Qué siente ahora, libre, al escuchar este calificativo?
Canjeable es el mejor de los adjetivos con el que nos nombraban. Nos llamaban de todo, bestias, carga... Éramos canjeables por prisioneros de las FARC, guerrilleros capturados en combate o en misiones que estaban en prisiones, en Colombia. De alguna manera, la posibilidad de que el dolor de unos sirviera para aliviar el dolor de otros era lo que humanizaba la situación, que de hecho es deshumanizante. Ahora, lo que hay que saber es que nosotros no tuvimos nunca condiciones similares a la de los prisioneros de las FARC. Ellos tenían acceso a sus familias, les podían llamar y recibir noticias de los suyos. Ellos tenían asistencia médica, un sitio para dormir, un techo, una cama y abogados. Y adicionalmente tenían una fecha límite. Sabían que cumplirían tantos años y quizás menos si hacían servicios a la comunidad. Nosotros no teníamos nada ni a nadie, ninguna ley ni ningún abogado que nos protegiera. Nunca tuvimos condiciones similares a los guerrilleros encarcelados en prisiones de Colombia. Así que el secuestro no se puede mirar desde el punto de vista del canje, porque no hay tal canje. No había instituciones equivalentes en ambos lados, lo nuestro era una tortura.


¿Cuánto queda de la activista política, de la rebelde a ultranza de antes del secuestro?
Yo sigo siendo inconforme en muchas cosas. Sigo creyendo que este mundo podemos cambiarlo, que debemos cambiarlo; esa es la parte del optimismo que nunca perdí en la selva. Pero, obviamente, la selva fue un tamiz por el que se filtran las emociones, las actitudes y llega uno con un bagaje diferente. Pienso, hoy en día, que la política es necesaria pero no suficiente. Para que el hombre logre la paz y mis hermanos secuestrados consigan la libertad hay que tocar los corazones que se han endurecido por la guerra.



Ha confesado sentirse bloqueada para rememorar todo lo que pasó en la selva. ¿No puede recordarlo?
Sí lo recuerdo, todo el día lo recuerdo. Pero el problema es que cuando intento sacarlo fuera, ponerle palabras a todo lo que viví en la selva, las emociones se vuelven muy fuertes. Cuando sea capaz de hacerlo quiero que mi experiencia sirva a los demás.

Pidió en vano un diccionario y vivió apegada a una Biblia. ¿Qué se busca en Dios en una situación en la que, como usted ha reconocido, la muerte le llegó a suponer una liberación?
Dios es la única guía válida, la única respuesta concreta y satisfactoria.


¿Pensó alguna vez en quitarse la vida?
Claro. Todos los que estábamos en la selva pensamos muchas veces en eso.


Hasta que llegó el 2 de julio... ¿Cómo lo recuerda?
Empieza el despertar de la pesadilla y al mismo tiempo un sueño. La vida que llevo es muy diferente a la que dejé.


¿Cómo es ahora su vida?
Es una vida de mucha paz, de mucho amor, de mucha plenitud y de mucha consciencia. Soy quizás demasiado consciente de todas las puertas que se me han abierto. Es un sueño.



Y después... una vorágine de actos, charlas, fotos... "Uno no escoge ser un símbolo", como usted misma ha dicho.
Sí, claro, pero también está esa otra parte, el día a día.


¿Cómo es su día a día?
Un día a día de familia, de trabajo y por lo tanto de lecturas y de producir escritos. Soy consciente de que estoy muy solicitada... de que hay cientos de personas que quieren que intervenga y luego está Internet que me roba mucho tiempo. Tengo al día cientos de mensajes que, si bien no logró contestarlos todos, sí es cierto que, al menos los leo. Además tengo a mi lado a mucha gente que me quiere y que me ayuda.


¿Qué situación vive ahora Colombia?
Colombia está viviendo un proceso interesante, que ha mejorado y que, como país, ha avanzado. Pero la realidad es que Colombia debe superar sus apasionamientos y encontrar un camino hacia el perdón y la tolerancia. Es un proceso que repentinamente puede acelerarse. La historia, es lo que tiene, que a veces da vuelcos bruscos. En el caso de Colombia estoy esperando a que eso suceda, que desaparezca la polarización que existe en Colombia en este momento, esos fanatismos... y que de una vez Colombia se pare a pensar cuál es el país que quiere dejar a su hijos.
 
¿A que no sabes qué respuesta es la que me ha impactado cuando he leído la entrevista en el periódico?...:eek:. Un abrazo.
 
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